Por Germán Ayala Osorio
La entrevista que el expresidente
del Ecuador, Rafael Correa concedió al periodista colombiano Luis Carlos Vélez
de la FM de RCN, terminó en un enfrentamiento verbal- en una grotesca
garrotera- en el que quedaron en evidencia varios hechos. De un lado, la
chabacanería, soberbia y grosería del entrevistador y la intemperancia del
entrevistado. Al final, los afectados fueron los oyentes que no lograron
comprender el punto de vista de Correa, quien no solo defiende su gestión como
mandatario, con cifras y realizaciones, sino que en varios medios explicó el
desmonte que los sucesivos gobiernos de derecha hicieron de sus programas
sociales y de políticas que permitieron durante su administración disminuir el
poder del crimen organizado que hoy tiene en jaque al gobierno del presidente
Noboa.
Luis Carlos Vélez es un
periodista-estafeta del “viejo” régimen, acostumbrado a increpar a quien no
comparte su misma ideología. Es pretencioso y está acostumbrado a hacer ligeros
análisis, los mismos que sus compañeros aplauden y asienten muy seguramente
para no contradecirlo. Vélez convirtió
la FM en una trinchera política desde la que todos los días, con la ayuda de los
mensajes de sus oyentes, consolida una imagen negativa del gobierno de Gustavo
Petro. En sus formas periodísticas no hay lugar a matices y mucho menos al
reconocimiento de algo que se haya hecho bien desde la Casa de Nariño. Vélez
practica un periodismo parcializado y tendencioso. En palabras del expresidente
ecuatoriano, se trata de un periodismo mediocre, el mismo al que Rafael Correa
se enfrentó durante su largo mandato como presidente de la República.
En la entrevista al exmandatario
ecuatoriano el locutor de la FM le preguntó a Rafael Correa si estaba
interesado en volver a ser presidente del Ecuador. Ante la molestia del
expresidente, Vélez lo increpó y le cuestionó preguntándole “si tenía o
no los cojones para responder la pregunta”. Este no es el tipo de
lenguaje que se espera de un periodista que tiene la obligación de entregar información
veraz y oportuna y de ofrecer a sus oyentes análisis o por los menos, explicaciones
razonables sobre asuntos y problemáticas coyunturales como las que afronta hoy
el Ecuador.
En el malogrado diálogo al aire,
Correa dejó ver su clara molestia por los periodistas de RCN, medio de derecha
que defiende los intereses de lo que se conoce como el “uribismo”. Y del lado
de Vélez, este dejó ver su animadversión hacia todo lo que le huela a izquierda
y progresismo. Como expresidente, Correa está en la obligación de conservar la
calma y la altura. Pudo poner en su sitio al entrevistador, con argumentos,
evitando así caer en un innecesario enfrentamiento verbal.
Luis Carlos Vélez es el tipo de
periodistas-estafetas que saben escoger muy bien las preguntas y afinar los
cuestionamientos, de acuerdo con la calidad, el talante o la importancia del
entrevistado. Cuando entrevistó a Iván Duque, en plena campaña electoral, en
lugar de cuestionar o de confrontar las ideas del invitado, optó por hablar de
música rock, en una clara intención de banalizar hechos públicos y salvaguardar
la imagen de quien se convertiría en el presidente-títere del expresidente y
expresidiario, Álvaro Uribe Vélez.
Por el contrario, cuando invitó
al set radial a Gustavo Petro, fue incisivo en sus preguntas y cuestionamientos.
Ese doble rasero para entrevistar convierte a Luis Carlos Vélez en un estafeta
y mandadero de quienes tienen que ver directamente con la política editorial de
la FM y de RCN, canal históricamente defensor del uribismo.
Al final, perdieron los oyentes y
se afectó la imagen del oficio. Vélez bien pudo hacer una carrera periodística
que le permitiera convertirse en un referente para estudiantes. Pero no, optó
por ser un bufón del poder político. Su arrogancia le alcanzó para hacer la más
estúpida recomendación que un periodista le puede hacer a un candidato presidencial
de los Estados Unidos. Al entonces candidato, Joe Biden, le recomendó “que, en
un acto de caballerosidad, renunciara a su aspiración” para dejar que ganara Donald
Trump. Ese tipo de salidas dan cuenta de un periodista que poco lee y al que le
parece suficiente tener el poder de sentarse todas las mañanas, desde un
micrófono, a construir realidades sobre dudosos hechos o desde sus mezquinos
intereses de clase.
Sería bueno que alguien en el
canal RCN llamara la atención al locutor Luis Carlos Vélez, porque su patanería
y su evidente sesgo ideológico y político no solo confirma al canal como un
medio derechoso, sino que empobrece el ejercicio del periodismo.
Imagen tomada de Semana.com
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