Por Germán Ayala Osorio
La historia de Juan David es tan
común en Colombia, que si no fuera porque en su corta vida se atravesó la
figura de un presidente de la República, no habría trascendido jamás. Este joven, que de acuerdo con el jefe del
Estado no sabe leer, ni escribir, pero si odiar, prometió en redes sociales
asesinarlo.
Sin mayor estructural moral y con
una ética en ciernes, Juan David prometió “darle piso, acostarlo” o simplemente
asesinar al presidente Gustavo Petro. Lo curioso es que ese sentimiento
primario y violento de Juan David es compartido por cientos de miles de
colombianos que desean lo mismo. Y contradictoriamente, entre estos
malquerientes del presidente de la República muchos saben leer y escribir;
incluso, tienen maestrías y doctorados; y hacen parte de ese grupo social que
en Colombia se conoce como la “gente de bien”.
Dice el presidente que lo mandó a
buscar para preguntarle por qué quería asesinarlo. Aunque no trascendieron las
razones, ojalá el abrazo entre Juan David y Petro sirva como semilla para
superar la animadversión política que desde el 7 de agosto de 2022 se tomó la
discusión pública de asuntos públicos en este país que carga una larga historia
de magnicidios y asesinatos de campesinos, defensores de DDHH y de la
naturaleza.
El presidente Petro en su cuenta
de X expuso lo siguiente: “Dijo por redes que me mataría donde me viera. Lo
busqué y hoy le perdoné y lo abracé antes de hablar en público. Juan David
fue abandonado por sus padres, no sabe leer ni escribir, me pidió perdón y lo
abracé”.
El riesgo es que la ignorancia de
Juan David y la inquina de los más estudiados suelen juntarse en la figura del
niño, adolescente o joven sicario. En este caso se evitó, pero no sucedió lo
mismo en el del precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay, atacado por un
adolescente, al que llaman el “niño sicario”. Las historias de Juan David y Juan
Sebastián Rodríguez Casallas, el joven sicario tienen muchas cosas en común. Al
primero, el odio lo llevó a prometer lo deseado por muchos colombianos; al
segundo, la promesa de dinero fácil y sin inquina hacia su víctima, lo convirtió
en una figura ya usada en el pasado por la “gente de bien”.
Imagen tomada de la red X.
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