Por Germán Ayala Osorio
Todos los presidentes electos en
Colombia y quizás los de todos los países del mundo están obligados a pagar con
puestos y contratos los apoyos económicos y políticos recibidos durante las
campañas. Esos últimos están asociados a políticos profesionales y a partidos,
pero también a las diversas formas de activismo en las redes sociales.
Si se acepta esa realidad
cultural, el presidente Petro no podría ser la excepción. Y por supuesto que no
lo es. Una de las maneras de devolver los favores recibidos durante la campaña
electoral de 2022 es nombrar embajadores o cónsules a quienes se destacaron en
la promoción y defensa del proyecto político que encarna Gustavo Petro. No hay
duda alguna de que se trata de una burla a quienes se han preparado a través
del estudio de la diplomacia y las relaciones internacionales en espera de llegar
a ocupar esos cargos diplomáticos. Pero así es la política. Es bajo esas circunstancias
que se debe entender el nombramiento de Daniel Mendoza Leal como embajador en
Tailandia.
La polémica desatada en redes
sociales en torno al nombramiento del abogado, criminalista, activista y creador de la exitosa serie El Matarife está
fundada en señalamientos morales propios de una sociedad mojigata como la
colombiana que pidió a gritos que el asesino y violador de niños Luis Alfredo
Garavito fuera ahorcado o pagara cadena perpetua por los crímenes que cometió,
pero que ha sabido guardar silencio y dejado ver apoyos diplomáticos, sociales
y políticos frente a curas católicos pederastas y pedófilos que usaron su
investidura para violar y manosear monaguillos y estudiantes. Desde el propio
Vaticano se exhiben silenciosos actos con los que se legitima la pederastia y
la pedofilia.
Es la misma sociedad que ha preferido
guardar silencio frente a los casos de miembros de familias oligárquicas que
comparten los mismos deseos por los menores de edad. Esos casos no saldrán
jamás a la luz pública, pero circulan socialmente; y también frente a las
prácticas homosexuales de políticos que en público rechazan con inusitada
vehemencia el matrimonio igualitario y aborrecen los desfiles del orgullo gay, a
sabiendas de que dentro de sus núcleos familiares hijos, tíos y padres
continúan dentro de los closets en donde guardan sus verdaderas identidades y
gustos sexuales. Una doble moral que confirma que somos una sociedad simuladora,
farisea, melindrosa, rezandera, camandulera, puritana y timorata.
Volvamos al caso Mendoza Leal. Que
se sepa, el realizador de la serie Matarife no tiene cargos o condenas por
haber violado mujeres o menores de edad. Circulan sí, apartes de una novela que
escribió en la que sus personajes hablan de manera “desvergonzada”. Mendoza
Leal se ganó esa embajada por su activismo y defensa de las ideas progresistas
y porque se cree que con la serie Matarife, que expuso la atormentada y
cuestionada vida privada y pública de Álvaro Uribe Vélez, logró impactar en
cientos de miles de jóvenes que alguna vez simpatizaron con las ideas del
hacendado y caballista. Recordemos que la serie se publicó en plena pandemia y
que sus innegables impactos sociales y políticos llevaron al propio
expresidente Uribe a solicitarle a los jueces que protegieran su “buen nombre”,
mancillado según sus propios abogados por lo señalado en la premiada producción
audiovisual. Esa partida legal se la ganó el hoy flamante embajador en Tailandia.
Cuando el entonces presidente
Álvaro Uribe nombró en la embajada de Chile a Salvador Arana Sus, los mismos sectores
sociales que hoy están aterrados por el nombramiento de Mendoza en la embajada
de Tailandia, muy seguramente guardaron silencio a pesar de que al momento de
llegar al país austral ya pesaban sobre él señalamientos por graves crímenes. “Arana
Sus fue gobernador de Sucre entre los años 2001 y 2003 y fue embajador de
Colombia en Chile entre 2002 y 2004. Fue procesado por la Corte
Suprema de Justicia por la desaparición forzada y homicidio de Eudaldo León
Díaz, alcalde de El Roble, Sucre. También se le imputó el delito de
concierto para delinquir agravado por colaborar con el Bloque Montes de María
de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y peculado por apropiación y
falsedad ideológica por desviar fondos de las regalías del departamento de Sucre
a grupos armados al margen de la ley “.
El nombramiento de Mendoza Leal sirve para darnos cuenta de la doble moral y de la aplicación selectiva que como sociedad solemos hacer de los valores y principios que acompañan a un colectivo premoderno, católico, rezandero, conservador, godo y muy dado a hacer plausibles disímiles delitos dependiendo de quién y en qué condiciones se cometen. Es preferible poner de embajador a un deslenguado por Daniel Mendoza y no a un político que el día de mañana sea noticia porque en su finca encontraron un laboratorio para el procesamiento de cocaína. ¿Recuerdan el caso del embajador en el Uruguay, un tal Fernando Sanclemente?; u otro encontrado responsable de execrables crímenes, como el señor Arana Sus.
Adenda: en los orígenes de
la palabra Tailandia aparece la raíz Thai que significa libre o
libertad. Y Bangkok, su capital, significa <<aldea de la ciruela
silvestre>>. Así como Uribe tuvo la libertad y la desfachatez de regalarle
una embajada a Salvador Arana, el presidente Petro tiene la misma libertad y quizás
la intención de provocar a la caverna colombiana, haciendo lo propio con Mendoza
Leal. Quizás Petro valore en demasía, aún por encima de lo que digan las
feministas y los demás sectores societales, la valentía de Daniel Mendoza de haber
enfrentado al poderoso y temido Álvaro Uribe Vélez. Queda claro que Petro y Mendoza
asumen al expresidente y expresidiario antioqueño como un “enemigo político” en
común y el gusto por incomodarlo.
daniel mendoza leal y matarife - Búsqueda Imágenes
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