viernes, 31 de octubre de 2025

EL “FUTURO" DE COLOMBIA EN MANOS DE URIBE Y GAVIRIA

 





Por Germán Ayala Osorio

 

La cumbre de los expresidentes César Gaviria Trujillo y Álvaro Uribe Vélez es el resultado de la enorme preocupación que produjo en el Establecimiento la positiva votación que obtuvo la consulta del Pacto Histórico el pasado 26 de octubre, en una fecha electoralmente “fría”.

De ahí la necesidad de estos dos carcamales de reunirse para consolidar el TCP (Todos Contra Petro o el Petrismo) de la mano de aquellos que compartan el desespero de recuperar la Casa de Nari en el 2026, convertida por ellos mismos en la guarida desde la cual el uribismo completó 20 años privatizando el Estado para el beneficio de unas cuantas familias. La pobreza que pactaron erradicar en la sonada reunión es el resultado de esos 20 años de uribismo a los que por supuesto hay que sumar las medidas neoliberales aplicadas previamente por los irresponsables de César Gaviria y Andrés Pastrana.

La prensa hegemónica llamó a lo acordado entre estos dos valedutinarios como la “coalición por el futuro de Colombia”, una especie de eslogan que nos recuerda aquella frase con la que asumió la presidencia Gaviria Trujillo, “bienvenidos al futuro”. El país recuerda que futuro no hubo porque vino el apagón, la “hora Gaviria”, las barcazas inservibles, el centro de operaciones y veraneo del criminal Pablo Escobar Gaviria y su posterior “fuga”; y por supuesto, el kínder de Palacio con el que impusieron las recetas neoliberales con las que se naturalizaron la pobreza, la inequidad, la informalidad y la precariedad laborales y su posterior explotación electoral por el populismo de izquierda y derecha. El diseño mafioso del sistema de salud es también “obra” de la derecha y el uribismo.

La señalada cumbre es el mejor ejemplo para explicar el pragmatismo moral y ético-político con el que suele actuar la derecha colombiana. Atrás quedaron los gritos de “Uribe mentiroso, Uribe mentiroso” del expresidente nacido en la ciudad de Pereira. Justamente, esa actitud pragmática con la que siempre asumieron el ejercicio del poder político les permite a sus más notables animadores y militantes olvidarse de las denuncias de corrupción público-privada, consideradas como un incómodo relato solo superable con acuerdos burocráticos, la entrega contratos millonarios y ministerios.  

El expresidente, exdirector de la Aerocivil y domador de bestias, Álvaro Uribe previa a la reunión con Gaviria, hizo lo propio con Ingrid Betancur quien como ya es costumbre,  cada cuatro años aparece para ver qué logra pescar de un Establecimiento que ve con preocupación una eventual continuidad del proyecto progresista a pesar de la mala prensa, los escándalos de corrupción, la fallida Paz Total y los errores cometidos por el presidente Petro en el manejo de las relaciones con los Estados Unidos. Con eso y todo se logró desaparecer el fantasma del castrochavismo y el miedo a “convertirnos en Venezuela”.

Tras el aval de Oxígeno Verde a Juan Carlos Pinzón Bueno, la reunión con Uribe Vélez era inevitable por una razón fundamental:  el expresidente antioqueño ya dejó ver su complacencia y preferencia por el exministro Pinzón para que sea el candidato único de la derecha para enfrentar a Iván Cepeda Castro si el CNE y el Consejo de Estado determinan que no podrá participar del frente amplio en marzo de 2026 por tratarse de dos consultas interpartidistas.  Oxígeno Verde es la microempresa electoral que cada cuatro años Ingrid Betancur activa para sacar réditos políticos, económicos y electorales.

Es claro que Uribe Vélez no confía en ninguna de sus cuatro “tigresas” (Cabal, Holguín, Paloma Valencia y Vicky Dávila), por su condición de mujeres. Uribe necesita poner en el Solio de Bolívar a un hombre para lidiar con él bajo la relación “macho a macho” en la que se siente cómodo el zafio latifundista, ganadero y caballista. El sistema patriarcal y el machismo aún no exhiben las grietas culturales suficientes para permitir que una mujer llegue a la Casa de Nariño.

El encuentro Gaviria-Uribe da cuenta del incontrastable cinismo con el que opera el poder político en Colombia. No habrá jamás renovación política en la derecha y mucho menos espacio para la consolidación de un verdadero centro mientras que politicastros como estos dos vejestorios sigan representando los intereses de los más poderosos agentes económicos del viejo Establecimiento colombiano que siguen asumiendo al país como un platanal con bandera.




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