Por Germán Ayala Osorio
En la cumbre 59 de Asobancaria se presentaron 7 “presidenciables” ante el público y frente a tres periodistas que prometieron un debate que al final no se dio por el formato elegido. Cayeron, como en otras oportunidades, en el error de hacer preguntas complejas para responder en un minuto y cerraron el “debate” con otras pensadas más para “corcharlos y comprometerlos” hacia futuro.
Haré referencia a las intervenciones
de dos de los siete precandidatos presidenciales: Alejandro
Gaviria Uribe y Santiago
Botero Jaramillo. El primero, exrector de la universidad de los Andes, subdirector
del Departamento Nacional de Planeación durante el gobierno de Uribe, exministro
de Salud de Santos y exministro de Educación de Petro. Gaviria habla como
académico, pero actúa como un político tradicional.
El segundo, empresario antioqueño,
admirador del expresidente Uribe Vélez y auto proclamado enviado de Dios para
salvar al país. Botero llegó vestido con una sudadera en la que se leía “Dios
es mi socio” y en la camiseta, “Confío en Dios” como respaldo a la “revelación
divina” que lo puso en el escenario electoral. Botero se expresa como un típico
paisa camorrero y enredador. A leguas se le nota que arrastra vacíos
conceptuales alrededor de qué es el Estado moderno, los pesos y contrapesos de
la democracia. Su “habladito” paisa lo acerca más a un vendedor callejero y lo
aleja del talante deseado de un candidato presidencial.
Gaviria
Uribe se definió en la señalada convención bancaria como un liberal y humanista.
Coherente con su auto definición, respondió que no reestablecería relaciones diplomáticas
con Israel de resultar electo presidente de la República. Poco creíble resulta
esa promesa si revisamos su tibia postura frente a las prácticas genocidas
perpetradas por Israel contra el pueblo palestino asentado en la franja de Gaza.
El país recuerda cuando se
atrevió a fustigar al ejército israelí por un ataque a un hospital. Luego de ser
confrontado por un vocero del gobierno de Netanyahu, Gaviria escribió en su
cuenta de X: “Estimado embajador, reaccioné a la información de la prensa
global que señalaba a Israel como el causante de la explosión. Con la
nueva información que se ha conocido, reconozco que fue un señalamiento
apresurado. Procedo a borrar el mensaje inicial. Reitero el llamado de muchos
sobre la urgencia del respeto a la población civil, los derechos humanos y los
trabajadores de la salud”.
Como humanista
deja mucho que desear si se tiene en cuenta que jamás tomó distancia del
expresidente y expresidiario Álvaro Uribe, por las 6402 víctimas de los mal
llamados “falsos positivos”.
Señaló que tiene dudas sobre el
talante democrático del presidente Petro a raíz de la decisión de decretar la
Consulta Popular, vista por el exministro y otros de los “presidenciables” como
una afrenta a la institucionalidad democrática y un rompimiento del equilibrio
de poderes.
Entre tanto, Botero Jaramillo
dijo que sí reestablecería relaciones con Israel de llegar a la Casa de Nariño.
La postura asumida por el empresario antioqueño es coherente con su idea de la
seguridad. Mientras que en otras partes del mundo e incluso en el país se habla
de seguridad humana, Botero reduce el complejo asunto a dar “balín” a todos los
que se atrevan a protestar y afectar la movilidad y los derechos de los demás
en esos escenarios en los que hay colisión de derechos. “Sin justicia no hay
seguridad, nadie va a invertir en un país riesgoso. Vamos a tocar la constitución
y hacer reformas a la justicia para darle dientes a las fuerzas militares y a
la policía… salirnos de una cantidad de convenios que tienen secuestrada a la
justicia… y poder volver a Colombia similar al Salvador. La paz la volvieron un
negocio de bandidos”.
Santiago Botero estaría dispuesto
a imponer seguridad y garantizar justicia sin tener en cuenta los derechos
humanos. La réplica que le hizo Gaviria
a su propuesta de “dar balín” (es decir, bala, bala y bala) acercó al empresario
paisa a los terrenos en los que suelen moverse los chafarotes y machos cabríos
premodernos como Uribe que se olvidó de los derechos humanos. Frente a los procesos
de paz, Botero se mostró alejado de cualquier posibilidad de dar continuidad a
esos intentos por lograr la paz a través de la negociación política. Lo que se
traduce en el regreso a los tiempos de la seguridad democrática de su admirado
expresidente Uribe Vélez.
Gaviria no es un humanista. Esa es
la pose con la que quiere vender su candidatura. Es un neoliberal consumado y un
cómplice político del manejo irresponsable que hicieron las EPS de la integración
vertical. Entre tanto, Botero es un paisa bravucón y uribista que cree que es
posible gobernar este país con los vacíos conceptuales que rápidamente exhibió
en el señalado escenario de Asobancaria.