jueves, 12 de diciembre de 2024

DANIEL MENDOZA: UN LEAL EMBAJADOR EN TAILANDIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Todos los presidentes electos en Colombia y quizás los de todos los países del mundo están obligados a pagar con puestos y contratos los apoyos económicos y políticos recibidos durante las campañas. Esos últimos están asociados a políticos profesionales y a partidos, pero también a las diversas formas de activismo en las redes sociales.

Si se acepta esa realidad cultural, el presidente Petro no podría ser la excepción. Y por supuesto que no lo es. Una de las maneras de devolver los favores recibidos durante la campaña electoral de 2022 es nombrar embajadores o cónsules a quienes se destacaron en la promoción y defensa del proyecto político que encarna Gustavo Petro. No hay duda alguna de que se trata de una burla a quienes se han preparado a través del estudio de la diplomacia y las relaciones internacionales en espera de llegar a ocupar esos cargos diplomáticos. Pero así es la política. Es bajo esas circunstancias que se debe entender el nombramiento de Daniel Mendoza Leal como embajador en Tailandia.

La polémica desatada en redes sociales en torno al nombramiento del abogado, criminalista, activista  y creador de la exitosa serie El Matarife está fundada en señalamientos morales propios de una sociedad mojigata como la colombiana que pidió a gritos que el asesino y violador de niños Luis Alfredo Garavito fuera ahorcado o pagara cadena perpetua por los crímenes que cometió, pero que ha sabido guardar silencio y dejado ver apoyos diplomáticos, sociales y políticos frente a curas católicos pederastas y pedófilos que usaron su investidura para violar y manosear monaguillos y estudiantes. Desde el propio Vaticano se exhiben silenciosos actos con los que se legitima la pederastia y la pedofilia.

Es la misma sociedad que ha preferido guardar silencio frente a los casos de miembros de familias oligárquicas que comparten los mismos deseos por los menores de edad. Esos casos no saldrán jamás a la luz pública, pero circulan socialmente; y también frente a las prácticas homosexuales de políticos que en público rechazan con inusitada vehemencia el matrimonio igualitario y aborrecen los desfiles del orgullo gay, a sabiendas de que dentro de sus núcleos familiares hijos, tíos y padres continúan dentro de los closets en donde guardan sus verdaderas identidades y gustos sexuales. Una doble moral que confirma que somos una sociedad simuladora, farisea, melindrosa, rezandera, camandulera, puritana y timorata.

Volvamos al caso Mendoza Leal. Que se sepa, el realizador de la serie Matarife no tiene cargos o condenas por haber violado mujeres o menores de edad. Circulan sí, apartes de una novela que escribió en la que sus personajes hablan de manera “desvergonzada”. Mendoza Leal se ganó esa embajada por su activismo y defensa de las ideas progresistas y porque se cree que con la serie Matarife, que expuso la atormentada y cuestionada vida privada y pública de Álvaro Uribe Vélez, logró impactar en cientos de miles de jóvenes que alguna vez simpatizaron con las ideas del hacendado y caballista. Recordemos que la serie se publicó en plena pandemia y que sus innegables impactos sociales y políticos llevaron al propio expresidente Uribe a solicitarle a los jueces que protegieran su “buen nombre”, mancillado según sus propios abogados por lo señalado en la premiada producción audiovisual. Esa partida legal se la ganó el hoy flamante embajador en Tailandia.

Cuando el entonces presidente Álvaro Uribe nombró en la embajada de Chile a Salvador Arana Sus, los mismos sectores sociales que hoy están aterrados por el nombramiento de Mendoza en la embajada de Tailandia, muy seguramente guardaron silencio a pesar de que al momento de llegar al país austral ya pesaban sobre él señalamientos por graves crímenes. “Arana Sus fue gobernador de Sucre entre los años 2001 y 2003 y fue embajador de Colombia en Chile entre 2002 y 2004. Fue procesado por la Corte Suprema de Justicia por la desaparición forzada y homicidio de Eudaldo León Díaz, alcalde de El Roble, Sucre. También se le imputó el delito de concierto para delinquir agravado por colaborar con el Bloque Montes de María de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y peculado por apropiación y falsedad ideológica por desviar fondos de las regalías del departamento de Sucre a grupos armados al margen de la ley “.

El nombramiento de Mendoza Leal sirve para darnos cuenta de la doble moral y de la aplicación selectiva que como sociedad solemos hacer de los valores y principios que acompañan a un colectivo premoderno, católico, rezandero, conservador, godo y muy dado a hacer plausibles disímiles delitos dependiendo de quién y en qué condiciones se cometen. Es preferible poner de embajador a un deslenguado por Daniel Mendoza y no a un político que el día de mañana sea noticia porque en su finca encontraron un laboratorio para el procesamiento de cocaína. ¿Recuerdan el caso del embajador en el Uruguay, un tal Fernando Sanclemente?; u otro encontrado responsable de execrables crímenes, como el señor Arana Sus. 

Adenda: en los orígenes de la palabra Tailandia aparece la raíz Thai que significa libre o libertad. Y Bangkok, su capital, significa <<aldea de la ciruela silvestre>>. Así como Uribe tuvo la libertad y la desfachatez de regalarle una embajada a Salvador Arana, el presidente Petro tiene la misma libertad y quizás la intención de provocar a la caverna colombiana, haciendo lo propio con Mendoza Leal. Quizás Petro valore en demasía, aún por encima de lo que digan las feministas y los demás sectores societales, la valentía de Daniel Mendoza de haber enfrentado al poderoso y temido Álvaro Uribe Vélez. Queda claro que Petro y Mendoza asumen al expresidente y expresidiario antioqueño como un “enemigo político” en común y el gusto por incomodarlo.



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