domingo, 1 de octubre de 2023

EL DESESPERO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Mientras el presidente Gustavo Petro guarda silencio sobre los alcances de las reuniones sostenidas con los llamados “cacaos”, avanzan las campañas de cara a las elecciones regionales del 29 de octubre y se consolida la polarización ideológica y política en torno a dos ideas opuestas de país: la que representa Petro, asociada a “profundizar la democracia”, quizás en la línea propuesta por Chantal Mouffe y la que representan los grandes ricos y sus alfiles los partidos políticos, atada, por supuesto, a concentrar aún más la riqueza, mantener la captura del Estado por parte de sectores corporativos y familiares y seguir adelante con la depredación de estratégicos ecosistemas naturales históricos.

Patricia Lara, en reciente columna en EL ESPECTADOR, señaló que las reuniones entre Petro y los magnates “…harían parte de la construcción del gran acuerdo nacional. Pero más allá de eso el presidente estaría buscando que se acordara colaborar en un plan para aliviar la inequidad no solo con los cacaos, sino también con otros grandes empresarios que no alcanzan a clasificar como tales, pero sí son muy importantes en la economía nacional”.

Si bien los encuentros entre el presidente de la República y las cabezas de los grandes conglomerados económicos estarían pensados para generar el pacto social o el acuerdo nacional, lo cierto es que el ambiente político-electoral va en una dirección contraria y peligrosa, expresada en un lenguaje hostil en las redes sociales y entre los mismos candidatos, interesados más en conseguir una victoria a como dé lugar, dejando de lado la idea de que efectivamente el país necesita ajustes institucionales y constitucionales, un cambio cultural profundo que proscriba el ethos mafioso y el llamado “uribismo”, y la recuperación del carácter público del Estado.

Como se trata de un juego político, los grandes ricos están esperando los resultados de las elecciones regionales, para ver hasta dónde pueden ceder y aportar para disminuir las inequidades y la pobreza estructural. Si el proyecto político del presidente sufre una contundente derrota, los “cacaos” podrían pararse firmes ante un presidente regional y políticamente debilitado. Si esa es finalmente la actitud de los grandes ricos, entonces el acuerdo nacional quedaría tan solo en una buena intención de las partes.

Los casos de Cali, Bogotá y Barranquilla servirán de termómetro para definir si el acuerdo nacional va o no va. Para las elecciones en la capital del Valle del Cauca, el nuevo alcalde saldrá del enfrentamiento entre la derecha ordinaria y sin linaje de Roberto Ortiz y la derecha perfumada de Alejandro Eder. Es decir, en Cali, la posibilidad de “profundizar la democracia” se desvanece tempranamente. En Bogotá, según las encuestas, la pelea está entre Galán y Bolívar. El primero, es un alfil del “viejo” establecimiento; y el segundo, es la ficha de Petro para insistir en hacer cambios democráticos profundos en la capital del país; y Barranquilla, ya es un caso perdido en relación con cualquier posibilidad de cambiar lo establecido. El Clan Char seguirá manejando su feudo como quiera que representan el carácter feudatario de una familia que hace rato capturó el Estado y liquidó la democracia.

Si, por el contrario, el Pacto Histórico logra victorias importantes en ciudades capitales, en particular en Bogotá y en territorios locales reconocidos por su riqueza ambiental y posibilidades de industrialización del campo, entonces la negociación sí o sí se dará entre los jefes de los emporios económicos y el presidente de la República.

La nula trascendencia en los medios masivos de los alcances de las reuniones entre Petro y los “cacaos” es señal inequívoca de que ambas partes están esperando a ver qué pasa este 29 de octubre. En varias ocasiones el presidente de la República les ha enviado mensajes cifrados y otros directos a los grandes ricos del país; mensajes que dejan claro su obstinación en torno a la intención de “profundizar la democracia”. Las nutridas marchas del 27 de septiembre son una clara “pelada” de dientes del presidente.

Ya veremos qué pasa este 29 de octubre. Cualquiera sea el resultado, lo evidente es que hay desespero en las bases populares porque la promesa de cambio aún no se consolida; y del lado de los poderosos magnates criollos, el desespero aparece porque Petro les frenó el proceso de privatización del Estado, la deforestación de las selvas y lo que quizás más les molesta a los “cacaos”: el no dejarse manosear, como lo hicieron con Iván Duque, Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe y César Gaviria, asumidos por estos “cacaos” como sus monigotes.



Imagen tomada de Cambio.


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