sábado, 28 de junio de 2025

EL JUEGO ARTIFICIOSO DE GALÁN, ROBLEDO, FAJARDO Y EL PARTIDO MIRA


Por Germán Ayala Osorio

 

La naciente coalición entre el Mira, Nuevo Liberalismo y Dignidad y Compromiso tiene la falsa pretensión de ser una tercera opción a las fuerzas de la derecha y el progresismo que de todas maneras se enfrentarán en el escenario electoral de 2026. Esa asociación política se llama Ahora Colombia. El exsenador Jorge Enrique Robledo considera “que esta alianza se construye como una tercera opción política de cara a las elecciones de 2026 y añade que no respaldarán ni al petrismo ni a los partidos tradicionales que gobernaron antes”.

Robledo le apunta a regresar al Senado y funge desde ya como el escudero de las candidaturas de Sergio Fajardo y Juan Manuel Galán, hijos del Establecimiento. Como suele pasar con las alianzas políticas que son fruto de contradicciones ideológicas, la animadversión hacia todo lo que huela a Petro y la explosión de candidaturas presidenciales, los principios generales de la propuesta de gobierno terminan siendo gaseosos, engañosos y propios de la retórica electoral.

Estos son los principios del acuerdo de la coalición Ahora Colombia: “Punto uno: lucha contra la corrupción. Dos: democracia e independencia de los poderes públicos. Tres: seguridad. Cuatro: derechos fundamentales. Cinco: derechos sociales. Seis: participación efectiva de la mujer. Siete: protección integral. Ocho: medio ambiente y justicia climática. Nueve: generación de ingresos y cultura ciudadana”.

Robledo, Fajardo, Juan Manuel Galán y los pastores del Mira insisten en hablar de la lucha contra la corrupción, asunto cultural que nadie puede cambiar porque la sociedad en general y en particular los más poderosos agentes económicos y políticos de la sociedad civil naturalizaron el ethos mafioso que guía la vida de empresarios, banqueros, partidos políticos, agentes gremiales y contratistas. Política y crimen en Colombia van de la mano y esa realidad nadie la podrá cambiar hasta que no se dé en el país una revolución cultural que hasta al momento a nadie le parece necesaria empezar a liderar. En ese punto, ese primer principio deviene falaz y atado a un viaje de superioridad moral en el que se embarcaron los arriba señalados.

El segundo principio, democracia e independencia de los poderes públicos sugiere acciones para superar el carácter procedimental y formal de la democracia colombiana y la falsa independencia de los poderes públicos garantizada por la histórica relación extorsiva entre el Congreso y el Ejecutivo, resultado de un sistema político pensado para hacer perenne la operación mafiosa del Establecimiento.

La seguridad es el tercer principio. Al no atreverse a ponerle “apellido” se abre la posibilidad para que una vez se defina quién será el candidato presidencial de la coalición, los ajustes a la idea de la seguridad lo llevarán indefectiblemente a hablar de pie de fuerza, lucha contra las estructuras criminales, paz, guerra y lucha contra los factores que generan inseguridad en las ciudades. Es decir, más de lo mismo.

El cuarto principio es al igual que los anteriores: gaseoso e indeterminado. Y es así por cuanto hay sectores de poder que creen más en el Estado de Derecho como sinónimo de orden y aplicación a rajatabla de las normas, que en la necesidad de hacer ingentes esfuerzos para hacer viable el Estado Social de Derecho a través de la aplicación de criterios de eficiencia, eficacia y efectividad. Resulta llamativo que hablen de derechos fundamentales cuando la discusión entre esas dos concepciones del Estado sigue estando atravesada por el régimen presidencialista, la realidad fiscal del país, la corrupción público-privada y la evasión tributaria de los grandes contribuyentes, entre otros factores.

Los principios 5, 6, 7, 8 y 9 terminan por fragmentar las realidades sociales, económicas, políticas, culturales y ambientales del país. Cuando se alude a la participación efectiva de la mujer se advierte unas ganas enormes de llamar la atención de las corrientes feministas a pesar de la permanencia del machismo y el sistema patriarcal del que los integrantes del Mira, Robledo, Galán y Fajardo son hijos legítimos. El siete, Protección integral, bien puede asociarse a la idea de seguridad humana y extenderse a los temas ambientales como el cuidado y aprovechamiento racional de los ecosistemas naturales-históricos.

Al decir Robledo que “no vamos a apoyar al petrismo, pero tampoco a ningún partido que haya gobernado antes de Petro”, olvida que el partido Mira apoyó al gobierno uribista de Iván Duque Márquez. Al ser Mira un partido confesional y anti-derechos, Fajardo, Galán y el propio Robledo entran en una profunda contradicción y dejan ver su ética acomodaticia. Más que una tercera opción, la alianza Ahora Colombia es una coalición de “centro” derecha que terminará acercándose al uribismo y al resto de sectores políticos que activarán el esperado TCP: Todos Contra Petro.

Adenda: dice Robledo que "No se imaginan cuánto coinciden las políticas de Petro con las de anteriores gobiernos. Es impresionante, sobre todo en el sometimiento al Fondo Monetario Internacional y ese tipo de organizaciones". Se volvió Castrochavista el exsenador. 


‘No vamos a apoyar al petrismo, pero tampoco a ningún partido que haya gobernado antes de Petro’: Jorge Robledo

LA DERECHA Y EL MANOSEO DE LOS CONCEPTOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Si por algo se han caracterizado los más visibles agentes políticos y gremiales que le hacen oposición al gobierno Petro es por el manoseo de tres conceptos de uso cotidiano en los medios hegemónicos: Institucionalidad, Dictadura y Democracia. El uso amañado del significado de los señalados vocablos les ha servido para concebir la narrativa que indica que el presidente Petro es “un dictador que además de irrespetar y pasar por encima de las instituciones, acabó con los pesos y contrapesos del régimen democrático, lo que terminó sumiendo al país en una dictadura tan cruel como las que vivieron países como Argentina, Chile y Paraguay”. Nada más alejado de la realidad nacional que el sentido de ese relato construido con el concurso de los medios masivos que desde el 7 de agosto de 2022 viene actuando como actores políticos que también le hacen oposición al actual gobierno.

Con la manipulación de esas ideas políticas la derecha pretende ponerse en un plano moral superior frente al progresismo y la izquierda para finalmente ocultar que sus más distinguidos miembros en el pasado reciente, durante los dos gobiernos de Álvaro Uribe Vélez, rompieron el equilibrio de poderes, instauraron un régimen violento que superó con creces la violación de las garantías constitucionales y los DDHH que se dio durante la aplicación del Estatuto de Seguridad implementado por el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982).

Veamos varios ejemplos para entender el doble rasero moral y el uso caprichoso de los tres vocablos. Los miembros de las bancadas en el Congreso de Cambio Radical y el Centro Democrático se negaron a cumplir la orden de la Corte Constitucional (CC) de discutir el texto de la reforma pensional para subsanar el vicio de forma que los magistrados encontraron al revisar el documento aprobado en el Legislativo y que fue objeto de demandas por parte de agentes políticos del Centro Democrático. Dicha negativa constituye un claro irrespeto a la Corte Constitucional como institución y la institucionalidad emanada de las actuaciones de los togados.

Frente a la actitud claramente antidemocrática, infantil, reaccionaria y de claro desconocimiento de lo ordenado por la CC el presidente Petro respondió en estos términos: “Vuelvo a insistirle a los congresistas de Cambio Radical y Centro Democrático que no pasen a la historia como los que se opusieron a que las madres de nuestra patria no tuvieran ningún derecho a pensión o a bono pensional. Piensen en sus propias progenitoras, ellas son las demás mamás de este país. Colombia es también una madre. La pensión o el bono pensional generalizado, debe ser el logro no solo del gobierno, de las bancadas favorables a este objetivo, sino de la nación entera, incluida la oposición”.

Los congresistas que se negaron a asistir al Congreso, en el marco de la convocatoria a sesiones extras que hizo el Gobierno justifican dicha postura porque consideran que la convocatoria es ilegal. La revista Semana, como órgano propagandístico del clan Gilinski sostiene que “las bancadas de Cambio Radical y del Centro Democrático anunciaron que no asistirán a las sesiones, al considerar que no existen garantías y que el presidente de la Cámara, Jaime Raúl Salamanca, estaría incurriendo en nuevas irregularidades”.

Entre los voceros de la derecha que disfrutan manosear los conceptos está la candidata presidencial Vicky Dávila. La ficha de los clanes Gilinski y Gnecco descalificó la decisión de los magistrados de la CC que le ordena al Consejo Nacional Electoral cesar la investigación en contra del presidente de la República por la violación de topes durante la campaña electoral, por considerar que afecta la integralidad del fuero presidencial. La candidata-periodista dijo en su cuenta de X: “Cuando las mayorías de la Corte Constitucional están en manos de Petro, las decisiones favorecen a Petro…”. En dónde quedó el llamado de la señora Dávila a que Petro “respete las instituciones”, cuando es ella misma, en calidad de candidata presidencial, que mancilla la autonomía y la sapiencia jurídicas de los magistrados que le dieron la razón al jefe del Estado: el CNE no es competente para investigar al presidente de la República.



Foto tomada de El Espectador. 

jueves, 26 de junio de 2025

EVA REY Y SU INTERÉS POR SABER CÓMO “TIRABA” EMILIO TAPIA EN LA CÁRCEL (II)

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La malograda, farandulera, irresponsable, inconveniente y lujuriosa entrevista que Eva Rey le hizo a Emilio Tapia y a su esposa la congresista Saray Robayo Bechara es un buen ejemplo de lo que no se debe hacer en periodismo.  

Hay unas líneas rojas que el periodista-entrevistador está obligado a trazar al momento de dialogar con politicastros e incluso con miembros de las “guerrillas” o de otras estructuras armadas ilegales. La primera de línea roja y quizás la más importante es evitar risitas, coqueteos e incluso aprobaciones que le permitan a las audiencias pensar que la periodista aprueba o minimiza los delitos cometidos por el político o los miembros de las organizaciones al margen de la ley.

Para el caso del diálogo entre Eva Rey y el corrupto de Emilio Tapia el trato afable, las risitas y el tono cercano y familiar de la periodista resultaron grotescos en la medida en que el entrevistado fue hallado culpable de corrupción y lo que menos se espera es que esas conductas dolosas terminen validadas por el tratamiento farandulero que Rey le dio al encuentro con la curiosa pareja que da cuenta de la estrecha relación entre crimen y política. “Aunque sigue estando vigilado por el Inpec, Emilio Tapia se da la gran vida en Montería mientras planea su siguiente movida. Conocida su ambición, está asfaltando el camino para las elecciones de 2026 donde aspira que su esposa Saray de el gran salto al Senado y por la puerta grande con 200 mil votos, que quedaron marcados en la torta de la celebración de la celebración privada que le festejó en plena Feria Ganadera”.

Las circunstancias que aparecen en el texto citado debieron ser tenidas en cuenta por Eva Rey antes de contactar al putrefacto contratista y a su esposa la congresista del partido de la U.  Darle semejante vitrina a un ladrón, como si se tratara de un artista, resulta a todas luces imperdonable. Invitar a un corrupto para conversar de temas “calientes” es una conducta periodísticamente irresponsable, propia de una periodista que parece naturalizar el ethos mafioso que guía la vida de Emilio Tapia.

Al preguntar por las condiciones en las que la pareja tuvo relaciones sexuales durante el tiempo en el que Tapia estuvo preso, Eva Rey intentó distraer a la audiencia que ocasional o tradicionalmente consume sus ridículas entrevistas, por la imagen de corrupto de Emilio Tapia, la misma que arrastrará hasta el final de sus días. Al ver que no lo logró y de recibir una andanada de críticas la periodista farandulera optó por retirar los cortos de la entrevista, al tiempo que reconoció que la “cagó”.

Para hacer periodismo serio y riguroso no se necesitan 70 mil millones de líneas rojas. Basta con mantener una prudente distancia con los entrevistados, pues cualquier risita, coqueteo o gesto de asentimiento por parte del periodista corren el riesgo de ser leídas como conductas cómplices con quienes han violado la ley. Haría bien que Eva Rey revise con cuidado la deontología del oficio porque su estilo farandulero de entrevistar claramente va en contravía del deber ser. 




Imagen tomada de Con parranda, el corrupto Emilio Tapia anunció que su esposa Saray Robayo será la baronesa electoral de la Costa

miércoles, 25 de junio de 2025

EVA REY Y SU INTERÉS POR SABER CÓMO “TIRABA” EMILIO TAPIA EN LA CÁRCEL (I)

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Eva Rey es una periodista de farándula que entrevista personajes de la vida política a los que convida para hablar de asuntos privados, como la sexualidad y el consumo de drogas, que terminan por tocar la moral de sectores societales cuyos miembros se caracterizan por ser pacatos, premodernos, faranduleros, morbosos, mojigatos y puritanos, además de clasistas, racistas, machistas, homofóbicos y transfóbicos. Hablar en televisión de sexo y de consumo de marihuana y cocaína como lo ha hecho Rey con varios de sus invitados por supuesto que despierta todo tipo de reacciones que benefician el rating del espacio periodístico de la reconocida periodista y ponen en cuestión aquello que se conoce como criterio e interés periodístico.

Eva Rey busca y logra espantar a unos por su “libertinaje”, mientras que otros se sienten atraídos por su espíritu liberal. Rey entrevistó a Emilio Tapia, reconocido político y contratista, condenado por corrupción, junto a su esposa Saray Robayo. El tema: sus encuentros sexuales al interior de la cárcel en donde pernoctó varias noches el paradigmático corrupto.

De acuerdo con la misma periodista del espectáculo o de la farándula recibió una andanada de críticas y llamadas que la “obligaron” a bajar de sus redes sociales los apartes de la entrevista que le hizo a la amorosa pareja. Así explicó lo sucedido Eva Rey: “bueno, ante el aluvión de críticas que he recibido después de la entrevista a Emilio Tapia he decidido bajar los cortos que había subido a todas las plataformas y no se va a publicar la entrevista. La verdad es que la entrevista la hice con todo el sentido del interés periodístico, pero la verdad entiendo y veo que hay mucha gente que se ha sentido ofuscada, que he herido sensibilidades en un momento que ha vivido el país, creo que cuando uno la caga tiene que reconocer que la cagó, así que nada, he decidido… asumir que la cagué”.

Aunque la periodista dice que en la entrevista también tocó los actos de corrupción en los que ha incurrido Emilio Tapia, decidió priorizar en la difusión del encuentro con la pareja lo concerniente a las maneras como se “tira” dentro de una celda. Entrevistar a un corrupto termina por legitimar el ethos mafioso que guía la vida de Emilio Tapia y de otros tantos politicastros que abundan en Colombia.

Quizás el gran error en el que incurre Eva Rey está en su tratamiento farandulero y morboso de hechos públicos y privados que ameritarían un abordaje serio y riguroso pues de por medio está la imagen del oficio del periodismo. Que haya gente que le guste su “estilo” no reduce el impacto negativo que genera ese tipo de entrevistas en el periodismo colombiano y en los periodistas que a diario se le juegan por informar con rigor.

Si, Eva, la cagaste, pero es que lo vienes haciendo de tiempo atrás, con una salvedad: tienes rating y seguidores en tu cuenta de X. Al final poco importa que hayas bajado los cortos de la malograda entrevista porque los periodistas que cubren el espectáculo o los hechos de la farándula suelen justificar sus publicaciones apelando a un discutible interés periodístico.

Lo sucedido con Tapia y su esposa me hizo recordar el caso del paseo de Petro en Panamá en el que medios y periodistas como Eva Rey confirmaron la inclinación a contaminar el periodismo con la basura del oficio: la farándula. Algunos hablan de un "periodismo de farándula" que se auto valida con frases que millones de colombianos recuerdan de espacios "periodísticos" dedicados a hurgar en la vida íntima de los famosos: "el dulce sabor del chisme, la esquina del chisme y en la Red, nada se nos escapa". Creo que en el fondo subsiste una confusión conceptual entre hacer periodismo y divulgar chismes. Para popularizar y hacer virales los segundos no se necesita apelar a la existencia del “interés periodístico” pues basta con que haya al otro lado de la pantalla chismosos, murmuradores, mirones, fisgones y los que les gustaría ver o alcanzaron a imaginar cómo “tira” un corrupto en la cárcel.





LO QUE HAY DETRÁS DEL “PLAZOLETAZO” DE LA ALPUJARRA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En la polémica que desató que varios jefes de bandas criminales compartieran tarima con el Jefe del Estado hay mucho de doble moral, oportunismo y cinismo, y por supuesto el agrio enfrentamiento ético-político entre el alcalde de Medellín y Petro que se acrecienta por el interés del segundo de consolidar sin el concurso del primero el proceso de paz urbana en la capital de Antioquia, así como el terror que le produce a Federico Gutiérrez escuchar decir  a bandidos como alias “Douglas y Pesebre” que ellos en el pasado tuvieron interlocución y brindaron apoyo político durante su primera administración. “José Leonardo Muñoz Martínez, conocido como alias Douglas, señalado cabecilla de la Oficina de Envigado, fue reconocido como vocero principal de las Estructuras Armadas Organizadas de Crimen de Alto Impacto de Medellín y el Valle de Aburrá (Antioquia) por parte del Gobierno colombiano”.

Por supuesto que detrás del llamado “plazoletazo” de la Alpujarra están los medios hegemónicos y los periodistas vedettes que lideran de tiempo atrás el proceso de deslegitimación del gobierno nacional y la inoculación de la narrativa que indica que el país está sumido en el caos o como dijo el expresidente Santos: el país es un barco a la deriva. Presentar a Petro como amigo de los bandidos sirve mucho a quienes insisten en generar un ambiente de incertidumbre en el país, con expresiones catastrofistas como las del expresidente Santos.

Por supuesto que la “invitación” de los temidos líderes de las bandas delincuenciales que operan en Medellín al entablado de la Alpujarra fue un acto político y electoral en el que es posible apreciar dos objetivos presidenciales: el primero, enrostrarle el proyecto de paz urbana al alcalde Federico Gutiérrez, lo que supone negar su participación por ser parte interesada a juzgar por lo dicho por alias Douglas; y el segundo, atado al primero, develar la verdad de las relaciones entre clase política y dirigente de la ciudad de Medellín con los jefes de las estructuras delincuenciales, en particular con la Oficina de Envigado. Eso sí, no se puede negar que la presencia de los condenados criminales en la tarima es una provocación política de parte de Petro, a quien en la recta final de su mandato parece importarle muy poco lo que diga la prensa tradicional.

Hay enormes diferencias entre el evento de la Alpujarra y la presencia de Mancuso y la de otros líderes paramilitares en el Congreso para hablar de paz; de la misma manera, resulta incomparable la entrada por los sótanos de la Casa de Nariño y de otras instalaciones oficiales de alias Job y de “Douglas y Pesebre”. Además, resulta a todas luces exagerada la reacción de Fico Gutiérrez frente al acto político: “Se trata de una amenaza directa al Estado de derecho, a la democracia y a mí… es un mensaje de guerra”. Si bien Petro es el presidente de la República y es el responsable del orden público en todo el territorio nacional, su interés en consolidar procesos de pacificación urbana sigue estando ancorado a las investigaciones y denuncias de la connivencia entre clase política y estructuras mafiosas que hizo durante el tiempo que fungió como Senador de la República. Petro, como ningún otro mandatario, conoce las viejas relaciones entre clase política y empresarial con el hampa organizada (paramilitares) y las bandas delincuenciales que operan en ciudades como Cali y Medellín.

Por cuenta del “bloqueo institucional” orquestado desde el Congreso y el distanciamiento del presidente con los sectores del Establecimiento con los que intentó cogobernar, Petro hace rato dejó de actuar como lo hicieron sus antecesores. La llegada de Petro a la Casa de Nariño puso en crisis el modelo de jefe del Estado que por años les sirvió a los agentes más poderosos del Establecimiento: presidentes de la República serviles, cautos, manejables, diplomáticos y respetuosos de las sempiternas correlaciones de fuerzas, en particular aquellas con las que por largo tiempo se garantizó la operación privatizada y mafiosa del Estado en beneficio de una élite clasista, racista y feudal.

Así entonces, Petro sigue subido al faro moral que él mismo encendió durante su paso por el Congreso. Sus alusiones a esta etapa moralizante de su vida pública son constantes. Recordemos este trino del 2024 del presidente Petro: “Hice en el debate sobre el paramilitarismo en Antioquia en el año 2007, la denuncia, región por región, de los grupos de convivir" creados por el gobernador y como se transformaron en el paramilitarismo subsiguiente. Llenaron a Antioquia de sangre y de víctimas. Uno de esos grupos se llamó “los 12 apóstoles" porque el sacerdote de Yarumal, a través de la confesión de sus fieles, obtenía la información de gentes de izquierda y lo enviaba al grupo que los asesinaba. Mencioné la hacienda La Carolina y al señor Santiago, como su jefe. Mi familia tuvo inmediatamente que exiliarse y fui víctima de la intervención ilegal de mis conversaciones, a través del DAS. Le ordenaron a parte de mi escolta del DAS vigilarme cada segundo y pasar informes”.

Al final, el llamado “plazoletazo” de la Alpujarra no es más que la consolidación del enfrentamiento entre el uribismo y Petro, lo que supone incomodar con la paz urbana a los alfiles del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez: el gobernador de Antioquia y el alcalde de Medellín.



douglas y pesebre en la alpujarra al lado de Petro - Búsqueda Imágenes

martes, 24 de junio de 2025

¿POR QUÉ INSISTEN EN LLAMAR PRESIDENTES A LOS EXPRESIDENTES?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Entrevistar al presidente de la República suele asumirse como un privilegio periodístico por todo lo que representa para una sociedad como la colombiana que lo asume como una figura emblemática con un aura especial, casi como una deidad.  

El escenario se torna mágico y trascendental cuando dichas entrevistas se realizan en la Casa de Gobierno a la que la prensa suele llamar el Palacio de Nariño, como si en su interior pernoctara un inmaculado Rey, acompañado de doncellas, la guardia real e incluso mosqueteros como Atos, D'Artagnan, Portos y Aramis preparados para ofrendar sus vidas al momento de proteger la del encopetado soberano.

Cuando entrega el poder el presidente de la República, abandona el frío Palacio y adquiere la condición de expresidente, hay periodistas que lo siguen llamando “presidente” en lo que bien se puede catalogar como una actitud zalamera más propia de un súbdito que la de un reportero preparado para confrontarlo por lo hecho durante su periodo de gobierno o consultarlo por asuntos coyunturales.

A diario escuchamos en la radio y la televisión a periodistas aduladores que llaman a Uribe, Duque, Gaviria y a Santos “presidentes” cuando ya no ostentan esa condición. Y lo que es peor: ninguno de los exmandatarios es capaz de corregir a sus interlocutores porque quizás les fascina oír la palabra presidente como una manera de sobrellevar la viudez del poder.

Si ya no ostentan la condición de jefes de Estado ¿por qué los periodistas de la prensa tradicional insisten en llamar “presidente” a los expresidentes de la República?  Trataré de encontrar respuestas a esa actitud lisonjera y servil de los colegas. Es posible que haya una excesiva admiración hacia el exmandatario, lo que justifica llamarlo “presidente”. También es probable que por filiación política al reportero poco o nada le importa que lo califiquen como adulador y sumiso; quizás la línea editorial “les ordena” a los periodistas, presentadores y directores de medios llamar presidente a quien ya no lo es como una manera de mantener las relaciones con el poder económico y político que aún mantenga a pesar de la condición de expresidente.

Ese periodismo melifluo en lugar de generar confianza en las audiencias produce dudas por cuanto se piensa que ese periodista adulador será incapaz de confrontar las ideas que exprese el expresidente durante la entrevista. Hoy, en la emisión central del Noticiero Caracol Noticias, Juan Roberto Vargas, su director, entrevistó junto a una colega a Juan Manuel Santos Calderón, a quien por lo menos tres veces lo llamaron “presidente”. Los apartes televisados de la entrevista confirman el talante zalamero, sobón, cobista, quitamotas y empalagoso de los dos periodistas interesados más en aprobar todo lo dicho por Santos, en particular cuando hizo una lectura catastrofista del actual gobierno al decir que el “país va a la deriva”.

Sin caer en la grosería y sin desconocer al “calificado” interlocutor, los periodistas deberían de abstenerse de llamar “presidente” a quien ya no ostenta esa condición. Por respeto a las audiencias y en una clara muestra de independencia, lo correcto es llamarlo expresidente o señor Santos, Uribe, Duque o Gaviria. A lo mejor a los colegas les gusta actuar como periodistas lisonjeros y quitamotas. Bueno, esa también es una opción de vida.

 

entrevista a juan manuel santos en caracol - Búsqueda Imágenes

FISCALÍA PIDE QUE URIBE SEA CONDENADO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En la etapa final de alegatos de conclusión del juicio en contra del expresidente Álvaro Uribe Vélez la Fiscalía solicitó a la jueza que emita fallo condenatorio contra el político antioqueño por los delitos de fraude procesal, soborno en actuación penal y soborno.

La solicitud del ente acusador constituye un hecho jurídico-político que compromete la cacareada probidad del exmandatario y pone en cuestión las lealtades políticas de los congresistas, empresarios y ciudadanos del común que siguen pensando que Uribe Vélez es el Gran Colombiano, esto es, un hombre probo, virtuoso, ejemplar y que el proceso penal que enfrenta de tiempo atrás obedece a una “persecución política orquestada por los comunistas”.

Si la jueza Sandra Heredia acoge la solicitud de la Fiscalía, ese fallo debería de ser suficiente para que sus seguidores y defensores abandonen las huestes del llamado uribismo y por esa vía la sociedad colombiana en su conjunto pueda superar todo lo que ética y moralmente representó el ejercicio del poder de parte del político colombiano con más cuestionamientos ético-políticos de los últimos 50 años. Su pasado como director de la Aerocivil, la intempestiva salida del alcaldía de Medellín, las violaciones a los derechos humanos que le endilgan en su paso por la gobernación de Antioquia y las responsabilidades políticas y penales que aún le exigen que asuma por los 6402 falsos positivos, la captura mafiosa de entidades del Estado por parte de los paramilitares ocurrida durante su paso por la Casa de Nariño, así como la compra de su reelección presidencial inmediata, ponen en duda su presumida honorabilidad.

En una sociedad con criterios morales claros y una eticidad probada dichos cuestionamientos y el juicio mismo serían suficientes razones para que el país político y empresarial decida proscribir el uribismo, entendido no como una doctrina política, sino como un conjunto de prácticas sociopolíticas y económicas ancoradas a una visión premoderna, feudal, violenta y autoritaria de la política que aportaron a la operación de un Estado que, fundado en la relación amigo-enemigo y en la aplicación extendida y sin límites de la doctrina del enemigo interno violó los derechos humanos y por esa vía se estableció entre 2002 y 2010 un Estado autoritario, policivo y militarista.  

Independientemente de la decisión que adopte la jueza Heredia, es tiempo de que la sociedad y en particular agentes de la sociedad civil hagan un acto de contrición que inexorablemente los lleve a retirar todo apoyo político a Uribe. Para Luis Eduardo Celis “el uribismo es la fuerza política más retrograda, la que está abiertamente ligada a los clanes políticos que se han construido vía corrupción y apropiación del Estado para sus intereses, sin mencionar sus abiertos, o velados, vínculos con las mafias que se han articulado con la política, lo que en su momento conocimos como la parapolítica y que en parte fue judicializado por un aparato de justicia probo y comprometido con el Estado de derecho”.

Ya en la recta final de su agitada vida pública y arrinconado moral y éticamente, ojalá el expresidente Uribe entienda que es el momento de dar un paso al costado y retirarse de la política. El país necesita de nuevos liderazgos que lo lleven a estadios de modernidad. Para lograrlo se requiere repensar la idea de la seguridad democrática para remplazarla por la de la seguridad humana.

Al ser Uribe Vélez una invención mediática, urge que la Gran Prensa bogotana asuma la tarea de proscribir el uribismo invisibilizando las reacciones de los defensores y amanuenses del expresidente y expresidiario si la jueza lo declara culpable; de igual manera, si la misma operadora judicial lo absuelve de los delitos que le fueron imputados. Los colombianos deben entender que los tiempos del Embrujo Autoritario hacen parte de un doloroso pasado que como sociedad civilizada debemos superar, pero sobre todo, evitar que esos aciagos años y las condiciones que impuso la seguridad democrática regresen.


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lunes, 23 de junio de 2025

LO QUE HAY DETRÁS DEL SECUESTRO DE 57 MILITARES EN EL CAUCA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El secuestro o retención ilegal de 57 militares en la zona rural de El Tambo (Cauca) deja en evidencia dos hechos incontrovertibles: de un lado, la instrumentalización de los civiles por parte de los bandidos que operan en el territorio y del otro la férrea formación de los uniformados en el respeto de los derechos humanos.

Esta es la tercera vez, en siete meses de ejecución de la Operación Perseo, que ocurren este tipo de asonadas que terminan con el secuestro colectivo de militares y policías y la posterior intervención humanitaria para lograr su liberación. Se trata de una estrategia de los grupos al margen de la ley que le disputan al Estado la autoridad y el control del territorio usado por las narcoguerrillas para cultivar coca, procesar la pasta, producir y exportar la cocaína.

Dichas maniobras les funcionan muy bien a los bandidos porque los ciudadanos instrumentalizados jamás construyeron una relación voluntaria de sometimiento al poder y a la autoridad del Estado porque esta forma de dominación jamás se legitimó en ese territorio. Más claro: las estructuras criminales han sido por largo tiempo el Estado. Con ese tipo de acontecimientos pareciera que la lucha social que libran las narcoguerrillas y el Estado la están ganando los ilegales. Es posible que en la confrontación militar el gobierno Petro esté acorralando a los ilegales, pero socialmente se ganará el desprecio de la población que vive a “gusto” con la "autoridad" que ejercen los bandidos. Claro que no se descarta que de las asonadas y del secuestro o retenciones hayan participado civiles por voluntad propia e incluso miembros de las organizaciones criminales que operan en esa zona.

La responsabilidad política del rechazo a las acciones del Estado la tienen que asumir todos los gobiernos centrales, incluidos alcaldes y gobernadores, por no haber sabido construir esa relación de respeto entre la ciudadanía y las autoridades civiles y militares que representan al Estado en ese territorio. El clientelismo, la corrupción, el crecimiento de las economías ilegales, el asistencialismo y la falta de procesos educativos de largo plazo contribuyeron en gran medida a la fusión temporal o definitiva entre los intereses de los grupos al margen de la ley y la población civil que vive de los cultivos de uso ilícito y que reconoce como autoridad a los ilegales. Una educación contextualizada es urgente en esa parte del Cauca. 

Es claro que falló la construcción de una ciudadanía política fincada en el reconocimiento del Estado como única forma de dominación en ese territorio. Son los bandidos los referentes culturales, sociales, económicos y políticos de una población civil secuestrada por la ilegalidad, pero sobre todo, por la inaplicabilidad de conceptos claves en la formación ciudadana. Hablo de categorías como legalidad, legitimidad, autoridad y poder que por largo tiempo estuvieron ausentes de los procesos educativos adelantados en ese disputado territorio en el que se asentaron la premodernidad, la barbarie, la rudeza y el salvajismo.

No puede haber desarrollo económico y mucho menos triunfará el gobierno Petro en su apuesta por recuperar el control del territorio a través de programas de restitución de cultivos de uso ilícito y el uso de la fuerza. Hay que intervenir los procesos civilizatorios que truncaron los ilegales y la desidia de alcaldes, gobernadores y de los anteriores gobiernos. Esas expresiones de incivilidad ameritan apelar a otras formas de intervención estatal.

Mientras se entiende la crisis civilizatoria allí expresada, la prensa hegemónica hará el trabajo que les corresponde: culpar al gobierno y en particular al ministro de la Defensa por lo ocurrido con el objetivo de consolidar la narrativa que apunta a que el país va mal. Y quedarse en la manida discusión de si se trata de un secuestro o de una retención. No les interesa examinar las razones y los factores que facilitaron que los procesos civilizatorios en esa zona devienen truncos o quizás fallidos.

 



57 militares secuestrados en el cauca - Búsqueda

 

domingo, 22 de junio de 2025

LA “SIONIZACIÓN” DEL MUNDO Y LA “CACERÍA” ÉTNICA EN ESTADOS UNIDOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El genocidio en Gaza que ejecuta en estos momentos Israel contra el pueblo palestino hace parte de lo que aquí llamo la “sionización” de las relaciones internacionales, acompañadas del silencio cómplice de varios países europeos que tácitamente aprueban semejante atrocidad; a esa andanada deshumanizante se suma la persecución de los migrantes latinos por parte del fascista de Donald Trump.

En ambos casos subsiste una supremacía étnico-cultural que legitima la limpieza en la franja de Gaza y las actividades de “caza” de latinos ejecutadas con precisión por las autoridades migratorias estadounidenses. El desprecio hacia los migrantes africanos y sudacas en los mismos países europeos que guardan silencio frente a la barbarie israelí, termina validando la “cacería” que se adelanta en territorio americano, así como la limpieza étnica en Gaza.

A ese deshumanizante escenario se suma el provocador ataque estadounidense contra instalaciones militares iraníes en las que supuestamente el régimen del ayatolá Alí Jamenei estaría construyendo bombas nucleares. Las armas de destrucción masiva, de acuerdo con el mensaje entregado a Irán y al mundo solo pueden estar en manos de los “buenos” y de ese selecto grupo hacen parte Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.

La decisión inicial de Israel de atacar a Irán y la posterior intervención militar de USA se explica por la sospecha de que ese país musulmán estaría enriqueciendo uranio para la fabricación de bombas atómicas que lanzaría contra Israel. Bajo esas mismas aprensiones se atacó y se invadió a Irak en marzo de 2003. Ya veremos si Estados Unidos le apunta a conformar una alianza militar parecida a la que derrocó a Sadam Hussein, para sacar del poder al ayatolá Jamenei. 

Lo cierto es que ningún Estado que fabrique armas nucleares puede autoproclamarse como defensor de la humanidad. Todos constituyen un peligro para el devenir de la humanidad, pero sobre todo son los mejores ejemplos para explicar aquello de la perversidad del ser humano y de su “estúpida inteligencia”.

Mientras que los más catastrofistas hablan de una eventual tercera guerra mundial, los fabricantes, comerciantes de armas y banqueros convierten el planeta en un “festival bélico” en donde los últimos gozan alborozados porque el negocio seguirá moviéndose por un largo periodo. Queda claro que a los Señorones de la Guerra no les conviene que el mundo llegue a una tercera guerra mundial. Los conflictos regionales para ellos son excelentes negocios; incluye por supuesto a quienes fabrican armas no letales usadas en refriegas callejeras como las que han ocurrido en los Ángeles (California) a raíz de la persecución y limpieza étnica ordenada por el convicto y presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

De inmediato, los pacifistas y los llamados a “desescalar el conflicto” aparecen como un bálsamo en medio de los miedos e incertidumbres generadas por las confrontaciones militares. Pero olvidan que en el mundo en estos momentos hay cientos de miles de seres humanos gozando de la guerra. En este punto es preciso recordar a Estanislao Zuleta cuando habló de la “felicidad de la guerra”.

En su ensayo Sobre la guerra, Zuleta dijo: “Porque si se quiere evitar al hombre el destino de la guerra hay que empezar por confesar, serena y severamente la verdad: la guerra es fiesta. Fiesta de la comunidad al fin unida con el más entrañable de los vínculos, del individuo al fin disuelto en ella y liberado de su soledad, de su particularidad y de sus intereses; capaz de darlo todo, hasta su vida. Fiesta de poderse aprobar sin sombras y sin dudas frente al perverso enemigo, de creer tontamente tener la razón, y de creer más tontamente aún que podemos dar testimonio de la verdad con nuestra sangre. Si esto no se tiene en cuenta, la mayor parte de las guerras parecen extravagantemente irracionales, porque todo el mundo conoce de antemano la desproporción existente entre el valor de lo que se persigue y el valor de lo que se está dispuesto a sacrificar”.

Quizás sea tiempo de aceptar que somos una plaga que fue poblando el planeta hasta convertirlo en un colosal botadero de basuras de todo tipo y en un infame, pero aplaudido escenario bélico. Los que en estos momentos oran y oran por la paz en el mundo deberían de leer a Zuleta, en particular cuando dijo que “para mí una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz”.

Mientras esa deseada condición de Zuleta se hace realidad, la “sionización” de las relaciones internacionales y la “cacería” étnico-cultural desplegada por Trump contra los migrantes latinos van abriendo el camino para que cualquier líder político gringo, europeo, asiático o chino el día de mañana declare a determinado pueblo y a su cultura como “inconvenientes” para la humanidad y se ordene su exterminio.




JUAN DAVID, EL JOVEN QUE PROMETIÓ ASESINAR A PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La historia de Juan David es tan común en Colombia, que si no fuera porque en su corta vida se atravesó la figura de un presidente de la República, no habría trascendido jamás.  Este joven, que de acuerdo con el jefe del Estado no sabe leer, ni escribir, pero si odiar, prometió en redes sociales asesinarlo.

Sin mayor estructural moral y con una ética en ciernes, Juan David prometió “darle piso, acostarlo” o simplemente asesinar al presidente Gustavo Petro. Lo curioso es que ese sentimiento primario y violento de Juan David es compartido por cientos de miles de colombianos que desean lo mismo. Y contradictoriamente, entre estos malquerientes del presidente de la República muchos saben leer y escribir; incluso, tienen maestrías y doctorados; y hacen parte de ese grupo social que en Colombia se conoce como la “gente de bien”.

Dice el presidente que lo mandó a buscar para preguntarle por qué quería asesinarlo. Aunque no trascendieron las razones, ojalá el abrazo entre Juan David y Petro sirva como semilla para superar la animadversión política que desde el 7 de agosto de 2022 se tomó la discusión pública de asuntos públicos en este país que carga una larga historia de magnicidios y asesinatos de campesinos, defensores de DDHH y de la naturaleza.

El presidente Petro en su cuenta de X expuso lo siguiente: “Dijo por redes que me mataría donde me viera. Lo busqué y hoy le perdoné y lo abracé antes de hablar en público. Juan David fue abandonado por sus padres, no sabe leer ni escribir, me pidió perdón y lo abracé”.

El riesgo es que la ignorancia de Juan David y la inquina de los más estudiados suelen juntarse en la figura del niño, adolescente o joven sicario. En este caso se evitó, pero no sucedió lo mismo en el del precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay, atacado por un adolescente, al que llaman el “niño sicario”. Las historias de Juan David y Juan Sebastián Rodríguez Casallas, el joven sicario tienen muchas cosas en común. Al primero, el odio lo llevó a prometer lo deseado por muchos colombianos; al segundo, la promesa de dinero fácil y sin inquina hacia su víctima, lo convirtió en una figura ya usada en el pasado por la “gente de bien”.

 


Imagen tomada de la red X. 


viernes, 20 de junio de 2025

PETRO Y LA GRAN PRENSA: RELACIONES TORMENTOSAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las relaciones entre la prensa bogotana y el presidente de la República han sido tirantes desde el 7 de agosto de 2022, por dos razones fundamentales: la primera, porque el jefe del Estado es un consumado polemista acostumbrado a debatir y confrontar versiones y lecturas sin importar el bando desde donde se promuevan o difundan; y la segunda, porque por primera vez las más grandes empresas mediáticas decidieron fungir o se vieron obligados a actuar como agentes políticos en oposición.

Bajo esas circunstancias se entienden varios de los rifirrafes, correcciones y confrontaciones hechas por Petro a los periodistas de los medios corporativos. El más reciente de esos encontronazos ocurrió el 20 de junio. En su cuenta de X, el presidente de la República confrontó a Noticias Caracol por la información publicada en torno al caso Miguel Uribe Turbay.

Esto dijo Gustavo Petro: “en este momento estoy viendo la información de @NoticiasCaracol sobre el atentado al senador Miguel Uribe. Casi no veo televisión, ya no me gusta, pero si millones de colombianos. Y entiendo el mensaje subliminal, que enredan en información, sugieren que la fiscalía dijo que había un fin político. Eso no se puede decir, aún hoy, y aunque es una hipótesis de investigación, aún no se puede decir con certeza que haya fines políticos en el atentado y peor aún cuál interés políticos tendría el verdadero asesinoCaracol debe ser responsable con la sociedad colombiana. No se conviertan en heraldos de la muerte, sean heraldos de la vida y la verdad. Sean responsables”.

Más allá de si detrás del atentado sicarial contra el político uribista hay móviles políticos, lo cierto es que es inevitable pensar que la planeación y ejecución del ataque hace parte del propósito político-electoral de generar desazón y miedo en la población para finalmente recuperar la narrativa de la seguridad democrática a través de frases que se vieron impresas en pancartas y camisetas durante la Marcha del Silencio: “sin seguridad no hay paz”. De manera concomitante, varios políticos señalaron como responsable de la tentativa de homicidio al presidente Petro por su “discurso incendiario y provocador”.

Volvamos a los agrios enfrentamientos entre Petro y la gran prensa bogotana. La revista Semana, convertida en la plataforma ideológica y política del clan Gilinski, el 12 de mayo de 2023 tituló así una nota sobre el espinoso asunto: “El ataque de Gustavo Petro contra la prensa: una estrategia peligrosa que tiene encendidas todas las alarmas”. En el sumario del texto periodístico se lee que “el presidente convirtió a los medios de comunicación en el blanco de sus ataques. Su discurso atenta contra la libertad de expresión y la democracia”.

Según Semana y otros medios, al presidente no se le pueden criticar sus decisiones y mucho menos evaluar su gestión. La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) señaló que los mensajes del presidente Petro “…terminan restándoles credibilidad (a los medios); buscando presionar la agenda mediática para que aborde favorablemente su gestión; alimentando un discurso en el que la prensa es antagonista, y así abre la puerta a la criminalización de los medios.

Después del 7 de agosto de 2022, la prensa hegemónica, siguiendo las instrucciones de sus patrones, convirtieron al presidente Petro, a su familia y a su gobierno en un solo “objetivo periodístico”, lo que significó la implementación de un cubrimiento noticioso cargado de "mala leche" y una inusitada y jamás vista animadversión, resultado del clasismo, el racismo y la aporofobia que desde la prensa tradicional se impulsa desde los orígenes de la República.

Nunca la prensa tradicional se volcó para esculcar las decisiones de un gobierno. Por el contrario, los medios tradicionales fueron cómplices de gobiernos como los de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque Márquez. Con Uribe naturalizaron lo que se conoció como el unanimismo ideológico y político. Esas empresas mediáticas se hincaron ante el poder intimidante del político antioqueño. Con Santos mantuvieron la misma actitud complaciente. Y con Duque, periodistas de derecha como Néstor Morales (Blu radio) y Luis Carlos Vélez (de La FM) actuaron de forma complaciente y lo trataron como un amigo más, como un “parcero”, lo que significó el abandono de la actividad periodística, en particular de aquel principio de “molestar al poder”.

Los constantes encontronazos entre Petro y los periodistas de los medios hegemónicos se dan en medio de procesos de editorialización de las noticias y de la conversión de los reporteros, comentaristas y conductores de programas informativos en activistas políticos.

A pesar del llamado generalizado a “desescalar el lenguaje violento” al que han apelado el presidente Petro y los agentes más visibles de la Oposición mediática y política, lo más probable es que hasta el 7 de agosto de 2026 el jefe del Estado confrontará a los periodistas bien porque considere que están mintiendo, exagerando o haciendo lecturas parciales e interesadas de los hechos noticiosos.

Eso sí, el rol hasta ahora cumplido por los medios masivos expone con claridad que por razones políticas e ideológicas muchos de los periodistas que le hacen oposición al gobierno Petro corrieron la línea ética y por ese camino pusieron en cuestión la deontología de un oficio como el periodismo que siempre estuvo asociado a los sectores de poder económico y político que al igual que los directores, conductores y periodistas no imaginaron jamás que por primera vez en Colombia llegara a la Casa de Nariño un presidente progresista.

Es tan alto el nivel de pugnacidad entre Petro y la gran prensa bogotana que las audiencias no saben si el jefe del Estado es quien ataca a la prensa o es esta última la que puso en la mira lo que haga y deja de hacer el presidente de la República.


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PETRO Y LA OCTAVA PAPELETA (I)

Por Germán Ayala Osorio

 

El presidente Petro confirmó hace pocas horas que en las próximas elecciones de 2026 a cada colombiano se le entregará una papeleta con la que podrá votar si desea o no que el país vaya hacia un escenario constituyente que le haga ajustes sustanciales a la carta política de 1991 o se derogue para darle vida a otro texto constitucional.

Las reacciones en contra del anuncio presidencial no se hicieron esperar de parte de la derecha uribizada. Varios de sus agentes más visibles intentan desde ya revivir el fantasma del castrochavismo que se presumía superado o proscrito dado que después de tres años de la administración Petro no hubo expropiaciones, como tampoco se nacionalizaron multinacionales y mucho menos se eliminaron los pesos y contrapesos de la democracia. Por ejemplo, Paloma Valencia espetó que “los que reciban esa papeleta tienen que romperla para decirle a Colombia que aquí defendemos nuestras instituciones, que Colombia no va a ser Venezuela”.

Al hablar de lo que sería la “octava papeleta” de inmediato la prensa y en general los colombianos recuerdan al movimiento de la “séptima papeleta” que abrió el camino para derogar la carta de 1886 en el contexto de una grave crisis institucional originada por la operación criminal de los carteles de la droga de Medellín y Cali, cuyos jefes alcanzaron a permear y controlar entidades públicas. Hubo consenso social y político en varios sectores de poder en torno a que para superar la violencia política vivida en aquella época era necesario convocar a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC).

Aunque Colombia no atraviesa hoy por una coyuntura social y política de las magnitudes que llevaron a convocar a la Asamblea Nacional Constituyente en marzo de 1990, si subsiste un proceso reformista liderado por el presidente Petro que va más allá de las reformas pensional y laboral aprobadas recientemente, en medio de un agrio enfrentamiento político e ideológico entre el jefe del Estado y el presidente del Senado, Efraín Cepeda. Petro le está apostando a profundizar la democracia con una Asamblea Popular que de verdad recoja el sentir del constituyente primario. El presidente de la República está en modo democracia plebiscitaria.

Hábilmente, el presidente Petro agita el ambiente político y la conciencia popular para terminar consolidando la narrativa que devela el miedo que le produce a la derecha cualquier ejercicio de democracia directa que se proponga desde la Casa de Nariño.

Petro busca convertir la entrega de la “octava papeleta” y una posible respuesta masiva y positiva de parte de los electores en un plebiscito que le entregue de manera anticipada la suficiente legitimidad a quien finalmente el Pacto Histórico avale como el o la candidata presidencial del progresismo.  

Hay que esperar a que lleguemos al escenario electoral de 2026. La colérica reacción de varios agentes de la derecha y el exceso de confianza que puedan dejar ver los miembros del gobierno servirán para extender en el tiempo los enfrentamientos ideológicos y políticos entre la derecha y el progresismo, así como la ya exacerbada violencia verbal; de igual manera, Petro le da motivos a la derecha para que insista en meterle miedo a las audiencias y al pueblo con el regreso del fantasma del comunismo o del castrochavismo.




jueves, 19 de junio de 2025

35 AÑOS DEL GOL DE RINCÓN CONTRA ALEMANIA Y UN “MONTÓN DE COSAS FEAS”

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los periodistas deportivos insisten en revivir cada cierto tiempo lo que bien se puede llamar los “triunfos o las victorias morales” de la Selección de Fútbol[1]. Por estos días se recuerda el agónico gol de Freddy Rincón frente a la Selección Alemana en el Mundial de 1990, que llenó de gloria e historia el empate ante los teutones. A esa famosa igualdad se suma la goleada 5 a 0 que el seleccionado nacional le propinó a su similar de Argentina en el Monumental de Núñez en el contexto de la eliminatoria mundialista. 35 años después de la “hazaña”, la prensa deportiva habla del suceso deportivo como si se tratara de una gesta nueva.

En esta columna no hablaré de lo que significó para el fútbol nacional el sorpresivo empate ante los alemanes y la aplastante victoria contra los gauchos. Siempre quise escribir acerca de lo que dijo el periodista argentino Oswaldo Alfredo Webhe en la narración del gol de Freddy Rincón. Así cantó el gol el narrador argentino:

“…Hermano colombiano trepate a un árbol, andá gritá, andá festejá, gol de Colombia; a los 47 minutos el pase de Valderrama, la encarada de Rincón, el grito de Colombia en las plantaciones de café, en una tierra golpeada por un montón de cosas feas; Colombia con Rincón, Colombia 1, Alemania 1; el milagro no es alemán, el milagro es colombiano.

En perspectiva histórica, lo dicho por Webhe debió haberse considerado como un llamado de atención a sus colegas colombianos por el silencio guardado frente a los graves hechos de violencia política que acaecieron en el país entre finales de la década de los 80 y comienzos de la del 90.

Mientras que el periodista argentino movía las fibras de las audiencias con la alusión clara a las múltiples formas de violencia que soportamos los colombianos en aquella coyuntura, los narradores colombianos prefirieron hacerlo únicamente a partir del significado del gol de Rincón. Quizás se pueda explicar esa diferencia porque muchos periodistas deportivos colombianos creen que el fútbol nada tiene que ver con la política a pesar de que la historia de ese deporte está cargada de ejemplos que dicen lo contrario. Basta con recordar que el Mundial de Argentina 78 obedeció a una estrategia política de la dictadura para distraer a los argentinos y al mundo que ya veían con preocupación la violación de los derechos humanos por parte de los militares argentinos.

Aunque el narrador argentino ya no está en este mundo, los colombianos sabemos que a pesar de esas “victorias morales” en el país siguen y seguirán pasando cosas feas que no cesarán ni siquiera quedando Campeones del Mundo. Por el contrario, el día que Colombia gane un título mundial, las celebraciones, como siempre sucede, sacarán lo peor de  nuestra cultura y condición humana.




[1] Se sobre entiende que refiere a la Selección de Fútbol de Mayores (Hombres).

miércoles, 18 de junio de 2025

DIOS Y PATRIA EN LAS ELECCIONES DE 2026

 

Por Germán Ayala Osorio

Hay asuntos que siempre aparecen de manera reiterada en las campañas electorales en Colombia. En el listado están la paz, la defensa de la Patria y los sempiternos procesos de negociación política con los grupos al margen de la ley que le disputan el control del territorio al Estado y retan su autoridad y legitimidad; también, los problemas que vienen atados a la operación de grupos armados ilegales (paracos y “guerrillas”) como el secuestro, la extorsión y los “paros armados”; así como el desempleo y la ya naturalizada corrupción público-privada.

Al escenario electoral de 2026 llegaría uno nuevo: la invocación a Dios. En ese aspecto ya candidatas y precandidatos empezaron a usar sus creencias religiosas para atraer votantes, en particular a aquellos que, camándula en mano, rosarios, velones y cuanta imagen de santos conocen han pasado por el improvisado altar que montaron a las afueras de la clínica Santa Fe para pedir por la recuperación del precandidato Miguel Uribe Turbay. Por supuesto que buscarán cautivar a otros cientos de miles que desde sus hogares ruegan al mismo Dios que salve al nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982).

Vicky Dávila y María Fernanda Cabal en varias ocasiones dejaron claro que comparten el mismo Dios y que su proyecto político está fincado en el poder divino para sacar adelante al país. Al mostrarse solidarias y apesadumbradas por lo sucedido con Miguel Uribe se acercan a los valores cristianos y a la misma iglesia católica.

La congresista del Centro Democrático y precandidata de esa colectividad gritó a voz en cuello que “… Colombia no se arrodilla a los violentos, Colombia no es socialista, somos un país libre, Dios nos hizo libres, el pueblo colombiano no es de Gustavo Petro”.

Entre tanto, la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco también aludió a Dios al momento de registrar su movimiento Valientes, plataforma con la que espera recoger firmas que avalen su candidatura. Esto dijo la periodista candidata: “por un país seguro, justo, por un país unido, ¡por un país valiente! ¡El Movimiento Valientes está aquí, y no nos detendremos! Dios nos protege y nos guía”.

Santiago Botero, el candidato antioqueño fue más lejos que Cabal y Dávila. Botero quiere ser presidente porque Dios le mandó un mensaje que él acogió como una obligación moral y patriótica para “salvar a Colombia”: “Dios me hizo un llamado para combatir el mal, hoy en día no es la izquierda contra la derecha, quiero que menos colombianos se quieran ir del país”.

Cuando se invoca a Dios y se incluye como parte de las ideas políticas, la razón y la fe entran en escena haciendo aún más complejo el diálogo político, la discusión de las propuestas en un escenario electoral ideológicamente crispado y violento. Quien exprese con mayor fervor su devoción y miedo a Dios quizás termine siendo elegido presidente o presidenta, lo que contribuirá a ahondar la crisis de la política y por esa vía a minimizar la posibilidad de que los colombianos discutan de manera razonada asuntos públicos que deben atenderse anteponiendo a la fe el conocimiento técnico y la razón argumental como factores claves para que las decisiones políticas no terminen contaminadas por fanatismos religiosos.

Al parecer, el presidente Petro ya se dio cuenta de que Dios jugará un papel clave en las venideras elecciones presidenciales y congresionales. La llegada del “Pastor” cristiano Alfredo Saade Vergel al gobierno en calidad de “jefe de gabinete” confirmaría que efectivamente viviremos una campaña presidencial “contaminada” por la Fe y las creencias en un poder sobrenatural.

Saade Vergel es un activista petrista que usó la religión y sus particulares creencias para disipar en el pasado los señalamientos que recaían sobre Petro por ser “ateo”. Esto respondió ante el llamado del jefe del Estado: “Gracias presidente @petrogustavo por su confianza. A Dios todo honor y toda gloria, a mis detractores los invito a tomar café, el país nos necesita para que el amor pueda vencer al odio. Levántate, Colombia cautiva de esperanza”. Saade propuso cerrar el Congreso e incluso medios de comunicación, muy seguramente con la bendición de su Dios.

 Cabal, Botero y Dávila, en nombre de Dios, ofrecen bala o balín; mientras que Saade, en nombre de la misma Deidad, quiere que el país "se levante", no sin antes cerrar el Congreso y los medios de comunicación. 

Imagen tomada de Infobae

martes, 17 de junio de 2025

SALVADAS LAS REFORMAS PENSIONAL Y LABORAL: TRIUNFOS AGRIDULCES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La aprobación de la reforma laboral y los subsanables vicios de trámite que encontró la Corte Constitucional (CC) en el texto de la pensional constituyen triunfos políticos amargos para el gobierno Petro, logrados en gran medida por la presión que ejerció sobre las fuerzas opositoras a dichas reformas el decretazo de la consulta popular. El jefe del Estado, en un nuevo consejo de ministros señaló que “lo que ha salvado la reforma laboral es que decidimos hacer una consulta, sino estábamos enterrados hace tiempo”.

Más claro: las bancadas de oposición en el Congreso y quizás los mismos magistrados de la CC entendieron que era mejor negocio aprobar la reforma laboral casi tal cual como había sido aprobada en la Cámara de Representantes y devolver la pensional para que en el legislativo se subsanen los vicios de forma, que afrontar una consulta popular que bien podría convertirse en un plebiscito que señaría la continuidad del proyecto progresista en el 2026.

La pregunta es: ¿Insistirá Efraín Cepeda en su tarea de torpedear la aprobación de dichas iniciativas? Lo cierto es que los grandes derrotados en la jornada de hoy son los partidos Centro Democrático, Mira y facciones del Conservador, Liberal y Alianza Verde. Quedarán en la memoria del país político las celebraciones de Paloma Valencia y demás congresistas en los momentos en que rompían el quorum y negarse a debatir las propuestas. Al final, el Congreso, como institución, perdió legitimidad y ganó en desprestigio.

Eso sí, en todo este tira y afloje entre los congresistas en oposición y el gobierno Petro se generó el ambiente de polarización política y crispación ideológica que terminó por ahondar sentimientos de animadversión entre las clases sociales, aprovechados muy bien por quienes planearon el atentado sicarial contra Miguel Uribe Turbay. Los autores intelectuales del ataque imaginaron muy bien lo que sucedería después de la agresión: se alborotó el clasismo, el racismo y la narrativa expresada en el estribillo escuchado en la Marcha del Silencio: “sin seguridad no hay paz”. Esa arenga empezó a darle un aire de viabilidad electoral a los candidatos y precandidatos interesados en meter miedo para vender seguridad… y ojalá democrática.

Será bajo ese ambiente de animosidad, alimentado por prácticas y los discursos clasista y racista, que los colombianos regresarán a las urnas para decidir si le dan continuidad al proyecto progresista o permiten el regreso de la derecha uribizada que le apostó todo el tiempo a mantener los estados de cosas inconstitucionales en los que deviene el país de tiempo atrás en materia de salud, pensión y trabajo.

De cualquier modo, el país perdió porque las figuras políticas más visibles y los periodistas vedettes “pelaron el cobre”: apelaron a los improperios y a las amenazas para hacerlas pasar como posturas políticas y editoriales legítimas. De esa manera, se negaron a dialogar, a deponer intereses. Y lo que es peor: sembraron odio entre sus seguidores.



El detrás de cámaras de la aprobación de la reforma laboral en el Senado: ¿Qué viene para la conciliación?

VICKY DÁVILA: ¿COACH O CANDIDATA PRESIDENCIAL?

Por Germán Ayala Osorio

 

La candidata presidencial de los clanes Gnecco y Gilinski, Vicky Dávila Hoyos registró ante la autoridad electoral su Movimiento Valientes. Se trata de otra microempresa electoral que fenecerá una vez la contienda electoral termine o quizás antes si sus patrocinadores aceptan que Dávila es una débil candidata y que un eventual gobierno de ella se parecería a la nefasta administración de Iván Duque Márquez.

En el acto de oficialización de su aspiración presidencial señaló que luchará “por un país seguro, justo, por un país unido, ¡por un país valiente! ¡El Movimiento Valientes está aquí, y no nos detendremos! Dios nos protege y nos guía”.

El nombre de Valientes suena ridículo e infantil, propio de una candidata que exhibe un discurso básico, propio de quien suele reducir la complejidad del país y de su historia a consignas efectistas muy parecidas a los titulares y tratamientos amarillistas que caracterizaron su carrera periodística.

Quizás la mayor debilidad de Vicky Dávila esté en su pobreza conceptual, fruto de su poca lectura y la incapacidad para establecer relaciones y lecturas cruzadas de los fenómenos. Además, es obediente, sumisa, racista, clasista, cizañera y arribista.

Si leemos con cuidado la consigna, encontramos que apela a lugares comunes: un país seguro, justo, unido y valiente. Su arenga la acerca más a una “coach política”, que a una candidata presidencial formada y capaz de gobernar a un país complejo como Colombia.  Además de conservadora y goda, Dávila Hoyos suele revolver política y religión, peligroso cóctel ideológico en una sociedad creyente, camandulera y “provida” que niega y conculca los derechos a morir con dignidad, al aborto y al matrimonio igualitario. Esos mismos “provida” legitimaron los 6402 crímenes de lesa humanidad cometidos durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

Al igual que el candidato Santiago Botero, un Mesías moralizante, la periodista-candidata se presenta como una enviada de Dios, esto es, como una mujer salvadora, quizás la soñada Mesías en un país de Mesías hombres y de machos mesiánicos. Además, ofrece lo mismo que el candidato antioqueño: bala, bala y bala; o mejor, balín, balín y más balín.

Dávila de Gnecco desconoce cómo opera el Estado. Su experiencia periodística es quizás su más negativa experiencia agenciando lo público: fue gobiernista, en particular, siempre defendió a Uribe Vélez y a su círculo de poder. La periodista-periodista siempre fue la estafeta de los agentes más retardatarios del Establecimiento colombiano. Eso sí, con su candidatura gana -descansa-  el periodismo, pero pierde la Política (en mayúscula).

Bajo ese nombre de Valientes, Dávila de Gnecco recogerá firmas para un movimiento ciudadano que, como todos, terminará capturado o sometido a las fuerzas clientelistas de los partidos tradicionales. De resultar electa, Dávila Hoyos gobernará de la mano del uribismo, de Vargas Lleras, Peñalosa y de toda la rancia derecha bogotana. Todos los movimientos ciudadanos por firmas no son otra cosa que una fachada y una estratagema política-electoral de quienes creen posible engañar a los votantes, presentándose como independientes cuando los acompañan los vicios y las prácticas politiqueras que convirtieron la democracia colombiana en una formalidad.





FIN DEL JUICIO CONTRA URIBE: ¿CULPABLE O INOCENTE?

    Por Germán Ayala Osorio   Concluyó el juicio contra el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez. Llamado por un sector de l...