Por Germán Ayala Osorio
El presidente de la República prácticamente sostiene, desde el 7 de agosto de 2022, un enfrentamiento discursivo y político con la prensa del Establecimiento. Y lo viene haciendo a través de su cuenta de X. Petro defiende su gobierno, confrontando a los periodistas que de manera deliberada mienten, tergiversan y ocultan datos claves para entender los hechos noticiosos. Sin duda alguna, los medios masivos tradicionales hoy fungen como actores políticos que usan la información y los hechos noticiosos para propósitos desestabilizadores o por lo menos, deslegitimadores de la gestión del actual gobierno.
En las últimas horas el jefe del Estado confrontó a dos periodistas: a Ricardo Ospina de Blu radio, reconocido por ser de las entrañas del uribismo y a la columnista María Jimena Duzán, quien a pesar de no militar en esa seudo doctrina, ha usado un par de veces su espacio periodístico para criticar al gobierno progresista. Entre los dos hay notables diferencias. El primero es un periodista obsecuente, obligado a informar con rigor, tarea que no cumple. Mientras que Duzán es una columnista reconocida por su rigurosidad y capacidad analítica.
El rifirrafe entre Petro y Ospina se produce por el ejercicio amañado y tendencioso del periodista, quien alude en un trino a un informe de la Contraloría General de la República (CGR) en el que sale mal parada la Sociedad de Activos Especiales (SAE) por actos de corrupción y problemas de ejecución. El reclamo del presidente se da porque el locutor de Blu radio evitó decir que la desaparición de bienes incautados y administrados por la SAE se dio durante el gobierno de Iván Duque Márquez, al que Blu radio insiste en proteger su imagen, a pesar de los notables desaciertos y actos probados de corrupción. Frente a la administración actual de esa entidad, el informe sugiere problemas de ejecución. Claramente Ospina oculta un dato clave con la clara intención de que los lectores y los oyentes asuman que los hallazgos de corrupción del ente de control obedecen a la actual administración. Ospina informa de manera tendenciosa.
Ante la reacción del presidente de la República, el locutor uribista de inmediato se victimiza. Esto dijo en su cuenta de X: "Usted debe garantizar la libertad de expresión y la tarea de los medios de comunicación. Su permanente hostigamiento a la prensa desdice de una persona que defiende los valores democráticos".
Hagamos un alto en lo dicho por Ospina. De manera temeraria el periodista crea la narrativa de que el gobierno de Petro no está garantizando la libertad de expresión. Eso es un duro y falaz señalamiento que confirma que lo que hace Ospina en Blu radio no es periodismo, sino Oposición política. Es curioso que el comunicador habla de libertad de expresión y no de libertad de prensa. La alusión a la primera la hace Ospina porque sabe que está opinando y no informando. Usa los hechos, en este caso un comunicado de la CGR, para emitir su tendenciosa opinión.
En la segunda parte, Ospina habla de "hostigamiento a la prensa". Se equivoca el colega. Lo que hace el jefe del Estado es defenderse de los permanentes ataques que salen desde Blu radio. No hay día en el que Néstor Morales y el propio Ospina, entre otros más, ataquen al gobierno, digan verdades a medias y expongan juicios de valor con el claro objetivo de deslegitimar al gobierno. Es al contrario, quienes están apelando al hostigamiento son los periodistas del señalado programa radial, que sigue un agenda de Oposición política.
Olvida Ospina que la prensa durante el gobierno de Uribe Vélez fue chuzada y perseguida. El olvido del locutor es explicable porque es afín a esa seudo doctrina llamada uribismo. Que se sepa, el gobierno de Petro no chuza a los periodistas y mucho menos, los irrespeta como sí lo hizo Uribe, en especial a quienes osaron criticar su gestión y su pasado. Otra cosa es que por tendencioso, Ospina tenga que lidiar con los petristas y las llamadas bodegas. Eso es más una consecuencia por hacer un ejercicio periodístico éticamente cuestionable, que el efecto de una directriz presidencial para que sea atacado.
En cuanto al rifirrafe con María Jimena Duzán, hay que decir que está cruzado por sentimientos mutuos de admiración y respeto. Las preguntas que hace la columnista en torno al hermano de Laura Sarabia, la mano derecha de Petro, motivaron la reacción presidencial. Los cuestionamientos que hace Duzán son legítimos periodística y legalmente a través de un derecho de petición que elevó para exigir respuestas sobre asuntos que tienen que ver con el posible aprovechamiento de Andrés Sarabia de las relaciones y del poder de su hermana.
Las preguntas de Duzán llegan en medio de hechos prepolíticos fundados en chismes, contradicciones, celos y malquerencias que hacen parte de lo que se conoce como "fuego amigo". El mismo que la primera Dama denunció ante la Fiscalía. Eso sí, Sarabia y el gobierno están en la obligación de responder el derecho de petición elevado por la columnista, así haga parte de un inocultable hostigamiento mediático hacia el presidente y su más cercano círculo de poder.
Estos dos rifirrafes, más lo que vendrán en el futuro, no pueden asumirse como actos de censura o de hostigamiento del presidente de la República hacia la prensa. Por el contrario, deben entenderse como un ejercicio de confrontación discursiva que obliga a la prensa a ser más responsable, al presidente más tolerante con los periodistas opositores, en particular con aquellos que siguen al pie de la letra una agenda política que sus jefes les han entregado para que ejecuten.
Un presidente tuitero es una circunstancia nueva para los periodistas y para los colombianos. Y se valida por el carácter del presidente Petro, acostumbrado a debatir y a confrontar a sus contradictores. Esa actitud del jefe del Estado resulta más democrática y de mejor recibo que usar el poder del Estado para chuzar, perseguir y calificar a los periodistas como "amigos del terrorismo" como lo hizo el inefable Álvaro Uribe Vélez entre 2002 y 2010.
Imagen tomada de la Silla Vacía.