martes, 28 de octubre de 2025

ANTIOQUIA SE QUEDA SIN REINA: LAURA SE FUE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La renuncia de la Señorita Antioquia, Laura Gallego Solís a representar a su departamento en el Reinado Nacional de la Belleza obedece claramente a la presión en las redes sociales que soportó por haber incitado, deseado y propuesto que le dieran bala y cachazos al presidente Petro y al exalcalde de Medellín, Daniel Quintero.

En lugar de ofrecer disculpas por el irresponsable y apologético acto de habla que publicó en dos videos que se hicieron virales, Gallego Solís convirtió su animadversión hacia todo lo que representan social y políticamente Petro y Quintero en una causa legítima amparada en su derecho a la libertad de expresión. Así las cosas, la exseñorita Antioquia confunde la actividad política y su derecho a expresar sus ideas, con la exaltación que hizo de la “necesidad” de que los dos políticos fueran eliminados.

Desde una perspectiva comunicacional, Laura Gallego se negó a reconocer a los dos políticos como actores con los que es posible sostener una confrontación de ideas políticas, así sea en medio del clima de polarización política y crispación ideológica por el que atraviesa el país y que se vive con intensidad en las redes sociales, convertidas en fétidas trincheras ideológicas. Al proponer silenciarlos a bala, Gallego Solís se puso por encima de los derechos que les asisten a Petro y a Quintero a defenderse en una deseada situación de comunicación que la modelo se negó a sostener, al acudir a las redes sociales para usar un lenguaje violento con el que hizo apología a la comisión del delito de homicidio.

Leamos la carta de renuncia a su condición de Señorita Antioquia: “Hace unos días fui elegida Señorita Antioquia, un honor que recibí con profunda gratitud y con la ilusión genuina de representar a la tierra que amo. Sin embargo, también soy una mujer con criterio, con una trayectoria de activismo cívico y con una voz política que jamás he ocultado ni ocultaré. Se han señalado mis posturas políticas como si pensar, opinar y defender principios fuera incompatible con ser reina. Pretenden que la participación de una Señorita Antioquia en la vida pública sea un adorno pasivo, un cuerpo silencioso destinado a complacer el espectáculo”.

En este pasaje de su misiva, Laura Gallego establece una conexión amañada de dos escenarios públicos: el de la opinión y el que cobija a los certámenes de belleza. Y cae en una falacia argumentativa con la que crea una inexistente acción de censura. De esa manera se niega a reconocer que se equivocó y que su apología a la comisión del delito de homicidio está muy lejos de lo que ella llama “defender principios, pensar y opinar”.

Parece olvidar la modelo y abogada que el “éxito” de la sociedad patriarcal y de su correlato el machismo está fundado en los reinados de belleza, escenarios perfectos para cosificar a las mujeres, convertirlas en objetos sexuales y consolidar el imaginario colectivo que señala que las “reinas de belleza son brutas”. Ese tipo de certámenes, concentrados en la “autoridad” del Concurso Nacional de la Belleza (CNB) sirvieron además para alejar a las aspirantes a Señorita Colombia de la política proscribiendo su libertad de expresión.

Los reinados son instrumentos de dominación física y simbólica en los que las mujeres aceptan las condiciones propias en las que deben modelar sus cuerpos y guardar prudente silencio frente a hechos y situaciones propias de la política. A pesar del tibio comunicado del CNB, en este le recordaron a la Señorita Antioquia que “el Concurso Nacional de la Belleza no participa, ni en su nombre ni en el de las aspirantes a Señorita Colombia en política. Por lo tanto, rechaza cualquier pronunciamiento de las participantes en torno a la actividad política… y conmina respetuosamente a las candidatas a abstenerse de participar en política mientras ostenten la representación de sus municipios, departamentos o regiones”.

Sigamos con otros apartes de la mencionada carta. “Incluso, se han emitido ataques públicos provenientes de figuras como Daniel Quintero y Gustavo Petro, a quienes he cuestionado abiertamente desde la ciudadanía por sus actuaciones y discursos que considero dañinos para Colombia. Ante esta realidad, me niego a permanecer callada”.

En el citado párrafo, de manera sinuosa Gallego Solís se victimiza para negar que su actuación en los ya referidos videos niega la posibilidad de discutir con Petro y Quintero alrededor de sus “dañinos discursos”. ¿Por qué sugerir eliminarlos a bala si se tiene la posibilidad de cuestionarlos verbalmente en un encuentro dialógico? Las respuestas del presidente de la República y del exalcalde fueron proporcionales a la violenta insinuación o deseo de la joven abogada.

Me niego a ser parte de un sistema que exige obediencia en lugar de pensamiento propio. Me niego a que una corona se convierta en mordaza. Por lo anterior, presento de manera irrevocable mi renuncia como Señorita Antioquia 2025”.  ¿A qué sistema se referirá la dimitente y agraciada modelo? El CNB en sí mismo es un sistema que le impone a las candidatas participantes y a las reinas, virreinas y princesas específicas condiciones que suelen acatar por todos los beneficios que reciben de la organización de esos certámenes de belleza. Tardíamente comprendió que llevar una corona constituye una mordaza. Lo llamativo es que esa constatación deviene contaminada de la rabia que muy seguramente le produjo las reacciones que en su contra circularon en las redes sociales y la animadversión que la llevó a sugerir la eliminación del presidente de la República y al exalcalde de Medellín.

La epístola de Laura Gallego Solís termina así: “La libertad de expresión no puede ser privilegio de unos pocos, ni mucho menos un instrumento para callar a quienes piensan distinto. No renuncio a mis sueños, no renuncio a mi voz, no renuncio a mi compromiso con Antioquia y con Colombia. Esta decisión es personal y definitiva, pero mi lucha por una Colombia libre y pensante continúa. ¡Gracias a todos los que me han apoyado en este camino! Seguiré adelante con la frente en alto”.

Gallego Solís exhibe una evidente confusión conceptual entre la libertad de expresión y el hacer apología a un delito. Ella tiene derecho a decir todo lo que quiera mientras que no calumnie, injurie o desee la muerte a Petro y Quintero o la de otras figuras públicas que ella considera que le están haciendo daño al país. Los dos políticos están dentro de la legalidad y están actuando de acuerdo con las reglas del sistema democrático colombiano. Y en cuanto a su lucha por una Colombia libre y pensante, parece ser que la abogada y modelo vive en una realidad paralela porque hasta donde se sabe, no estamos viviendo los colombianos en una dictadura o bajo las condiciones del Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala e incluso la Seguridad Democrática, políticas públicas con las que se restringieron derechos a opinar, a reunirse, a pensar y a criticar a los gobiernos que las aplicaron.




LAURA GALLEGO: LA “REINA DE LA BALA”

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Después de hacerse viral el video en el que aparece la Señorita Antioquia 2025, Laura Gallego Solís “ofreciendo bala o balín” a Daniel Quintero y al presidente Petro, el Concurso Nacional de la Belleza publicó un tibio comunicado en el que no rechaza de manera enfática y directa la incitación a que sean asesinados los dos políticos. En el documento se lee lo siguiente: “El Concurso Nacional de la Belleza no participa, ni en su nombre ni en el de las aspirantes a Señorita Colombia en política. Por lo tanto, rechaza cualquier pronunciamiento de las participantes en torno a la actividad política… y conmina respetuosamente a las candidatas a abstenerse de participar en política mientras ostenten la representación de sus municipios, departamentos o regiones”.

El acto de habla de la “angelical y peligrosa” candidata no es precisamente una acción política en la que exprese su apoyo por algún candidato en particular, aunque sus más recientes aspiraciones las hizo al lado de los más violentos precandidatos presidenciales de la ultraderecha que están en la contienda electoral: Abelardo de la Espriella y Santiago Botero, quienes en su orden ofrecen “destripar a la izquierda” y “balín para bandidos”. Lo dicho por Laura Gallego es a todas luces una expresión de odio y un acto prepolítico atado a la invitación a que Quintero y Petro sean eliminados a balazos. Es, claramente, una apología al delito, en este caso a que sean asesinados el exalcalde de Medellín y el presidente de la República.

Así las cosas, el comunicado de la entidad resulta tibio, desacertado, medroso e insulso en la medida en que la incitación a cometer homicidios hace parte de la violencia política que por años el país ha sufrido. Por culpa del odio político fueron asesinados más de tres mil militantes de la UP y tres candidatos presidenciales en los años 90.

¿Por qué no excluir a la participante del certamen de la belleza a celebrarse en Cartagena el 11 de noviembre? ¿No les pareció grave a los miembros del Comité? ¿O no la retiraron por tratarse de la Señorita Antioquia? Como estamos en Colombia, un país en el que todo se vuelve risa y mamadera de gallo no vaya a ser que la violenta candidata termine elegida como la “Reina de la Bala” y se convierta en el símbolo del uribismo. Me imagino que la Señorita Antioquia cree en Dios como De la Espriella y Botero. Y pues en nombre de Dios todo se vale, gritan por ahí los señores de la derecha colombiana. ¿Se atreverá a desfilar con una canana la Señorita Antioquia?

Quizás es necesario recordarle a los Señores del Concurso Nacional de la Belleza lo dicho por Laura Gallego: “¿Bala para Petro o para Daniel Quintero?”, a lo que De la Espriella responde: “No, esos manes no valen ni una bala”. Y en el segundo video, esta vez con Santiago Botero, esto le dice al violento precandidato presidencial: “Usted está en el desierto, tiene una pistola con una sola bala y salen a correr Petro y Quintero, ¿a quién le da la bala?”. Botero responde entre risas: “A Quintero”, y la candidata replica: “Pero al menos un cachazo a Petro”.


Nota: a eso de las cinco de la tarde del 28 de octubre de 2025, Laura Gallego Solís renunció a través de una carta pública. En la misiva no hay asomo de arrepentimiento por haber incitado a la violencia política  en contra del presidente Petro y el exalcalde Medellín, Daniel Quintero. Por el contrario, Gallego Solís deja entrever en la misiva que su apologético acto de habla está atado a un ejercicio de libertad de expresión, fruto de sus firmes convicciones políticas.  "Me niego a permanecer callada. Me niego a ser parte de un sistema que exige obediencia en lugar de pensamiento propio. Me niego a que una corona se convierta en mordaza". Ojalá la joven entienda que en democracia lo mejor es discutir con argumentos, en un diálogo horizontal y respetuoso. Espero, también, que supere la animadversión que entre líneas deja ver en su renuncia hacia los que no piensan como ella. 



lunes, 27 de octubre de 2025

OCHO "AGENTES DEL ODIO"

 

Por Germán Ayala Osorio

 





La extensión social de la doctrina castrense del enemigo interno hacia aquellos que pensaran diferente y fueran físicamente distintos sirvió a los innobles propósitos de la política de Seguridad Democrática aplicada entre el 2002 y el 2010. Después de 20 años de uribismo y de la llegada de Petro a la Casa de Nariño la aporofobia, el clasismo, el racismo y el odio a todo lo que huela a izquierda y progresismo consolidaron la narrativa electoral con la que la derecha afrontará las elecciones de 2026.

Dentro del espectro de la derecha y sin menoscabo de otros instrumentos ideológicos diseñados para lograr el propósito de derrotar al petrismo en la próxima jornada electoral aparecen lo que en esta columna llamo los Agentes del Odio. Entre estos sobresalen hombres y mujeres como Abelardo de la Espriella y Vicky Dávila, precandidatos presidenciales uribizados que destilan odio y confirman la efectiva la extensión social de la señalada doctrina castrense.

El primero parece que quiere imitar a Jack El Destripador. “Destripar a la izquierda” espetó con toda la fuerza de ese violento y peligroso acto ilocutivo. Mientras tanto, la señora Dávila, una de las “tigresas” de Uribe, después de conocer la elección de Iván Cepeda Castro como el candidato presidencial del Pacto Histórico montó en cólera y dijo en la W radio que Cepeda es “un peligro, una amenaza para Colombia”, razón suficiente para “unirnos para derrotar el mal”. En su cuenta de X, la clasista periodista-periodista volvió a decirlo: “Sí, tenemos que UNIRNOS para derrotar el mal…”. Por tratarse de una mujer conservadora, goda y creyente en Dios es posible pensar que está dispuesta a liderar una especie de “cruzada político-electoral” que devendrá en forma de cóctel con tres ingredientes fundamentales: religión, odio y política.

Previo a la jornada electoral del domingo 26 de octubre, circuló un video en el que aparecen en un restaurante cinco mujeres, íconos claros de lo que se conoce como “gente de bien”. Las féminas, todas “monas”, “blancas” “atractivas” y “bien vestidas y maquilladas” hablan de la consulta del Pacto Histórico. La conversación entre las damas discurre alrededor de la idea de no salir a votar el domingo en la atípica jornada electoral porque “toca” dedicarse a la familia, a los hijos, ir a cine, hacer de “todo, menos salir a votar la consulta del pacto histórico”. El desprecio hacia el partido de Gobierno y a la gente que  apoya a dicha colectividad lo deja claro una de las protagonistas al decir que  “cada voto que se le dé el domingo a esa gente es validarles todo lo que han hecho, la destrucción del país.

En otra pieza audiovisual que también circuló en la red X aparece la Señorita Antioquia 2025, quien participará en el próximo Reinado Nacional de la Belleza en Cartagena incitando a la violencia. La "angelical y bella mujer” le dice y pregunta a su interlocutor, el precandidato presidencial Santiago Botero: “en el desierto tenés una pistola con una bala te sueltan a correr a Petro y a Daniel Quintero a quién le das la bala?

El periodista Jorge Gómez Pinilla reaccionó así a lo dicho por la representante de la belleza antioqueña: “Podemos estar en desacuerdo con Quintero o con Petro, pero no se le ve bien a una mujer joven y de corte angelical pronunciar palabras que solo caben en la boca de un ser maléfico, perverso, ruin. El video es tomado de la cuenta de @n.i.c.o_co en Instagram. ¿Esto no constituye acaso un poderoso atenuante de peso para iniciar un proceso legal por incitar a cometer un homicidio? Solo pregunto”.

Si juntamos las expresiones espetadas por cada uno de estos ocho “Agentes del Odio” podría fácilmente dar vida al siguiente acto ilocutivo: “Los buenos somos más y por ello, hay que destripar o darle bala a esa gente porque son el mal”.

Bajo diversos lenguajes, corporal y verbal, el país se va acercando a vivir- quizás a sufrir- una jornada electoral en la que millones de “Agentes del Odio” como los aquí reseñados saldrán a votar “emberracados”, bejucos, furibundos o rabiosos para “salvar al país” de ese mal que llama izquierda o progresismo. Muy seguramente, una vez cumplido el propósito electoral, gritarán extasiados, “Ajúa” o el conocido estribillo uribista "bala es lo que hay, bala es lo que viene". 






La imagen fue tomada de vicky davila y abelardo de la espriella - Búsqueda Imágenes

domingo, 26 de octubre de 2025

IVÁN CEPEDA CASTRO, CANDIDATO PRESIDENCIAL DEL PACTO HISTÓRICO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

De la jornada electoral del 26 de octubre, quedan varios hechos para destacar de cara a las elecciones presidenciales de 2026. El primero y quizás el más significativo es que la consulta interna del Pacto Histórico para definir el candidato presidencial y los aspirantes a llegar a la Cámara de Representantes y al Senado constituye un verdadero ejercicio democrático y un ejemplo para los otros partidos políticos que acostumbraron a sus seguidores y militantes a que ese tipo de decisiones las tomaban a puerta cerrada y bolígrafo en mano sus directores y los barones electorales en un claro desprecio de la opinión de los sufragantes.

El segundo hecho es que la votación supera los 2.742.000 votos que puede ser leída como positiva si se tiene en cuenta que se dio en un momento electoral “frío” incomparable con las jornadas electorales llamadas definitivas para el conjunto de la Nación como lo son las presidenciales y las votaciones para el Congreso. Varios agentes mediáticos y políticos de la derecha vaticinaron que la consulta no superaría el millón de votos.

Y el tercer hecho es que los resultados de la consulta del Pacto Histórico dejan a Iván Cepeda Castro como el candidato presidencial único de la colectividad que enfrentará a los otros candidatos que acuerden llegar a la consulta de lo que se conoce como el frente amplio. Con una votación superior al millón quinientos mil votos (1.534.687), Cepeda llegará pisando fuerte a la consulta interpartidista de marzo de 2026.

Al fungir desde ya como candidato presidencial de la izquierda democrática, los sectores de la derecha, en particular el uribismo, empiezan a vivir la angustia por definir un candidato (no creo que sea una mujer) con la suficiente capacidad discursiva para enfrentar en debates a Cepeda Castro.

En medio de la crisis diplomática entre Estados Unidos y Colombia, la candidatura presidencial de Cepeda Castro despierta desde ya preocupaciones en las huestes de Donald Trump por lo que sería la continuidad del proyecto progresista, asumido por la derecha norteamericana como un riesgo latente para sus intereses políticos y económicos, atados profundamente al deseo al interior de las mesnadas “trumpistas” de que el uribismo regrese a la Casa de Nariño. Desde la Casa Blanca podrían activarse amenazas económicas contra el país si una vez surtida la etapa del frente amplio, la candidatura presidencial de Cepeda Castro y el proyecto que representa siguen en pie.

Queda pendiente hacer el análisis en torno al origen de los votos alcanzados en la consulta y los que definieron el triunfo de Iván Cepeda y por supuesto los que le permitieron a Carolina Corcho Mejía erigirse, con 676.738 votos en una interesante opción de poder, pero sobre todo como figura política capaz de renovar la política en la Colombia mafiosa, machista y misógina. El comportamiento electoral en ciudades capitales, intermedias y en sectores rurales o semi rurales será clave para entender cuál es la real fuerza política-electoral de Cepeda Castro.

Hay aún mucho camino por recorrer. Por ahora, hay que leer con cuidado las propuestas de Cepeda. El candidato presidencial habla de tres revoluciones: una Pacífica, soportada en la no-violencia y el diálogo; otra Participativa, esto es, democrática y no el resultado de imposiciones; y la tercera de carácter Profunda, es decir, que transforme de verdad las estructuras y la mentalidad que por tantos años han sumido al país en el atraso, la violencia, la pobreza y la desigualdad. Esas tres revoluciones tendrán implicaciones éticas, económicas, sociales y políticas.

Adenda: para revisar los 247.307 votos no marcados que se pueden entender como una forma de protesta de quienes recibieron los tarjetones, pero decidieron no marcar  ninguno de los candidatos. Igualmente, preocupante los 138.960 votos nulos que pueden entenderse como una forma de saboteo de los votantes o una supina ignorancia de cómo votar. Los 144.916 votos que obtuvo Daniel Quintero, candidato que renunció después de haberse impreso el tarjetón presidencial, pueden dar cuenta de altos niveles de desinformación de los sufragantes que no se dieron cuenta de la renuncia del exalcalde de Medellín o un decidido apoyo de aquellos que, a pesar de su retiro de la contienda, quisieron dejar claro su respaldo. Las cifras citadas las entregó la Registraduría en su avance número 59, escrutadas 19.808 mesas.



Imagen tomada de El Espectador. com


EL TIEMPO RESPALDA A TRUMP; EL ESPECTADOR, LO FUSTIGA



Foto: El Espectador


Por Germán Ayala Osorio

Aunque por estos tiempos las posturas editoriales de los grandes medios escritos ya no tienen la fuerza política con la que en otras épocas hicieron tambalear gobiernos y ministros, los recientes editoriales de El Tiempo y El Espectador dan cuenta de dos interpretaciones distintas de la decisión de los gringos de incluir en la Lista Clinton al presidente Petro.

Mientras que el diario capitalino en manos del banquero Sarmiento Angulo legitima los calificativos de líder mafioso y matón que usó Trump para referirse al presidente Petro, El Espectador, de la familia Santo domingo, pero manejado periodísticamente por miembros de la familia Cano, considera desproporcionado y una insensatez llamar a Petro líder y defensor de narcotraficantes.

Se trata de dos posturas editoriales (políticas) que explican que la enemistad de Petro con el poderoso banquero le impide a la dirección de El Tiempo contradecir o fustigar los señalamientos de los Estados Unidos que claramente ponen en tela de juicio la honorabilidad del presidente Petro y por esa vía se intenta debilitar su gobernabilidad. Veamos apartes de los textos editoriales. Empecemos por los titulares.

El Tiempo tituló Por el país, desescalar. Antes de adentrarse en la lectura de la nota editorial el lector puede imaginar que se hará referencia a conceptos claves que están detrás del conflicto entre Trump y Petro: soberanías, popular y estatal e incluso la dignidad presidencial. Pero no. “Luego de las sucesivas provocaciones del presidente Gustavo Petro, entre ellas la de salir a una calle de Nueva York a incitar a la sedición a militares estadounidenses pidiéndoles desobedecer al presidente Donald Trump, este último no solo respondió calificando al mandatario colombiano como “líder del narcotráfico” y “matón”, sino que ordenó el recorte total de la ayuda a nuestro país y la continuidad de su ofensiva militar contra embarcaciones señaladas de transportar cocaína”.

Fustigar a Petro por lo dicho en Nueva York es válido política y periodísticamente en la medida en que se trató de un garrafal error el haber exhortado a los militares gringos a desobedecer a su comandante en jefe, el presidente Trump. Al referirse a la inclusión en la Lista Clinton, el editorial de El Tiempo se abstiene de cuestionar la decisión. “Es la primera vez que un mandatario colombiano queda sujeto a unas sanciones que tienen consecuencias en el sistema financiero global e implican la existencia de una presunta vinculación a empresas, gobiernos o personas relacionadas con el narcotráfico o el lavado de activos. Reconociendo lo que representa esta severa medida, debe decirse que el Presidente colombiano tiene el derecho de defenderse en todas las instancias judiciales y diplomáticas disponibles, como en su momento lo han hecho empresas y personas que han sido incluidas en este registro. Conocer con claridad todas las evidencias que sustentan la decisión es un asunto que requiere el máximo tacto y rigor en el tratamiento”. El mencionado texto termina con esta idea: “Lo que está en juego no es solo la honra de un mandatario, sino la estabilidad de una relación binacional que ha sido columna vertebral del desarrollo del país”.

Ahora revisemos el editorial de El Espectador. Desde el título, el editorial del diario de los Cano expone en gran medida cuál será el sentido de la nota: Incluir al presidente Petro en la lista Clinton es una insensatez es el titular. En los primeros apartes del texto de opinión institucional se lee con claridad el rechazo del diario bogotano a la irresponsable, grosero e insultante señalamiento en contra de Petro, que golpea la imagen del país.

El anuncio del viernes pasado, en el que se incluye al presidente de la República, Gustavo Petro, a miembros de su familia y al ministro del Interior en la llamada lista Clinton es confuso, incomprensible y solo puede entenderse como un paso más en el conflicto de egos que emprendió el presidente estadounidense con el colombiano. Sin que esto signifique que validamos las muchas irresponsabilidades retóricas que ha cometido nuestro mandatario, es notable que no se presentó prueba alguna por el gobierno estadounidense para esa decisión. Estamos presenciando una agresión contra un país entero por decisiones tomadas democráticamente”.

Las diferencias entre las dos posturas son claras y se explican porque El Tiempo es un actor político que le hace oposición al gobierno siguiendo instrucciones de su propietario, el banquero Sarmiento Angulo. El Tiempo lidera la cofradía de empresas mediáticas que de manera artera atacan al gobierno Petro con fines desestabilizadores de la mano de las fuentes que consultan a diario, casi todas asumidas como detractoras y enemigas del presidente de la República.

Aunque en precisos momentos El Espectador también hizo parte de esa perversa y peligrosa congregación mediática, el editorial en mención puede entenderse como una breve toma de distancia de esa congregación política que ya generó una profunda crisis de credibilidad en la prensa nacional.

El Espectador insiste en los cuestionamientos iniciales a la medida desproporcionada adoptada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos: “La designación de alguien como protector del narcotráfico no puede ocurrir por el intercambio de adjetivos entre presidentes en redes sociales. Entonces, ¿hay evidencias de que el presidente ha sido cómplice de los grupos criminales en el país? El periodismo colombiano no ha encontrado algo así. Mucho menos la justicia. Sí, la producción de cocaína está disparada, pero no es que el Estado colombiano se haya quedado cruzado de brazos. El aumento del número de hectáreas cultivadas comenzó en gobiernos anteriores, lo cual solo muestra que es un problema complejo. Decir que la “paz total” -por muchas críticas que le puedan caber en su concepción- es un esfuerzo criminal significaría que los gobiernos nacionales no pueden buscar acuerdos que lleven a desmovilizaciones y que ayuden a bajar las tasas de violencia. Si Estados Unidos tiene información que no conocemos en Colombia, haría bien en compartirla. Mientras tanto, este acto se siente como un abuso de poder más y una falta de respeto a la democracia colombiana. En vísperas de elecciones, ningún país debe buscar intervenir en la autonomía de nuestro proceso electoral. ¿Dónde están las voces sensatas dentro de la diplomacia de la Casa Blanca?

Estamos frente a dos disímiles posturas editoriales. La de El Tiempo se puede calificar de cipaya, muy en la línea del banquero, sancionado económicamente por las autoridades americanas por los actos de corrupción en la construcción de la ruta del sol 2; mientras que la de El Espectador deviene con un tono cargado de dignidad política y periodística frente al poder intimidante del convicto presidente de los Estados Unidos.


PETRO EN LA LISTA CLINTON Y OTRAS TRAGEDIAS FAMILIARES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Queda claro que la inclusión de Petro en la Lista Clinton obedece a un capricho del convicto presidente de los Estados Unidos, quien molesto con Petro por haber exhortado a los militares gringos a desobedecer a Trump y aupado por la derecha colombiana, decidió golpearlo de la peor manera posible que encontró. Reitero que Petro se equivocó al hacer esa incitación a delinquir en una calle de Nueva York.

 Los defensores de Petro y los críticos de la medida adoptada por el Departamento del Tesoro, siguiendo instrucciones del cubano vendepatria, Marco Rubio y por el inmoral huésped del salón Oval de la Casa Blanca  invalidan y cuestiona la decisión recordándole a la derecha local las condenas por narcotráfico de familiares de cipayos colombianos como Martha Lucía Ramírez y Juan Carlos Pinzón Bueno y por supuesto, la aparición de Álvaro Uribe Vélez como el número 82 en un listado de gente con vínculos con narcotraficantes. También recuerdan que un cuñado del secretario de Estado de los Estados Unidos fue condenado por traficar cocaína.

Los tuiteros de la derecha colombiana de inmediato replican que “no hay delitos de sangre”, argumento que, si bien deviene legalmente válido, política y moralmente resulta acomodaticio y con visos de invalidez por las motivaciones y las actitudes cipayas a las que se comprometen a mantener los familiares de los políticos colombianos condenados por narcotráfico. Más claro: Ramírez, Uribe y Pinzón están obligados a aceptar sin chistar las intromisiones gringas en los asuntos internos del país, guardar cómplice silencio frente a las cruzadas militares emprendidas por el Pentágono con las que se violan los derechos humanos y el DIH. El más reciente mutismo de los tres señalados politicastros frente al genocidio en Gaza perpetrado por Israel y avalado por la Casa Blanca hace parte de los compromisos políticos adquiridos por haber conseguido el “perdón” de las autoridades americanas.

Recordemos esos casos para insistir en que el ingreso a la Lista Clinton está mediado por valoraciones morales y los intereses políticos de los Estados Unidos expuestos a través de la ya naturalizada intromisión en los asuntos internos de Colombia, asumida por Uribe, Ramírez y Pinzón, entre otros más, como actividades normales y propias de las narcotizadas relaciones bilaterales.

Los casos de Ramírez, Pinzón, Uribe y el de Marco Rubio confirman lo acomodaticias que resultan las evaluaciones de las autoridades norteamericanas en el momento de elegir a quiénes incluir o no en la famosa Lista Clinton. Miremos también lo que aconteció con los líderes del Cartel de Cali, Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela y sus familias.

Bernardo Ramírez Blanco es hermano de la exministra Martha Lucía Ramírez, consagrada ficha del Establecimiento colombiano. “Fue condenado en 1998 en EE.UU. a 4 años y 9 meses de prisión por conspiración para traficar heroína. Arrestado en 1997 en Miami por reclutar "mulas" para transportar la droga desde Aruba. Cumplió la pena y fue liberado tras fianza pagada por Ramírez y su esposo”.

Entre tanto, el tío materno del precandidato presidencial del uribismo, Juan Carlos Pinzón, resultó “condenado en 1995 en EE.UU. a cadena perpetua por importación y distribución de cocaína (media tonelada vía puerto de Miami). Arrestado en 1993; la sentencia fue ratificada en apelación. Cumple pena en prisión federal de Atlanta”.  Se trata de Jorge Eliécer Bueno Sierra. Pinzón podría ser el candidato presidencial del uribismo, pues prometió que en una “sentada” recompone las relaciones diplomáticas entre USA y Colombia. Es decir, volverá Colombia a operar como si fuera una colonia más de los Estados Unidos.

El caso de Uribe Vélez, señalado por la Agencia de Inteligencia de la Defensa de Estados Unidos, DIA, por sus siglas en inglés, de ser el narcotraficante número 82, resulta llamativo porque dicho señalamiento se dio mucho antes de que se convirtiera en presidente de la República y en el gran defendido por la derecha gringa que presionó a la justicia colombiana durante el reciente juicio penal que se adelantó en contra del exmandatario colombiano. Ya sabemos que Uribe Vélez fue un consagrado lacayo de los gringos en sus dos aciagos periodos presidenciales. De esa manera “pagó sus deudas” con los norteamericanos.

En cuanto a los hermanos Rodríguez Orejuela el país recordará que “28 familiares de los capos del Cartel de Cali, específicamente de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, fueron incluidos en la Lista Clinton (también conocida como la Lista de Narcotraficantes Especialmente Designados o SDN de la OFAC”.

Y termina este corto recorrido por las emblemáticas tragedias familiares con el caso de Marco Rubio. Su cuñado, Orlando Cicilia, esposo de su Barbara Rubio, fue “condenado en 1988 en EE.UU. a 35 años (cumplió 12) por conspiración para traficar cocaína, lavado de dinero, soborno y vínculos con homicidio”.

¿Si efectivamente no hay delitos de sangre, por qué incluyeron en la Lista Clinton a Verónica Alcocer, pareja de Petro (o expareja)? ¿Por qué Martha Lucía Ramírez y Juan Carlos Pinzón jamás fueron incluidos en aquel listado? En cuanto a los hechos que ensucian los nombres de Marco Rubio y Uribe Vélez no es posible hacerse la misma pregunta por cuanto para el caso del político antioqueño estamos hablando de eventuales arreglos políticos y prepolíticos entre el Establecimiento colombiano y las autoridades americanas en la coyuntura electoral que llevó a la Casa de Nariño al exgobernador de Antioquia y exdirector de la Aerocivil. En lo que toca al secretario de Estado de los Estados Unidos su condición de vendepatria borra cualquier sospecha de haberse beneficiado de las andanzas de su cuñado.



veronica alcocer y petro en la lista clinton - Búsqueda Imágenes

sábado, 25 de octubre de 2025

PREMIO NOBEL DE PAZ A MARÍA CORINA MACHADO: CUESTIONADO Y SIN ANTORCHAS

  

Por Germán Ayala Osorio

 

El premio Nobel de Paz a María Corina Machado será recordado por las polémicas y duras críticas que generó ese reconocimiento. Para terminar de ensuciar, manchar y de hacerle perder el brillo al Premio Nobel de Paz el “Consejo de la Paz noruego anunció que no organizará la tradicional procesión con antorchas por el centro de Oslo, para la entrega del premio a Machado por su desacuerdo con dicha elección”. Sin duda alguna, una bofetada a quienes creyeron merecido otorgarle semejante reconocimiento internacional a la venezolana María Corina Machado, ícono y líder de la oposición venezolana que a toda costa viene buscando la caída del presidente Nicolás Maduro Moros.

Varios medios de información colombianos y latinoamericanos registraron apartes del comunicado de prensa publicado por Eline H. Lorentzen, presidenta del Consejo de la Paz noruego: Es una decisión difícil pero necesaria. Tenemos un gran respeto por el Comité Nobel y por el premio de la paz como institución, pero como organización debemos ser fieles a nuestros principios y el amplio movimiento por la paz que representamos. Esperamos celebrar el premio de nuevo en los próximos años. En declaraciones al diario VG, Lorentzen añadió que «algunos de sus métodos no están en consonancia con nuestros principios y valores o los de nuestras organizaciones miembros, como son el impulso del diálogo y de los métodos no violentos”.

La cancelación de la tradicional y simbólica procesión de las antorchas le da la razón a quienes desde varias instancias de la opinión pública internacional cuestionaron o se vieron sorprendidos por la decisión adoptada por los miembros de Comité Noruego del Nobel.




Qué sentido tiene recibir el Premio Nobel de Paz en medio de polémicas ideológicas y políticas y la cancelación del precioso evento. La Cancillería colombiana registró la marcha de las antorchas cuando el presidente Juan Manuel Santos recibió el Nobel de Paz en el 2016: “Cientos de personas, entre los que se encontraban ciudadanos colombianos, se unieron este 10 de diciembre a la marcha de las antorchas en Oslo para felicitar y rendir homenaje al Presidente Juan Manuel Santos, ganador del Premio Nobel de Paz 2016. La marcha inició en la estación central de Oslo y terminó en el Grand Hotel, donde se hospeda el mandatario colombiano”.

El premio Nobel de Paz (2025) a María Corina Machado produjo reacciones encontradas entre quienes reconocen a la líder opositora como una luchadora por la democracia venezolana y aquellos que la asumen como una cipaya que sin importarle las consecuencias sociales y políticas viene apostándole a que los Estados Unidos intervenga militarmente en Venezuela para sacar de Miraflores al ilegítimo presidente Nicolás Maduro Moros,

El también premio Nobel de Paz (1980), Adolfo Pérez Esquivel dirigió una misiva a la recién galardonada en la que cuestiona su actitud cipaya frente a los Estados Unidos. Pérez Esquivel le recordó en la carta que ese país no tiene amigos, sino intereses.

María Corina Machado debería de negarse a recibir el premio Nobel de Paz. Sin duda alguna, la cancelación de la procesión de las antorchas le acabó de restar legitimidad a un galardón que, aunque tiene un carácter político, en esta ocasión los miembros del Comité Noruego del Nobel terminaron alineándose con la política exterior de los Estados Unidos, usando a la cipaya líder de la oposición venezolana para legitimar las presiones económicas, militares y políticas en contra del nefasto régimen de Maduro.



SER CIPAYO PAGA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La historia política colombiana registra ya que Petro es el primer presidente en ejercicio- y a lo mejor será el único- en ser incluido en la Lista Clinton y el expresidente Álvaro Uribe Vélez en haber sido condenado, en primera instancia[1], por delitos no políticos. En el primer caso hay enormes dudas de la legalidad y legitimidad de la decisión tomada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, muy seguramente por presiones directas  del convicto presidente Trump, del secretario de Estado, Marco Rubio, un reconocido cubano vendepatria y de la bancada republicana en el Congreso; entre tanto, en el segundo, hay dudas razonables en torno a la consistencia legal de la absolución en segunda instancia al expresidente Uribe, reconocido agente político al servicio de los intereses norteamericanos.

El columnista Antonio Caballero escribió en el 2007 una columna intitulada Cipayos, en la entonces prestigiosa revista Semana- revista que dejó de existir- que “cuando sonó el himno de los Estados Unidos durante la visita del presidente George W. Bush a Bogotá, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe se puso la mano en el pecho… Álvaro Uribe se comporta como si fuera un funcionario del gobierno de los Estados Unidos, y no el Presidente de un país soberano”.

Si se miran esos dos hechos políticos a la luz de las relaciones diplomáticas y comerciales con los Estados Unidos se encuentran dos denominadores claves: la lucha contra el narcotráfico y la presencia activa de políticos colombianos que frente al país del norte siempre asumieron una actitud cipaya, atada por supuesto al mantenimiento de la más grande mentira que en política se haya naturalizado en la historia reciente: la lucha o guerra contra el narcotráfico.

La llamada guerra contra las drogas es quizás la única “guerra” que se diseñó y declaró para “perderse”. Se trata, por supuesto, de un resultado relativamente negativo en materia política y enormemente positivo para los actores económicos que lavan las millonarias ganancias en los sistemas financieros de Colombia, Estados Unidos y del resto de los países involucrados en el sostenimiento de esa farsa con la que los gringos someten a los cipayos mandatarios colombianos que aceptan sin chistar las condiciones impuestas por sus homólogos norteamericanos. El Plan Colombia discutido y aprobado en el Congreso americano durante la presidencia de Pastrana Arango y su nacionalización en Plan Patriota o Seguridad Democrática (2002-2010) durante las administraciones del ya consagrado cipayo antioqueño constituyen la incontrastable evidencia de que la lucha o guerra contra el narcotráfico es una apuesta y forma de dominación de los Estados Unidos sobre Colombia.

El presidente Petro aceptó jugar esa mentirosa e hipócrita guerra contra el narcotráfico, tratando de modificar en algo las reglas de juego con las que venían imponiendo sus condiciones en Colombia los norteamericanos. Por ejemplo, no perseguir al campesinado que se ve obligado a sembrar la “mata que mata” y orientar las actividades de las autoridades a incautar la cocaína antes de salir por los porosos puertos colombianos. Aunque se han destruido laboratorios de producción del alcaloide, las ordenadas acciones de erradicación de los cultivos de coca quedaron suspendidas porque se priorizó la sustitución por cultivos de pan coger. Los gringos necesitan ver que  en los campos colombianos se derrama la sangre de campesinos, policías y militares.

A pesar del decomiso de grandes cantidades de cocaína, el gobierno Trump siempre vio con ojeriza a Gustavo Petro no tanto porque el convicto y pederasta mandatario estadounidense tuviera presente la vida del primer presidente de “izquierda” en Colombia, sino por los recados que la derecha cipaya colombiana le hacía llegar a Trump al salón oval de la Casa Blanca. En los mensajes allegados se leían solicitudes- verdaderas súplicas- de intervención en los asuntos internos del país y presiones militares, económicas y políticas con el claro objetivo de deslegitimar al gobierno Petro, generar miedo en los agentes económicos del Establecimiento local y evitar la consolidación del proyecto progresista de cara a las elecciones de 2026.

La inclusión de Petro, su exesposa Verónica Alcocer y sus hijos en la inmoral e ilegítima Lista Clinton constituye un fuerte castigo a quien cree firmemente en que Colombia puede y debería operar como un Estado soberano de la mano de su pueblo. Petro se equivocó al hablarle de dignidad a esa parte de la sociedad-incluidos poderosos agentes políticos y económicos de la sociedad civil- que ve a Uribe Vélez como un “patriota, una deidad, un ser superior y un colombiano ejemplar”, cuando realmente es un cipayo que muy seguramente supo “negociar” con el establecimiento gringo aquella aparición en un documento de una agencia gringa como el “narcotraficante número 82[2]”.

Más allá de los errores cometidos por Petro en el manejo de las relaciones diplomáticas con el gobierno Trump, su mayor yerro estuvo en hablar de dignidad y soberanías en estos tiempos en los que predomina el pragmatismo, la codicia, la estupidez, pero sobre todo, el desprecio de la vida de aquel que se atreve a pensar diferente y se enfrenta casi que en solitario a la hegemonía cultural, política y mediática aupada por periodistas, políticos, empresarios, rectores de universidades privadas, docentes, trabajadores y estudiantes que se benefician actuando como orgullosos cipayos. Por lo anterior, ser cipayo paga.

Vuelvo a la columna de Caballero: “Claro está que no es Uribe el primer Presidente colombiano que se comporta ante los Estados Unidos como si fuera una alfombra: como un cipayo, para el usar el nombre de los oficiales indios del Imperio Británico que servían de correa de transmisión entre la potencia colonial y sus propios compatriotas”. Caballero enlistó en ese momento a Mariano Ospina Rodríguez, Andrés Pastrana, Ernesto Samper y César Gaviria. Al viejo listado hay que agregar a Juan Manuel Santos y al homúnculo de Iván Duque Márquez.






[1] En segunda instancia, el Tribunal Superior de Bogotá, en un fallo dividido y controvertido, absolvió al expresidente antioqueño. Lo más probable es que las víctimas de Uribe soliciten a la Corte Suprema de Justicia la revisión de esa decisión. [2] Según Grok, "se trata de un informe de inteligencia desclasificado de la Defense Intelligence Agency (DIA) de Estados Unidos, fechado en septiembre de 1991 y publicado públicamente en 2004 por el National Security Archive (una organización sin fines de lucro de la Universidad George Washington). El documento, titulado "Defense Intelligence Report 91-91", es un listado confidencial de 104 personas consideradas "narcotraficantes colombianos más importantes" vinculados principalmente al Cartel de Medellín, incluyendo figuras como Pablo Escobar (número 79) y Fidel Castaño (fundador de las AUC, número 80)". 

 

viernes, 24 de octubre de 2025

PETRO EN LA LISTA CLINTON: UN GOLPE BAJO CON TRES PROPÓSITOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La inclusión de Gustavo Petro y miembros de su familia en la famosa “Lista Clinton” obedece a una decisión política con propósitos electorales, y con visos de venganza personal de específicos congresistas norteamericanos. Además, se trata de un despropósito judicial y una arbitrariedad del fatuo presidente de los Estados Unidos, condenado por 34 cargos y señalado de pederastia, junto a Jeffrey Epstein.

El inmoral presidente de los Estados Unidos está siguiendo el guion político-moral-electoral que la uribizada derecha colombiana diseñó de la mano de Marco Rubio y Bernie Moreno, entre otros congresistas republicanos para construir el peor ambiente electoral en Colombia de cara a las elecciones presidenciales de 2026. Vicky Dávila, Abelardo de la Espriella, Álvaro Uribe Vélez y Juan Carlos Pinzón Bueno, entre otros, le están apostando a deslegitimar al gobierno Petro con fines desestabilizadores, pero sobre todo para generar terror en el empresariado y en millones de colombianos que asumen que votar por la continuidad del proyecto progresista concita enormes riesgos económicos.  

En los visos de venganza que se observan en la decisión está el congresista republicano Bernie Moreno y su hermano de Luis Alberto Moreno, presidente del BID entre el 2005 y el 2020. En trinos y en reciente alocución presidencial, Petro atacó de manera directa a los hermanos Moreno. “En este libro que hice, que espera ser editado y ojalá traducido al inglés, se cuenta prueba fehaciente el robo del Banco del Pacífico por el hermano del actual senador por Ohio, Bernie Moreno. Aquí podrá ver porque están tan interesado en que Trump rompa con el gobierno de Colombia”. En otro mensaje, borrado por Petro, hizo referencia a “…una operación de lavado de activos hecho en el gobierno de Pastrana. Y hay un segundo hecho que vincula al señor Bernie y es que su hermano participa en esa operación de lavado de tierras”.

La reacción del presidente de la República le da sentido de realidad a la participación de Bernie Moreno en la decisión del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, siguiendo instrucciones del huésped de la Casa Blanca. Esto espetó: “Efectivamente la amenaza de Bernie Moreno se cumplió, yo y mis hijos y mi esposa entramos a la lista OFAC. Mi abogado en mi defensa será Dany Kovalik de los EE. UU. Luchar contra el narcotráfico durante décadas y con eficacia me trae está medida del gobierno de la sociedad que tanto ayudamos para detener sus consumos de cocaína. Toda una paradoja, pero ni un paso atrás y jamás de rodillas”.

Veamos entonces cuáles son los objetivos planteados en esa tarea conjunta diseñada entre los republicanos y la derecha local: acorralar al presidente Petro para que de manera impulsiva termine de ahondar la crisis diplomática entre Washington y Bogotá, por ejemplo, expulsando del país a los militares gringos que hacen presencia en bases militares colombianas gracias a la cooperación bilateral firmada en el 2009. Una medida de esa naturaleza terminaría por consolidar la narrativa que indica que Petro y Maduro son enemigos de los Estados Unidos, razón suficiente para impulsar una intervención militar en ambos países, extender el bloqueo económico a Colombia y de esa manera construir un nuevo “eje del mal” que anime a Trump a tomar otras medidas excepcionales.  

El segundo propósito es deslegitimarlo como figura política haciéndolo aparecer como una defensor de Hamas, grupo extremista y terrorista que masacró a más de mil personas, hecho que generó la ira santa de Israel y el consabido genocidio contra el pueblo Palestino que Estados Unidos y Europa apoyaron de manera decidida.

El tercer objetivo es naturalizar de tal manera la injerencia de los Estados Unidos en los asuntos internos del país, que la continuidad del proyecto progresista o el triunfo de un candidato de “centro” obligaría a esos mandatarios a aceptar sin chistar las nuevas formas de intrusión de los gringos en las dinámicas institucionales de Colombia, en particular en asuntos como la lucha contra el narcotráfico en las que el próximo gobierno estaría obligado a perseguir al campesinado y  olvidarse de hostigar a los agentes mafiosos que el sistema financiero internacional y la DEA previamente han aceptado para mantener la pantomima de una lucha que aunque fracasada debe continuar por el bien de la economía norteamericana, la colombiana y la del mundo entero.

La pregunta que surge es: ¿Se pudo evitar este desenlace político-moral-electoral? La respuesta es no, por varias razones a saber: la crisis diplomática entre Bogotá y Washington, el desobligante trato de Trump al presidente Petro y la inclusión de este último en la Lista Clinton jamás fueron manejados internamente como asuntos de Estado. El silencio de los presidentes de las altas cortes, el apoyo de varios expresidentes de la República y del propio empresariado frente al calificativo que lanzó Trump contra Petro, llamándolo “líder de los narcotraficantes” dio cuenta de una inexistente visión de Estado y una fractura institucional que al final incentivó al presidente de los Estados Unidos a continuar atropellando al país, a la dignidad presidencial y a los colombianos. Por supuesto que estos tres últimos elementos los asumen los miembros de la derecha uribizada como parte de la retórica mamerta con la que Petro insiste en inhumar el concepto de dignidad que Uribe y otros agentes del Establecimiento colombiano  enterraron en una de las tantas fosas comunes que aún existen en el “País de la Belleza”.

Por supuesto que al presidente Petro le cabe responsabilidad política al preferir la confrontación personal con Trump, en lugar de entregarle a los diplomáticos la tarea de manejar este desenlace que de todas maneras afecta negativamente la continuidad del proyecto progresista en el 2026. Y no se trata aquí de gritar “ni un paso atrás y jamás de rodillas”, estribillo sostenido en una visión de Estado, con todo y soberanías, que no tienen los presidentes de las altas cortes y el uribismo. A lo mejor Petro no creyó que el Establecimiento colombiano fuera capaz de dejarlo solo frente al poder intimidatorio del gobierno norteamericano. O no midió de hasta dónde son capaces de llegar sus más visibles agentes de poder con tal de hacerse nuevamente con la Casa de Nari.

Adenda: si la izquierda gritaba con emoción y algarabía que Uribe es el primer expresidente condenado (en primera instancia) por delitos no políticos; la derecha hará lo mismo gritando que Petro es el primer presidente colombiano en hacer parte de la deshonrosa e inmoral Lista Clinton. 

Imagen tomada de Infobae. Este fue el libro que Gustavo Petro escribió sobre escándalo que involucraría al hermano del senador Bernie Moreno: espera que lo traduzcan al inglés - Infobae

jueves, 23 de octubre de 2025

TRES CONCEPTOS DETRÁS DEL ENFRENTAMIENTO ENTRE PETRO Y TRUMP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En el agrio enfrentamiento verbal entre Trump y Petro aparecen varios conceptos que complejizan el conflicto entre estos machos alfa: dignidad y soberanías popular y estatal. Se trata de tres conceptos políticos que la mayoría de los colombianos no entiende y que poco les importa su aplicación o exigencia en la vida práctica porque están resolviendo el día a día bajo condiciones de precariedad salarial y las incertidumbres, rabia y desazón que generan múltiples formas de violencia urbana y rural.

Al defender el presidente Petro esas tres categorías y al hacer un uso ideologizado de las mismas, de inmediato los periodistas afectos al Establecimiento colombiano reducen esa mamertizada defensa a las “rabietas” propias de un exguerrillero, comunista, nacionalista y antiimperialista con las que busca ser recordado como el político que se le plantó al hostil, bravucón y pederasta presidente de los Estados Unidos. Por supuesto que ese reduccionismo mediático termina consolidando la narrativa que señala que al enemistarnos con los Estados Unidos el miedo ya no es convertirnos en Venezuela, sino en ser una segunda Cuba por las sanciones económicas con las que amenazó el presidente estadounidense.

Con ese relato, la derecha aspira a recuperar la Casa de Nari (no la de Nariño) con dos objetivos claros: el primero,  revertir las decisiones adoptadas por Petro en varios ámbitos, como sus acercamientos a la “China comunista” que tanto molestó al anaranjado huésped de la Casa Blanca y el segundo, regresar a la indigna relación de sometimiento al país norteamericano, fruto de la connivencia de varias autoridades estadounidense con la naturalizada corrupción en Colombia en su lucha contra el narcotráfico y en el manejo discrecional de las ONG de la “ayuda” gringa. La complicidad de los gringos, republicanos y demócratas con la Colombia mafiosa es una forma efectiva de sometimiento político y económico con la que se configura la imagen de que el país es el “patio trasero” de USA.

A Trump solo le sirve que a la Casa de Nariño llegue un presidente que lleve incorporadas las “rodilleras”, símbolo de sometimiento al capricho norteamericano de mantener la fracasada e hipócrita lucha contra el narcotráfico de la que se benefician agencias como la DEA, el sistema financiero internacional y los bancos gringos que le lavan el sucio dinero a los narcos que según Petro viven plácidamente en Miami.

Con la crisis diplomática entre Washington y Bogotá la prensa colombiana revivirá el sempiterno miedo al comunismo y al castrochavismo con el que el uribismo logró por largos 20 años ocultar toda clase de crímenes, privatizar el Estado para el beneficio de unas pocas familias e inhumar esos tres conceptos que sus más visibles voceros los atan a la histórica relación de sometimiento a los intereses de los norteamericanos. Y ahora que varios congresistas republicanos expresaron su felicidad por la absolución del expresidente Uribe Vélez, estos mismos “virreyes” se encargarán de meter más miedo a los colombianos. Carlos A. Jiménez, congresista gringo, dijo recién en su cuenta de X que “nosotros apostamos por un hemisferio libre de dictaduras narcoterroristas, libre de comunismo y libre de miseria”.

El hambre, la pobreza, las múltiples formas de violencia, la ignorancia, la desinformación y los 20 años de uribismo impidieron que esos tres conceptos hagan parte de la vida cotidiana de los colombianos. No se necesita ser petrista para defender y exigir su respeto y aplicación efectiva. Bastaría con sentirse ciudadano del mundo, quitarse las rodilleras, abrir los ojos y retirarse la venda que el uribismo, con la ayuda de la prensa, les pusieron a millones de colombianos que siguen creyendo en lo que dice Uribe, el político más mañoso y dañino que ha parido esta tierra.



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miércoles, 22 de octubre de 2025

ENTREVISTA DE CORONELL A PETRO: SALIÓ MAL

 Por Germán Ayala Osorio

 

La entrevista que le concedió Gustavo Petro a Daniel Coronell fue un verdadero encontronazo entre un presidente atrincherado en su dignidad y en su incontrastable ego y un periodista empecinado en cuestionarlo y en sacarle un titular que sirviera para empeorar las relaciones con Trump, mandatario al que el columnista se cuida de criticar por razones ideológicas y migratorias. Desde su cuenta de X, Coronell iba dejando claro de qué lado estaba: Petro se muestra desafiante ante la grave crisis diplomática con Trump. ¿Se atrevería Coronell a usar el mismo vocablo para caracterizar y calificar la conducta altanera, irresponsable y soberbia del fatuo presidente de los Estados Unidos? Por supuesto que no. Cuando se trata de hablar de las tensas relaciones bilaterales entre los dos países, el reconocido columnista siempre se parará del lado de la tierra del Tío Sam. Es claro que a Coronell le da miedo cuestionar las andanadas de Trump en contra del presidente colombiano.

Petro concede la entrevista pensando quizás en llegarle al público hispano de Univisión y muy seguro de que el secretario de Estado, Marco Rubio, entre otros agentes políticos que le hablan al oído al convicto presidente norteamericano estarían atentos al desarrollo de esta. Entre tanto, Coronell buscó entrevistarlo para aprovecharse periodística y económicamente de lo que pudiera decir el jefe de Estado en medio de la crisis diplomática entre Estados Unidos y Colombia. El rating estaba asegurado.

En términos periodísticos se trató de una entrevista enrarecida, dispersa, incómoda, “jarta” y difícil por dos razones fundamentales: 1. Por la predisposición ideológica con la que ambos llegaron al encuentro. Petro reconoce a Coronell como un periodista de derecha, lo respeta, pero sabe muy bien que como ciudadano y periodista es un cipayo que sabe rendirle pleitesía a los gringos. Y Coronell llegó con la firme intención de desdibujar a la figura presidencial colombiana, tratando de pincharle el ego con preguntas, insinuaciones y señalamientos que Petro manejó relativamente bien a pesar de que en términos comunicacionales evitó contestar los interrogantes que le expuso su interlocutor, lo que claramente ensució el diálogo y lo hizo ver como un presidente grosero. 2. Por la compleja coyuntura política y diplomática, tanto Petro como Coronell buscaron sacarse provecho. El presidente colombiano le hablaba al periodista, pero estaba pensando más en sus detractores estadounidenses, que en explicarle a las audiencias de Colombia las razones por las que se llegó a este punto de no retorno en las relaciones entre Bogotá y Washington. Petro debió tranquilizar a los colombianos que la prensa hegemónica local está empecinada en asustar por cuenta de las posibles sanciones económicas que imponga el anaranjado presidente estadounidense.

Coronell es un periodista anti uribista que ha sido incapaz de llamar genocidio a lo hecho por Israel en Gaza, con la anuencia de los Estados Unidos, país en el que vive desde hace varios años. Es un columnista muy leído, pero es cercano al establecimiento colombiano.

Después de la entrevista-encontronazo, Coronell dijo lo siguiente: “Nunca he tenido una conversación tan difícil con él, como la de hace dos días, en la Casa de Nariño. A lo largo de estos 40 años de conocernos he tenido grandes diferencias con él y he criticado su gestión como alcalde y presidente, tanto como reconocí sus grandes debates de denuncia y control político como congresista. Nunca, en todos estos años y entrevistas he visto al presidente Gustavo Petro tan alterado como este lunes. No es el mejor estado de ánimo para manejar una crisis de las dimensiones que puede tomar en los próximos días”.

Después de ver completa la entrevista, señalo que tanto Coronell como Petro se equivocaron. El primero, por querer aprovecharse de la compleja coyuntura diplomática entre USA y Colombia y creer que Petro le contestaría todas sus preguntas, cuestionamientos e insinuaciones que por momentos incomodaron al mandatario. Coronell sabía que Petro llegaría “cargado de tigre” y quiso aprovecharse periodística y políticamente de ese momento; y el segundo, porque llegó al diálogo cargado emocionalmente y golpeado en su ego por el tratamiento de mafioso que le dio el convicto y pederasta presidente estadounidense. Conclusión: Petro no debió conceder la entrevista a Coronell. Como diría el entonces Defensor del Pueblo, Carlos Camargo: "salió mal". 

 


martes, 21 de octubre de 2025

EFECTOS CULTURALES E INSTITUCIONALES DEL FALLO A FAVOR DE URIBE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El fallo de segunda instancia que absuelve al expresidente Álvaro Uribe Vélez  de la condena a  12 años de prisión domiciliaria proferida por la jueza 44, Sandra Heredia tendrá importantes y graves efectos institucionales en la rama judicial en donde reposan otros procesos a los que está vinculado el expresidiario y exgobernador de Antioquia y por supuesto, esa misma decisión judicial de dos de los tres magistrados del Tribunal Superior de Bogotá que estudiaron la apelación de la defensa del político antioqueño,  generará perjuicios en el ámbito sociocultural.

Miremos los efectos negativos que generará el laudo leído por el magistrado Merchán en las dinámicas internas del aparato de justicia.  Lo primero que hay que señalar es que la interpretación que hicieron los magistrados del Tribunal Superior de Bogotá del material probatorio y los cuestionamientos a la exégesis de la jueza Sandra Heredia ponen en entredicho la probidad, el criterio jurídico y la idoneidad de todos los operarios judiciales que por ejemplo avalaron la legalidad de la intervención de las líneas telefónicas en las que se escucha hablar a Uribe Vélez con su aboganster Diego Cadena.

Los togados de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) a la luz de lo leído por Merchán (magistrado ponente), actuaron de mala fe al usar los audios allanados para impulsar el proceso penal que después de 13 años mantiene a Uribe procesado, condenado en primera instancia, absuelto en segunda y vinculado hasta que sea la misma CSJ la que defina la situación jurídica del temido político. A pesar de la absolución que acaba de recibir Uribe, mantiene su condición sub judice hasta que la CSJ tome una decisión de fondo en la instancia de casación a la que la defensa de las víctimas de Uribe ya dijo que llevará al mediático y espinoso caso.

De regresar al poder el uribismo a la Casa de Nariño en el 2026 no se descarta que se inicien actividades de persecución judicial en contra de la jueza Sandra Heredia y sus antecesoras que validaron todo lo actuado por los magistrados de la Sala de Instrucción de la CSJ, corporación en donde se originó este enrevesado proceso. No podemos olvidar las amenazas, cuestionamientos políticos y mediáticos que recibió Heredia después de leer el fallo en el que condenó a Uribe a 12 años de prisión por tres graves delitos.

Con la absolución de Uribe, el Tribunal Superior de Bogotá envía un mensaje que bien puede leerse como intimidante por parte de los fiscales y los jueces que en diferentes momentos compulsaron copias a la Fiscalía para que Uribe fuera investigado por sus relaciones con grupos paramilitares y recientemente por el asesinato del defensor de derechos humanos, José María Valle, en los tiempos en los que el caballista y hacendado fungió como gobernador de Antioquia. Hablo del magistrado Rubén Darío Pinilla Cogollo, que siendo presidente de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín compulsó copias para que se investigara a Álvaro Uribe Vélez por vínculos con el paramilitarismo; y también de la jueza de Medellín, Claudia Marcela Castro, quien compulsó copias a la Fiscalía para que investigue si el expresidente Uribe y su hermano Santiago tienen alguna responsabilidad en el crimen de José María Valle.

En lo que respecta a los efectos socioculturales del polémico fallo de segunda instancia que beneficia al “rufián de esquina”, estos tienen que ver con la legitimación y naturalización del imaginario individual y colectivo que señala que entre más poder económico y político concentre un hombre en Colombia, la capacidad de la justicia de procesarlo y condenarlo desaparece, en particular cuando son jueces o fiscales hombres a los que les corresponde revisar los procesos a los que está vinculado el señor Uribe. Creo que aquello del “cacorraje nacional” del que habló la escritora Carolina Sanín tendría una inexorable conexión con los fallos proferidos por jueces. La magistrada María Leonor Oviedo se apartó de la decisión con la que sus dos colegas del Tribunal Superior de Bogotá absolvieron a Uribe Vélez, Alexandra Ossa Sánchez y Manuel Antonio Merchán. 

Ese imaginario deviene atado del ethos mafioso que rodea a la operación de jueces. Fiscales y magistrados que emiten fallos politizados e ideologizados en virtud de presiones o de simpatías hacia políticos poderosos, asumidos por una parte importante de la sociedad como deidades intocables e incuestionables.

Los dos magistrados del Tribunal Superior de Bogotá dejaron pasar la oportunidad de fallar para producir un cisma cultural en una sociedad como la colombiana que además de devenir confundida moralmente, necesita con urgencia proscribir el ethos mafioso y por supuesto el imaginario colectivo e individual que indica que la “justicia es para los de ruana” como consecuencia del incontrastable poder que acumulan hombres como Uribe Vélez. Eso sí, el fallo absolutorio no es sinónimo de inocencia porque por lo menos la mitad de los colombianos hace rato “condenó” al expresidente Uribe. A veces, la condena social y el consabido desprecio por las actuaciones del temido político resultan con mayor legitimidad que las que se producen en instancias judiciales permeadas por presiones de carácter político.




Imagen tomada de la red. 

lunes, 20 de octubre de 2025

EXPRESIDENTES COLOMBIANOS CIERRAN FILAS EN FAVOR DE TRUMP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El calificativo de líder de narcotraficantes que lanzó Trump contra el presidente Petro sirvió para probar la cohesión y la coherencia de la institucionalidad estatal y la visión de Estado de los expresidentes Samper, Pastrana, Uribe, Santos y Duque.

La Defensora del Pueblo, Iris Marín y el Procurador General de la Nación, Gregorio Eljach rechazaron el pronunciamiento del presidente de los Estados Unidos en contra del presidente colombiano. Dichas posturas contrastan con el silencio de los presidentes de las altas cortes que a la fecha no rechazaron la irrespetuosa y temeraria arremetida verbal del convicto Donald Trump. Parece ser que los togados temen que el pederasta presidente norteamericano les quite la visa, documento que la clase política y empresarial asumen como un invaluable tesoro con el que suelen justificar las arrogantes, desafiantes y desobligantes posturas asumidas por las autoridades gringas en contra de Colombia. Lo que queda claro es que los líderes de esas altas corporaciones judiciales no tienen una clara visión de Estado.

La misma miope y empobrecida visión del Estado la exhibieron los exmandatarios Andrés Pastrana Arango y Álvaro Uribe Vélez. En la carta que enviaron a Petro dejaron ver que su condición de expresidentes está alejada y no se conecta con la dignidad del cargo de jefes del Estado que ostentaron en el pasado. Pastrana estuvo en la Casa de Nariño en calidad de cipayo de los Estados Unidos. La aprobación del Plan Colombia en el Congreso americano y su nula discusión en el Congreso colombiano y el diseño mismo de dicho plan de intervención militar de los gringos en el conflicto armado interno dan cuenta del nivel de estulticia y de la actitud lacaya del genuflexo presidente conservador, quien jamás actuó como un verdadero estadista.

En esa misma línea inmoral y pasmosa indignidad actuó Álvaro Uribe Vélez, de quien las autoridades gringas tienen información de sus andanzas en el pasado que lo enredan con paramilitares, masacres como las del Aro y la Granja, el asesinato de José María Valle y relaciones con narcotraficantes, de acuerdo con investigaciones periodísticas, procesos penales a los que está vinculado y su aparición en una lista de una autoridad americana en la que aparecen narcotraficantes. Uribe aparece en ella bajo el número 82. El país recuerda que el mismo Pastrana acusó de ser paramilitar a Uribe. Hoy, años después, cogidos de las manos le hacen oposición al gobierno Petro.

Esa actitud lacaya de Uribe y Pastrana, ambos eficientes y obedientes criados apoyados por la Casa Blanca en sus nefastos periodos presidenciales se confirmó con la reciente misiva que le enviaron a Petro. En lugar de exigir explicaciones y rechazar el señalamiento de Trump, estos dos consagrados mercaderes de las soberanías popular y estatal y ladinos políticos dicen en su carta que “con sentido patriótico y profunda preocupación, los expresidentes de Colombia abajo firmantes demandamos del señor presidente Petro la definición clara de su relación con el jefe del Cartel de Los Soles, Nicolás Maduro Moros, así como una explicación del llamado Pacto de La Picota y la consecuente coincidencia de las posteriores conversaciones llamadas Paz Total con grupos de las organizaciones criminales del narcotráfico disfrazadas con estatus político”.

Sin duda alguna, estamos ante una vergonzosa actitud de dos expresidentes que gobernaron al país sin saber qué es eso de ser jefe del Estado. En su abierta y clara actitud lacaya e incoherente, estos dos exmandatarios se atreven en la misma carta a “exigir serenidad, prudencia y sentido nacional, por encima del egoísmo, en el manejo de esta crisis que pone en riesgo la seguridad, el bienestar del pueblo y sectores claves de la economía colombiana”. ¿Sentido nacional? ¿Sabrán qué significa aquello del sentido nacional este par de politicastros? La verdad, no lo creo.

La respuesta de Petro, en su calidad de jefe del Estado, fue contundente: “Por respeto a la juez y a la justicia de Colombia esta carta no debe ser contestada, por dos expresidentes del que se tienen sospechas de vínculos con uno de los negocios más grandes de Colombia, y dos: porque uno ha sido condenado y paga condena por la justicia”.

Entre tanto, Iván Duque Márquez, el pasante que pernoctó por cuatro años en la Casa de Nariño, reaccionó con la misma indignidad de Pastrana y Uribe. Por su condición de títere de Uribe y eterno aprendiz de presidente no se le puede exigir que oficie como exjefe de Estado. Duque Márquez será recordado por su mediocridad, su infantil discurso en inglés, en particular aquella alusión que hizo en un evento internacional a los 7 enanitos y por supuesto su inolvidable auto entrevista en la misma lengua.

El expresidente Santos sin exhibir una visión integral de Estado, por lo menos reconoció que tanto Trump como Petro se han insultado. El único expresidente que asumió una postura cercana a la visión de Estado que en esta columna se reclama fue Ernesto Samper Pizano, político que frente a los gringos ha mantenido una actitud digna desde antes de que le retiraran la visa americana.



Imagen tomada de la red X. 

ANTIOQUIA SE QUEDA SIN REINA: LAURA SE FUE

  Por Germán Ayala Osorio   La renuncia de la Señorita Antioquia, Laura Gallego Solís a representar a su departamento en el Reinado Nac...