Por Germán Ayala Osorio
La salida intempestiva del país de Antonella Petro Alcocer, hija del presidente de la República, da cuenta de los niveles de odio a los que hemos llegado en Colombia por cuenta de tres hechos sociopolíticos ligados entre sí: el primero de estos está enlazado a la llegada al poder por primera vez de la izquierda democrática, en más de 200 años de República, realidad inesperada para la que no estaban preparados la mayoría de los agentes del "viejo" establecimiento.
El segundo hecho está atado al pasado de ese primer presidente progresista: se trata de un exguerrillero del M-19, guerrilla urbana caracterizada por dar golpes mediáticos como el robo de 5 mil armas del cantón norte de Bogotá, el robo de la espada de Bolívar y protagonista en la redacción de la Constitución de 1991. La toma del Palacio de Justicia, de la que no participó Gustavo Petro, ha servido de catalizador a la animadversión que profesan cientos de miles de colombianos hacia el presidente y su familia.
El tercero está enlazado a la Petrofobia alentada por las empresas mediáticas que acordaron hacerle oposición política apelando a mentiras, exageraciones, amañadas interpretaciones y ataques personales contra el presidente y los miembros de su familia. Todas esas acciones como resultado del clasismo y el sectarismo ideológico de la derecha hegemónica. Todos los santos días en los magacines radiales Blu radio y La FM el tema de conversación es lo que hace, dice o deja de decir el presidente de la República. Entre tanto, diarios como El Colombiano y El Tiempo tergiversan los hechos políticos con el claro objetivo de deslegitimar al gobierno y generar incertidumbres y en casos muy precisos, pánico económico. Lo que viene haciendo la revista Semana es la constatación de la ideologización del periodismo y por tanto, del fallecimiento de su deontología y de sus mínimos éticos.
Es bajo esa realidad sociopolítica que es posible entender el obligado abandono del país de Antonella Petro, sometida a un proceso de acoso y hostigamiento en redes sociales y en escenarios públicos como estadios de fútbol, por ser hija de Petro. Los ataques a la menor de edad incluyeron burlas asociadas a su figura física, elemento este que hace evidente la ruindad y la bajeza de quienes atacaron y asediaron a la joven, hasta obligarla a abandonar la Casa de Nariño.
Lo sucedido con Antonella Petro Alcocer debería de hacernos reflexionar sobre los violentos y peligrosos niveles de crispación ideológica a los que hemos llegado por cuenta de aquellos periodistas vedettes y figuras de la farándula, como Marbelle, que se resisten a aceptar que 11 millones de colombianos votaron y eligieron al exguerrillero del M-19 que una vez perdonado por el Estado, se acogió al sistema político y democrático. Y fue bajo esas reglas que se convirtió en jefe del Estado.
Hay que recordar que la cantante Marbelle atacó por lo menos en dos ocasiones a Antonella. En la primera, se burló del tamaño de los ojos de la hija del presidente. Y en la segunda, la descalificó haciendo alusión a que se veía como una habitante de calle. Marbelle hizo un juicio estético, fruto de su evidente arribismo.
En la red X Petro ha sabido "capotiar" los ataques políticos e incluso personales que ha recibido de una oposición social y política a la que le ha faltado grandeza, argumentos y dosis de eticidad y moralidad muy comunes en sociedades civilizadas. No se puede esperar que una menor de edad como Antonella asuma los sistemáticos hostigamientos de la misma forma como lo ha hecho su progenitor.
Si las partes enfrentadas no le bajan un tanto a la violencia discursiva y los medios masivos hegemónicos hacen lo propio con la Petrofobia, las elecciones de 2026 pueden resultar más violentas.