domingo, 21 de enero de 2024

PIEDAD CÓRDOBA RUIZ Y LOS TITULARES SOBRE SU MUERTE

 

Por Germán Ayala Osorio

Con la muerte de la senadora Piedad Córdoba Ruiz nuevamente el país de las redes sociales y la política deja ver los miedosos niveles de crispación ideológica y animadversión de una sociedad que no encuentra el camino para convivir en medio de las diferencias. En los titulares de la prensa tradicional se puede observar el fenómeno socio cultural y político que nos confirma a nosotros mismos y al mundo, que somos una sociedad intolerante, racista, misógina y clasista.

Los titulares en la prensa cumplen la función de recoger el sentido y la importancia de los hechos noticiosos de los que dan cuenta. Y con enorme claridad dejan ver la postura política del medio e incluso, su nivel de animosidad frente a personajes públicos o a los hechos en los que están involucrados.

Veamos varios titulares para ejemplificar el asunto. EL TIEMPO, periódico del banquero Sarmiento Angulo, expuso en primera página de su versión impresa el siguiente titular: Ataque cardíaco puso fin a la vida de Piedad Córdoba (21 de enero). El día del fallecimiento fue el 20 de enero y así título EL TIEMPO en su versión digital: Atención: fallece en Medellín la senadora Piedad Córdoba. El cambio de tono es evidente.

Desde la ubicación y el diseño, el suceso político es minimizado por el editor general, quien decidió exponer el hecho noticioso en una sola columna y al lado derecho del lector. Es claro que el fallecimiento de la congresista no daba para reseñarlo a dos o tres columnas. Podrán argumentar que ya habían reseñado la muerte y que no valía la pena dedicarle más espacio a reseñar lo que en vida hizo o dejó de hacer la senadora liberal. Para acabar de expresar y registrar la animadversión de EL TIEMPO como medio informativo, en el lead de la noticia se lee lo siguiente: "la combativa y polémica senadora Piedad Córdoba, muy cercana a Hugo Chávez y a las Farc, y sobre quien pesaba una investigación de la Corte Suprema de Justicia por Farcpolítica y por enriquecimiento ilícito, murió ayer en Medellín a los 68 años de edad". 

Decir que era cercana a Chávez Frías y a las Farc, conlleva una carga ideológica con la que claramente se busca ahondar en las negativas narrativas con las que se macartiza y se persigue a todo lo que huela a izquierda. Y sobre la investigación por "Farcpolítica" hay que señalar que al romperse la cadena de custodia de las USB halladas en el campamento de Raúl Reyes en el Ecuador, todos los señalamientos sobre su cercanía a las Farc quedaron sin sustento legal. En cuanto al proceso de enriquecimiento ilícito, desconozco los detalles del mismo y del material probatorio. 

Sobre el titular hay que decir que deviene con un tono celebrativo en la medida en que se desprecia, de entrada, las luchas políticas que libró la congresista, que le valieron el desprecio de una parte de la sociedad, en especial de la derecha que ella tanto confontó por las responsabilidades que jamás asumieron sus máximos exponentes, frente a la pobreza extrema, la sempiterna corrupción política, la violencia en los campos, el paramilitarismo y el racismo estructural que produjeron en tantos años al frente del Estado.

Cuando EL TIEMPO dice que la falla cardíaca “puso fin a la vida de Piedad Córdoba” quiere dejar claro que el sentimiento de rechazo o desprecio que en las directivas de EL TIEMPO se siente hacia la figura de la congresista liberal. No hay lugar para lamentar la muerte de Córdoba Ruiz, justamente, porque el hasta hace poco periódico liberal, es hoy la trinchera ideológica de la derecha y la ultraderecha.

Entre tanto, EL ESPECTADOR tituló el 20 de enero, día del fallecimiento de Córdoba: Falleció la senadora Piedad Córdoba en Medellín. El diario de los Cano se preocupó por registrar el hecho destacando el rol en la sociedad política de la fallecida y el lugar en el que se produjo su deceso. Y lo hizo con varias notas con titulares distintos, en su versión digital. En su versión del 21 de enero, EL ESPECTADOR rotula de esta manera: Así serán las exequias de Piedad Córdoba: estará en cámara ardiente en el Congreso. Aunque la ubicación de la nota se mantiene en primera página, su relevancia disminuyó pues se ubicó casi en la mitad de la tapa.

Entre tanto, EL TIEMPO, en su versión online del 21 de enero, sella la nota sobre el mismo hecho de esta manera: Cuerpo de Piedad Córdoba estará en cámara ardiente en el Congreso, dice la familia. En su tapa digital, EL TIEMPO apenas si registró la actividad protocolaria que normalmente se da cuando fallece un político, sea presidente o congresista. Nuevamente el periódico del banquero insiste en borrar el carácter político de la vida pública de la senadora. El uso del término “cuerpo” tiene la intención de despojar la dignidad congresional de Piedad Córdoba, quien murió siendo senadora de la República por el Pacto Histórico. Al añadir “dice su familia”, EL TIEMPO le quita el carácter simbólico e institucional que tiene exponer los despojos mortales en cámara ardiente. No es que lo diga su familia, es que corresponde por la dignidad que ostentó en vida la congresista.

Las negativas narrativas que la prensa construyó durante más de 20 años sobre Piedad Córdoba permiten que hoy, en las redes sociales, congresistas del Partido Verde y del Centro Democrático celebren la muerte de la senadora. Ahí aparecen de fiesta los anodinos y momios congresistas Polo Polo, JP Hernández y María Fernanda Cabal. En esos discursos, la gran prensa colombiana dio cuenta y azuzó el racismo, la misoginia y el clasismo desde donde fue lapidada y sigue siendo atacada, Piedad Córdoba Ruiz.



Foto tomada de EL ESPECTADOR. Foto de Gustavo Torrijos Zuluaga. 

sábado, 20 de enero de 2024

MURIÓ PIEDAD CÓRDOBA: POLO POLO Y JOTA P HERNÁNDEZ, DE FIESTA

 

Por Germán Ayala Osorio

Murió Piedad Córdoba. Amada y odiada en el siempre lóbrego y tenebroso mundo de la política colombiana, su partida permite ver en las redes sociales los niveles de pugnacidad y odio que se respira en el país desde el 7 de agosto de 2022.

Aunque la cantidad de mensajes de solidaridad en las redes sociales por la muerte de la congresista superan a las maldiciones y reclamos de sus enemigos y detractores, llama la atención lo expresado por los congresistas Polo Polo y Jota P Hernández, quienes muy seguramente están celebrando la muerte de la liberal y luchadora por la paz. Estos advenedizos e ignaros legisladores expresaron su animadversión hacia la fallecida congresista. Y lo hicieron, apelando a un discurso propio de “sicarios morales” que, sobre el féretro de Córdoba, estarían dispuestos a derramar su viscoso veneno.

En sus expresiones de animosidad incontrastable, los congresistas confluyen en la idea de que será la justicia divina la que se encargue de cobrarle a Piedad Córdoba, lo que hizo en la tierra. Frase manida de ciudadanos creyentes que van a misa todos los domingos para buscar sosiego en la figura de Dios, pero que al otro día siguen destilando veneno con sus procaces discursos. Según este par de insustanciales políticos, Córdoba le hizo daño al país. En particular el ladino Jota P Hernández la calificó de bandida. Si hablamos de políticos dañinos, tendríamos que hablar de Álvaro Uribe Vélez, Alberto Santofimio Botero y más recientemente, Iván Duque Márquez.

Las curules accidentales de Miguel Abraham Polo Polo y Jhonathan Ferney Hernández, conocido bajo el alias de JP, dan cuenta de varios fenómenos, a saber: la banalización de la política, el oportunismo político y mediático circunscrito al estallido social de 2021 y la pobreza cultural.

El primero de esos fenómenos está atado a la baja cultura política de quienes, en el ejercicio del derecho a elegir, votaron con la bilis o simplemente se dejaron seducir por discursos vacíos de quienes se presentaron a elecciones para el Congreso de la República en una particular coyuntura. El resultado de esa baja cultura política está representado en las dos curules que ostentan este par de descriteriados políticos.  

En cuanto al segundo fenómeno, hay que decir que está ligado también al engaño de quien, como alias Jota P, fungió como un “Youtuber”, figura ridícula muy propia de una sociedad que prefiere los discursos básicos, la vulgaridad, la patanería y las calenturas pasajeras de una serie de bocones que se creen en la capacidad de liderar procesos de cambio social, cuando apenas si pueden ordenar sus precarias vidas. Y en lo que respecta al tercer fenómeno, este deviene ancorado a los perfiles de los señalados congresistas, convertidos en bufones de la derecha por cuenta, justamente, del mínimo capital social y cultural con el que cuentan.

Las luchas que libró en vida Piedad Córdoba en torno a la paz jamás podrán comprenderlas Polo y Jota P Hernández porque ambos asumen el conflicto armado interno como un asunto lejano, en el que no hay víctimas civiles, sino solo victimarios. Córdoba quizás cruzó una línea ética y política muy delgada cuando se acercó al entonces presidente Chávez y a las Farc-Ep, para que el primero ayudara con la liberación de los secuestrados que estaban en manos de esa guerrilla. Justamente, los balances que hay que hacer de lo hecho por Piedad Córdoba exigen de parte de los interesados unos mínimos conceptuales que Polo Polo y Hernández no tienen.

Cuando les llegue la hora de partir a estos dos políticos, muy seguramente, al examinar sus luchas, discursos y actuaciones, no habrá de dónde agarrarse para destacar algo positivo. Ojalá no volvamos a ver congresistas del talante de estos dos ridículos e infantiles personajes. En una recordada sesión en el Congreso, Piedad Córdoba dijo que "al fin de cuentas, JP sí era un HP". 



Imagen tomada de CMI

viernes, 19 de enero de 2024

LA SERIE GRISELDA BLANCO: VUELVE Y JUEGA LA “MALA” IMAGEN DEL PAÍS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La innecesaria polémica entre Gustavo Bolívar y Roy Barreras, a propósito del lanzamiento de la serie Griselda, en Netflix, invita a reflexionar sobre los responsables de la mala imagen que hay de Colombia en el extranjero, asociada esta a la existencia de sicarios, prostitutas, políticos mafiosos y narcotraficantes.

Pablo Escobar Gaviria y las novelas y series como la que pronto se estrenará de la narcotraficante Griselda Blanco, protagonizada por la actriz Sofía Vergara, en las que se alude al narcotráfico, representan sin duda alguna a una parte del país y de la sociedad colombiana. Eso no se puede negar. Avergonzarse o sentirse maravillado por las disímiles formas de violencia que rodean ese mundo de mafiosos, lavaperros y mujeres sumisas y sometidas al poder de los traquetos es también propio de una sociedad variopinta que, en su conjunto, históricamente, deviene confundida moralmente por haber permitido difuminar los límites entre lo correcto y lo incorrecto.

Entre los que se maravillan por las historias que rodean la vida del Gran Capo o ahora con la vida de Griselda Blanco están, por supuesto, extranjeros y connacionales que se sienten atraídos por los relatos que dan cuenta del poder político, social y económico que alcanzó el asesino antioqueño y mecenas de una extensa lista de políticos paisas que naturalizaron el ethos mafioso que guió la miserable vida de Pablo Escobar. Ya veremos en la señalada serie cuál fue la “relevancia” de Griselda Blanco en el mundo de la mafia y cuántas niñas y mujeres querrán emularla. En Cali también se vivió el mismo fenómeno con los señores Rodríguez Orejuela. Y claro, en otras ciudades y pueblos, como Pacho (Cundinamarca) con Gonzalo Rodríguez Gacha.

Que las novelas y series se hayan universalizado no son responsabilidad de los libretistas y mucho menos de los actores que encarnaron al gran asesino y a la inquietante Griselda Blanco. Esa discusión es irrelevante y no tiene sentido darla. Y mucho menos pueden ser culpados por la “mala” imagen del país. Quizás el problema está en que nos preocupamos demasiado por esa perversa idea que tienen en el extranjero de nosotros, pero poco hacemos dentro y fuera del país para superar el ethos mafioso que entronizamos y naturalizamos a diario.

También juega en todo este asunto que nos sentimos inferiores y quizás minimizados porque jamás encontramos la senda de un desarrollo económico que garantizara procesos civilizatorios y por ese camino, la consecución de una esquiva modernidad. Por eso quizás, el periodismo busca a diario destacar a los deportistas colombianos, en particular a los futbolistas que ganan títulos internacionales, para borrar la mala imagen que nos dejaron Pablo Escobar y que nos dejará en adelante la serie de Griselda Blanco. Afanosamente los periodistas buscan a los colombianos que “dejan en alto” al país. Se trata de una carrera infinita, de nunca acabar, por borrar nuestras propias vergüenzas.

Cambiar esa mala imagen tampoco se logra proscribiendo el turismo que alrededor de Escobar Gaviria existe en Medellín, con la ruta que lleva a extranjeros y nacionales a conocer los relatos que dan cuenta de la perversidad y también del “buen corazón” del criminal con su programa “Medellín sin tugurios”. En Cali, que se sepa no existe práctica turística semejante. Imagino que en la capital antioqueña su existencia está asociada a eso de ser “emprendedor y vivo” para aprovecharse de la curiosidad y la admiración que propios y extraños sienten hacia el más grande criminal del país.

Quizás para mejorar nuestra propia percepción del país lo que debemos hacer es conocer muy bien nuestra historia política y en particular los hechos que hicieron posible la fusión entre política y crimen, gracias al narcotráfico. La ñeñepolítica es la más reciente demostración de esa mixtura. Pero ello implica leer, estudiar y analizar. Y de eso, muy poco en nuestra sociedad, aunque los índices de lectura de libros al parecer han mejorado en los últimos años. Luego, actuar en consecuencia, esto es, negarse a votar por los políticos que Escobar patrocinó y enriqueció, que son los mismos que se oponen hoy a la legalización o al control estatal de la producción de marihuana y cocaína. Esa clase política es la responsable en gran medida del atraso económico, social y cultural del país y el de los colombianos. Y es así, porque son políticos violentos, básicos, machistas y poco leídos. Y las mujeres que también hacen política al lado de esos, son sumisas y gustan de los “machos cabríos” que, como Pablo Escobar, manoseó y violó menores de edad. Esas mismas mujeres, guardan silencio frente a poderosos hombres señalados de violar mujeres adultas.

Baste con recordar al narco paramilitar, Hernán Giraldo, convertido en un “depredador sexual” para entender que la figura del gran macho sigue vigente en nuestra cultura. O el caso del poderoso político que violó a la periodista Claudia Morales. Según ella, fue ultrajada sexualmente por un “hombre poderoso al que lo oyen y lo ven todos los días, a quien ningún escándalo lo afecta… Es capaz de muchas cosas… Ha demostrado que nada de lo que ocurra a su alrededor le puede hacer daño, ya que tiene todo el poder para salirse con la suya”.

Las novelas de narcos dan cuenta de hombres como Giraldo y del agresor de Morales, que exhiben grandes fortunas mal habidas, así como los ímpetus de machos acostumbrados a ver a las mujeres como objetos sexuales de libre adquisición y mercadeo. Cuando dejemos de admirar  a esos mafiosos y de votar por esa clase de políticos, entonces tendremos todo el derecho a criticar las narconovelas que venden muy bien la imagen de lo que somos, por nuestra propia culpa.




Imagen tomada de Daily Mail. 

jueves, 18 de enero de 2024

PERIODISMO INCISIVO SOLO CON EL GOBIERNO DE IZQUIERDA

 

Aunque se advierte un descenso considerable en el consumo de los hechos noticiosos creados por los medios masivos, en especial en la gente más joven, los efectos psico sociales de las empresas mediáticas sigue siendo alto en quienes aún consumen la información sin mayor capacidad crítica.

También es cierto que las redes sociales le hacen un fuerte contrapeso a la información noticiosa, en particular cuando esta deviene contaminada por los sempiternos intereses de los propietarios de los medios, sus editores y los de los anunciantes que pautan a diario.

Con la llegada del primer presidente de izquierda, la gran prensa capitalina, de la mano de los medios regionales, asumió la tarea de deslegitimar al gobierno de Gustavo Petro, como nunca se intentó hacer con gobiernos anteriores. Reconocidas empresas mediáticas como RCN, Caracol, Semana, El Colombiano, El País, Blu Radio, La W y La FM asumieron dicha tarea creando una agenda política compartida que tiene como objetivo debilitar al gobierno de Gustavo Petro e incluso, si posible, desestabilizarlo a través de fake news y tratamientos periodísticos-noticiosos amañados ideológicamente.

Los efectos psicosociales generados por las intrigas, análisis sesgados y las maliciosas interpretaciones de hechos y decisiones de gobierno, que a diario hacen los periodistas de esas casas periodísticas, serían mayores de no contar con las respuestas que el presidente Petro a diario hace de las notas que publican sobre sus actos de gobierno. De ahí la molestia de los comunicadores, que nunca encontraron en un presidente de la República que confrontara sus versiones e interpretaciones a través de la red X.

Lo cierto es que no hay día en el que dichas empresas informativas ataquen al gobierno, con o sin razón. Confrontar y molestar al poder es, sin duda alguna, una tarea clave e irrenunciable en el ejercicio periodístico. El problema radica cuando en el cumplimiento de esa tarea, se apela a la mentira y a sesgadas interpretaciones de los hechos que llaman la atención de la prensa. Ese comportamiento confrontacional de la prensa bogotana no se dio jamás con anteriores gobiernos, lo que permite concluir que efectivamente esas empresas mediáticas comparten un mismo objetivo: deslegitimar al gobierno de Petro y si es posible, desestabilizarlo.

Asistimos, entonces, a un ejercicio periodístico violento. Generar una opinión pública negativa y adversa constituye una forma de violencia discursiva que bien podría matizarse haciendo un ejercicio periodístico equilibrado, sensato y evitando las fake news.

Esos medios y periodistas que hoy hurgan en los gastos del gobierno en sus traslados y promociones de Colombia como el “país de la belleza”, guardaron silencio y aún mantienen el mutismo frente a casos de corrupción política en los que estuvieron comprometidos los nombres de varios políticos y banqueros. Por ejemplo,  el entonces presidente-títere Iván Duque y su señora madre, conocida en algunos medios como “la madrina”, en referencia a un caso de corrupción con los bienes de la SAE. Así mismo, con la escandalosa fortuna alcanzada por los hijos de Uribe en tan poco tiempo y las propias andanzas del expresidente y expresidiario antioqueño, con el que se cuidaron de confrontarlo directamente por asuntos como los falsos positivos, la apropiación irregular de un baldío, el mismo que devolvió no presiones de la prensa bogotana, sino por las del senador Wilson Arias Castillo; también, por el recibo de una millonaria suma de dinero de la política  Agro Ingreso Seguro; de igual manera, esas empresas mediáticas guardaron silencio frente a la corrupción del grupo AVAL, reconocida ante las autoridades americanas. Fue evidente la intención de los periodistas de esas empresas mediáticas de evitar el escándalo que supone debe darse ante el pago de coimas en la construcción de la Ruta del Sol 2 que se pagaron con la aprobación de directivos de ese grupo financiero y empresarial.  

Por estos días, varios medios radiales se dedicaron al tema de los costos del alquiler de la “casa Colombia” en Davos, Suiza y a la conmemoración del robo de la espada de Bolívar por parte del M-19.  En los tratamientos periodísticos de ambos casos, cayeron en exageraciones y lecturas amañadas. Periodistas como Néstor Morales, de Blu radio, cuñado del expresidente Iván Duque Márquez, todos los días deja ver su animadversión hacia todo lo que le huele a izquierda y progresismo. En la mesa de trabajo de Blu radio varios de sus compañeros hacen ingentes esfuerzos por generar un mal ambiente social y político en sus oyentes. Es decir, generar una opinión pública no solo adversa al gobierno de Petro, sino una que provoque desazón, rabia e incertidumbre en las audiencias.

No es posible que logremos en Colombia la reconciliación que se exige desde los micrófonos de Blu radio. En este punto, en la mesa de trabajo de Blu radio plantearon la necesidad de que el presidente Petro pidiera perdón por haberse levantado en armas en los años 70, en el marco del conflicto armado interno. De igual manera, por los hechos del Palacio de Justicia, toma de la que no participó el actual mandatario y el robo de la espada de Bolívar.  Morales, por ejemplo, solo ve los problemas en la izquierda. De manera maliciosa oculta la operación de la derecha como orilla ideológica y los daños culturales que dejaron en el país quienes militan en ese espectro ideológico: neoliberales como César Gaviria, Santos, Duque y Uribe Vélez. En particular, sobre la incontrastable corrupción política en los gobiernos de Uribe y Duque, la gran prensa bogotana y periodistas como Morales fueron cautelosos y nada incisivos.

La violencia discursiva en la que incurren a diario los señalados medios y periodistas es el mayor obstáculo para construir un mejor país y la anhelada reconciliación. La prensa afecta a los intereses del “viejo” régimen de poder en Colombia en buena medida es responsable de los niveles de violencia discursiva que se registran a diario en el país.

No se trata de que oculten lo que este gobierno viene haciendo mal y mucho menos, evitar exponer los casos de corrupción de los funcionarios. Lo que se les pide es rigor y sobre todo que la acción de confrontar a los poderosos se haga con todos, incluyendo a los Cacaos y propietarios de las empresas mediáticas. Comprar empresas mediáticas para poner a sus periodistas a taparles la corrupción y los pérfidos intereses de sus propietarios recrea el escenario propicio para que en Colombia opere la auto censura mediática y se logre así el empobrecimiento de la opinión pública y el ejercicio amañado- corporativo- del periodismo.



Imagen tomada de Semana.com

miércoles, 17 de enero de 2024

JESÚS ARMANDO ARIAS CABRALES, UN GENERAL SIN CONDECORACIONES Y GLORIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con un decreto ministerial, al general Jesús Armando Arias Cabrales le acaban de retirar cinco de las más altas condecoraciones que recibió durante su larga carrera militar, la misma que el alto oficial manchó con sus actuaciones durante la retoma del Palacio de Justicia en 1985.

Sin duda alguna, se trata de una decisión con una enorme carga simbólica con la que se acaba de hundir en el mayor descrédito y deshonra a la que se puede someter a un militar como Arias Cabrales que, en algún momento de la historia del país, sectores de la opinión y del establecimiento colombiano consideraron como un “héroe de la Patria”. Condenado a 35 años de prisión y expulsado de la JEP por negarse a reconocer sus responsabilidades durante el operativo con el que el Ejército retomó el control del Palacio de Justicia a sangre y fuego, acción temeraria que terminó con la vida de magistrados. Entre las víctimas del operativo militar se cuenta el magistrado Carlos Urán Rojas, quien fue asesinado por tropas oficiales.

La decisión político-administrativa con la que se despoja a Arias Cabrales de cinco condecoraciones constituye una acción ética ejemplarizante justamente por su condición de general de la República. Por lo anterior, la decisión alcanza una especial notoriedad. Aunque se trata de un acto político, ya otros oficiales de manera voluntaria habrían devuelto las condecoraciones que en otros tiempos lucieron con orgullo.

Jesús Armando Arias Cabrales morirá en la deshonra por haber creído, como otros altos oficiales que al recuperar el edificio del Palacio de Justicia “estaba defendiendo la democracia”. El coronel Plazas Vega, autor de la tristemente célebre frase, “aquí, defendiendo la democracia, maestro”, debería de devolver sus condecoraciones y medallas por el vergonzoso y ultrajante operativo de retoma del Palacio de Justicia del que hizo parte, aunque la justicia señala las mayores responsabilidades en generales troperos como Arias Cabrales.

Ojalá que en las escuelas de formación de oficiales y suboficiales se estudie con rigor histórico, militar, humanístico y ético-político lo ocurrido con la toma y retoma del Palacio de Justicia. Es preciso también que el concepto de democracia no se vuelva a reducir a la defensa de un edificio, tomado por un grupo armado ilegal. Primero está la vida de los civiles, lo demás, es secundario. Tan secundario,  como las medallas y condecoraciones que, manchadas de sangre de inocentes, brillaron en los pechos de generales y coroneles.




Imagen tomada de Semana.com

LA ESPADA DE BOLÍVAR Y EL ATENTADO CRIMINAL CONTRA LA ESCUELA DE POLICÍA: DOS HECHOS, UNA SOLA HISTORIA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El robo de la espada de Bolívar, hoy hace 50 años, fue un hecho político-mediático muy propio del M-19, grupo guerrillero que acostumbró al país y a la opinión pública a mirar con asombro, rabia y admiración golpes de opinión como la extracción del sable (no se trata propiamente una espada) de la Quinta de Bolívar en donde reposaba, así como hurtar carros de leche para regalarla a los más pobres en barrios populares de Cali y claro, la inolvidable sustracción de 5000 armas del Cantón norte de Bogotá.

La conmemoración de ese evento fue asumida por los periodistas de Mañanas Blu como un hecho repudiable, por tratarse de un delito. Nuevamente los colegas se quedan en las maneras, para evitar asumir críticamente el fondo, o mejor, el trasfondo sociopolítico en el que hay que ubicar y comprender el levantamiento armado de los años 60 y en particular el robo de la espada del Libertador.

Como animales simbólicos que somos, recordar ese tipo de hechos políticos no tiene la pretensión malévola que la prensa derechizada ve en la celebración. Por el contrario, el actual gobierno entiende la devolución al Estado del sable y su presencia durante la posesión presidencial como un gesto de paz y reconciliación.

En lugar de hacer pedagogía para la paz con el señalado símbolo, gran parte de la prensa bogotana fustiga las actividades de recordación del robo de la espada de Bolívar, insistiendo en la narrativa con la que se descalifica moralmente al presidente de la República por haber militado en el M-19. Olvidan los reporteros que la violencia guerrillera se dio en respuesta al terror y a las acciones criminales cometidas por el establecimiento colombiano desde la constitución de la República.

En su perversa lectura, conectaron la evocación de la histórica fecha, con una idea que la prensa afecta al “viejo” régimen insiste en posicionar: en el gobierno de Petro se prioriza la defensa de los victimarios y se niegan los derechos de las víctimas. Así entonces, recordaron el cobarde atentado dinamitero que el ELN perpetró contra la Escuela de oficiales de la Policía, General Santander, el 17 de enero de 2019. Y lo hicieron para decir que la actual administración prefiere honrar el robo de la espada, que la memoria de los jóvenes cadetes que cayeron por la explosión del carro bomba que el ELN ingresó sin mayor problema a las instalaciones policiales.

Eso sí, la conexión establecida obliga al gobierno y a los ministerios comprometidos en la conmemoración de los dos hechos a realizar las actividades correspondientes: de un lado, recordar el robo de la espada de Bolívar y su posterior devolución como parte de nuestra memoria política y el valor de la paz, en particular para el grupo guerrillero que firmó un armisticio con el Estado, palabra que hasta el momento sus principales figuras vienen cumpliendo; y del otro, el asesinato colectivo de los oficiales en formación caídos en el atentado del ELN, como parte también de la violencia política, pero también como parte de los sacrificios que como sociedad y Estado se deben hacer para alcanzar el anhelo de la paz, en un país que soporta un ominoso conflicto armado interno.

 



Imagen tomada de Publimetro. 

martes, 16 de enero de 2024

EL CASO GERALDINE FERNÁNDEZ EN UN PAÍS DE MENTIROSOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

 La mentira en la que cayó de plancha Geraldine Fernández Ruíz, quien afirmó en redes que había sido la ilustradora de la película japonesa animada El niño y la garza, invita a que cada uno de nosotros, como colombianos, revisemos la práctica social de mentir, simular o engañar con el propósito de buscar reconocimiento mediático o de obtener ventajas en el falaz del ejercicio de la política.

La primera enseñanza que deja este caso es para los periodistas. En los últimos años, asistimos atónitos al deterioro del oficio, gracias al olvido de los principios básicos del periodismo: contrastar la información, confrontar las versiones, exigir documentos o pruebas de lo que las fuentes aseguran. Fernández de algún modo convirtió en objeto de burla a El Tiempo y de El Heraldo, dejando en evidencia la falta de rigor en el tratamiento de la versión que les entregó la susodicha diseñadora.

La lapidación pública de la que fue víctima Fernández Ruiz en las redes sociales haría pensar que los colombianos “no soportamos engaños”. Tal actitud debería ser objeto de aplauso, solo si hubiera lugar a demostraciones de respuesta similar frente a otras mentiras de mayor calado a la que alcanzó el rollo fantasioso en el que nos metió Geraldine Fernández.

Veamos varios ejemplos de engaños en el ámbito político: el exalcalde Enrique Peñalosa le mintió al país diciendo que tenía estudios de doctorado, cuando no era cierto. Las reacciones ante semejante bulo no alcanzaron el nivel de notoriedad y mucho menos desataron la “rabia colectiva” que en las redes sociales sí desataron el cuentazo de la barranquillera.

En esa misma línea hay que ubicar al hoy expresidente Iván Duque que también mintió sobre una supuesta especialización suya en Harvard, cuando en realidad se trataba de unos cursos aislados que había tomado.

El otro caso es el del excongresista Julián Bedoya, a quien la Procuraduría sancionó por haber conseguido su título de abogado de manera fraudulenta, después de que la Universidad de Medellín anuló el título que le había otorgado.

En los casos de Peñalosa, Duque y Bedoya estamos ante tres tristes mentirosos, quizás con engaños más más graves que la mentirota que le contó al país Geraldine Fernández. Los tres políticos, quizá porque son hombres, no fueron lapidados con el mismo vigor con el que despedazaron a la joven barranquillera. En los cuatro casos hubo una clara intención de engañar, quizás por buscar un reconocimiento social y político que no se tenía. Con sus mentirotas, Peñalosa, Duque, Bedoya y Fernández dejaron ver no solo sus enormes egos, sino la necesidad de ser reconocidos en una sociedad cuyos miembros deambulan en la búsqueda incesante de referentes y faros a seguir.

Como parte del castigo que recibió Geraldine, algunos se atrevieron a señalarla como una mitómana compulsiva, que requería valoración y acompañamiento psicológico. Pero nunca se dijo lo mismo de Duque, Peñalosa o Bedoya, a ellos nadie se atrevió a recomendarles sesiones en el diván para que repararan sus engaños mentiras sobre ciertos títulos académicos.

Si los medios hubieran fustigado así de duro a Duque, Bedoya y a Peñalosa por sus cuentazos académicos, y en las redes se hubiera hecho eco de tales trampas, tretas o artificios, seguramente las reacciones contra Fernández Ruíz no hubiesen sido tan despiadadas y más bien hubiéramos concluido que la barranquillera, simplemente, es “hija” del mal ejemplo que todos los días dan políticos como Peñalosa, Bedoya y Duque. Entre muchos otros.

No quisiera pensar que el castigo que recibió Geraldine Fernández tiene un alto componente de misoginia. Con esto no estoy “disculpando” a la fantasiosa joven, no. Ahora bien, en buena medida gracias a los medios masivos afectos al régimen de poder, nos acostumbramos a que los políticos mientan y nos timen todo el tiempo, pero al menor error de una joven que buscaba reconocimiento, sacamos toda esa rabia que hemos acumulado por los años que lleva la clase política engañándonos con sus mentiras y sus tramoyas.

 

@germanayalaosor



Imagen tomada de EL PAÍS

lunes, 15 de enero de 2024

¿CARLOS ALONSO LUCIO QUIERE TUMBAR A PETRO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

De acuerdo con la información publicada por Noticias Uno, Carlos Alonso Lucio estaría al frente de un proceso organizativo cuyo objetivo es “sacar de la Casa de Nariño” al presidente Gustavo Petro Urrego. Más claro: el exguerrillero del M-19 estaría conspirando para dar un golpe de Estado. Vaya contradicción: el excompañero de lucha de Petro hoy está en el bando ideológico y político contrario y a toda costa buscaría tumbarlo.

Cierta o no la información, probable o no que Lucio tenga la capacidad de convocar a retirados de la policía y el ejército y a otros sectores societales para semejante aventura desestabilizadora, lo publicado reviste enorme gravedad por cuanto se suma a los rumores que desde el 7 de agosto corren en el país sobre la intención de un sector de la extrema derecha de impedir que Petro termine su periodo presidencial.

De probarse la participación del exsenador Carlos Alonso Lucio en la organización criminal, el gobierno y la nueva fiscal general de la nación y los servicios de inteligencia estatal deben tomar cartas en el asunto. Hay que decir que el excompañero de lucha de Gustavo Petro hoy funge como su mayor contradictor e incluso, como el enemigo político número uno del mandatario.

En reciente columna, Lucio hace referencia al juicio político al que será sometido Petro el 12 de junio por la plenaria de la Cámara de Representantes de acuerdo con hechos punibles asociados a la campaña Petro presidente. Dice el exsenador y revisionista ideológico de nuevo cuño, que, al llegar ese momento, los Cacaos que se han reunido con Petro en varias ocasiones para hablar de un “acuerdo nacional”, deberán tomar la decisión de seguir respaldando a un gobierno ilegítimo, como lo considera Lucio, o, por el contrario, apoyar al movimiento ciudadano que el exsenador cree que existe y que al parecer lidera. Movimiento ciudadano que estaría proponiendo la salida abrupta de Petro de la Casa de Nariño.

En su diatriba, Lucio considera factible la salida de Petro por el “colapso económico, la debacle de la política internacional, el despilfarro familiar, la corrupción y el avance territorial de la milicianización”; igualmente, expone el escenario de la transición del poder para que el país "recupere la democracia".

El quiebre institucional con el que sueña Carlos Alonso Lucio lo comparten sectores del empresariado, y por supuesto, la derecha mafiosa que se ha visto afectada por las acciones de interdicción de los alijos de droga, las capturas de criminales del Clan del Golfo y la recuperación de la Fiscalía para el Estado de derecho, que se espera lograr con cualquiera de las mujeres ternadas para remplazar al inefable Francisco Barbosa.

Ni en los tiempos del proceso 8.000 se soñó con un quiebre institucional para sacar del poder al entonces procesado, Ernesto Samper Pizano, en la inútil Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes. Pues bien, Lucio es hoy el abanderado de que por fin funcione el enrevesado y politizado proceso de enjuiciamiento a un presidente de la República en este país.

Ya sabremos si los niveles de corrupción y despilfarro en el gobierno de Petro superan a los anteriores o si se mantendrá en los niveles que tanto los Cacaos y el resto del empresariado, los partidos políticos y políticos como Lucio soportaron y aceptaron en el pasado, tanto así, que jamás se atrevieron a proponer dar un golpe de Estado por esas razones. Así entonces, las motivaciones para romper el orden institucional que hoy se exhiben no son tanto por una insufrible inmoralidad política aupada desde la Casa de Nariño, sino que más bien por la recuperación de los privilegios que perdieron aquellos que llevan años y años beneficiándose de un Estado capturado, mafioso y corporativo, al servicio de unos pocos. 

 

Imagen tomada de Semana.com 

domingo, 14 de enero de 2024

URIBE DICE TENER UN “TIGRE” PARA EL 2026: DE TITIRITERO, A DOMADOR DE FIERAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Desde los Estados Unidos, el expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez, anuncia que, para las elecciones de 2026, que tempranamente ya arrancaron, tiene un “tigre” y por los menos dos “tigresas”.

Muy dado a lanzar mensajes cifrados y eufemismos, el súb judice ciudadano y político colombiano intenta desde ya que olvidemos su rol de titiritero, para que en adelante lo veamos como adiestrador o domador de felinos. Huelga recordar que, en su papel de marionetista, manipulando los hilos que él mismo ató al voluminoso cuerpo del puppet Iván Duque Márquez (2018-2022), sus actos circenses provocaron un grave estallido social.  Aunque la gente recuerda de mala manera lo hecho por el títere-presidente, lo cierto es que la culpa recae totalmente en quien por cuatro años manipuló al pesado muñeco.

El anuncio del hijo de Salgar (Antioquia) hace pensar que él es el domesticador del tigre y de las tigresas que ya tiene listos para lanzarlos al ruedo electoral, para que se coman de un solo zarpazo a los candidatos del progresismo o de la izquierda que se atrevan a retar a sus peligrosas mascotas.  Es decir, cualquiera de los felinos estará en capacidad de obedecer sus órdenes, con solo mover el látigo o el fuste que Uribe tiene amarrado a su mano derecha. Entonces, los señalados carniceros y fieros “gatitos” correrán a cumplir la instrucción so pena de ser maltratados por el temido domador. En este punto deberán estar atentos los defensores de la biodiversidad y de los animales no humanos. Aunque en estricto sentido estaríamos hablando de humanos animalizados.

Aunque no quiso revelar el nombre del “tigre”, su nuevo juguete político-electoral, es posible pensar que se trata de Miguel Uribe Turbay, un obsecuente congresista, quien muy seguramente estaría más que agradecido si su adiestrador político le diera la oportunidad de salir de su jaula, para vivir a sus anchas en la Casa de Nari. Aunque joven, el nieto del inefable Julio César Turbay Ayala, un verdadero animal político, bien podría estar en estos momentos siendo amaestrado para los propósitos del Gran Domador.

Si se descarta al joven “animal político”, ¿será que el Gran Domador (antes el Gran Colombiano) ya está domando a Germán Vargas Lleras? El país conoce a este hijo de la rancia élite bogotana por su patanería, grosería y sus malos modales. ¿Será ese el “tigre” que tiene amarrado el expresidente Uribe? Aunque no se puede descartar que a El Ubérrimo esté asistiendo a entrenamientos el saliente fiscal, Francisco Barbosa.

De las “tigresas”, ya el país sabe que podrían ser Paloma Valencia y María Fernanda Cabal. Eso sí, ellas saben que el Gran Domador prefiere a los tigres, a los machos, porque él mismo es un “macho frentero”.  Mientras en las huestes del uribismo se guarda celosamente el nombre de la fiera, Uribe y todos los uribistas en estos momentos lamentan el fallecimiento de La Gata, amiga íntima del Gran Domador.

Adenda: consultado un experto, me dice que descarta de plano a Francisco Santos, porque apenas si llega a comportarse como perrito faldero. 


Imagen tomada de EL ESPECTADOR. 


sábado, 13 de enero de 2024

“BUKELIZAR” LA DISCUSIÓN: PRÓXIMA ESTRATEGIA DE LA DERECHA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

De manera anticipada, los colombianos saben o por lo menos intuyen que el escenario electoral de 2026 se caracterizará por una mayor crispación ideológica y política, en buena medida aupada desde los medios masivos tradicionales afectos al “viejo” régimen que fue derrotado en las urnas por la alternativa de izquierda que hoy gobierna.

Sin importar cómo termine el gobierno de Gustavo Petro, con sus luces y sombras, lo cierto es que varios fantasmas ya no podrán usarse para asustar a esa parte del electorado que aún cree en lo que les dicen RCN, Caracol, La FM, Blu radio, Semana, El País y El Colombiano, entre otros medios afectos a lo que se conoce como el uribismo, es decir, la extrema derecha. Esos espectros son: el “castrochavismo” y las manidas frases de campaña de la que sacaron provecho durante varios años: “nos vamos a convertir en Venezuela”, “Uribe es el muro que supo contener la llegada del comunismo”; y “le entregaron el país a las Farc”.

De no suceder nada extraordinario, llegaremos al 2026 para vivir y sufrir una jornada electoral plagada de medias verdades y mentiras desplegadas desde las empresas mediáticas que la derecha dispuso para deslegitimar al actual gobierno desde el 7 de agosto de 2022.

Quizás el tema de la inseguridad en las ciudades se convierta en la bandera de lucha electoral y en el elemento clave para los “genios” del marketing político. Con lo que viene sucediendo en el Ecuador, la problemática de las pandillas y las organizaciones criminales tipo Tren de Aragua, los Chotas, Espartanos y el Clan del Golfo, entre otras, se volverá un asunto político-electoral de especial trascendencia para quienes en el 2026 aspirarán, desde la derecha, a recuperar la Casa de Nari para quienes históricamente hacen parte del “viejo” establecimiento colombiano.

Si el actual gobierno no desmantela para siempre todas las estructuras criminales que delinquen en ciudades capitales desde donde se orquestan los discursos y las proclamas electorales, la derecha hará todo lo que esté a su alcance para desatar viejas y nuevas formas de violencia y por ese camino “bukelizar” el ambiente electoral con el claro objetivo de evitar la continuidad del progresismo y la izquierda en el poder.

Será muy difícil someter a todas las agrupaciones delincuenciales, circunstancia que sectores de la derecha sabrán aprovechar para facilitar, aupar o provocar asonadas y disturbios graves en cárceles y en ciudades capitales. Poner al presidente Bukele como referente de orden, disciplina y punto civilizatorio de inflexión será el gran objetivo ético-político y electoral de la derecha, ante la desaparición del “castrochavismo y el comunismo”, sus hasta ayer exitosos fantasmas.

Por todo lo anterior, el gobierno Petro debe trabajar en estos dos años que le quedan, en consolidar la acción estatal, combinando muy bien el garrote y la zanahoria. Sabemos que estructuras criminales como el Clan del Golfo siempre operaron de la mano de fiscales, jueces, militares, policías, políticos y empresarios. Romper esas relaciones será el punto de quiebre. Y para lograrlo, el gobierno deberá contar con la nueva fiscal general de la Nación, quien, por primera vez en mucho tiempo, su elección no genera las suspicacias y sospechas que sí generaron la llegada a ese cargo Luis Camilo Osorio, Néstor Humberto Martínez Neira y el saliente, Francisco Barbosa.

Fortalecer la inteligencia militar y policial para sacar del camino a los uniformados y otros agentes estatales que de tiempo atrás trabajan de la mano con el Clan del Golfo y otras organizaciones delincuenciales, disminuirá la posibilidad de que la derecha uribizada ambiente escenarios caóticos como los que soporta por estos días el hermano país del Ecuador.

 

 

Imagen tomada de NTN24

viernes, 12 de enero de 2024

BARBOSA EXPELE VENENO ANTES DE IRSE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

A escasos días de dejar sumida en la mayor crisis de credibilidad a la Fiscalía General de la Nación, Francisco Barbosa anda desatado, espetando barbaridades contra el presidente Gustavo Petro, con mentalidad de peligrosa serpiente sinuosa.

En su más reciente arremetida verbal puso en el mismo nivel de perversidad y daño al país, al actual jefe de Estado con las actividades terroristas desarrolladas por el asesino y narcotraficante Pablo Emilio Escobar Gaviria. Decir que Petro tiene en jaque al país y a la institucionalidad, de la misma manera en la que el asesino serial antioqueño puso a Colombia en los 90, constituye el bufido propio de una mente desquiciada, dispuesto incluso a torcerle el cuello a la historia de Colombia, apoyado exclusivamente en su odio irrefrenable hacia Petro y en la incapacidad de demostrar con hechos que no convirtió a la fiscalía en un nido de corrupción. Y que además terminó defendiendo a bandidos de cuello blanco, protegiendo a bandas criminales y persiguiendo a víctimas, tal y como el mismo Petro y periodistas como Gonzalo Guillén lo han señalado en reiteradas ocasiones.

Barbosa, que tiene un discurso básico y un ego enorme, se atreve a hablar de respeto a la institucionalidad cuando él mismo con su mala gestión logró fue justamente lo que le endilga al presidente de la República: debilitar a la fiscalía y consolidar una peligrosa para-institucionalidad.

Envalentonado por el apoyo que sectores tradicionales de poder le han brindado -lo que tempranamente lo pone en carrera electoral hacia 2026-, Francisco Barbosa está participando en política desde la misma posesión presidencial. En medios serios como Noticias Uno y Cambio se empezaron a mostrar los encubrimientos que desde la fiscalía se han hecho de las actividades del Clan del Golfo y la visible defensa que se asumió del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe. Huelga recordar que desde las alcantarillas la fiscalía de Barbosa se ha solicitado en tres ocasiones la preclusión de ese proceso penal.

Como bufón del viejo régimen de poder, Francisco Barbosa será en el 2026 el candidato de la extrema derecha. Muy seguramente partidos como Cambio Radical, Partido Conservador y Centro Demoníaco apoyarán su candidatura presidencial, así como una parte importante del empresariado”.

Quedarán en entredicho las universidades privadas que decidan abrirle espacios académicos a quien no tiene y no tendrá jamás talante de académico. Barbosa no es connotado jurista y mucho menos un pensador universal. Eso sí, su incontrastable egocentrismo le dirá todo lo contrario, mientras se asoma al espejo y se acicala su patética alopecia.

@germanayalaosor



Imagen tomada de Infobae

jueves, 11 de enero de 2024

LUIS CARLOS VÉLEZ Y EL RIFIRRAFE CON EL EXPRESIDENTE RAFAEL CORREA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La entrevista que el expresidente del Ecuador, Rafael Correa concedió al periodista colombiano Luis Carlos Vélez de la FM de RCN, terminó en un enfrentamiento verbal- en una grotesca garrotera- en el que quedaron en evidencia varios hechos. De un lado, la chabacanería, soberbia y grosería del entrevistador y la intemperancia del entrevistado. Al final, los afectados fueron los oyentes que no lograron comprender el punto de vista de Correa, quien no solo defiende su gestión como mandatario, con cifras y realizaciones, sino que en varios medios explicó el desmonte que los sucesivos gobiernos de derecha hicieron de sus programas sociales y de políticas que permitieron durante su administración disminuir el poder del crimen organizado que hoy tiene en jaque al gobierno del presidente Noboa.

Luis Carlos Vélez es un periodista-estafeta del “viejo” régimen, acostumbrado a increpar a quien no comparte su misma ideología. Es pretencioso y está acostumbrado a hacer ligeros análisis, los mismos que sus compañeros aplauden y asienten muy seguramente para no contradecirlo.  Vélez convirtió la FM en una trinchera política desde la que todos los días, con la ayuda de los mensajes de sus oyentes, consolida una imagen negativa del gobierno de Gustavo Petro. En sus formas periodísticas no hay lugar a matices y mucho menos al reconocimiento de algo que se haya hecho bien desde la Casa de Nariño. Vélez practica un periodismo parcializado y tendencioso. En palabras del expresidente ecuatoriano, se trata de un periodismo mediocre, el mismo al que Rafael Correa se enfrentó durante su largo mandato como presidente de la República.

En la entrevista al exmandatario ecuatoriano el locutor de la FM le preguntó a Rafael Correa si estaba interesado en volver a ser presidente del Ecuador. Ante la molestia del expresidente, Vélez lo increpó y le cuestionó preguntándole “si tenía o no los cojones para responder la pregunta”. Este no es el tipo de lenguaje que se espera de un periodista que tiene la obligación de entregar información veraz y oportuna y de ofrecer a sus oyentes análisis o por los menos, explicaciones razonables sobre asuntos y problemáticas coyunturales como las que afronta hoy el Ecuador.  

En el malogrado diálogo al aire, Correa dejó ver su clara molestia por los periodistas de RCN, medio de derecha que defiende los intereses de lo que se conoce como el “uribismo”. Y del lado de Vélez, este dejó ver su animadversión hacia todo lo que le huela a izquierda y progresismo. Como expresidente, Correa está en la obligación de conservar la calma y la altura. Pudo poner en su sitio al entrevistador, con argumentos, evitando así caer en un innecesario enfrentamiento verbal.

Luis Carlos Vélez es el tipo de periodistas-estafetas que saben escoger muy bien las preguntas y afinar los cuestionamientos, de acuerdo con la calidad, el talante o la importancia del entrevistado. Cuando entrevistó a Iván Duque, en plena campaña electoral, en lugar de cuestionar o de confrontar las ideas del invitado, optó por hablar de música rock, en una clara intención de banalizar hechos públicos y salvaguardar la imagen de quien se convertiría en el presidente-títere del expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez.

Por el contrario, cuando invitó al set radial a Gustavo Petro, fue incisivo en sus preguntas y cuestionamientos. Ese doble rasero para entrevistar convierte a Luis Carlos Vélez en un estafeta y mandadero de quienes tienen que ver directamente con la política editorial de la FM y de RCN, canal históricamente defensor del uribismo.

Al final, perdieron los oyentes y se afectó la imagen del oficio. Vélez bien pudo hacer una carrera periodística que le permitiera convertirse en un referente para estudiantes. Pero no, optó por ser un bufón del poder político. Su arrogancia le alcanzó para hacer la más estúpida recomendación que un periodista le puede hacer a un candidato presidencial de los Estados Unidos. Al entonces candidato, Joe Biden, le recomendó “que, en un acto de caballerosidad, renunciara a su aspiración” para dejar que ganara Donald Trump. Ese tipo de salidas dan cuenta de un periodista que poco lee y al que le parece suficiente tener el poder de sentarse todas las mañanas, desde un micrófono, a construir realidades sobre dudosos hechos o desde sus mezquinos intereses de clase.

Sería bueno que alguien en el canal RCN llamara la atención al locutor Luis Carlos Vélez, porque su patanería y su evidente sesgo ideológico y político no solo confirma al canal como un medio derechoso, sino que empobrece el ejercicio del periodismo.



Imagen tomada de Semana.com 

martes, 9 de enero de 2024

EL CASO URIBE: RENUNCIA EL FISCAL PALENCIA

 

Por Germán Ayala Osorio

El fiscal Andrés Palencia renunció horas antes de exponer sus argumentos jurídicos en el caso en el que está inmerso el expresidente Álvaro Uribe Vélez en calidad de imputado. Palencia esgrimió una confusa razón familiar y dejó el caso Uribe para que Víctor Andrés Salcedo, nuevo fiscal delegado, se tome 90 días para conocer el expediente y así poder solicitar, por cuarta vez, la preclusión o, en su defecto, presente escrito de acusación contra el expresidente y expresidiario. Esto último resulta improbable mientras esté al frente de la fiscalía general de la Nación el ladino Francisco Barbosa.

En todo este entramado de dilaciones y vergonzosas solicitudes de preclusión está el fiscal general, Francisco Barbosa, quien funge como defensor de oficio de Uribe. Barbosa usa la Fiscalía para semejante innoble tarea, lo que se traduce en un debilitamiento institucional y lo que es peor, en la naturalización de las perversas acciones dilatorias con las que se busca la prescripción del caso. Barbosa, como otros políticos uribistas, gustan de hablar de respeto a la institucionalidad y a las instituciones, cuando ellos mismos se encargan de debilitarlas con sus actuaciones amañadas, turbias y dolosas.

La génesis de la evidente incapacidad y desinterés de la justicia por procesar al vulgar latifundista y caballista antioqueño está en la medrosa postura que asumió la Corte Suprema de Justicia (CSJ) al permitir que el caso lo asumiera la justicia ordinaria, ante la cobarde renuncia del expresidente a su fuero de congresista. Y eso que Uribe se presenta ante los colombianos como un “luchador, guapo y berraco”, pero en este caso, se acobardó ante los magistrados de la Sala de Instrucción que lo investigaron. Si los delitos por los que está imputado el político antioqueño los habría cometido siendo senador, la CSJ debió mantener la competencia para continuar investigando y procesando al sub judice ciudadano.

A estas alturas, muchas son las suspicacias que rodean tanto a las actuaciones de los  magistrados del alto tribunal, como a la fiscalía de Barbosa, pues al abrir la exclusa jurídica que le permitió a Uribe correr a esconderse debajo de las naguas o de los bóxer del fiscal general, los mismos magistrados de la CSJ pusieron sobre su propia jurisprudencia un enorme manto de duda, al que se sumaron otros hechos jurídico-políticos que coadyuvaron a la consolidación de recelos por parte de la opinión pública que espera que Uribe Vélez sea procesado y condenado, pero que poco a poco pierde la fe en la solidez y la suficiencia moral y ética de la justicia colombiana.

Habrá que esperar a que la CSJ elija, en su primera reunión del año, a la nueva fiscal, evitando así que Marta Mancera quede al frente de la fiscalía, ante la eventual renuncia de Barbosa, quien, de acuerdo con versiones periodísticas, estaría buscando evitarse el malestar de entregarle el cargo a la mujer que lo sucederá en el cargo. Así, la nueva fiscal general de la Nación tendrá la responsabilidad de arrebatar de las garras de las mafias narcopolíticas y recuperar para el Estado de derecho a la Fiscalía. También, la nueva fiscal tendrá el enorme reto de recomponer las fuerzas al interior de la institución y por ese camino exponer lo que el país está esperando: el escrito de acusación con el que por fin sea llevado a juicio el expresidente antioqueño, previamente reseñado por el INPEC bajo el número 1087985. Ojalá la nueva fiscal general asuma como principio ético y moral la frase “nadie, por poderoso que sea, puede estar por encima de la ley”. Ya está bueno de dilaciones y asqueantes solicitudes de preclusión: Uribe debe ir a juicio. ¿O será que le quedó grande a la justicia procesar al “rufián de esquina”?

Adenda: a la nueva fiscal general le espera también asumir el caso de Santiago Uribe Vélez, hermano del expresidiario y expresidente. Ya pasaron dos años y el juez encargado de dictar sentencia, nada que se pronuncia.




 Imagen tomada de Cambio

lunes, 8 de enero de 2024

REGIONES AUTONÓMICAS EN OPOSICIÓN A GUSTAVO PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La conformación de un bloque de resistencia política al gobierno nacional, por parte de varios gobernadores y alcaldes de derecha recién posesionados, liderados por Fico Gutiérrez, tendría como propósito subir el tono de la actual crispación política e ideológica de cara a las elecciones de 2026. Dicho objetivo se intentará conseguir apelando a la narrativa que señala que Petro “odia a regiones” como Antioquia por haberle puesto punto final a la delegación minera y por las diferencias ideológicas y políticas con el gobernador y el alcalde de la capital antioqueña.

Esa clase de movimientos políticos de mandatarios regionales y locales sirve para despertar sentimientos federalistas en respuesta al centralismo que no logró desmontarse con la carta política de 1991 y con el manido discurso de la descentralización administrativa. Aunque la verdad es que estamos ante un tibio sentimiento federalista con el que se quiere ocultar la intención de deslegitimar al gobierno nacional por los golpes que específicos clanes políticos vienen recibiendo desde diversos flancos de la acción estatal nacional.

Ante la desaparición de los fantasmas “nos vamos a convertir en Venezuela” y “el Castrochavismo trajo el comunismo a Colombia”, la derecha busca consolidar un bloque político de resistencia a las acciones del gobierno nacional, con el que claramente se pretende afectar la imagen de la izquierda y el progresismo.

El presidente del senado, Iván Name se erige como la figura que nuevamente trae la vieja discusión, esta vez, atada a la oposición y a la resistencia que sectores políticos tradicionales le vienen haciendo al gobierno del presidente Gustavo Petro. Name, hijo de uno de los clanes políticos tradicionales de la costa Atlántica, señalados de corrupción, cuestiona el centralismo al tiempo que guarda silencio frente al real problema que tiene el país: la existencia de clanes políticos que han capturado y privatizado Estados regionales y locales, para ponerlos al servicio de familias como los Gerlein, Name y Char, entre otras.

El cuestionado político considera que “…la causa de la guerra, el atraso y la pobreza está en el modelo bolivariano del centralismo con el que se fundó nuestra patria…” Name propone un modelo de “regiones autonómicas”.

Las “regiones autonómicas” de las que habla Name operarían de espaldas a las decisiones y programas propuestos desde la Casa de Nariño. Pretender gobernar regiones y alcaldías contrariando las directrices del gobierno nacional constituye un juego político peligroso tanto para la derecha, como para la imagen que de todas maneras dejará Petro sobre la izquierda una vez termine su mandato.

De lado y lado se requiere voluntad política para llegar a acuerdos que beneficien a los habitantes de las regiones que estarán hasta el 2028 en manos de la derecha. Apelar a la ralentización de los programas sociales diseñados desde Bogotá puede resultar muy mal para quienes desde las regiones están pensando exclusivamente en afectar la imagen de la izquierda, representada hoy en el talante de Gustavo Petro.



Imagen tomada de EL COLOMBIANO.COM 

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DEBE LLAMAR A JUICIO A ARTURO CHAR

 

Por Germán Ayala Osorio

La maniobra jurídica de la defensa del imputado Arturo Char con la que se buscó sacarlo de la cómoda unidad militar en la que espera ser llamado a juicio, constituye una afrenta contra la Corte Suprema de Justicia que ordenó su detención. Por ello, el alto tribunal debe acelerar el proceso y llamarlo a juicio cuanto antes.

El incontrastable poder económico y político del clan Char pone en riesgo lo actuado por los magistrados que ordenaron la detención del excongresista. Permitir su libertad es abrir la posibilidad para que salga del país y no responda por los delitos que se le imputan.

La maliciosa lectura que la defensa del procesado hace de la figura del Habeas Corpus tiene en la magistrada Cristina Lombana un soporte político, más que jurídico. Miguel Ángel del Río, abogado de Aída Merlano y actor procesal en este caso, considera que “la magistrada Cristina Lombana no puede manifestarse sobre la solicitud de Habeas Corpus en favor de Arturo Char. Debe declararse impedida por su relación personal con el abogado del exsenador. El juez de Santa Marta puede estar prevaricando al aceptar un vencimiento”.

El “túnel jurídico” que la defensa de Arturo Char quiso construir, de la mano de la magistrada Lombana, pone en entredicho el ejercicio del derecho en este país, a juzgar por todas las medidas dilatorias a las que pueden apelar los abogados para luego elevar la petición de libertad de sus defendidos. Una cosa son las garantías constitucionales y procesales y otras muy diferentes las “jugaditas” que a diario el país conoce de casos públicos como el de Arturo Char, con las que fiscales y abogados buscan denodadamente favorecer a sujetos procesales con los ya conocidos vencimientos de términos o con la petición del Habeas Corpus.

Los argumentos de la magistrada Lombana se acercan más a sus valoraciones y consideraciones políticas, que a un examen jurídico de las pruebas recolectadas por la Sala de Instrucción de la CSJ. Por ello, el origen político del imputado y el poder económico y político del clan al que pertenece, convierten un proceso jurídico prístino, en una turbia disputa entre dos bandos: uno, que apela a jugaditas y el otro, apegado a las normas y a una ética maximalista del ejercicio del derecho. En este último está la defensa de Aída Merlano, en cabeza del jurista Miguel Ángel del Río.

Al final, el que sale mal librado en su imagen es el aparato de justicia. Por todo lo anterior, la Corte Suprema de Justicia, ante lo sucedido, está en la obligación de llamar a juicio al miembro de la familia Char. Debe rápidamente juzgarlo y condenarlo, de acuerdo con todo el material probatorio que entregó la excongresista y amiga de los miembros del clan Char, Aída Merlano, procesada y condenada por los delitos electorales que le fueron imputados a Arturo Char.


Adenda: el apoyo de la Procuradora, Margarita Cabello Blanco, a la magistrada que apoya el Habeas Corpus solicitado por la defensa, se explica porque su amistad con los Char. Finalmente, ella fue puesta en el Ministerio Público como cuota política del poderoso clan barranquillero. 

Adenda 2: horas después de publicarse esta nota, se conoció la orden del juez de Santa Marta de dejar en libertad a Char Chaljub por vencimiento de términos. Correcta o no la aplicación de la medida, la Corte Suprema de Justicia debe llamarlo cuanto antes a juicio. 




Imagen tomada del Hoy diario del Magdalena


domingo, 7 de enero de 2024

MACHOS, CORRALEJAS Y CORRIDAS DE TOROS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las corralejas que se realizan en pueblos y las corridas en ciudades capitales como Bogotá, Medellín, Cali y Manizales, entre otras, comparten circunstancias y diferencias. A pesar de contrastes y parecidos, ambos espectáculos resultan violentos, anacrónicos y con una enorme carga de estupidez, muy propia de la condición humana.

En redes se hizo viral el castigo al que fue sometido un torete por cuenta de una docena de hombres que lo patearon en el suelo, hasta producirle la muerte. Aunque el hecho sucedió durante una corraleja en Necoclí (Antioquia), ese tipo de espectáculos son propios de pueblos de la costa Atlántica y Antioquia, cuyos habitantes comparten un bajo capital social y cultural, así como comportamientos violentos y machistas. 

Esa tradición violenta de pueblos de la costa Atlántica y en este caso de Necoclí expone con enorme claridad elementos culturales que gravitan en la vida de esas comunidades. Esos elementos son: corrupción política, subdesarrollo (falta de infraestructura y bienestar colectivo), procesos civilizatorios truncos (mala educación, machismo, exceso en el consumo de alcohol y el no acatamiento de las normas) y altos grados de ignorancia y estupidez, sostenidos en una postura antropocéntrica que se alimenta a diario en los medios masivos, en las narrativas callejeras, en las escuelas y en los núcleos familiares en donde poco o nada se dialoga y mucho menos se discute sobre la conveniencia o no de conservar semejante tradición.  

En las corralejas de esos pueblos, atrapados y arrastrados por el “realismo mágico” y la subcultura antioqueña, hacerse hombre y comportarse como Macho cabrío tiene el desafío de enfrentarse a un toro, preñar a varias mujeres y tener hartos hijos. Al hacerse colectivo, la testosterona ebulle sin control en esos machitos que no han encontrado en su empobrecido entorno cultural cómo tramitar esas masculinidades orientadas siempre a mostrar la fuerza, el vigor y el arrojo, a través de la violencia, que incluye peleas callejeras y enfrentarse a un animal no humano.

Se suma a lo anterior, la incapacidad de las autoridades civiles de hacer cumplir la norma que impide maltratar a esos animales no humanos porque se consideran seres sintientes. Esa complacencia de las autoridades se explica porque sus gobernantes son hijos de esa cultura anacrónica, lo que los obliga a seguir esos patrones comportamentales, por el alto riesgo que implica ponerse en contra de la “tradición” de un pueblo que no encuentra otra forma de divertirse.

Hay que trabajar en esos pueblos el diseño de proyectos culturales que ayuden a superar esa violenta tradición, pero, sobre todo, a modificar los valores y las ideas de ser Hombre. Cuando se den cuenta que este país lo que menos necesita son ese tipo de Machos cabríos, entonces quizás puedan superar la anacrónica tradición de hacerse hombre, violentando toros y vaquitas.

Entre las diferencias que existen entre las corralejas de esos polvorientos pueblos de la “costa” y las corridas de toros en ciudades capitales están el clasismo y el esnobismo, alimentados por un “culto” periodismo taurino y las empresas mediáticas que se benefician de la pauta publicitaria de anunciantes que patrocinan las costosas ferias de Cali y Manizales, entre otras. El machismo también está presente en las corridas de toros, pues allí, hombres perfumados y educados exhiben a sus mujeres como trofeos; también aparecen los traquetos y lavaperros, haciendo lo propio con sus voluptuosas “hembras”, “reparadas” (operadas) en gravosas clínicas de la ciudad. Las corridas de toros son el escenario social predilecto para aquellos y aquellas que disfrutan de ser observados, criticados y registrados en las páginas sociales de los periódicos y noticieros de televisión.




Imagen tomada Somos Puentes

 

JUAN GUAIDÓ Y GONZÁLEZ URRUTIA: SIMILITUDES Y DIFERENCIAS

  Por Germán Ayala Osorio   Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez y Edmundo González Urrutia tienen asuntos en común y enormes diferencia...