Por Germán Ayala Osorio
La cumbre de los expresidentes
César Gaviria
Trujillo y Álvaro Uribe Vélez es el resultado de la enorme preocupación que produjo
en el Establecimiento la positiva votación que obtuvo la consulta del Pacto Histórico
el pasado 26 de octubre, en una fecha electoralmente “fría”.
De ahí la necesidad de estos dos
carcamales de reunirse para consolidar el TCP (Todos Contra Petro o el Petrismo)
de la mano de aquellos que compartan el desespero de recuperar la Casa de Nari
en el 2026, convertida por ellos mismos en la guarida desde la cual el uribismo completó
20 años privatizando el Estado para el beneficio de unas cuantas familias. La pobreza
que pactaron erradicar en la sonada reunión es el resultado de esos 20 años de
uribismo a los que por supuesto hay que sumar las medidas neoliberales aplicadas
previamente por los irresponsables de César Gaviria
y Andrés Pastrana.
La prensa
hegemónica llamó a lo acordado entre estos dos valedutinarios como la “coalición
por el futuro de Colombia”, una especie de eslogan que nos recuerda
aquella frase con la que asumió la presidencia Gaviria Trujillo, “bienvenidos
al futuro”. El país recuerda que futuro no hubo porque vino el apagón, la “hora
Gaviria”, las barcazas inservibles, el centro de operaciones y veraneo del
criminal Pablo Escobar Gaviria y su posterior “fuga”; y por supuesto, el kínder
de Palacio con el que impusieron las recetas neoliberales con las que se naturalizaron
la pobreza, la inequidad, la informalidad y la precariedad laborales y su
posterior explotación electoral por el populismo
de izquierda y derecha. El diseño mafioso del sistema de salud
es también “obra” de la derecha y el uribismo.
La señalada cumbre es el mejor
ejemplo para explicar el pragmatismo moral y ético-político con el que suele actuar
la derecha colombiana. Atrás quedaron los gritos de “Uribe mentiroso,
Uribe mentiroso” del expresidente nacido en la ciudad de Pereira. Justamente,
esa actitud pragmática con la que siempre asumieron el ejercicio del poder
político les permite a sus más notables animadores y militantes olvidarse de las
denuncias de corrupción público-privada, consideradas como un incómodo relato
solo superable con acuerdos burocráticos, la entrega contratos millonarios y
ministerios.
El expresidente, exdirector de la
Aerocivil y domador de bestias, Álvaro Uribe previa a la reunión con Gaviria,
hizo lo propio con Ingrid Betancur
quien como ya es costumbre, cada cuatro
años aparece para ver qué logra pescar de un Establecimiento que ve con preocupación
una eventual continuidad del proyecto progresista a pesar de la mala prensa,
los escándalos de corrupción, la fallida Paz Total y los errores cometidos por
el presidente Petro en el manejo de las relaciones con
los Estados Unidos. Con eso y todo se logró desaparecer el fantasma del castrochavismo
y el miedo a “convertirnos en Venezuela”.
Tras el aval de Oxígeno
Verde a Juan Carlos Pinzón
Bueno, la reunión con Uribe Vélez era inevitable por una razón fundamental:
el expresidente antioqueño ya dejó ver
su complacencia y preferencia por el exministro Pinzón para que sea el
candidato único de la derecha para enfrentar a Iván Cepeda Castro si el CNE y
el Consejo de Estado determinan que no podrá participar del frente amplio en
marzo de 2026 por tratarse de dos consultas interpartidistas. Oxígeno Verde es la microempresa electoral que
cada cuatro años Ingrid Betancur activa para sacar réditos políticos, económicos y
electorales.
Es claro que Uribe Vélez no
confía en ninguna de sus cuatro “tigresas” (Cabal,
Holguín, Paloma Valencia y Vicky Dávila),
por su condición de mujeres. Uribe necesita poner en el Solio de Bolívar a un
hombre para lidiar con él bajo la relación “macho a macho” en la que se siente
cómodo el zafio latifundista, ganadero y caballista. El sistema patriarcal y el
machismo
aún no exhiben las grietas culturales suficientes para permitir que una mujer
llegue a la Casa de Nariño.
El encuentro Gaviria-Uribe da
cuenta del incontrastable cinismo
con el que opera el poder político en Colombia. No habrá jamás renovación política
en la derecha y mucho menos espacio para la consolidación de un verdadero
centro mientras que politicastros como estos dos vejestorios sigan
representando los intereses de los más poderosos agentes económicos del viejo
Establecimiento colombiano que siguen asumiendo al país como un platanal con
bandera.
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