sábado, 17 de febrero de 2024

OEA, CIDH Y ONU: ¿INTROMISIÓN EN ASUNTOS INTERNOS DE COLOMBIA?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las exhortaciones que hicieron la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la oficina de DDHH de la ONU en Colombia para que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) elija cuanto antes a la nueva fiscal general de la Nación no constituyen necesariamente una intromisión en los asuntos internos de Colombia, por dos razones fundamentales, a saber:

La primera, es que Colombia hace parte de los sistemas de las Naciones Unidas y el interamericano, lo que legitima estas recomendaciones y otras que en adelante estos organismos decidan hacerle al país. Esa, digamos, es una razón y una circunstancia jurídico-política que no es posible desconocer, por más molestias que genere en quienes insisten en desestimar las graves denuncias periodísticas que ensucian los nombres de la fiscal encargada, Martha Mancera y el de su exjefe, Francisco Barbosa. Justamente, los tres organismos ven en la interinidad un problema de legitimidad que la Oposición no quiere ver, porque no les conviene a sus más connotados miembros, que se elija, por primera vez en el país, a una fiscal recta, proba y que no sea amiga del presidente de la República.

En lugar de protestar por las misivas enviadas por los tres organismos, en las que también exhortaron al presidente Petro a brindar garantías y a evitar presiones sociales que de manera violenta impidan a la CSJ cumplir cabalmente con lo que le ordena la Carta Política, deberían los miembros de la Oposición entender que lo que está en juego es la legitimidad del ente acusador, el mismo que deviene capturado por mafias políticas y organizaciones criminales, de acuerdo con las mismas fuentes periodísticas y las propias actuaciones de la Fiscalía consistentes en favorecer intereses de poderosos agentes económicos y políticos que debieron ser acusados por corrupción y otros que ostentan la calidad de procesados e imputados. Pero no. Hablan de defender la institucionalidad, mirando de soslayo la impunidad del 94% en los casos de corrupción público-privada que dejó el nefasto periodo de Francisco Barbosa.

Y la segunda razón nace de la credibilidad que le reconocen al presidente Gustavo Petro los organismos mencionados en virtud de que sus denuncias de un quiebre institucional o golpe blando son del resorte de la ONU, la OEA y la CIDH. Así entonces, no se trata de una intromisión maliciosa en los asuntos internos de Colombia como lo aseguran miembros visibles de la Oposición, entre estos el también nefasto exfiscal general, Néstor Humberto Martínez Neira, sino de la observación de una delicada situación política que, de darse en Colombia, obligaría a los tres organismos a actuar en consecuencia.

Lo que hizo el gobierno de Petro fue internacionalizar la situación anómala que según él se estaría fraguando al interior del país: el quiebre institucional azuzado por Francisco Barbosa, desde su cargo de Fiscal general de la Nación, siguiendo instrucciones de agentes del establecimiento.  Guardando las proporciones, lo que hizo el actual gobierno se parece en algo a lo que hizo Pastrana cuando internacionalizó el conflicto armado interno, expuso a las Farc-Ep ante el mundo, entregándole la zona de distensión sin verificación de la ONU y naturalizó la injerencia militar de los Estados Unidos. Todo lo anterior, en el marco del Plan Colombia, política pública de corte transnacional que se aprobó en el Congreso americano, sin el visto bueno de la corporación legislativa de Colombia.

La gran diferencia entre las dos situaciones está en que Petro prendió las alarmas en la ONU y la OEA por los riesgos de un quiebre democrático en el país, lo que supondría además el abandono de todo esfuerzo por pacificar al país; mientras que en el caso de Pastrana (1998-2002), lo que hizo fue generar las condiciones internas y externas que terminaron escalando el conflicto armado interno de tal manera, que la propia ONU y la Corte Interamericana de Derechos Humanos terminaron, la primera, validando el acuerdo de paz de La Habana firmado durante el gobierno de Santos;  y la segunda, declarando como culpable  al Estado colombiano por la violación sistemática de los derechos humanos cometida durante las administraciones de Pastrana y Uribe, con la aplicación del Plan Colombia.  

Es decir, Pastrana, Uribe y Duque lo que hicieron fue naturalizar las condiciones de una democracia de mano dura, mientras que Petro lo que hizo al llamar la atención de los tres organismos fue evitar un quiebre institucional que regrese a Colombia a las sistemáticas violaciones de los DDHH, reeditando las circunstancias de la guerra perpetua a la que le apostaron Pastrana, Uribe y Duque.   



Imagen tomada de Youtube.com 

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