Por Germán
Ayala Osorio
El asedio político e
institucional contra el gobierno de Gustavo Petro está dejando al descubierto
la enorme incapacidad y mezquindad de la derecha uribizada y de la derecha en
general, de proponerle al país soluciones a los graves problemas que arrastra
de tiempo atrás. Problemas y dificultades que el actual gobierno intenta
superar con los proyectos de reformas sociales presentadas a un Congreso hostil
y alineado con la instrucción de la dirigencia política de los viejos y “nuevos”
partidos de impedir que aquellas se conviertan en leyes de la República. A lo
que realmente le están apostando es a “hacer invivible la República”.
Los voceros más visibles de esa
derecha uribizada e incapaz de proponer soluciones reales a los problemas del
país son los congresistas María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y David Luna; Cabal,
Valencia y Luna promueven desde el Congreso el odio a todo lo que representa
Petro, incluida por supuesto su búsqueda de llevar al país por el camino de las
transformaciones propias de una “revolución en marcha”, esto es, la
modernización de la sociedad y del Estado. Esos tres legisladores le están
apostando a hacer “invivible la República”, emulando a Laureano Gómez, cuando
en su momento se opuso a los cambios sugeridos por López Pumarejo y las medidas
liberales de la época de los 40.
A la innoble tarea de Luna, Valencia y
Cabal se suman el exministro de Salud, Alejandro Gaviria y el exvicepresidente,
Germán Vargas Lleras, entre otros más que a toda costa desean y buscan que el gobierno
de Petro fracase, para en el 2026 presentarse como los “salvadores” cuando
ellos mismos figuran como los responsables de las graves problemáticas que
afronta el país de tiempo atrás. Lo cierto es que Cabal, Valencia, Luna,
Gaviria y Vargas Lleras fungen hoy como los neolaureanistas que le están poniendo
la vida a cuadritos al presidente Petro, ayudados por agentes políticos
apostados en el Consejo de Estado, en la misma Corte Constitucional y por supuesto,
en el Consejo Nacional Electoral.
Hasta antes de la llegada de
Petro a la Casa de Nariño, la derecha uribizada jamás mostró, por ejemplo, preocupación
por resolver la crisis en el sistema de salud. Alejandro Gaviria, en
particular, guardó silencio y optó por mirar hacia otro lado para no ver la
crisis de las EPS. Gaviria y sucesivos gobiernos no atendieron la evidente corrupción
al interior de las EPS, en cuyas juntas directivas siempre estuvieron amigos o familiares
de castas políticas. La misma actitud asumieron los miembros más visibles de
ese sector de poder, frente a la informalidad laboral y el desempleo estructural.
Jamás se les escuchó decir que el país necesita entrar en un nuevo proceso de
industrialización, como sí lo hizo el actual gobierno. Esa invitación apenas ha
sido copiada por sectores empresariales del cacao, que ven en la industrialización
de ese cultivo una oportunidad económica y una manera para aportar a la paz del
país.
Por el contrario, a la derecha uribizada
tradicional no le interesa pensar en la industrialización porque lo que realmente
les interesa es mantener los niveles de captura del Estado y continuar con la
economía de enclave que, alineada con su visión premoderna de la sociedad y del
Estado, les ha servido de tiempo atrás para enriquecerse y consolidar un pérfido
liderazgo a través de clanes políticos corruptos.
Al ver afectados sus intereses de
clase por las acciones y decisiones de Petro, a esa élite uribizada no le quedó
otro camino que orquestar, de la mano de empresas mediáticas, la asonada política
y mediática con la que están logrando hacer “invivible” la República. Lo de
ellos no es contribuir al desarrollo armónico de la Nación. No. Lo de ellos es
conservar privilegios, continuar con la deforestación, la ganadería extensiva
de baja producción, la explotación a discreción del oro y la especulación con
el valor de la tierra. Y por supuesto, consolidar la captura mafiosa del Estado,
para el servicio de unos pocos, en detrimento del bienestar de las grandes mayorías.
El juego de los sectores de poder
que representan muy bien a la derecha uribizada tiene como único objetivo generar
caos, miedo e incertidumbre en esa opinión pública que aún le cree a los medios
masivos tradicionales, convertidos desde antes de posesionarse Petro, en
opositores políticos de su administración. De esa manera, ellos mismos
confirman lo que la teoría de la comunicación de masas siempre señaló: los
medios de comunicación son y fungen como actores políticos.
Medios como RCN, Caracol, El
Colombiano, El Tiempo, Semana, La FM, La W y Blu radio están jugando el juego
de la derecha: “hacer invivible la República”. Está el país en la más
consistente y perjudicial “asonada política y mediática” en contra de la
institución presidencial y de un presidente en ejercicio. El objetivo es claro:
invisibilizar hechos positivos como la construcción de cientos de miles de
kilómetros de vías terciarias y secundarias, de la mano de las Juntas de Acción
Comunal; el mejoramiento de la operación del tren, usado ya para llevar café y
otros productos a puertos, para su exportación; la depuración al interior de
las FFAA, en especial en la policía y el Ejército, instituciones en las que se
naturalizó un ethos mafioso y criminal. La construcción de enormes instalaciones
de paneles solares que contribuirán a la necesaria transición energética que el
país deberá dar. De igual manera, el manejo macroeconómico con el que se viene
sosteniendo a la baja el índice de inflación, entre otros asuntos en los que el
gobierno Petro viene anotándose puntos positivos.
Acostumbrados los congresistas de
la derecha uribizada (incluye a los de la Alianza Verde, Cambio Radical,
Colombia Justa y Libres, Partidos Conservador y Liberal) a meterle miedo a la opinión pública, gritan
como loros que llegó “el comunismo, el castrochavismo, que el país va hacia el
despeñadero”, cuando los indicadores económicos y sociales del DANE dan cuenta
de un mejoramiento, a pesar de la postura conservadora de la junta directiva
del Banco de la República de bajar a cuentas gotas y con puntajes mínimos las
tasas de interés para reactivar la economía. Esa narrativa catastrofista asusta
a los inversionistas, pero, sobre todo, llena de incertidumbre a los ciudadanos
de a pie.
Son más los hechos y las acciones
positivas de un gobierno que, con errores y desaciertos, puso al país a
discutir asuntos públicos que nos interesan a todos, como el cambio climático,
la industrialización en la agricultura y el ethos mafioso que se entronizó en
las relaciones Estado-Sociedad, desde 2002, siendo los periodos de mayor
expresión de las prácticas corruptas 2002-2010 y 2018-2022.
Quizás la molestia con Petro de los agentes políticos aquí señalados radica en que un exguerrillero del M-19 les está dando cátedra de liberalismo económico, de visión de futuro y sobre todo, de cómo transitar hacia la Modernidad a la que aquellos le han huido por su evidente incapacidad para entender la historia de la humanidad.
Imagen tomada de Youtube.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario