Por Germán Ayala Osorio
Murió Piedad Córdoba. Amada y
odiada en el siempre lóbrego y tenebroso mundo de la política colombiana, su
partida permite ver en las redes sociales los niveles de pugnacidad y odio que
se respira en el país desde el 7 de agosto de 2022.
Aunque la cantidad de mensajes de
solidaridad en las redes sociales por la muerte de la congresista superan a
las maldiciones y reclamos de sus enemigos y detractores, llama la atención lo
expresado por los congresistas Polo Polo y Jota P Hernández, quienes muy
seguramente están celebrando la muerte de la liberal y luchadora por la paz.
Estos advenedizos e ignaros legisladores expresaron su animadversión hacia la
fallecida congresista. Y lo hicieron, apelando a un discurso propio de “sicarios
morales” que, sobre el féretro de Córdoba, estarían dispuestos a derramar su
viscoso veneno.
En sus expresiones de animosidad
incontrastable, los congresistas confluyen en la idea de que será la justicia divina
la que se encargue de cobrarle a Piedad Córdoba, lo que hizo en la tierra. Frase
manida de ciudadanos creyentes que van a misa todos los domingos para buscar
sosiego en la figura de Dios, pero que al otro día siguen destilando veneno con
sus procaces discursos. Según este par de insustanciales políticos, Córdoba le
hizo daño al país. En particular el ladino Jota P Hernández la calificó de
bandida. Si hablamos de políticos dañinos, tendríamos que hablar de Álvaro Uribe
Vélez, Alberto Santofimio Botero y más recientemente, Iván Duque Márquez.
Las curules accidentales de
Miguel Abraham Polo Polo y Jhonathan Ferney Hernández, conocido bajo el alias
de JP, dan cuenta de varios fenómenos, a saber: la banalización de la política,
el oportunismo político y mediático circunscrito al estallido social de 2021 y
la pobreza cultural.
El primero de esos fenómenos está
atado a la baja cultura política de quienes, en el ejercicio del derecho a
elegir, votaron con la bilis o simplemente se dejaron seducir por discursos
vacíos de quienes se presentaron a elecciones para el Congreso de la República
en una particular coyuntura. El resultado de esa baja cultura política está
representado en las dos curules que ostentan este par de descriteriados políticos.
En cuanto al segundo fenómeno, hay
que decir que está ligado también al engaño de quien, como alias Jota P, fungió
como un “Youtuber”, figura ridícula muy propia de una sociedad que prefiere los
discursos básicos, la vulgaridad, la patanería y las calenturas pasajeras de
una serie de bocones que se creen en la capacidad de liderar procesos de cambio
social, cuando apenas si pueden ordenar sus precarias vidas. Y en lo que respecta
al tercer fenómeno, este deviene ancorado a los perfiles de los señalados
congresistas, convertidos en bufones de la derecha por cuenta, justamente, del mínimo
capital social y cultural con el que cuentan.
Las luchas que libró en vida
Piedad Córdoba en torno a la paz jamás podrán comprenderlas Polo y Jota P Hernández
porque ambos asumen el conflicto armado interno como un asunto lejano, en el
que no hay víctimas civiles, sino solo victimarios. Córdoba quizás cruzó una
línea ética y política muy delgada cuando se acercó al entonces presidente
Chávez y a las Farc-Ep, para que el primero ayudara con la liberación de los
secuestrados que estaban en manos de esa guerrilla. Justamente, los balances que
hay que hacer de lo hecho por Piedad Córdoba exigen de parte de los interesados
unos mínimos conceptuales que Polo Polo y Hernández no tienen.
Cuando les llegue la hora de
partir a estos dos políticos, muy seguramente, al examinar sus luchas,
discursos y actuaciones, no habrá de dónde agarrarse para destacar algo positivo.
Ojalá no volvamos a ver congresistas del talante de estos dos ridículos e
infantiles personajes. En una recordada sesión en el Congreso, Piedad Córdoba dijo que "al fin de cuentas, JP sí era un HP".
Imagen tomada de CMI
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