domingo, 23 de febrero de 2025

BENEDETTI: VUELVE Y JUEGA

 

Por Germán Ayala Osorio

De confirmarse el nombramiento de Armando Benedetti como ministro del Interior, el presidente Petro apela al pragmatismo con el que históricamente la derecha ha actuado al momento de entregar cuotas políticas y negociar acuerdos: sin consideraciones morales pues la política en Colombia desde el nacimiento de la República deviene inmoral y cochina, fruto de una dirigencia empresarial y política tan mezquina como turbia y de una sociedad fragmentada por la lucha de clases y la supina ignorancia que ostentan millones de colombianos en todos los estratos sociales.  Más claro: Petro está aplicando una de las tantas fórmulas que trae el Manual Clientelista Colombiano (MCC).

Si la jugada se confirma, los partidos de la oposición deberán tomarse con calma la llegada de Benedetti pues el polémico y cuestionado político es de las entrañas del Establecimiento colombiano representado por los conservadores, liberales, los de Cambio Radical y Centro Democrático, entre otros. Como hijo legítimo de esa realidad cultural, Benedetti podría lograr a través de las sempiternas componendas políticas (entrega de burocracia y contratos) que el Congreso le apruebe a Petro las reformas a la salud y laboral que siguen empantanadas en el Legislativo.

Si Benedetti alcanza esos dos objetivos estratégicos para el progresismo de cara a las elecciones de 2026, Petro y el país ganarían, pero la noción de cambio quedaría ahora sí sepultada como consigna y bandera electoral para próximas contiendas electorales. Con Benedetti como enlace entre el Congreso y la Casa de Nariño, la política en Colombia vuelve a ser lo que siempre fue: un instrumento usado por toda suerte de politicastros y grupos de interés para naturalizar el clientelismo como una institución social que de la mano del ethos mafioso aseguró la consolidación de clanes y una élite que se viene sirviendo del Estado para enriquecer a unos pocos. Y eso incluye a las altas cortes, la Procuraduría y la Contraloría.

El eterno candidato presidencial del uribismo y del GEA, Sergio Fajardo ya salió a decir que “nombrar a Benedetti en el ministerio del Interior es aplaudir la politiquería, insultar la lucha de las mujeres por sus derechos y reivindicar el todo vale. El cambio quedó en la basura”. La crítica de Fajardo justamente le da la razón a Petro en la medida en que el exgobernador de Antioquia reconoce en Benedetti a un politicastro que ha sido liberal, santista, uribista y que en el 2026 podría caer en cualquier colectividad porque conoce muy bien como se mueve el Todo vale del que de manera hipócrita y oportunista habla Fajardo.

Aunque la jugada política de Petro es arriesgada, darle a la derecha de su propia pócima confirma que las dificultades o los impedimentos para lograr cambios en el país como los que propuso superan la fuerza del constituyente primario, las movilizaciones sociales y por supuesto las buenas intenciones de su proyecto político.

Si las reuniones previas que sostuvo Benedetti con un número importante de congresistas de varios partidos resultan fructíferas en lo que tiene que ver con cambiar pareceres e incluso ir en contra de las directivas de sus colectividades, las jefaturas de los partidos involucrados sufrirían un golpe en su legitimidad, lo que confirmaría las evidentes crisis de los partidos tradicionales. En adelante, la bolsa de empleos clientelares ya no estaría en manos de los viejos dirigentes de los partidos sino en los mandos medios y bajos de esas estructuras de poder que tanto daño le han hecho a la ampliación y profundización de la democracia colombiana.

Benedetti como ministro de la política o del Interior pone en pausa la perspectiva del cambio, pero podría darle un empujón enorme si alguien del progresismo o del medroso centro empiezan a hablar de lo que este país necesita: una revolución cultural a la que nadie se atreve apostarle porque ello implicaría proscribir el ethos mafioso al que como sociedad nos acostumbramos todos, incluidos por supuesto empresarios, banqueros, la academia, las fuerzas armadas y periodistas. Esa revolución cultural implicaría sacar del juego electoral a Benedetti, a Uribe, a los Pastrana, a Fajardo y a todos los que de manera directa o indirecta hicieron posible la consolidación de un Establecimiento mafioso y criminal.




benedetti se reunió con por lo menos 15 congresistas - Búsqueda Imágenes


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