martes, 18 de junio de 2024

QUE VUELVAN LOS BOMBARDEOS: ALCALDE CALI

Por  Germán Ayala Osorio


La reciente escalada dinamitera y terrorista de las disidencias de Iván Mordisco en Jamundí y el norte del Cauca hicieron que el alcalde de Cali, Alejandro Eder, le exigiera al gobierno nacional volver a los bombardeos de los campamentos guerrilleros, a sabiendas de que estos están prohibidos por el presidente Petro por razones humanitarias, cuando en estos se tenga conocimiento de la presencia de menores de edad. 

La instrucción del presidente de la República se explica porque durante el gobierno de Iván Duque se bombardearon campamentos del ELN en los que, de acuerdo con actividades de inteligencia militar, en esos lugares se sabía de la presencia de niños y niñas. Esos crímenes constituyen violaciones al DIH que el actual gobierno no está pensando en perpetrar. 

Una vez la prensa recogió lo dicho por Eder, el mandatario local intentó matizar su exigencia, mostrando preocupación por el reclutamiento de adolescentes por parte de esas estructuras armadas que operan en el norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca, al mando del "guerrillero" Iván Mordisco. Eder señaló que las disidencias farianas usan a los menores como escudos humanos, violando así el DIH. 

Sobre lo propuesto y exigido por el alcalde de Cali hay que hacer varias consideraciones. La primera, que las lógicas operativas de esas agrupaciones armadas ilegales ya no contemplan establecerse en campamentos visibles por los riesgos de ser sorprendidos por la fuerza pública. Es claro que se mimetizan entre la población civil, lo que hace difícil someterlos a fuego intensivo. De tiempo atrás, esos grupos ilegales volvieron a la estrategias propias de una guerra de guerrillas. Bajo esas circunstancias, exigir el regreso a los bombardeos no tiene mayor sentido en una guerra irregular en la que esas "guerrillas" optaron por las prácticas terroristas contra blancos civiles, justamente para provocar reacciones como las del alcalde la capital del Valle del Cauca. Así las cosas, para la estructura "Jaime Martínez"  es relativamente fácil mover pocas unidades en los cascos urbanos de pueblos como Jamundí, con el objetivo claro de generar zozobra y miedo en la población civil. 

La segunda consideración tiene que ver con el reclutamiento de los menores de edad. Esa responsabilidad es del Estado en su conjunto en la medida en que el ingreso forzado  o no a esas estructuras armadas ilegales se produce por la presión y coacción de las disidencias, pero también porque lo ofrecido a los menores, poder y dinero, los seduce justamente porque sus familias y ellos mismos sobreviven en condiciones de pobreza, abandono y falta de oportunidades. También juegan factores como las conexiones familiares por la presencia de tíos, hermanos mayores, o primos que hace rato son miembros de esos grupos "subversivos". Así, la preocupación de Eder por los menores no es genuina y más bien la usa para presionar al presidente y a los militares para que regresen a los bombardeos, como si con estas acciones se tuviera la certeza de que los grupos armados ilegales desaparecerían de un día para otro. En el gobierno de Duque se usaron bombas contra esas instalaciones rurales de las "guerrillas" y esos grupos no desaparecieron. 

Lo que hace Eder obedece a un cálculo electoral y político en la medida en que se aprovecha del dolor, la desazón y el miedo que generan las acciones terroristas y cobardes perpetradas por las disidencias de Iván Mordisco. Es muy fácil  salir a hacer exigencias de tipo militar que podrán ser muy efectistas mediáticamente, pero que no resultan ser efectivas a la hora de menguar la presencia armada de esas agrupaciones ilegales. A Eder parece importarle muy poco los impactos ecológicos y ambientales que producen los bombardeos en las zonas rurales en las que, posiblemente, estén ubicados los campamentos que el alcalde desea que se sometan a una descarga de artillería pesada. Cali será sede la COP16 y le queda muy mal al alcalde de la ciudad sede de esa cumbre ambiental, salir a los medios a exigir bombardeos en zonas rurales biodiversas. Hay que recordarle al burgomaestre que en la zona rural de Jamundí, en un paraje llamado Mesetas, están los Farallones de Cali. Se trata de una zona en la que subsiste el bosque de niebla. Sería bueno que se diera una pasada por ese hermoso paraje. 

Es posible que falte contundencia en las fuerzas armadas. Quizás el estar más concentrados en golpear las finanzas y las economías ilegales esté facilitando a esas "guerrillas" la ejecución de la estrategia político-militar de golpear blancos civiles y estaciones de policía. Es decir, golpear y salir corriendo. 

Lo que sí va quedando claro es que al "traqueto" del Iván Mordisco, como lo llamó el presidente Petro y los hombres bajo su mando no los guía una lucha política: están metidos en el negocio de las drogas y la minería ilegal y de allí no les interesa salir. Cualquier conversación de paz solo les sirve para afianzar su presencia en el norte del Cauca, Jamundí y el Naya, triángulo en el que están sus negocios ilegales. 



Imagen tomada de Youtube.com

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