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lunes, 18 de agosto de 2025

¿Y SI CAROLINA CORCHO ES LA CANDIDATA PRESIDENCIAL DEL PACTO HISTÓRICO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

¿Algún día en la Colombia patriarcal, machista y misógina veremos a una mujer llegar a la Casa Nariño en calidad de presidenta?  Esa es la pregunta que de un tiempo para acá se hacen millones de colombian@as.

El sentido del interrogante por supuesto que va acompañado de la participación cada vez mayor de la mujer en la política, actividad histórica y culturalmente dominada por hombres que en sus ejercicios de poder han dejado ver prácticas machistas y otras muy cercanas a la misoginia.

Las dinámicas del conflicto armado interno dan cuenta de esas prácticas de dominación y violencia hacia las mujeres. En las fuerzas armadas y en las filas de los narcoparamilitares y las narcoguerrillas: violaciones, empalamientos y asesinatos. Dichos crímenes ocurren a diario en ciudades capitales y zonas rurales.

Esa irrupción de las féminas viene de la mano de la afortunada erosión de la idea de que “solo los hombres” pueden gobernar a un país tan complejo como Colombia, lo que debe entenderse como un momento propicio para que una mujer llegue a gobernar a los colombianos.

En mucho viene ayudando el feminismo como corriente de pensamiento que reivindica a las mujeres y pone en crisis los roles de esposas y madres obedientes dedicadas al cuidado de hijos, de los esposos y del hogar.

Ahora que se acerca la campaña presidencial, en el escenario electoral aparecen varias mujeres que aspiran a ser elegidas candidatas para disputar la hegemonía masculina en el poder político. Eso sí, dentro del ramillete de féminas existen diferencias sustanciales alrededor de cuál debe ser el perfil de una eventual presidenta de Colombia. Todas en mayor o menor medida han sido víctimas de la sociedad patriarcal, misógina y machista en la que crecieron. Es posible, incluso, que varias de ellas se “sientan a gusto” con esas circunstancias de dominación, a otras poco les importe y quizás en el fondo otras las impulse llegar a la presidencia de la República para “refundar la patria” en función de unas nuevas relaciones entre Hombres y Mujeres.

Por el lado de la ultraderecha aparecen las congresistas María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, hijas y legitimadoras del machismo en la política y en la vida cotidiana; y es así porque llevan años sometidas al poder, con visos de misoginia y probado machismo de su jefe político el expresidente Álvaro Uribe Vélez, un recio “machito” acostumbrado a domar bestias, en especial yeguas. Recordemos cuando la senadora Cabal descalificó a un grupo de feministas que salió a protestar. Les dijo que eran “un poco de locas, además, feas, horrorosas y empelotas”. Esa forma despectiva de la señora Cabal de referirse a las feministas deviene ancorada a su enfermiza lealtad hacia Uribe, un macho que habla de las mujeres como si se tratara de “yeguas” listas para ser montadas. Los que leyeron el libro de Héctor Abad, El olvido que seremos saben perfectamente de lo que aquí se habla.

Por el lado del progresismo, la exministra de salud, Diana Carolina Corcho Mejía y la congresista María José Pizarro también están enfrentadas al machismo que ronda a la izquierda y esperan el aval de su partido para enfrentar el desafío cultural y político de llegar a la Casa de Nariño.

Ahora que se vienen las consultas internas en los partidos políticos, es más probable que del lado del progresismo se termine eligiendo a una mujer como candidata única de cara a las presidenciales. En particular, creo que la psiquiatra y exministra de salud del gobierno Petro, Diana Carolina Corcho Mejía tiene la solidez académica para enfrentar el desafío de gobernar a un país lleno de machitos cabríos que se oponen a que las mujeres se liberen del yugo patriarcal. Corcho Mejía conoce el sistema de aseguramiento en salud y comprende los factores culturales, ideológicos y políticos que rodearon la operación de dicho sistema, atado a las lógicas neoliberales que se impusieron en el país desde César Gaviria Trujillo,  pasando por Pastrana y las que se entronizaron con Uribe Vélez y continuaron Juan Manuel Santos y el subpresidente Iván Duque Márquez. Dichas lógicas se aplicaron de la mano de un ethos mafioso que debe ser leído no exclusivamente en clave masculina, pues ha sido validado por mujeres que alcanzaron las más altas dignidades del Estado.

Un salto hacia adelante y un verdadero golpe de opinión lo darían el Pacto Histórico, su dirigencia y seguidores si avalan a Diana Carolina Corcho como la candidata única. Ojalá sepan leer el momento histórico por el que atraviesa el país y el creciente cansancio social y cultural de las maneras como los hombres asumen el poder y promueven la hegemonía masculina en el ejercicio de la política, casi siempre en contravía de los derechos de las mujeres a participar de las grandes decisiones.

No caben aquí expresiones como es que “no tiene la experiencia y la formación suficientes para gobernar al país”. ¿Acaso Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos y Duque las tuvieron? Estos llegaron a la casa de gobierno validados por el “cacorraje nacional” del que habló en su momento la escritora Carolina Sanín.




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domingo, 10 de agosto de 2025

LA CRISIS DEL URIBISMO Y EL DESPERTAR DE UN PUEBLO

 

Por Germán Ayala Osorio

Se necesitaría de un profundo estudio sociológico para encontrar las razones y circunstancias que ayuden a explicar lo que en la calle llaman “el despertar de un pueblo frente al régimen uribista”. Mientras ese estudio se realiza, revisemos algunos hechos que en el pasado pudieron contribuir a ese despertar. 

Hay quienes aseguran que el estallido social fue el punto de quiebre de lo que en su momento se llamó el unanimismo ideológico vivido entre el 2002 y el 2010. No necesariamente fue ese acontecimiento el parteaguas del que aquí se habla, aunque sí fue determinante especialmente en los sectores populares que luego terminaron apoyando la candidatura presidencial de Gustavo Petro y el discurso del Cambio, que de todas maneras venía asociado a la superación de los aciagos años que vivió el país en los 20 años que duró el uribismo en el poder: disímiles formas de violencia contra los jóvenes, privatización del Estado, aumento de la pobreza, abandono del campo y estigmatización del campesinado, incluidas las comunidades afros e indígenas), deforestación de las selvas por la vía de la potrerización y la consolidación del modelo de la gran plantación (monocultivos) y la minería legal-ilegal.  

En los tiempos del Embrujo Autoritario, en universidades privadas y públicas se vivieron las primeras acciones de ese “despertar” consistente en hacer contra discurso a las narrativas periodísticas que insistían en que, a pesar de escándalos y posteriores condenas de sus más cercanos colaboradores ministeriales, Álvaro Uribe Vélez seguía siendo el Gran Colombiano, esto es, un “político honorable, el muro de contención del comunismo y el que les devolvió la tranquilidad a los colombianos”.

En esos espacios universitarios se vivieron enfrentamientos entre profesores críticos de Uribe y estudiantes uribizados que llegaban a las aulas convencidos de todas las bondades morales y éticas con las que la prensa hegemónica coadyuvó a la construcción de esa invención mediática que se llama Álvaro Uribe Vélez. Las directivas de varias de esos claustros privados se hicieron sentir relegando a valiosos, estructurados profesores que cometieron el “error” de atreverse a criticar a Uribe. En reuniones de padres de familia realizadas en varias universidades privadas, los acudientes expresaban sus preocupaciones a las directivas porque sus hijos contaban que les había tocado ver clases con profesores “anti uribistas”.

Los docentes críticos de la seguridad democrática y que investigaban los hechos del Plan Colombia y la Seguridad Democrática y hurgaban en el pasado de Uribe en su paso por la Aerocivil eran vistos como “amigos de los terroristas” por los alumnos que ciegamente creían en la propaganda mediática y recogían como única verdad lo que escuchaban en sus hogares.

Al poner a Santos en la presidencia, Uribe pensó que podría dar continuidad a su temida política de seguridad democrática y por supuesto consolidar la captura perniciosa del Estado para el disfrute de unos pocos. Aunque Santos se la jugó por ponerle fin al conflicto armado con las entonces Farc-Ep, las dos señaladas apuestas y banderas del uribismo se ejecutaron tal cual lo planeado. La molestia del Patrón con Santos obedece a que la negociación política en La Habana empezaría a aportar a lo que más le teme Uribe: a la verdad que la JEP ayudaría a rescatar de la frágil memoria de todos los combatientes (legales e ilegales) y de las tumbas con cientos de miles de NN; al final se confirmaría que efectivamente el conflicto armado interno se degradó y convirtió a unos y otros en criminales de guerra, en particular durante el periodo presidencial de Uribe, quien salía a gritar a voz en cuello que quería “más y mejores resultados operacionales”, mientras sus generales, unos verdaderos chafarotes, exigían a sus subalternos “litros de sangre, a mi no me traigan detenidos”.

Un punto que en particular hizo que el político antioqueño montara en cólera fue la desmentida que le hicieron las Farc-Ep:  negaron tener que ver con la muerte de su padre y lo invitaron a hablar de las verdaderas circunstancias en las que fue asesinado. Recordemos que el crimen de Alberto Uribe Sierra lo usó Álvaro Uribe como estrategia electoral y político-militar al sostener la tesis de que a su progenitor lo había asesinado “lafar” para borrar sindicaciones en su contra. De allí que usara el poder militar del Estado para “vengarse” de las Farc-Ep.

Después vendría la reelección presidencial, hecho político que fue aportando al señalado “despertar” por todo lo que rodeó a la modificación de la Constitución política con la llamada “Yidispolítica”. A pesar de ello, el teflón de Uribe seguía funcionando, aunque a las universidades llegaban ya estudiantes menos uribizados y mejor informados.

Llegaría luego el desvergonzado y nefasto gobierno del subpresidente Iván Duque Márquez y con este el estallido social y la irrupción de Petro como opción de poder. Hablar de poder popular, ocuparse de los sectores poblaciones y económicos que el uribismo maltrató y desconoció durante 20 años ha venido aportando al “despertar de un pueblo frente al régimen uribista”.

La ejemplar condena contra el machito antioqueño y las celebraciones a rabiar en ciudades como Cali, Bogotá y la propia Medellín hacen parte de ese despertar que es hoy, quizás, el mayor obstáculo con el que se enfrentará la derecha uribizada en las elecciones de 2026. Pero ojo que, si el progresismo le incumple al pueblo que recién “despertó”, en unos años estaremos hablando no de un despertar en las condiciones en las que se dio como respuesta al régimen uribista, sino de un malestar social y una profunda desconfianza en las ideas progresistas asumidas hoy como la esperanza en que algún día Colombia opere como una verdadera República y por esa vía logre un desarrollo económico que garantice bienestar para todos los colombianos.



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miércoles, 6 de agosto de 2025

LO QUE SIGNIFICA LA MARCHA URIBISTA DEL 7 DE AGOSTO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La movilización uribista programada para hoy 7 de agosto, en rechazo a la condena a 12 años de prisión domiciliaria contra del expresidente Álvaro Uribe Vélez es, en sí misma, una exhibición de la inmoralidad que rodea al colectivo uribista, caracterizado por la incoherencia política cuando se trata de defender las instituciones, respetar la justicia y la institucionalidad; también será el escenario propicio para que los candidatos presidenciales del fantasmal centro definan de una vez por todas si van a subirse al “bus del condenado” o si serán capaces de sentarse a pensar en los problemas por resolver del país desde ese lugar de enunciación que aún está por construirse.

La marcha de respaldo al Gran Domador de Bestias, encontrado culpable por la jueza 44 de dos graves delitos no políticos, está precedida por una andanada de descalificaciones y amenazas en contra de la jueza Sandra Liliana Heredia por haberse “atrevido” a condenar al temido político antioqueño y del ambiente de polarización política y crispación ideológica que se remonta al plebiscito por la paz de 2016 y que se viene profundizando desde el 7 de agosto de 2022 cuando llegó a la Casa de Nariño el primero gobierno progresista en cabeza de Gustavo Petro Urrego.

La manifestación uribizada comparte el carácter absurdo con el que una parte de la sociedad colombiana asumió el triunfo del No en el malogrado plebiscito por la paz. Dicho carácter se expresa en la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que salgan a marchar para rechazar la condena proferida contra un expresidente que contó con todas las garantías procesales, en un proceso penal generado por él mismo y que completó 13 años, incluidas dilaciones y "jugaditas" por parte de la defensa? Bajo esa misma lógica millones de ciudadanos dentro y fuera del país se preguntan aún: ¿Cómo es posible que una parte de la sociedad haya votado no para poner fin al degradado conflicto armado interno?

Además, la curiosa, insensata, disparatada y llamativa movilización está precedida por el inicio del peregrinaje de personalidades políticas y agentes económicos por la finca-cárcel en la que permanece Uribe Vélez por cuenta de la sentencia que será revisada por el Tribunal Superior de Bogotá. El expresidente Andrés Pastrana Arango visitó a su homólogo a pesar de que en el pasado lo señaló de tener vínculos con los paramilitares. El respaldo al condenado también lo expresó el exalcalde de Bogotá y vendedor de buses, Enrique Peñalosa. Se entiende el apoyo brindado por el vendedor de articulados pues aspira a dirigir el país bajo la agenda neoliberal en la que cree a pie juntillas.

Los agentes gremiales y los precandidatos presidenciales que participarán de la marcha terminarán legitimando el proceso de estigmatización mediática echado a andar en contra de la jueza Sandra Heredia, así como el discurso con el que se viene erosionando la legitimidad de la justicia por cuenta de un fallo en derecho.

De cara a las elecciones presidenciales poco importará si la movilización resulta numerosa. Lo que realmente el país deberá tener en cuenta es quiénes se atreverán acompañar al patriarca, caballista, hacendado y domador de bestias en su “mala hora”. El país recordará que un 7 de agosto cientos de miles de colombianos salieron a marchar a favor de Uribe con un discurso patriotero que, de la mano de otros elementos y circunstancias, sigue evitando la construcción de una verdadera República.

La “doctrina” uribista podrá salir fortalecida hacia adentro, en la medida en que entre sus mesnadas estarán atentos, lista en mano, quiénes fueron los que, a pesar de la ejemplar y legítima condena contra el Gran Patrón, fueron capaces de desconocer un fallo judicial y por esa vía erosionar la majestad de la justicia. Hacia afuera, el uribismo seguirá siendo mirado como un fenómeno sociocultural y político ancorado a un ya naturalizado ethos mafioso con el que no solo se validó el Todo Vale, sino el proceso de captura perniciosa del Estado sobre la que se sustentó su privatización entre el 2002 y el 2022. 

Adenda: nuevamente veremos en las redes sociales el enfrentamiento entre las bodegas uribistas y los influencers petristas alrededor de si la marcha fue o no un fracaso. Y los medios hegemónicos sirviéndole de caja de resonancia al uribismo. 

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jueves, 17 de julio de 2025

MURIÓ SANSÓN, EL HÉROE CANINO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Finalmente murió “Sansón”, el canino militar que pisó una mina antipersona a la que sobrevivió por varios días. Un paro cardiorrespiratorio puso fin a la vida del Pastor Belga que hacía parte del equipo antiexplosivos del Ejército Nacional.

El reporte castrense señala que salvó la vida de por lo menos 36 uniformados. Sansón fue despedido con honores como suele hacerse con los Héroes militares que luchan contra las estructuras mafiosas que algunos sectores de la opinión pública y de la institucionalidad política siguen llamando “guerrillas”. Malditos todos los que apelan a esos artefactos para afectar a la tropa y que terminan por asesinar a perros como Sansón.

Conmovedora la nota periodística en Noticias Caracol, pero insuficiente para llamar la atención por el “reclutamiento” de animales no humanos para las actividades militares en un país que soporta múltiples violencias. Hay que pasar del pesar, al rechazo absoluto del “reclutamiento” de perros para esas violentas actividades.

Si hay algún escenario en el que la racionalidad instrumental se manifiesta, con todo y sus lógicas, es la guerra. Para el caso colombiano, caracterizado por las pérfidas dinámicas de sus múltiples violencias, esa misma racionalidad instrumental permite el uso de perros para detectar minas y por esa vía hacer posible que en el desarrollo de las operaciones militares, quienes pierdan extremidades y la vida sean los perros y no los soldados.

Ya la guerra en sí misma es estúpida y expresa con inusitada claridad la aviesa condición humana. La presencia de caninos  y el uso específico dentro de las dinámicas de nuestro “conflicto armado interno” confirma el poder de la mirada antropocentrista que nos permite exponer la vida y el bienestar psicológico de los perros, por una “razón fundamental”: la existencia de los animales humanos uniformados vale más que la de los pastores belgas caídos en combate o a los que se los traga la manigua como a Wilson, el canino que participó de la operación militar e indígena que encontró a los niños que sobrevivieron durante 40 días en las selvas del Guaviare.

La congresista y defensora de los animales Andrea Padilla se refirió al crimen de Sansón en estos términos: 

"Los perros de las fuerzas armadas que mueren en la guerra no “dan su vida por la patria”, ni mueren “cumpliendo con su deber”. Mueren porque son usados, pues no pueden elegir. Duele en el alma la muerte agónica de #Sanson. Ojalá el fin de la guerra en Colombia -o el desarrollo tecnológico- implique el fin de su explotación".

Cuántas estupideces seguiremos cometiendo como especie privilegiada y dominante bajo las lógicas de la racionalidad instrumental con la que le ponemos precio a la vida, subvaloramos las de perros y gatos, para hablar solo las de los animales domésticos (animales no humanos). Insisto en que somos una especie estúpidamente inteligente. No nos merecemos a seres como Sansón o Wilson. Paz en la tumba de ese hermoso peludo que murió cumpliendo un deber inventado por la estupidez humana.


https://www.bing.com/search?pglt=931&q=el+perro+Wilson+que+se+perdio&cvid=e9a9c1dfefcf43a8adf2b8406642b26d&gs_lcrp=EgRlZGdlKgYIABBFGDkyBggAEEUYOTIGCAEQABhAMgYIAhAAGEAyBggDEAAYQDIGCAQQABhAMgYIBRAAGEAyBggGEAAYQDIGCAcQABhAMgYICBAAGEDSAQg4MTg3ajBqMagCALACAA&FORM=ANNTA1&PC=LCTS&ntref=1

lunes, 14 de julio de 2025

COLOMBIA ATOSIGA, AGOBIA, ABRUMA Y CANSA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El 7 de septiembre de 2022 escribí una columna en la que dije que Colombia “cansa, atosiga, agobia y enferma” por el registro noticioso de hechos violentos que se volvieron paisaje. Al final de este columna reproduzco por completo ese texto de opinión.

Ahora son los recientes feminicidios, las violaciones a menores de edad, los tocamientos a niñ@s por parte de curas pedófilos, tíos, padres y desconocidos los que vuelven a cansar a la opinión pública; también la corrupción público-privada y los enfrentamientos militares en los que mueren soldados, guerrilleros y civiles en una guerra absurda que hace años dejó de tener raíces y justificaciones políticas e ideológicas. Le siguen llamando conflicto armado interno mas por la fuerza de las normas internacionales que existen para llamar así al fenómeno en el que se violan los derechos humanos y el DIH. Razón le cabe al presidente Petro cuando dijo hace poco que en Colombia “ya no hay guerrillas”: solo existen traquetos que andan en Toyotas cuatro puertas y vestidos de camuflado.

Casi tres años después el país sigue cansando, atosigando y enfermando a quienes consumen las noticias y no encuentran razones o criterios para explicar qué es lo que pasa que no avanzamos como sociedad civilizada. ¿Qué sucede que no superamos el ethos mafioso que guía a muchos de los miembros de una élite política y económica que parece despreciar su propia nación, pero sobre todo los procesos de mestizaje de los que son hijos legítimos?

Y sí, con el actual gobierno muchas cosas vienen cambiando, pero se corre el riesgo de que el 2026, de regresar la derecha a la Casa de Nari, sus líderes, legales e ilegales, las echen para atrás. Eso sí, la corrupción público-privada y el ethos mafioso que los inspira siguen presentes.

Ad portas de que una juez condene o absuelva al expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, sectores afines al poderoso y temido político antioqueño buscan afanosamente deslegitimar el proceso penal en su contra calificándolo de “político” por el solo hecho de que la decisión que adopte la jueza 44 se dará durante el gobierno de Petro.

Olvidan que se trata de un caso que lleva 13 años en el que el Señor Acusado ha contado con todas las garantías procesales. Y como muestra del odio interno y la escisión del país entre quienes esperan que sea condenado y los que sueñan con verlo absuelto y de regreso a la Casa de Nari en condición de vicepresidente, sus defensores de oficio, incluidos la prensa hegemónica, están buscando que los Estados Unidos imponga sanciones económicas o descertifiquen al actual gobierno. Si en el 2028 estoy vivo, estoy seguro de que podré sentarme a escribir sobre estos mismos hechos o quizás otros que hoy nos atosigan, enferman y nos avergüenzan como sociedad.

Este es el texto publicado en el 2022: “El registro que diariamente hace la prensa de hechos violentos dice mucho de las realidades que soportamos en Colombia, pero más de nosotros mismos como ciudadanos y, por supuesto, del talante de los medios masivos y de sus periodistas. Por ello, Colombia agobia, cansa, atosiga, abruma, apesadumbra…

En los últimos días el periodismo registró, en varias ciudades del país, la aparición de partes humanas diseminadas en bolsas de basura; cuerpos desmembrados arrojados a sucias canecas que dicen mucho de nuestra condición humana; también, actos de corrupción que a nadie avergüenzan y que poco indignan al grueso de la sociedad: se robaron la plata de la paz, se viene diciendo de tiempo atrás, y fueron pocos los indignados.

Al voltear la página, se lee que una obra pública quedó mal hecha: un puente se cayó; una vía recién entregada, colapsó; y vías que existen en mapas de cualquier oficina de planeación son verdaderas trochas o simplemente no hay trazado alguno que permita pensar que existió o que existirá algún día.

Mientras tanto, las grotescas imágenes de un congresista borracho que orina odios a unos policías se vuelven virales. Horas después, en un acto teatral, el mismo Macho cabrío, sobrio y sin la evidencia de la micción, ofrece disculpas, mientras que ciertos periodistas interesados en usar su investidura para atacar a la coalición política que gobierna se ensañan con el alcohólico y putero, en un ejercicio moralizante tan pasajero y efímero como el escándalo mismo. Ya vendrá otro hecho que lo superará en espectacularidad y morbo. Y este llegó, por cuenta de la justicia.

La Fiscalía con sorprendente eficacia informa que la hija de la exsenadora y prófuga de la justicia, Aída Merlano, será condenada por el delito de favorecimiento de fuga por hechos presentados en 2019, cuando se les voló a los “custodios” del INPEC. La hija, Aída Victoria Merlano, usando sus redes sociales, expuso públicamente su drama. El silencio de la misma Fiscalía frente al político Alex Char, denunciado por la excongresista por corrupción electoral y violencia sexual, es enorme, abruma y desdice de la justicia. Es clara su vulgar politización.

Con menos espectacularidad, se conoce que la fiscalía general de la Nación nuevamente pedirá la preclusión del proceso penal que involucra a un expresidente de la República, reseñado bajo el número 1087985. El otrora órgano investigador y acusador hoy funge como defensor de oficio del ladino latifundista, el mismo que la Corte Suprema de Justicia encontró responsable por la comisión de los delitos de fraude procesal y manipulación de testigos.

Los hechos registrados líneas atrás, incluidos los periodistas que de manera selectiva elevan unos hechos a la categoría de noticia, mientras a otros los echan casi en las mismas canecas en las que vienen apareciendo cabezas, brazos y piernas humanas, están atados al ethos mafioso que Colombia naturalizó. Y aunque en Colombia ya nada sorprende, aún queda tiempo para la indignación, así esta nos lleve a confirmar que efectivamente este país abruma, cansa, agobia, atosiga y nos enferma”.




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viernes, 4 de julio de 2025

VISADOS Y CERTIFICACIONES MORALIZANTES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Retirar visados a presidentes, expresidentes, militares activos y en uso de buen retiro, así como a ministros y exfuncionarios es una infantil, pero efectista retaliación con la que sucesivos gobiernos de los Estados Unidos castigan a los gobiernos de países “aliados” que históricamente han operado como el “patio trasero” de los gringos. Colombia es el mejor ejemplo de la humillante relación bilateral y del castigo de visas canceladas.

Históricamente el suelo colombiano ha servido para que agencias americanas hagan y deshagan en el territorio nacional. Baste con recordar las violaciones a mujeres y los hijos que dejaron en Colombia los militares americanos que estuvieron en el país en el marco del Plan Colombia. Esa iniciativa político-militar permitió la injerencia directa de los Estados Unidos en las dinámicas del conflicto armado interno. Es más, dicho plan no se tramitó y mucho menos se discutió en el Congreso colombiano.

La acción moralizante de los gringos de cancelar o negar visados tiene la clara pretensión de “avergonzar” a quienes ya no podrán ir de paseo a la tierra del Tío Sam, bien para ir a conocer a Mickey Mouse, recorrer centros comerciales para comprar “ropa de marcas gringas” y disfrutar de las playas de Miami, entre otros atractivos turísticos. Tener la visa americana fue por muchos años un motivo de orgullo e incluso un diferenciador de clase social entre los colombianos.

En medio de una nueva tensión diplomática entre los gobiernos de Trump y Petro se anunció desde Washington que se cancelarán las visas a funcionarios de la administración Petro que hayan hecho parte del M-19, aunque no se descarta que la medida se extienda a ministros en ejercicio, esto es, al círculo de funcionarios más cercanos al presidente de la República. Se trataría de una especie de “juicio moral” contra aquellos que, en el pasado, junto a Petro, empuñaron las armas y se levantaron contra el Estado.

De los casos más emblemáticos de pérdidas de visados para entrar a los Estados Unidos hacen parte el entonces presidente Ernesto Samper Pizano, y a los generales retirados Mario Montoya y Jesús Armando Arias Cabrales. La lista es larga.

Convencidas las autoridades americanas de que no hay nada más en el mundo que valga la pena visitar que los Estados Unidos, los colombianos hemos no solo aceptado la vulgar intromisión en nuestros asuntos internos de sucesivos gobiernos republicanos y demócratas, sino el trato indigno que sufren los connacionales al pisar suelo americano y las formas desobligantes con las que se han referido al presidente Petro por no hincarse y asumir la actitud sumisa que Marco Rubio  y el propio Trump esperaban que asumiera el mandatario de los colombianos. Acostumbrados a ver la mansedumbre de Duque, Uribe, Santos, Pastrana y Gaviria, los gringos no aceptan que un exguerrillero se les haya plantado con la dignidad a las que los anteriores presidentes renunciaron durante sus mandatos.

La certificación que suelen entregar a los gobiernos colombianos por su efectiva lucha contra las drogas es otro mecanismo que naturaliza la intromisión en los asuntos internos y por esa vía excluye o borra las responsabilidades políticas que debería asumir los Estados Unidos por ser uno de los mayores consumidores de alcaloides, lo que supone la existencia de mecanismos institucionales y de grupos de poder que facilitan la entrada de toneladas de cocaína a los Estados Unidos provenientes de Colombia. Muy seguramente esta nueva crisis diplomática, generada en parte por las formas desobligantes en las que ambos gobiernos se han tratado, servirá para el Departamento de Estado descertifique al país por el crecimiento de las hectáreas de cultivos de uso ilícito, a pesar de los buenos resultados en materia de interdicción de cargamentos de cocaína.  Y pensar que esta guerra contra las drogas está justificada porque aún los gringos no logran producir el alcaloide en sus pisos térmicos.




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¿POR QUÉ INCOMODA TANTO GUSTAVO PETRO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 Véase: 🛑 ¿POR QUÉ GENERA TANTA MOLESTIA GUSTAVO PETRO? | OPINIÓN

Parece haber consenso académico, social y político alrededor de la idea de que Colombia es una nación compleja, de ahí que no resulte a veces fácil analizar y comprender asuntos y fenómenos como la violencia política en campos y ciudades que suelen agruparse bajo el nombre de conflicto armado interno y el actual escenario de confrontación política e ideológica entre la derecha y el progresismo.  Por lo anterior, todo ejercicio académico o periodístico que busque explicar las complejas realidades del país y de su sociedad siempre quedará incompleto.

En los últimos días dos hechos noticiosos han ocupado la atención de la opinión pública: el primero, la intentona golpista atribuida al excanciller Álvaro Leyva Durán por el diario El País de España, con una eventual aquiescencia de los Estados Unidos; y el segundo, la nueva tensión diplomática y política entre los gobiernos de Donald Trump y Gustavo Petro generada en buena parte por las insinuaciones del presidente de Colombia alrededor de la idea de que en Washington conocían los devaneos golpistas del exministro Leyva.

Más allá de si el gobierno de Trump vio en algún momento con buenos ojos los deseos golpistas del señor Leyva Durán, lo cierto es que el presidente Petro, desde su posesión el 7 de agosto de 2022 se convirtió para el Departamento de Estado de los Estados Unidos, la derecha nacional e internacional y para la Junta del Narcotráfico y sus aliados en Colombia en una persona incómoda, en un agente político indeseable y por lo tanto susceptible de sufrir ataques políticos, deseos de defenestrarlo e incluso de asesinarlo. Como esto último aún no sucedió, las arremetidas contra el presidente colombiano se han movido entre el desprestigio moral y la búsqueda de declararlo indigno para gobernar por una atribuida condición homosexual y la más grave, por el consumo incontrolado de cocaína.

Sin embargo, en el fondo del rechazo social y político que genera en agentes de poder hegemónico, esto es, en la élite que por más de 200 años manejó a su antojo el país, hay por lo menos 4 factores, asuntos o temas a los que Petro viene haciendo referencia en sus discursos dentro y fuera del país. El primero, sus críticas al modelo de desarrollo económico extractivo sobre el que se fundaron ideas de progreso, modernización y crecimiento que han servido para que el Norte opulento sea asumido por el Sur empobrecido como un deseable estadio “civilizatorio”.

El segundo asunto tiene que ver con las pretensiones emancipatorias de un presidente “sudaca” que además de haber sido guerrillero, cree que puede hablarle de “tú a tú” a mandatarios de países desarrollados acostumbrados a tratar con presidentes colombianos que en su actuar público siempre se dejaron ver como cipayos. El tercer asunto es que para una sociedad premoderna y una élite conservadora, violenta y goda que odia el proceso de mestizaje del que son hijos el proyecto político progresista les parece disruptivo, brusco y hasta subversivo, a lo que se suma que los tomó por sorpresa. Y el cuarto asunto es que nunca, desde la perspectiva progresista, un presidente de la República confrontó las tradicionales concepciones que el poder hegemónico impuso alrededor de conceptos como soberanía popular, estatal y dignidad humana. Este último deviene atado a un sorprendente orgullo étnico y a un sentimiento patriótico no asociado a temas de seguridad (democrática) o al amor irracional de los símbolos patrios (patrioterismo).

Todo lo anterior, atravesado por lo que en esta tribuna llamé la “sionización y la cacería étnica” desatada en los Estados Unidos contra los inmigrantes del Sur empobrecido y en la franja de Gaza, contra el pueblo palestino.

 

ASUNTOS POR LOS QUE PETRO GENERA URTICARIA

1.         CRÍTICAS AL MODELO DE DESARROLLO ECONÓMICO EXTRACTIVO.

 

 

 

 

2.         PRETENSIONES EMANCIPATORIAS DE UN PRESIDENTE “SUDACA”.

3.         EL DISRUPTIVO PROYECTO POLÍTICO PROGRESISTA.

4.         SOBERANÍA POPULAR, ESTATAL Y DIGNIDAD.

 

 


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jueves, 29 de mayo de 2025

LOS CINCO HECHOS Y/O ESCENARIOS QUE DEJA PETRO

 Por Germán Ayala Osorio

 

Con aciertos y desaciertos, el gobierno de Gustavo Petro dejará en proceso de consolidación cinco hechos políticos e ideológicos que sí o sí la derecha, la izquierda, el progresismo y una eventual centroizquierda deberán recoger para construir con ellos los escenarios en los que sus posibles candidatos y programas de gobierno tendrán sentido, legitimidad y viabilidad. Estos son: 1. La anulación del carácter político de las “guerrillas”. 2. Unas élites desprestigiadas. 3. Unas bases sociales empoderadas y desafiantes. 4. En ruina la credibilidad de los medios masivos de información. Y 5. La obligación moral de construir una centroizquierda.

En medio del fracaso de la Paz Total, el presidente Petro logró lo que ni siquiera pudo alcanzar Álvaro Uribe Vélez con su temida política de seguridad democrática y la guerra a muerte que libró contra “lafar”: la anulación del carácter político de las “guerrillas”, a cuyos miembros llamó “traquetos de camuflado” y apéndices del cartel de Sinaloa. Así las cosas, cualquiera sea el candidato que llegue a la Casa de Nariño en el 2026 deberá lidiar con esa realidad política e ideológica que será determinante para los procesos de paz o de pacificación violenta que decida adelantar el próximo gobierno. Recordemos que en la entrevista que concedió a Juanpis González, el presidente Petro dijo que “en Colombia ya no hay guerrillas”. Esa conclusión a la que llegó el presidente de la República pone en “cuidados intensivos” a la categoría conflicto armado interno, cuya vida jurídica casi que se reduce a la aplicación del Protocolo II de Ginebra.

Con su discurso anti-oligarquía, Petro expuso a las élites tradicionales a un constante escarnio público, lo que le sirvió para reinstalar en los imaginarios colectivos la lucha de clases y la siempre latente posibilidad de que suceda en el país un nuevo estallido social, quizás superando los errores cometidos durante ese levantamiento: organización y liderazgo. En su última intervención, Petro señaló que “miedo es poner presos a 3.000 jóvenes y sacarles los ojos a decenas, solo por protestar, asesinar a 65 de ellos. Democracia y vivir sin miedo, es proteger el derecho de la ciudadanía a expresarse, a protestar y a la huelga”. Con unas élites desprestigiadas, los candidatos presidenciales deberán cuidarse de recibir apoyos y terminar defendiendo los intereses de aquellos empresarios que mandaron a sus lobistas al Congreso con la directriz de torpedear las reformas sociales presentadas por el Ejecutivo.

Gustavo Petro sale de la Casa de Nariño convertido en un caudillo popular y quizás en nuevo elector capaz de “poner” en la presidencia a quienes se comprometan con extender en el tiempo la promesa del cambio y por supuesto, la consolidación de este. Todas las marchas y movilizaciones dan cuenta de un despertar popular que bien se puede expresar en una realidad política que antes del 2022 el país no reconocía: unas bases sociales empoderadas y desafiantes. El trabajo social en las calles y comunidades adelantado por varios congresistas del Pacto Histórico podrá evaluarse positivamente si este escenario de conciencia colectiva se consolida y da vida a movimientos y líderes sociales con vocación de poder. Sin la formación de cuadros será imposible naturalizar las apuestas del progresismo. 

En el pasado reciente ningún presidente de la República había confrontado a los medios masivos y a sus periodistas vedettes como lo hizo Petro desde su cuenta en la red X.  El jefe del Estado los desmintió, contradijo y refutó con vehemencia, pero sin caer en amenazas de censura oficial como le “aconsejaron” varios petristas entre ellos Alfredo Saade. Semana, el medio que más oposición política le hizo a Petro, recogió el deseo del pastor: Alfredo Saade propone que el Gobierno Petro cierre medios de comunicación, “sin contemplaciones”. El gobierno Petro se abstuvo de chuzar e intimidar a los periodistas, tal y como ocurrió en los ocho años de Uribe Vélez.

La cofradía de empresas mediáticas que optaron por atacar sin piedad al gobierno Petro terminó en la ruina la credibilidad de los medios masivos de información, circunstancia que permitió la irrupción de Youtubers e Influencers de izquierda, convertidos todos en periodistas-activistas. Al final, los periodistas de los medios hegemónicos y esas nuevas figuras de las redes sociales terminaron actuando de la misma manera, afectando en materia grave la deontología del periodismo. La autocensura, las medias verdades, tergiversaciones y tratamientos periodístico-noticiosos amañados lograron poner en evidencia los mezquinos intereses de los propietarios de los medios masivos y la obsecuencia de sus más reconocidos periodistas, convertidos en amanuenses y estafetas de sectores privilegiados.

El quinto hecho y posible escenario político-electoral solo será posible si candidatos como Claudia López, Vicky Dávila de Gnecco, Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria optan por abandonar sus egos y sus sórdidas relaciones con la derecha tradicional, para acercarse a la imperiosa necesidad de dar vida a un partido de centroizquierda o de centro, que recoja las banderas del cambio. Habrá que esperar por quién se decide el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe, si por la Cabal, Paloma Valencia, Guerra u Holguín. Eso sí, los candidatos del CD son los más débiles frente a los anteriores porque quieren llegar a la Casa de Gobierno a cumplir las órdenes que el expresidente antioqueño les dé. 

Quizás la figura política que pueda liderar ese proceso de conversión política sea Roy Barreras quien con su camaleónico carácter y experiencia en varios gobiernos pueda servir como puente para acercar a los eventuales candidatos del progresismo. Hablo de Camilo Romero, María José Pizarro, Carolina Corcho, Luis Gilberto Murillo, Daniel Quintero y Carlos Caicedo.

Urge que la clase política y empresarial le apueste a bajar los altos niveles de crispación política e ideológica, dado que sus más visibles y connotados líderes dejaron ver su avaricia y el desprecio por lo popular y hacia todos aquellos que se atrevieran a confrontar sus privilegios, así cómo su clasismo, racismo y aporofobia.

Si se acepta que los cinco hechos y/o escenarios aquí planteados están interrelacionados, entonces todos los agentes políticos y económicos de la sociedad civil deben asumir como una obligación moral construir una centroizquierda que le acabe de demostrar a la derecha uribizada que su tiempo ya expiró, que el país cambió y que Uribe Vélez jamás fue el referente moral y ético que la prensa bogotana inventó en su momento. Proscribir el uribismo es una apuesta cultural que podría acercar al país a estadios de modernidad, lo que significa superar las taras civilizatorias de una derecha premoderna y violenta. 



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sábado, 10 de mayo de 2025

SE ACERCA EL FINAL DEL GOBIERNO PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En la etapa final del gobierno Petro es preciso referirse a los hechos políticos, a las realidades institucionales, culturales y a los cambios, así sean menores, que deja el paso por la Casa de Nariño del primer gobierno de “izquierda” y progresista en Colombia.

Este ejercicio reflexivo e incompleto se da en razón a que los altos niveles de pugnacidad política e ideológica, la convocatoria a la Consulta Popular como antesala a las elecciones de 2026 y la degradación misma del debate público en nada lograrán cambiar las decisiones tomadas y las venideras, salvo que suceda algo extraordinario como la ruptura de relaciones comerciales y diplomáticas con USA, el derrocamiento del jefe del Estado o su asesinato, de acuerdo con las versiones entregadas por el mismo presidente de la República.

Petro supo desnudar la avaricia, la sordidez y el carácter premoderno de una oligarquía que, aunque decadente, insiste en que sus más visibles agentes son el faro que ilumina a una sociedad como la colombiana que de tiempo atrás deviene en una confusión moral por cuenta de la entronización de un ethos mafioso y criminal que por más de 50 años ha guiado la vida de las familias que ostentan el poder en el país. Esa es una realidad política, social y cultural que Petro proyecta como un insumo electoral para volver a derrotar a la derecha en el 2026.

En lo corrido de este gobierno, quedaron en evidencia la incapacidad simbólica, discursiva y la debilidad ético-política de los sectores de poder tradicional que se vieron abocados a ser y ejercer oposición por primera vez. Al no estar preparados para cumplir con ese exigente rol, sus más connotados miembros se dejaron ver intolerantes, tercos, diminutos y violentos e incluso con tendencias desestabilizadoras y anárquicas, fruto del desespero y la inocultable furia que les generó haber perdido la Casa de Nari (antes, Casa de Nariño).

Las cabezas visibles de Fenalco y Andi dejaron ver su clasismo, racismo, pero sobre todo su reducida visión de Nación al oponerse a que Colombia entre a hacer parte de la Ruta de la Seda promovida por China. Aquello de que “Colombia es una nación a pesar de sí misma” es el correlato que explica las actuaciones de los más mediáticos agentes económicos de la sociedad civil.

Su abyecta postura progringa y el miedo a buscar nuevos mercados y reindustrializar al país permiten comprender que el subdesarrollo y el atraso en materia económica y de infraestructura obedecen en gran medida a su falta de visión y al haber asumido el liderazgo del país desde la precariedad de sus criterios. La verdad es que se autodenominan capitalistas y creen que pueden desarrollar el país con peajes caros y sin trenes. Al final, queda claro que son rentistas. No les gusta competir, les fascina concentrar el poder económico y político. Su apuesta es privatizar el Estado para el exclusivo beneficio de unos pocos.

Por esa misma línea, las empresas mediáticas quedaron expuestas ante unas audiencias que aprendieron a reconocer sus tratamientos amañados, mentirosos, exagerados y cargados de racismo, aporofobia y clasismo. Nunca los periodistas vedettes habían quedado tan expuestos como agentes políticos al servicio de una élite económica y política que los usó para deslegitimar al actual gobierno, “graduar” al presidente de la República como un “ser inmoral” basados en las versiones que puso a circular Leyva Durán, perniciosamente recogidas por esos mismos periodistas que terminaron emulando a la Negra Candela, a los chismosos de “El Lavadero” y a los miembros de la Red, programa dedicado al cotilleo,  la intriga y  a la trapisonda.

A falta de poco tiempo para que llegue el 7 de agosto de 2026, el fantasma del “castrochavismo” y la sentencia de que “nos convertiríamos en Venezuela” terminan debilitados y casi que proscritos. Al final, se respetó la propiedad privada, el modelo económico se mantuvo, se dio continuidad a la vigilancia e intervención del FMI en el manejo de la economía; no se dieron las esperadas nacionalizaciones, así los medios y los agentes políticos beneficiados del negocio de las EPS insistan en que la apuesta de Petro es acabar con el “mejor sistema de salud (privado) del mundo”.

En lo que respecta al proyecto político progresista, hay que señalar que la megalomanía del presidente de la República puede resultar dañina si no morigera un poco el carácter y la visión ideologizante con la que asume las discusiones alrededor de la operación del Estado. Su “graduación” como caudillo popular y su intención de convertirse en el más grande elector del país, superando al expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez puede resultar positivo para el país siempre y cuando los candidatos y su ungido para el 2026 morigeren la oratoria y la pugnacidad ideológica y política. Lo anterior por una razón fundamental, expuesta por el propio Petro cuando dijo “somos gobierno, pero no tenemos el poder”.

Y en lo concerniente al “conflicto armado interno”, Petro le deja al nuevo gobierno sentencias que harán difícil volver a creer en que es posible pacificar el país a través de negociaciones políticas como la que se dio en La Habana. Al quitarles el ropaje político a las “guerrillas”, la derecha queda autorizada, si vuelve al poder, a jugársela por una salida militar, sin que ello signifique volver a los tiempos de la Seguridad Democrática, la operación conjunta con los paramilitares, el desplazamiento forzado de campesinos y los falsos positivos. Recordemos que Petro los llamó “traquetos vestidos de camuflado”; o “viejos guerrilleros curtidos en la lucha armada” se volvieron “traquetos”; o recientemente, en Colombia ya “no hay guerrillas”.



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miércoles, 7 de mayo de 2025

MILITARES QUE VENDEN INFORMACIÓN Y ARMAS AL “ENEMIGO INTERNO”: SE DAÑÓ LA SAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Por estar los medios hegemónicos ocupados linchando moralmente al presidente de la República a través de los señalamientos publicados por Álvaro Leyva Durán y cubriendo la muerte del Papa Francisco y el cónclave que tiene como objetivo elegir su remplazo, pasó casi que desapercibido lo dicho por el ministro de la Defensa, Pedro Sánchez Suárez en torno a una realidad que no es nueva.

El general (R)  confirmó “que dentro de la misma Fuerza Pública existen infiltrados que han sido retirados por motivos relacionados con venta de información y suministro de municiones. En ambos casos los procesos se están abordando en la fiscalía general de la Nación. Es apenas una muy diminuta minoría al interior de la Fuerza Pública, pero que le causa un inmenso daño que no es aceptable. Algunos de ellos los hemos detectado principalmente en Antioquia y en la Costa Caribe”.

La situación develada por Sánchez Suárez tiene efectos operativos porque impide que la fuerza pública avance en su objetivo de someter a los mafiosos de camuflado que insisten en llamarse guerrillas. Además de la desconfianza que genera al interior de las fuerzas, cuyos hombres ya no saben si las órdenes por cumplir devienen contaminadas por los negocios de los comandantes que las impartieron.

También deja efectos políticos lo expresado por el ministro de la Defensa en la medida en que aporta a la consolidación de la lectura que propone dejar de llamar Conflicto Armado Interno (CAI) a un escenario de degradación misional de militares y guerrillas que convirtieron en negocio la guerra interna. Esa nueva lectura propone que en adelante se hable del surgimiento de un escenario de Violencias Intestinas Despolitizadas (VID), sostenido por la evidente pérdida de validez jurídico-política y legitimidad del CAI.

La academia, los partidos políticos, empresarios del campo, las víctimas civiles que dejan los enfrentamientos  y consecutivos presidentes de la República, entre otros actores más, asumen de manera interesada que esa realidad socio económica, política y militar que llaman CAI siga vigente, a pesar de la tozudez de unos hechos que apuntan a describir un proceso de degradación misional de los actores armados, en particular de oficiales con mando de tropa que en público hablan de defender la Patria de la amenaza terrorista, cuando en privado negocian con los mafiosos de camuflado que también en público se presentan como “revolucionarios y representantes del pueblo”.

Insisto en que le corresponde a la academia, a los partidos políticos, periodistas y politólogos expertos en el cubrimiento de las dinámicas del “conflicto armado interno” asumir la tarea de “rebautizar” con una nomenclatura más precisa lo que sucede hoy en el país con unas “guerrillas” que están al servicio del Cartel de Sinaloa y un Ejército que tuvo altos oficiales y suboficiales - y que muy seguramente aún tiene- interesados en enriquecerse vendiendo información, armas y pertrechos al “enemigo interno”.

Lo peor de todo es que las purgas hechas por el gobierno Petro al interior del Ejército y de otras fuerzas son mal vistas por sectores de la derecha uribizada históricamente beneficiada por la extensión en el tiempo de la violencia armada en los territorios rurales y selváticos. El negocio de la guerra y las economías ilícitas (narcotráfico y minería) hace rato que le quitaron el ropaje político a un conflicto armado interno cuyas dinámicas hoy dan cuenta de que lo realmente se vive en el país son Violencias Intestinas Despolitizadas.


Imagen tomada de Semana


martes, 6 de mayo de 2025

PETRO, LA RUTA DE LA SEDA Y EL GRINGO AHÍ

 

Por Germán Ayala Osorio

La decisión del presidente Petro de viajar a China para meter al país en la Ruta de la Seda es una jugada geopolítica arriesgada porque supone una toma de distancia de USA, socio comercial y “aliado” político que insiste en extender en el tiempo las relaciones con Colombia bajo el espíritu y los objetivos de la Alianza para el Progreso; en particular, en la tarea de mantener el combate contra el fantasma del comunismo que tantos réditos económicos y políticos le entregó a USA y a la élite colombiana que de manera obsecuente aceptó la injerencia gringa en los asuntos internos. El Plan Colombia es quizás la más representativa forma de dominación americana sobre el país, validada e impulsada por Andrés Pastrana y Álvaro Uribe Vélez. Al final, la política de seguridad democrática fue la “nacionalización” de ese plan militar que metió de lleno a los gringos en las dinámicas de nuestra guerra interna.

Recordemos que dicha iniciativa americanabuscó establecer democracias al estilo estadounidense en la región para limitar la influencia extranjera, más específicamente comunista. Esto llevó a John F. Kennedy a apoyar la Alianza para el Progreso en las Américas para impulsar los intereses estadounidenses en la región… el presidente Kennedy creó la idea de la Alianza para el Progreso como un plan de desarrollo económico destinado a durar más allá de su mandato y basado en una cooperación y relaciones más estrechas entre Estados Unidos y América Latina. La Alianza para el Progreso tuvo un éxito limitado en el desarrollo de infraestructura en varios países latinoamericanos, pero fue cancelada en la década de 1970 debido a que no logró cumplir algunos de sus objetivos”.

Con el triunfo electoral y político, por primera vez, de un gobierno progresista y de “izquierda”, los miedos que inspiraron a la Alianza para el Progreso regresaron al país de la mano de los gringos, de la élite tradicional y de los medios masivos que revivieron el fantasma del comunismo, a través del “castrochavismo”, espectro creado por el expresidente Uribe Vélez. “Seremos la segunda Venezuela” advertían los medios hegemónicos y  todos los agentes políticos pro-gringos que siempre aplaudieron las injerencias americanas sin que estas se hayan reflejado en un desarrollo económico superlativo.

Las históricas intromisiones de los gringos en Colombia han servido para mantener un régimen de poder mafioso "vigilado" muy de cerca por la CIA, la DEA y el Departamento de Estado de los Estados Unidos. De esa manera, republicanos y demócratas lograron a través del tiempo asegurar no solo la dependencia económica, sino la extensión del conflicto armado interno en beneficio de las empresas fabricantes de glifosato, armas y Señores de la Guerra, locales, gringos e israelíes.

Con la llegada de Petro a la Casa de Nariño, esa élite exageradamente obsecuente con los americanos y sus particulares maneras de asumir las relaciones bilaterales ve con preocupación la posibilidad de que Colombia haga parte de la Ruta de la Seda. Sus miedos van más allá de la amenaza que lanzó el enviado especial del Departamento de Estado estadounidense para América Latina, Mauricio Claver-Carone sobre el futuro de las flores y el café. Lo que realmente les produce terror es que el desarrollo en infraestructura vial y marítima que promete y ejecuta China en los países que ya hacen parte de la Ruta de la Seda ya no esté en manos de unas cuantas familias poderosas que tienen hoy concesiones viales que por los altos costos de los peajes hacen imposible que el país avance económicamente. Esas mismas familias se oponen al regreso del tren como alternativa de transporte de carga y pasajeros. 

Es una lástima que el presidente Petro haya tomado la decisión de meter al país en el radar de los chinos, sin haber escuchado a la clase empresarial. Se suma a lo anterior la compleja coyuntura económica, arancelaria y comercial que creó Donald Trump con sus medidas proteccionistas. Ojalá el jefe del Estado sepa negociar la entrada de Colombia a la Ruta de la Seda, asegurando que China abra su amplio mercado a los productos insignias del país y ayude al objetivo trazado por Petro de reindustrializar el país. Antes de viajar a la China, Petro señaló que "vamos a hablar con Xi Jinping de tú a tú, no como arrodillados, y abordaremos problemas que hay vigentes, porque China tiene un superávit comercial [y] nosotros tenemos un déficit por 14.000 millones de dólares anuales".

La postura antiamericana del presidente y la decisión ya tomada de meternos en la Ruta de la Seda no pueden llevarnos, simplemente, a un “cambio de amo”. Bienvenido el soñado desarrollo económico que se espera alcanzar de la mano de los chinos. Eso sí, con todos los cuidados socioambientales y ecológicos por la fragilidad de los ecosistemas naturales que se verían afectados por los venideros proyectos de infraestructura vial y marítima en el marco de esta “nueva” Ruta de la Seda.



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viernes, 25 de abril de 2025

COLOMBIA, TIERRA DE HP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La Colombia mojigata, beata, gazmoña, hipócrita, pazguata, bobalicona, puritana y morronga sigue espantada por el madrazo que el presidente Petro le envió al congresista Efraín Cepeda. Con la ayuda de la prensa uribizada, el putazo presidencial mantendrá sus efectos políticos en las elecciones de 2026. Ya la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila de Gnecco le dijo al jefe del Estado que el único “HP en Colombia es él”.

En un país con un largo y degradado conflicto armado interno y uno de los más desiguales y corruptos del mundo tiene que haber bastantes “hijueputas”. Empecemos a reconocerlos. Los guerrilleros que se transformaron en “traquetos de camuflado”, los narcoparamilitares y sus patrocinadores de corbata hacen parte de uno de los tantos grupos de hijos de puta que viven en Colombia. Empresarios y magnates que patrocinaron a las AUC para que sus estructuras armadas robaran las tierras a los campesinos, los masacraran y desplazaran son unos verdaderos hijos de puta.

Los gobernadores, alcaldes y presidentes que patrocinaron, ocultaron y validaron la práctica de los falsos positivos merecen recibir el mismo putazo que Petro le lanzó, merecidamente, al presidente del Senado. Y ni qué decir de los militares que se prestaron para asesinar a sangre fría a civiles inocentes y a “legalizar” esos crímenes y hacerlos pasar como bajas en combate. Esos sí que son unos completos catre hijueputas.

Los periodistas que dicen mentiras y que desaparecen evidencias de crímenes y actos de corrupción público-privada son otros HP que le dan sentido al imaginario colectivo que señala que Colombia es uno de los países de América y quizás del mundo en donde más hijueputas nacen y se reproducen. Los intelectuales orgánicos que usan su pluma para matizar crímenes y actos de corrupción entran sin examen alguno en el grupo de los HP que viven en Colombia.

Otros hijos de puta son los militares y policías, oficiales y suboficiales que hostigan y acosan sexualmente a sus subalternos. En esa misma línea aparecen los profesores que presionan a estudiantes para que accedan a sus cachondas pretensiones. O qué tal los hijueputas médicos que violaron a sus pacientes o que emitieron diagnósticos errados para evitar que las EPS asumieran costosos tratamientos médicos.

Cómo no hacer referencia a los hijos de puta que violan las normas ambientales y afectan valiosos ecosistemas naturales y por ese camino las relaciones consustanciales que de tiempo atrás consolidaron comunidades negras e indígenas. Y los que maltratan y violan a mujeres, niños, niñas y animales de compañía. Estos sí que son unos verdaderos hijos de puta. Mención aparte merecen los curas pederastas y pedófilos. Estos, junto a los cientos de miles de politicastros que están en el Congreso, o al frente de alcaldías y gobernaciones, son unos verdaderos “catre hijueputas”.

Y los que se roban ideas y proyectos; así como los que pagan para les hagan los ensayos académicos o mienten al profesor usando el ChatGPT. Estos pueden ser considerados aprendices de esa “cualidad de ser hijos de puta”. Para graduarse de HP hay que empezar por ser tramposo, mentiroso, vivo bobo, tramador y libidinoso. Después de pasar por el Congreso e incluso por las altas cortes vendiendo millonarios fallos, quedan listos para recibir el título honorífico de Hijos de Puta.

Como los putazos son de uso común en el país y hay tanto mentiroso, ladrón, corrupto, matones de finas costumbres, violadores y acosadores, entre otros, decirle HP a quien actúa de las maneras aquí descritas no debe ser considerado una grosería. Por el contrario, espetar un madrazo debería de asumirse como una forma de reconocimiento social y político al tiempo, el esfuerzo y el dinero invertido en convertirse en un verdadero HP.

El putazo presidencial constituye una oportunidad para que cada colombiano se revise y examine sus conductas pasadas y presentes. A lo mejor y sin saberlo, es tan HP como dice Petro que es el presidente del Senado, Efraín Cepeda.



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sábado, 5 de abril de 2025

¿SIGUE SIENDO LA PAZ UN TEMA ELECTORAL?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Durante años el conflicto armado interno, sus dinámicas y efectos en la sociedad fueron un factor electoral importante que definió en las urnas las aspiraciones de varios candidatos presidenciales. Pastrana terminó derrotando a Samper con la imagen de su reunión con Tirofijo y Álvaro Uribe Vélez llegó a la Casa de Nariño gracias a dos hechos, uno interno y el otro externo. El primero, por el fortalecimiento militar de las Farc-Ep y sus arremetidas contra la población civil; y el segundo, los ataques terroristas, contra las Torres Gemelas en los Estados Unidos. Auto infringidos o no, ese suceso le sirvió a Uribe para justificar su política de seguridad democrática porque, según él, en el país no había conflicto armado sino una "amenaza terrorista".

A partir de la negociación en La Habana entre Juan Manuel Santos y Timochenko, las dinámicas del conflicto cambiaron radicalmente. La conversión de las entonces Farc-Ep en el partido Comunes fue un fuerte golpe político a la guerrilla del ELN en la medida en que su lucha armada perdió sentido histórico, lo que terminó acrecentando sus divisiones internas, pero sobre todo su consolidación como una estructura armada narcotizada a la que no le interesa negociar curules y proyectos productivos porque tienen el músculo económico suficiente para extender las hostilidades por varios años más. Las economías ilegales les quitaron el ropaje político a los elenos.

Con el triunfo político de Gustavo Petro sectores de la sociedad pensaron que por haber militado en el M-19 sería más fácil negociar y firmar un armisticio con los elenos. Tanto Petro y los miembros del ELN llegaron a sendas conclusiones que alejaron la posibilidad de alcanzar la paz. El presidente Petro confirmó que el Ejército de Liberación Nacional abandonó su espíritu revolucionario y se convirtió en un conjunto de “traquetos con camuflado”. Mientras que la dirigencia del Coce llegó a la conclusión de que Petro no era el líder de izquierda que ellos pensaron que era.

En el presente hay asuntos electorales muchos más importantes y definitivos para la sociedad y los grupos de poder que se disputan el control del Estado: uno de ellos es la continuidad o no del proyecto progresista que encarna Petro o el regreso de la derecha uribista y neoliberal responsable de la privatización del Estado, la pobreza y la inequidad estructurales, así como de los efectos socioambientales y ecológicos que deja un modelo de desarrollo fincado en un tipo de Sostenibilidad Asistémica Funcional.

Hay un aparente despertar de una ciudadanía que habla más de condiciones laborales dignas, del cuidado de la naturaleza, del disfrute de la vida y del tiempo libre; de la superación de la pobreza, del clasismo y el racismo, dos de las taras civilizatorias que arrastramos como sociedad; de sectores interesados en reindustrializar el país y de superar los años de atraso que garantizó una élite conservadora, retardataria, mediocre e incapaz de leer los cambios societales.

Eso sí, ya hay candidatos presidenciales que intentarán poner como tema central la consecución de la paz a partir del fracaso de la apuesta maximalista de la Paz Total del gobierno Petro. Por ejemplo, María Fernanda Cabal ya salió a los medios a decir que ella “impondrá la paz”. La goda y neoliberal congresista quiere poner en la agenda electoral de 2026 el tema de la paz sin reconocer la existencia del conflicto armado interno. Hábilmente la “generala o muñeca” de Uribe evita hablar de conflicto armado porque ello iría en contravía de la doctrina de su patrón. Ella habla de paz porque le sirve para despotricar de Petro, de su pasado guerrillero y de la fracasada Paz Total. El país sabe que a la Cabal le gusta es la bala, la bala y la bala. 

He venido diciendo que no tiene sentido de realidad hablar hoy de la existencia de un conflicto armado interno en Colombia. Como tampoco el país enfrenta una “amenaza terrorista”, apelativo con el que sagazmente Uribe borró la historia de años y años de un conflicto social, económico y político que, gracias al proceso de paz de La Habana, a los avances territoriales que en varias materias dejará la administración Petro, pero sobre todo a la lumpenización y traquetización de los elenos y las disidencias perdió ese rimbombante nombre que tanto le sirvió a políticos y a la academia para justificar hechos de paz y de guerra.

Ya es tiempo de dejar de llamar conflicto armado interno a unos hechos de violencia originados por la traquetización de las organizaciones “postguerrilleras”. Que hay que combatirlos, por supuesto, pero no tiene mayor sentido hablar de paz en términos de una negociación política cuando todos los actores ilegales, con los que eventualmente se piense dialogar, se comportan como bárbaros, salvajes y agentes anacrónicos. Hay que poner mucho cuidado a los agentes de la derecha que quieran hablar de paz y de guerra a sabiendas de que lo único que les interesa son los lucrativos negocios del narcotráfico, la minería legal e ilegal y la comercialización de armas. Entonces, estaríamos hablando de Pactos Prepolíticos que terminan sirviendo a la derecha mafiosa y criminal y a esas "guerrillas" que dejaron atrás su espíritu revolucionario para convertirse en traquetos que dejaron de patrullar para montarse con Toyotas de alta gama. 



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COLOMBIA: EL PAÍS DEL ABSURDO, LA ESTOLIDEZ Y LA BELLEZA

  Por Germán Ayala Osorio   Colombia es el país del absurdo y de la belleza. En el 2016 el triunfo del No en el plebiscito por la paz co...