domingo, 6 de octubre de 2024

“UNA BUENA IZQUIERDA” EN MEDIO DE UNA PERVERSA DERECHA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En su más reciente columna, titulada Una buena izquierda, Juan Carlos Botero se va lanza en ristre contra el gobierno de Gustavo Petro, apelando a una lectura crítica que arrastra mucho de los lugares comunes que la prensa hegemónica y uribizada usa desde el 7 de agosto de 2022 para deslegitimar a la actual administración.

Haré referencia a las lecturas parcializadas y ligeras que hace Botero, pero también a los silencios o a lo que deja de decir el buen columnista vaya uno a saber si por miedo a que la derecha lo ataque, o simplemente por la simpatía que generó en él los viejos agentes de poder de ese espectro ideológico por su histórico dominio de la cosa pública.

Esto dijo Botero en su columna: “Porque, seamos honestos: lo que Colombia más necesitaba en el 2022 era una buena izquierda. Pero buena significa moderna, no una empeñada en desempolvar tesis obsoletas que han sido rebatidas por la Historia”. Y buena significa eficaz, no una grandilocuente en sus discursos y promesas de cambios fantásticos, pero incapaz de poner gasolina en los aeropuertos o ejecutar un presupuesto. Y buena significa pragmática, lista a lograr consensos y a trabajar con otros grupos políticos, y no prolífica en insultos que solo dividen y azuzan la polarización. Y buena significa demócrata, no una dispuesta a validar dictaduras vecinas. Y buena significa seria, no una regida por la improvisación, como se ha visto tantas veces en este gobierno, empezando con el escándalo de los pasaportes que terminó, meses y pleitos y peleas después, en el mismo lugar donde empezó”.

Vamos por partes como diría Jack el Destripador. La izquierda que representa Gustavo Petro exhibe condiciones modernas que la derecha se resiste a tener o a generar entre sus huestes. Justamente sus más visibles agentes son premodernos en temas como el reconocimiento de los derechos reproductivos de las mujeres, el cuidado de los ecosistemas naturales y el respeto a la diversidad cultural, entre otros asuntos.  Ese es el primer silencio en el que incurre Botero.

Lo de “poner gasolina en los aeropuertos” responde más a una lectura mediática coyuntural, cuyos hechos fueron desestimados por las propias autoridades aeroportuarias. Ni siquiera alcanzó la dimensión de crisis. Así que, en este punto, Botero fue ligero y visceral.

En lo que toca al “pragmatismo político” es posible que el columnista tenga razón, pero deja de exponer la resistencia de los agentes de la derecha a discutir con argumentos los proyectos de ley presentados al Congreso. Los insultos han venido de lado y lado y no podemos caer en la actitud infantil de empezar a buscar quién inició la pelea. Botero deja de nombrar hábilmente la actitud hostil de las empresas mediáticas hacia la figura y la persona de Gustavo Petro. Jamás en la historia reciente se vio ese nivel de animadversión desde la prensa tradicional hacia un mandatario.

Dudar del carácter democrático del presidente de la República y de sus más cercanos defensores porque no se cortaron relaciones diplomáticas, políticas y económicas con el régimen venezolano es desconocer que para el gobierno Petro es prioridad cuidar las condiciones socio económicas generadas en la frontera entre Venezuela y Colombia por un fuerte intercambio comercial. Parece que Botero hubiese quedado contento si Petro emula lo hecho por Iván Duque Márquez, que terminó afectando la vida de cientos de familias colombo venezolanas que viven y sobreviven del comercio en la extensa y porosa frontera.

Lo de los pasaportes va bien hasta donde se puede observar. ¿O acaso se detuvo la expedición de los documentos? Insisto en que Botero está consumiendo demasiadas noticias en Caracol y dejando de escuchar a la Cancillería.

En un segundo momento, Botero, en el mismo texto de opinión, señala que “en vez de trabajar con el sector privado para sacar adelante proyectos y reformas, sus choques con los empresarios han sido estériles. Y en vez de un presidente capaz de administrar el Estado con talento ejecutor, tenemos uno que no le gusta gobernar sino vivir en campaña electoral. Estatizar la salud es un retroceso, no un avance. Reformar el trabajo de modo que aumente la informalidad es un contrasentido. Sacar adelante una ambiciosa reforma tributaria para que se esfumen los recursos por ineptitud, al punto que el presidente proponga imprimir billetes, es una vergüenza. Y en vez de proponer un proceso de paz realista, con un solo objetivo claro, como desmovilizar al ELN, este presidente y su ego cósmico propuso nada menos que la Paz Total, la cual solo ha multiplicado los frentes criminales en todo el territorio nacional, y ha fortalecido a las disidencias de las FARC al recibir, de parte del gobierno, legitimidad política, en vez de ser tratadas como lo que son: simples asesinos dedicados a negocios ilegales”.

Volvamos a la técnica usada por Jack el Destripador. Parece que Botero desconoce que, en el sur del país, de la mano del clan Gilinski, se está trabajando en un proyecto de industrialización de la producción de cacao. Dejo este enlace como prueba de la existencia de esa iniciativa: “Misión cacao': alianza entre el Gobierno Petro y el grupo Gilinski con Nutresa”. En ese punto, Botero deja de señalar las actitudes hostiles hacia el jefe del Estado de los presidentes de Fenalco, Jaime Alberto Cabal y de la Andi, Bruce Mas Master.

En cuanto a que Petro aviva las masas y que parece estar siempre en campaña, hay que reconocerle a Botero que tiene razón. Esa actitud presidencial bien puede explicarse por su carácter mesiánico- en eso se parece a Uribe- y por las constantes acciones institucionales orientadas desde las altas cortes y el Congreso a tumbar sus decretos y frenar sus iniciativas legislativas.

Frente al caso de la salud, Botero se alinea con la defensa que el exministro de Salud, Alejandro Gaviria, viene haciendo de un sistema de aseguramiento en salud que permitió la corrupción y la permanente conculcación del derecho a una vida digna y a una salud de calidad por cuenta de unas EPS cuyas juntas directivas se dedicaron a malgastar los recursos públicos y a consolidar sus redes privadas de clínicas en detrimento de la calidad de los servicios de salud requeridos por los pacientes.

Juan Carlos Botero guarda silencio ante el ethos mafioso que se naturalizó en un sistema de salud que nació para que unos pocos se enriquecieran, haciéndole creer al país que estaban prestando un excelente servicio de salud. Botero omite reconocer que el proyecto de ajuste y cambio a la ley 100 de 1993 contó con el aval de varias EPS y que fue la bancada opositora en el Congreso la que evitó discutir la propuesta con argumentos.

En lo que respecta a la reforma tributaria el columnista de El Espectador deja de decir que el propio gobierno reconoció errores en los cálculos de las fuentes y los recursos a recoger. También evita señalar el sobre endeudamiento en el que incurrió el anterior gobierno y la evidente evasión y elusión de las familias ricas de este país.

Y en lo que toca a la Paz Total, Botero tiene razón en que Petro se equivocó al apostarle a pacificar el país con una propuesta maximalista que terminó siendo irreal. Eso sí, no se puede dejar de decir que para hacerla paz con los grupos armados ilegales hay que desmontar primero las mafias que durante años la derecha permitió y quizás alentó su crecimiento al interior de las FFAA, en beneficio de los señores de la guerra y la supervivencia de las “guerrillas”.  Las constantes purgas de oficiales del Ejército y la Policía en algunos casos están directamente relacionadas con esas mafias. Olvida el columnista que el propio presidente Petro desdice de la naturaleza política del ELN y de los otros grupos armados dedicados a la minería ilegal.

Todos esperábamos más del primer gobierno de izquierda en un país dominado histórica y culturalmente por una derecha mediocre, violenta, neoliberal y acostumbrada a desangrar al Estado. La presencia de políticos como Benedetti le hicieron mucho daño a la imagen del gobierno. Pero avanza una tímida reforma agraria que la derecha le viene negando al país sistemáticamente. También, la recuperación del tren como sistema de transporte en oposición a las mafias del transporte terrestre. Hay otra mirada hacia la Naturaleza que hay que valorar. 

Estimado Juan Carlos: no llegó el castrochavismo, ni nos convertimos en Venezuela, como la derecha señaló. No estamos tampoco en el abismo. Basta con revisar los indicadores macroeconómicos. Tu mirada catastrofista también puede ser fruto de tu cercanía al discurso de la prensa tradicional. Así termina la columna “Una buena derecha”: “…le costará mucho a la izquierda reponerse de este desastre. Y le costará mucho al país recuperar tanto tiempo perdido y tantas oportunidades desperdiciadas para siempre”.




JUAN CARLOS BOTERO - Búsqueda Imágenes (bing.com)

2 comentarios:

  1. En estos dias Asocaña empezo a financiar un proyecto de produccion de cafes especiales en el Norte del Cauca. Se vincularon varias familias campesinas. Es una muestra de que los empresarios si pueden aportar al desarrollo de las comunidades campesinas

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  2. Sin duda, mi estimado Lucho. Gracias por leer y comentar.

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