jueves, 9 de mayo de 2024

LA INTENCIÓN DE LA DERECHA ES “HACER INVIVIBLE” LA REPÚBLICA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El asedio político e institucional contra el gobierno de Gustavo Petro está dejando al descubierto la enorme incapacidad y mezquindad de la derecha uribizada y de la derecha en general, de proponerle al país soluciones a los graves problemas que arrastra de tiempo atrás. Problemas y dificultades que el actual gobierno intenta superar con los proyectos de reformas sociales presentadas a un Congreso hostil y alineado con la instrucción de la dirigencia política de los viejos y “nuevos” partidos de impedir que aquellas se conviertan en leyes de la República. A lo que realmente le están apostando es a “hacer invivible la República”.

Los voceros más visibles de esa derecha uribizada e incapaz de proponer soluciones reales a los problemas del país son los congresistas María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y David Luna; Cabal, Valencia y Luna promueven desde el Congreso el odio a todo lo que representa Petro, incluida por supuesto su búsqueda de llevar al país por el camino de las transformaciones propias de   una “revolución en marcha”, esto es, la modernización de la sociedad y del Estado. Esos tres legisladores le están apostando a hacer “invivible la República”, emulando a Laureano Gómez, cuando en su momento se opuso a los cambios sugeridos por López Pumarejo y las medidas liberales de la época de los 40.

A la innoble tarea de Luna, Valencia y Cabal se suman el exministro de Salud, Alejandro Gaviria y el exvicepresidente, Germán Vargas Lleras, entre otros más que a toda costa desean y buscan que el gobierno de Petro fracase, para en el 2026 presentarse como los “salvadores” cuando ellos mismos figuran como los responsables de las graves problemáticas que afronta el país de tiempo atrás. Lo cierto es que Cabal, Valencia, Luna, Gaviria y Vargas Lleras fungen hoy como los neolaureanistas que le están poniendo la vida a cuadritos al presidente Petro, ayudados por agentes políticos apostados en el Consejo de Estado, en la misma Corte Constitucional y por supuesto, en el Consejo Nacional Electoral.

Hasta antes de la llegada de Petro a la Casa de Nariño, la derecha uribizada jamás mostró, por ejemplo, preocupación por resolver la crisis en el sistema de salud. Alejandro Gaviria, en particular, guardó silencio y optó por mirar hacia otro lado para no ver la crisis de las EPS. Gaviria y sucesivos gobiernos no atendieron la evidente corrupción al interior de las EPS, en cuyas juntas directivas siempre estuvieron amigos o familiares de castas políticas. La misma actitud asumieron los miembros más visibles de ese sector de poder, frente a la informalidad laboral y el desempleo estructural. Jamás se les escuchó decir que el país necesita entrar en un nuevo proceso de industrialización, como sí lo hizo el actual gobierno. Esa invitación apenas ha sido copiada por sectores empresariales del cacao, que ven en la industrialización de ese cultivo una oportunidad económica y una manera para aportar a la paz del país.

Por el contrario, a la derecha uribizada tradicional no le interesa pensar en la industrialización porque lo que realmente les interesa es mantener los niveles de captura del Estado y continuar con la economía de enclave que, alineada con su visión premoderna de la sociedad y del Estado, les ha servido de tiempo atrás para enriquecerse y consolidar un pérfido liderazgo a través de clanes políticos corruptos.

Al ver afectados sus intereses de clase por las acciones y decisiones de Petro, a esa élite uribizada no le quedó otro camino que orquestar, de la mano de empresas mediáticas, la asonada política y mediática con la que están logrando hacer “invivible” la República. Lo de ellos no es contribuir al desarrollo armónico de la Nación. No. Lo de ellos es conservar privilegios, continuar con la deforestación, la ganadería extensiva de baja producción, la explotación a discreción del oro y la especulación con el valor de la tierra. Y por supuesto, consolidar la captura mafiosa del Estado, para el servicio de unos pocos, en detrimento del bienestar de las grandes mayorías.

El juego de los sectores de poder que representan muy bien a la derecha uribizada tiene como único objetivo generar caos, miedo e incertidumbre en esa opinión pública que aún le cree a los medios masivos tradicionales, convertidos desde antes de posesionarse Petro, en opositores políticos de su administración. De esa manera, ellos mismos confirman lo que la teoría de la comunicación de masas siempre señaló: los medios de comunicación son y fungen como actores políticos.

Medios como RCN, Caracol, El Colombiano, El Tiempo, Semana, La FM, La W y Blu radio están jugando el juego de la derecha: “hacer invivible la República”. Está el país en la más consistente y perjudicial “asonada política y mediática” en contra de la institución presidencial y de un presidente en ejercicio. El objetivo es claro: invisibilizar hechos positivos como la construcción de cientos de miles de kilómetros de vías terciarias y secundarias, de la mano de las Juntas de Acción Comunal; el mejoramiento de la operación del tren, usado ya para llevar café y otros productos a puertos, para su exportación; la depuración al interior de las FFAA, en especial en la policía y el Ejército, instituciones en las que se naturalizó un ethos mafioso y criminal. La construcción de enormes instalaciones de paneles solares que contribuirán a la necesaria transición energética que el país deberá dar. De igual manera, el manejo macroeconómico con el que se viene sosteniendo a la baja el índice de inflación, entre otros asuntos en los que el gobierno Petro viene anotándose puntos positivos.

Acostumbrados los congresistas de la derecha uribizada (incluye a los de la Alianza Verde, Cambio Radical, Colombia Justa y Libres, Partidos Conservador y Liberal)  a meterle miedo a la opinión pública, gritan como loros que llegó “el comunismo, el castrochavismo, que el país va hacia el despeñadero”, cuando los indicadores económicos y sociales del DANE dan cuenta de un mejoramiento, a pesar de la postura conservadora de la junta directiva del Banco de la República de bajar a cuentas gotas y con puntajes mínimos las tasas de interés para reactivar la economía. Esa narrativa catastrofista asusta a los inversionistas, pero, sobre todo, llena de incertidumbre a los ciudadanos de a pie.

Son más los hechos y las acciones positivas de un gobierno que, con errores y desaciertos, puso al país a discutir asuntos públicos que nos interesan a todos, como el cambio climático, la industrialización en la agricultura y el ethos mafioso que se entronizó en las relaciones Estado-Sociedad, desde 2002, siendo los periodos de mayor expresión de las prácticas corruptas 2002-2010 y 2018-2022. 

Quizás la molestia con Petro de los agentes políticos aquí señalados radica en que un exguerrillero del M-19 les está dando cátedra de liberalismo económico, de visión de futuro y sobre todo, de cómo transitar hacia la Modernidad a la que aquellos le han huido por su evidente incapacidad para entender la historia de la humanidad. 



Imagen tomada de Youtube.com

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