miércoles, 7 de mayo de 2025

MILITARES QUE VENDEN INFORMACIÓN Y ARMAS AL “ENEMIGO INTERNO”: SE DAÑÓ LA SAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Por estar los medios hegemónicos ocupados linchando moralmente al presidente de la República a través de los señalamientos publicados por Álvaro Leyva Durán y cubriendo la muerte del Papa Francisco y el cónclave que tiene como objetivo elegir su remplazo, pasó casi que desapercibido lo dicho por el ministro de la Defensa, Pedro Sánchez Suárez en torno a una realidad que no es nueva.

El general (R)  confirmó “que dentro de la misma Fuerza Pública existen infiltrados que han sido retirados por motivos relacionados con venta de información y suministro de municiones. En ambos casos los procesos se están abordando en la fiscalía general de la Nación. Es apenas una muy diminuta minoría al interior de la Fuerza Pública, pero que le causa un inmenso daño que no es aceptable. Algunos de ellos los hemos detectado principalmente en Antioquia y en la Costa Caribe”.

La situación develada por Sánchez Suárez tiene efectos operativos porque impide que la fuerza pública avance en su objetivo de someter a los mafiosos de camuflado que insisten en llamarse guerrillas. Además de la desconfianza que genera al interior de las fuerzas, cuyos hombres ya no saben si las órdenes por cumplir devienen contaminadas por los negocios de los comandantes que las impartieron.

También deja efectos políticos lo expresado por el ministro de la Defensa en la medida en que aporta a la consolidación de la lectura que propone dejar de llamar Conflicto Armado Interno (CAI) a un escenario de degradación misional de militares y guerrillas que convirtieron en negocio la guerra interna. Esa nueva lectura propone que en adelante se hable del surgimiento de un escenario de Violencias Intestinas Despolitizadas (VID), sostenido por la evidente pérdida de validez jurídico-política y legitimidad del CAI.

La academia, los partidos políticos, empresarios del campo, las víctimas civiles que dejan los enfrentamientos  y consecutivos presidentes de la República, entre otros actores más, asumen de manera interesada que esa realidad socio económica, política y militar que llaman CAI siga vigente, a pesar de la tozudez de unos hechos que apuntan a describir un proceso de degradación misional de los actores armados, en particular de oficiales con mando de tropa que en público hablan de defender la Patria de la amenaza terrorista, cuando en privado negocian con los mafiosos de camuflado que también en público se presentan como “revolucionarios y representantes del pueblo”.

Insisto en que le corresponde a la academia, a los partidos políticos, periodistas y politólogos expertos en el cubrimiento de las dinámicas del “conflicto armado interno” asumir la tarea de “rebautizar” con una nomenclatura más precisa lo que sucede hoy en el país con unas “guerrillas” que están al servicio del Cartel de Sinaloa y un Ejército que tuvo altos oficiales y suboficiales - y que muy seguramente aún tiene- interesados en enriquecerse vendiendo información, armas y pertrechos al “enemigo interno”.

Lo peor de todo es que las purgas hechas por el gobierno Petro al interior del Ejército y de otras fuerzas son mal vistas por sectores de la derecha uribizada históricamente beneficiada por la extensión en el tiempo de la violencia armada en los territorios rurales y selváticos. El negocio de la guerra y las economías ilícitas (narcotráfico y minería) hace rato que le quitaron el ropaje político a un conflicto armado interno cuyas dinámicas hoy dan cuenta de que lo realmente se vive en el país son Violencias Intestinas Despolitizadas.


Imagen tomada de Semana


martes, 6 de mayo de 2025

PETRO, LA RUTA DE LA SEDA Y EL GRINGO AHÍ

 

Por Germán Ayala Osorio

La decisión del presidente Petro de viajar a China para meter al país en la Ruta de la Seda es una jugada geopolítica arriesgada porque supone una toma de distancia de USA, socio comercial y “aliado” político que insiste en extender en el tiempo las relaciones con Colombia bajo el espíritu y los objetivos de la Alianza para el Progreso; en particular, en la tarea de mantener el combate contra el fantasma del comunismo que tantos réditos económicos y políticos le entregó a USA y a la élite colombiana que de manera obsecuente aceptó la injerencia gringa en los asuntos internos. El Plan Colombia es quizás la más representativa forma de dominación americana sobre el país, validada e impulsada por Andrés Pastrana y Álvaro Uribe Vélez. Al final, la política de seguridad democrática fue la “nacionalización” de ese plan militar que metió de lleno a los gringos en las dinámicas de nuestra guerra interna.

Recordemos que dicha iniciativa americanabuscó establecer democracias al estilo estadounidense en la región para limitar la influencia extranjera, más específicamente comunista. Esto llevó a John F. Kennedy a apoyar la Alianza para el Progreso en las Américas para impulsar los intereses estadounidenses en la región… el presidente Kennedy creó la idea de la Alianza para el Progreso como un plan de desarrollo económico destinado a durar más allá de su mandato y basado en una cooperación y relaciones más estrechas entre Estados Unidos y América Latina. La Alianza para el Progreso tuvo un éxito limitado en el desarrollo de infraestructura en varios países latinoamericanos, pero fue cancelada en la década de 1970 debido a que no logró cumplir algunos de sus objetivos”.

Con el triunfo electoral y político, por primera vez, de un gobierno progresista y de “izquierda”, los miedos que inspiraron a la Alianza para el Progreso regresaron al país de la mano de los gringos, de la élite tradicional y de los medios masivos que revivieron el fantasma del comunismo, a través del “castrochavismo”, espectro creado por el expresidente Uribe Vélez. “Seremos la segunda Venezuela” advertían los medios hegemónicos y  todos los agentes políticos pro-gringos que siempre aplaudieron las injerencias americanas sin que estas se hayan reflejado en un desarrollo económico superlativo.

Las históricas intromisiones de los gringos en Colombia han servido para mantener un régimen de poder mafioso "vigilado" muy de cerca por la CIA, la DEA y el Departamento de Estado de los Estados Unidos. De esa manera, republicanos y demócratas lograron a través del tiempo asegurar no solo la dependencia económica, sino la extensión del conflicto armado interno en beneficio de las empresas fabricantes de glifosato, armas y Señores de la Guerra, locales, gringos e israelíes.

Con la llegada de Petro a la Casa de Nariño, esa élite exageradamente obsecuente con los americanos y sus particulares maneras de asumir las relaciones bilaterales ve con preocupación la posibilidad de que Colombia haga parte de la Ruta de la Seda. Sus miedos van más allá de la amenaza que lanzó el enviado especial del Departamento de Estado estadounidense para América Latina, Mauricio Claver-Carone sobre el futuro de las flores y el café. Lo que realmente les produce terror es que el desarrollo en infraestructura vial y marítima que promete y ejecuta China en los países que ya hacen parte de la Ruta de la Seda ya no esté en manos de unas cuantas familias poderosas que tienen hoy concesiones viales que por los altos costos de los peajes hacen imposible que el país avance económicamente. Esas mismas familias se oponen al regreso del tren como alternativa de transporte de carga y pasajeros. 

Es una lástima que el presidente Petro haya tomado la decisión de meter al país en el radar de los chinos, sin haber escuchado a la clase empresarial. Se suma a lo anterior la compleja coyuntura económica, arancelaria y comercial que creó Donald Trump con sus medidas proteccionistas. Ojalá el jefe del Estado sepa negociar la entrada de Colombia a la Ruta de la Seda, asegurando que China abra su amplio mercado a los productos insignias del país y ayude al objetivo trazado por Petro de reindustrializar el país. Antes de viajar a la China, Petro señaló que "vamos a hablar con Xi Jinping de tú a tú, no como arrodillados, y abordaremos problemas que hay vigentes, porque China tiene un superávit comercial [y] nosotros tenemos un déficit por 14.000 millones de dólares anuales".

La postura antiamericana del presidente y la decisión ya tomada de meternos en la Ruta de la Seda no pueden llevarnos, simplemente, a un “cambio de amo”. Bienvenido el soñado desarrollo económico que se espera alcanzar de la mano de los chinos. Eso sí, con todos los cuidados socioambientales y ecológicos por la fragilidad de los ecosistemas naturales que se verían afectados por los venideros proyectos de infraestructura vial y marítima en el marco de esta “nueva” Ruta de la Seda.



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lunes, 5 de mayo de 2025

EFRAÍN CEPEDA Y SU CARTA A LOS CONGRESISTAS

 Por Germán Ayala Osorio


La misiva que el HP[1], Efraín Cepeda les envió a los congresistas amerita ser comentada por cuanto no se trata de una simple respuesta al acto simbólico y político que protagonizó el presidente Petro durante la conmemoración del 1ro de Mayo en la plaza de Bolívar y la radicación en el Congreso de las 12 preguntas de la Consulta Popular.

En la carta se leen expresiones de uso común dentro de la política. Así como Petro, como caudillo popular le habla a un “pueblo”, Cepeda alude a “otro” pueblo o quizás a sectores de la población que el presidente del Senado dice representar: “Somos los guardianes de la democracia, los representantes de un pueblo que confía en nuestro carácter”.  Cepeda olvida decir en su epístola que su elección, como las de muchos de los congresistas, son el producto de la naturalización del clientelismo, práctica electoral que pone en duda y le resta verosimilitud a aquella frase que señala que el Congreso es la “representación del pueblo”.

Así como el discurso de Petro en la plaza de Bolívar puede entenderse como amenazante, la carta de Cepeda constituye una exageración política que tiene el propósito de “graduar” al jefe del Estado como un dictador al mejor estilo de Bukele y a los recordados Videla en Argentina y Pinochet en Chile: “hoy enfrentamos un momento decisivo, una embestida sin precedentes contra los pilares de nuestro Estado, como son, el poder legislativo, el poder judicial y hasta la prensa libre”.  

Vale la pena recordarle al señor Cepeda que esos pilares estuvieron en riesgo durante los gobiernos de Turbay Ayala y Uribe Vélez. ¿Acaso las chuzadas del DAS a los magistrados de la entonces Corte Suprema de Justicia no fueron una forma de intimidación de parte de Uribe? Es más, la reelección presidencial inmediata del exgobernador de Antioquia obedeció a una vulgar transacción que dio vida a la “Yidispolítica”. Y ni para qué hablar de las intimidaciones del gobierno Uribe hacia la prensa, en particular contra aquellos periodistas que le hicieron oposición, a los que calificó como “amigos de los terroristas”.

Cepeda se consagra como defensor a ultranza de las empresas mediáticas que se unieron desde el 7 de agosto de 2022 para atacar política y moralmente al presidente de la República. Por esa vía, desestima los negativos efectos que deja un ejercicio periodístico politizado que confirma a los medios masivos hegemónicos como actores políticos.

En la ya comentada nota Cepeda hace referencia a la simbología usada por Petro en su intervención en la plaza de Bolívar el Día del Trabajo: “Anuncios de revocatorias, movilizaciones intimidatorias, símbolos de guerra como espadas y banderas buscan afectar nuestra voluntad.  Como presidente del Congreso los invito a resistir con plena conciencia de nuestro deber. Somos la voz de un pueblo que no se rinde y no permitiremos que esa voz sea silenciada.

A estas alturas, cualquier ciudadano que haya escuchado a Petro y que después lea el contenido de esta misiva fácilmente puede caer en la tentación de preguntarse cuántos pueblos hay en Colombia. Mientras se resuelve esa misteriosa pregunta, lo único que va quedando claro es que la categoría “pueblo”, junto a “democracia e institucionalidad” son los conceptos más manoseados en los últimos años en Colombia.

Es curioso que Cepeda hable de un pueblo que representa el Congreso cuando asume como intimidatoria la movilización del “pueblo” que respalda al presidente de la República. ¿Cuál es la idea de democracia que el presidente del Senado, cuando descalifica las movilizaciones de cientos de miles de colombianos que, equivocados o no, se reunieron en la Plaza de Bolívar para respaldar al presidente de la República?

Cepeda continúa en su exagerada lectura de lo dicho por Petro ese Primero de Mayo: “No es la primera vez que intentan presionar al Congreso. La mafia, el paramilitarismo y la guerrilla han tratado de doblegarlo en el pasado. Sin embargo, el Congreso, contra viento y marea, ha mantenido su autonomía y dignidad, resistiendo con firmeza y demostrando que la voluntad popular no se somete. Hoy la amenaza regresa con nueva intensidad, pero nuestra respuesta debe ser la misma, no cederemos”.

Poner lo dicho por Petro, presidente elegido a través del voto popular, al mismo nivel de las presiones de las “mafias, las guerrillas y los paramilitares” constituye un exabrupto histórico y ético-político. Una especie de bufido que deja ver su molestia y miedo frente a los símbolos usados por Petro. ¿Qué pensará Cepeda de aquel momento en nuestra historia reciente cuando el 35% del Congreso fue puesto por las AUC que respaldaron política y económicamente la elección de Uribe?

En su viaje de superioridad moral, Cepeda vuelve a hablar de democracia. “La democracia depende del equilibrio entre los poderes del Estado. Un Congreso autónomo, libre de coerción, y un poder judicial independiente son la base de nuestra libertad.

Es visible la idea que el presidente del Senado tiene de ese sobrevalorado régimen de poder. En un sistema presidencialista como el colombiano, ese equilibrio de poderes se torna relativo, justamente, por las sempiternas relaciones perniciosas y de evidente cooptación entre el Ejecutivo y el Legislativo.

En su violenta y cínica misiva, Cepeda habla de diversidad cuando el Congreso es el correlato de la histórica exclusión de los pueblos afro, campesino e indígena. “Nosotros encarnamos la diversidad de un país que espera que sus votos reflejen convicciones firmes y promesas cumplidas. No podemos permitir que la intimidación, ya sea con símbolos bélicos o amenazas, sofoque esa libertad, ni que los ataques a la Rama Judicial menoscaben el Estado de derecho”.

Le cabe razón a Cepeda cuando dice que “nunca un gobierno había presionado al poder legislativo con tal intensidad, reemplazando el diálogo por confrontación”. Claro, en los últimos gobiernos ese diálogo al que refiere el ladino político estuvo mediado por los cupos indicativos y la entrega de millonarios contratos en proyectos viales. ¿Le suenan Odebrecht, Reficar, las Marionetas y lo sucedido recientemente en la UNGRD entre otros escándalos de corrupción de los que participaron congresistas y presidentes de la Cámara y Senado?

La invitación a votar a conciencia, mediada por el sentido de la misiva, claramente apunta a decirle NO a la Consulta Popular y por esa vía, negar los derechos laborales que en el pasado Uribe Vélez les arrebató a los trabajadores colombianos. “Les pido que no se dejen amedrentar. Voten según su conciencia, guiados por los ideales que los trajeron aquí. Hoy el desafío es histórico”.

La comentada epístola constituye una exageración y un exabrupto histórico. Igualmente, viene cargada de una alta dosis de cinismo y selectiva memoria. “Este Congreso es el espacio donde las ideas se enfrentan en igualdad, donde la razón debe prevalecer sobre la fuerza. La libertad que defendemos reside en decidir sin temor, actuar sin cadenas, hablar sin censura”.

El HP olvidó que él mismo le informó al país de su disposición de hundir las reformas. Este titular lo confirma: “Seré el jefe de la banda que hundirá las reformas que no le sirven al país”: Efraín Cepeda. Curioso que cuando Petro presentó las 12 preguntas de la Consulta Popular, el presidente del Senado le pareció oportuno llevarlas al Congreso para discutirlas, cuando semanas atrás 8 senadores-lobistas de la Comisión Séptima decidieron hundirla, lo que evitó la discusión del contenido de la reforma laboral. Así o más…

La misiva de Cepeda termina de la misma manera como transcurrió: una declaratoria de guerra política contra el pueblo que se manifestó el Primero de Mayo y una forma de presión a los congresistas para que le obedezcan la instrucción de decirle NO a la Consulta Popular. Se equivocó el presidente del Senado al terminar la carta con la frase “con profundo respeto y absoluta convicción”. Debió decir: publíquese y cúmplase.

 





[1] Honorable Político. Según el jede del Estado, el presidente del Senado es un “hijueputa”.

domingo, 4 de mayo de 2025

PETRO Y LA ENTREVISTA CON “JUANPIS GONZÁLEZ POMBO”

Por Germán Ayala Osorio

La entrevista que concedió el presidente de la República al comediante Alejandro Riaño puede ser leída bajo estos tres marcos explicativos: el primero, la desmitificación del poder presidencial, el segundo, el humor y la sátira política y el tercero, desde la coyuntura político-periodística que tiene al propio Petro y a los medios masivos de información sumidos en una confrontación moral y ético-política, atravesada por el clasismo, racismo, homofobia, transfobia y aporofobia de los periodistas vedettes que orientan a esas empresas mediáticas. Justamente, fueron las circunstancias que rodean al tercer marco las que llevaron al jefe del Estado a decirle sí al encuentro con “Juanpis González Pombo”, el grotesco personaje que, a pesar de no existir en la vida real, representa con lujo de detalles a la élite uribizada que durante más de 25 años se consolidó como la más dañina y peligrosa tara civilizatoria de Colombia.

Vamos, entonces, por partes como diría Jack el Destripador. El encuentro entre Petro y “Juanpis González” lo usó el presidente para consolidar su apuesta política de quitarle a la institución presidencial ese señorío usado por la élite política tradicional para que el pueblo de manera reverencial asumiera el cargo de Presidente de la República como inalcanzable por la “grandeza” de quienes llegaron, con evidentes tachas morales y éticas, a ostentar dicha dignidad.

En su rol de caudillo popular Petro ha expresado su incomodidad de vivir en un Palacio frío, lleno de lujos y que “tiene una arquitectura que intenta reproducir la aristocracia francesa”. De esa manera, Petro intenta desmontar las cualidades de una dignidad presidencial con visos aristocráticos e incluso, con trazas propias de reinos europeos.

Ahora bien, por un lado va la pretensión del presidente de la República y por otro permitir que “Juanpis González Pombo” le diga “chanda” y le haya ofrecido perico y trago como una manera de exponer las adicciones que la prensa bogotana le viene endilgando como parte de la tarea asumida por los periodistas de Blu radio y La W, entre otros, de deslegitimar su mandato cuestionando moralmente sus “gustos”, incluidos los sexuales. Dirán quienes no ven nada de malo en ese pasaje de la entrevista que se trata de una charla con un “personaje de ficción”, lo que le quita seriedad a lo dicho y a lo dejado de decir y a la solemnidad propia con la que suelen dar entrevistas los presidentes de la República. Las versiones y los chismes que circularon en torno a los “bacanales a los que venía a Cali Julio César Turbay Ayala y sus llegadas borracho a la casa presidencial” jamás despertaron el interés periodístico que hoy despierta la vida privada de Petro. Claro, eran los tiempos del Estatuto de Seguridad y no había redes sociales. Y ni qué decir de la “homosexualidad” de César Gaviria, que hace parte del imaginario colectivo, “elección” sugerida por el propio “Juanpis González”.

En lo que respecta al segundo marco propuesto, hay que señalar que durante la entrevista hubo momentos en los que Alejandro Riaño parece abandonar a su alter ego, “Juanpis González Pombo” para fungir como un periodista que se preparó para cuestionar al presidente por los crímenes perpetrados por las “guerrillas” en contra de líderes sociales y miembros de la fuerza pública. De cualquier forma, el humor político de Riaño, a través de su ruin y patético personaje, está pensado más para exaltar sus dotes de imitador que para orientar y “concientizar” a la opinión pública que consume sus presentaciones. Eso sí, está lejos de alcanzar el nivel al que Jaime Garzón llevó el humor y la sátira políticas.

En lo que toca al tercer marco, con la entrevista el presidente manda un claro mensaje a los periodistas de Blu radio y otros programas radiales que lo vienen acusando de “drogadicto y maricón”, fundados en los señalamientos que hicieron María Jimena Duzán y Álvaro Leyva Durán. Y el recado dice más o menos así: prefiero darle una entrevista a Riaño, quien votó por el cambio, pero que ha dejado ver su molestia frente al gobierno por todo lo que ha representado la presencia de Roy Barreras y Armando Benedetti para el gobierno Petro. Frente a sus adicciones y “gustos” sexuales, el presidente dejó en los periodistas que lo “graduaron” anticipadamente de “marica y borracho” más dudas que certezas por la manera en la que “jabonió” las impertinencias de “Juanpis González Pombo”.

Faltando poco para terminar su mandato, con la entrevista con el personaje que representa con lujo de detalles a la élite uribizada,  corrupta y criminal, el presidente Petro se burla y confronta nuevamente la pompa,  magnificencia y la “grandeza” que rodea a una dignidad presidencial creada, recreada y soportada por una élite económica que durante más de 30 años sentó en el Solio de Bolívar a sus más votados, “cualificados, probos, inteligentes, elegantes y prestigiosos” sirvientes con el claro objetivo de aprovecharse de la captura privada y mafiosa del Estado. Al final, resultó más iconoclasta Petro que el propio "Juanpis". 

Adenda: la presencia del señor de baja estatura o enano no hace reír. Constituye una burla innecesaria y le resta seriedad al humor político que "Juanpis" pretende hacer. Dejarlo de pie durante una hora es un abuso.




juanpis gonzalez y la entrevista con Petro - Búsqueda Imágenes


sábado, 3 de mayo de 2025

LA MOTOSIERRA Y LA ESPADA DE BOLÍVAR

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El expresidente Álvaro Uribe Vélez conminó, con algo de hipocresía, a los precandidatos presidenciales de su partido a evitar el uso de los términos “motosierra y dar de baja”, por toda la carga negativa que acumulan por estar atados a la aplicación de la temida política de seguridad democrática. El llamado de atención a sus “muñecos presidenciables” se dio en el marco de los encuentros políticos en los que Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Paola Holguín, Andrés Guerra y Miguel Uribe Turbay exponen sus ideas políticas y las ganas de obtener el guiño de su patrón.

La motosierra representa a los crímenes perpetrados por los paramilitares con la anuencia de miembros uribizados del Ejército nacional que extendieron y aplicaron la doctrina del enemigo interno a políticos, periodistas, defensores de derechos humanos y del ambiente, así como a jóvenes pobres que terminaron asesinados por balas oficiales, práctica que se conoció como los “falsos positivos”. Sin una declaratoria oficial, la motosierra fue el símbolo con el que la derecha se hizo legítima durante uno de los periodos más aciagos para el Estado de Derecho y la democracia en Colombia: entre el 2002 y el 2010.

La simpática exhortación del expresidente y expresidiario se da días antes de que el presidente Gustavo Petro desenvainara la espada de Bolívar como símbolo de unidad popular y reivindicación social y laboral de los sectores de la población sometidos al extendido proceso de precarización laboral que Uribe Vélez consolidó en sus ocho años de gobierno.

Así las cosas, la opinión pública y el país político ven en la arena pública a dos disímiles formas simbólicas: la motosierra y la espada de Bolívar. La primera es el símbolo inequívoco de que la penetración paramilitar en el Estado durante los gobiernos de Uribe naturalizó la violencia política e ideológica ejercida por las AUC y aplaudida por empresarios, curas, políticos, deportistas e intelectuales orgánicos, agentes todos de las huestes uribistas. Entre tanto, la segunda es el símbolo de la emancipación, de la libertad y el cambio que el presidente Petro, en su calidad de caudillo popular, busca con su proyecto político progresista.

La motosierra da cuenta de una compleja coyuntura social y política en la que la vida de cientos de miles de ciudadanos fue subvalorada y despreciada para facilitarle el trabajo a los paras que operaron dichas sierras para “cortarle” las cabezas a los ciudadanos previamente calificados como indeseables y enemigos de la Patria y de la seguridad democrática.

Por el contrario, la espada de Bolívar da cuenta de un momento histórico con el que se busca reivindicar el valor de la vida de todos los ciudadanos, sin importar sus orientaciones políticas. El sable del Libertador que el presidente Petro desenvainó simboliza el abandono del miedo y el terror como política estatal y paraestatal en los tiempos en los que criticar al gobierno de Uribe se asumió como una actividad cercana a la sedición y al terrorismo.

Por más que la derecha y los medios de información hegemónicos asuman la exposición de la espada de Bolívar como un gesto amenazante de parte del presidente de la República, esos sectores de poder social, político y económico saben que la vida y los derechos fundamentales de sus más visibles agentes jamás estarán en riesgo. Si la derecha regresa al poder en el 2026 no se descarta que la motosierra vuelva a ser usada como instrumento biopolítico y símbolo inequívoco del retorno del uribismo a la Casa de Nari. Por el contrario, si el proyecto progresista logra reelegirse, la espada de Bolívar  podrá regresar a la Quinta de Bolívar o mantenerse en el Palacio Presidencial como símbolo de la superación de la mayor tara civilizatoria que como sociedad exhibimos: el uribismo. 



Caricatura de Matador. 

viernes, 2 de mayo de 2025

PERIODISMO Y LA HOGUERA DE LAS VANIDADES CRIOLLA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La autocensura, la farandulización, el desprecio por la deontología del oficio y la consecuente confirmación como actores políticos son las cuatro “enfermedades” que padecen las empresas mediáticas en Colombia. Se trata de padecimientos atados al nacimiento mismo del periodismo, asumido como una forma de poder político.  Eso sí, a pesar de la evidente metástasis, no alcanza a provocar el colapso del sistema informativo privado porque las audiencias en general no están calificadas para darse cuenta de la gravedad de la situación por la que hoy atraviesan empresas como El Tiempo, Semana, El Colombiano, El País de Cali; así como Blu radio, La FM, La W y los noticieros nacionales Caracol Noticias y Noticias RCN.

Con la llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño, esas “enfermedades” se volvieron catastróficas. Los periodistas vedettes de dichos medios masivos se han dedicado a esculcar y cuchichear en torno a los "gustos" sexuales del presidente de la República. De esa manera, los consejos y las salas de redacción, las cabinas de radio y los sets de noticias se convirtieron en espacios predilectos para los  cuchicheos y la generación de bochinches que, investidos de interés periodístico y general, les ha servido para atacar, ridiculizar y deslegitimar al jefe del Estado como nunca se hizo contra otro presidente en ejercicio. 

Petro es maricón” es una de las expresiones más “decentes” que circulan en esos laboratorios en donde se construyen narrativas y verdades atadas políticamente a los intereses de los propietarios de dichas empresas informativas. El episodio de Panamá sirvió para que varios de los más visibles periodistas bogotanos cayeran en la banalización y farandulización del oficio. La homosexualidad, como práctica social, solo está permitida para un selecto grupo de políticos, periodistas y empresarios que aún siguen sobreviviendo en sofocantes closets o haciendo gala de sus "gustos" como una forma hipócrita de hacer creer que como sociedad superamos la homofobia.

Además de servir de cajas de resonancia,  operar como agentes culturales de un orden hegemónico inmoral, sucio y corrupto y de ser encubridores de los síntomas la decadencia de los sectores privilegiados de la sociedad colombiana, iguales a los descritos por Tom Wolfe en la novela “La Hoguera de las Vanidades”, las señaladas empresas mediáticas actúan, desde el 7 de agosto de 2022, como “policías  y fiscales de la moral colectiva”, lo que les permite especular, con fines políticos, sobre las aventuras, gustos o tendencias sexuales del presidente de la República. Lo curioso y problemático del asunto es que las actuaciones de estos “nuevos policiales” se da en el marco de una sociedad que además de homofóbica, transfóbica, racista, aporofóbica y clasista, arrastra la fama de ser morronga, mojigata, ladina, simuladora, farisea, melindrosa, puritana, timorata, cachonda, goda, premoderna y rígida.

Dejadas de lado las especulaciones sobre los "gustos" sexuales de Petro, enfilaron baterías sobre una posible adicción a las drogas, versión echada a rodar por la periodista María Jimena Duzán y el exministro conservador y mojigato, Álvaro Leyva Durán. Para poder “graduar” a Petro de “vicioso” la prensa abrió micrófonos y prendió los reflectores a los enemigos del jefe del Estado para que estos exigieran que se sometiera a exámenes de sangre para probar si había consumido cocaína. Eso sí, solo el presidente debía someterse a esos exámenes porque a los periodistas se les tiene prohibido sugerir lo mismo a presidentes de compañías, congresistas, futbolistas y otros miembros de la “gente de bien”.

Como suele pasar con los escándalos y los sucesos de la farándula criolla, la moralizante algarabía mediática se fue desvaneciendo hasta que el presidente Petro concedió en la Casa de Nariño una entrevista a Juanpis González, personaje creado por Alejandro Riaño. El perfil del personaje de ficción habla de un “hombre blanco, de familia adinerada, corrupto, enamorado de la guerra, racista, violento, clasista, aporofóbico, consumidor de "perico" y trago en reuniones sociales”. Juanpis González es la representación viva y clara de la versión criolla de La Hoguera de las Vanidades.

A los periodistas de Blu radio les pareció periodísticamente relevante retransmitir pasajes de la entrevista para insistir en el objetivo de desprestigiar al jefe del Estado aludiendo, nuevamente, a sus “debilidades y adicciones”. De esa manera, por varios minutos Néstor Morales convirtió la mesa de trabajo de dicha emisora en un espacio para el chismorreo al mejor estilo de la “Negra Candela”.

Y para terminar de exponer las graves “enfermedades” del oficio, a varias periodistas defensoras de oficio de las "cochinadas" de “La Hoguera de las Vanidades” criolla, optaron por exponer en la red X el “costoso reloj Rolex” que exhibió Petro durante su discurso en la Plaza de Bolívar a propósito de las marchas del Día del Trabajo. El mandatario de los colombianos publicó una imagen del dichoso reloj, con este mensaje: "No tengo problema en publicar la marca de mi relog. Como ven, no es un Rolex. No me gustan esas estridencias codiciosas". Así, con sexo, mentiras y videos los periodistas vedettes en Colombia arruinaron el bello oficio. 


Nota: se escribe reloj. 



petro es vicioso y gay - Búsqueda Imágenes


jueves, 1 de mayo de 2025

UN PRIMERO DE MAYO INOLVIDABLE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Este Primero de Mayo de 2025 será recordado por tres hechos políticos: el primero, como el día en el que el presidente de la República Gustavo Petro Urrego se “graduó” de caudillo y líder único y absoluto del progresismo en Colombia, lo que de inmediato lo pone sin ser aún expresidente, en carrera de convertirse en el más grande elector de todos los tiempos, superando incluso al expresidente y expresidiario Álvaro Uribe; el segundo, como la ocasión en la que ese mismo presidente le “tiró el pueblo encima” al Congreso y a la oligarquía a la que el grueso de los congresistas-lobistas históricamente viene representando. Y el tercero, como el momento en el que se adelanta y oficializa el inicio de la campaña presidencial de 2026.

Con un discurso al que la derecha muy seguramente calificará de “veintijuliero” y “amenazante”, con la plaza de Bolívar a reventar, y al mejor estilo de Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el jefe del Estado tomó la espada del Libertador y se dirigió al Congreso para radicar el documento con el que exhorta al Senado a darle trámite a la Consulta Popular para que el constituyente primario salga a votar para aprobar las 12 preguntas que lo componen. “Aquí llegamos con la espada de Bolívar” dijo Petro mientras radicaba la Consulta Popular, al tiempo que volvía a exigirle a los senadores aprobar sin dilaciones y “jugaditas” el cuestionario.

Con marchas multitudinarias en Bogotá, Cali y Medellín, Petro volvió a señalar con el dedo índice a quienes archivando la reforma laboral obligaron al presidente de la República a “tirarles encima” a un pueblo que da muestras de haber tomado conciencia del momento histórico por el que atraviesa el país y de la oportunidad de confrontar a un régimen de poder que para el caso deviene mafioso, criminal y corrupto. Esta frase de Petro ilustra muy bien el segundo hecho que deja la jornada de marchas en el país: “el pueblo de Colombia se levanta y los revoca”.

Informado del vil asesinato de Alberto Peña, militante de la Colombia Humana que salió con megáfono a invitar a los habitantes de Miranda (Cauca) a marchar y a decirle Sí a la Consulta Popular, de inmediato el jefe del Estado “responsabilizó” de su muerte a los senadores de la Comisión Séptima y en particular a su presidenta, Nadia Blel.

Hoy se vio a un pueblo cargado de dignidad, guiado por quien cree posible profundizar la democracia como lo propuso en su momento Chantal Mouffe. A propósito del asunto, Petro espetó: “Hay democracia en Colombia o cambiamos las instituciones”. Sin duda alguna, una clara advertencia- o amenaza- a los sectores de poder que por años usaron aquello de que somos la democracia más antigua del hemisferio como parapeto y trinchera política para ocultar desmanes, crímenes, masacres, desplazamientos forzados y la sempiterna corrupción público-privada a través de la captura del Estado.

La “indiamenta” marchó y mandó un mensaje claro a los racistas y clasistas que por estos días se volvieron tendencia en las redes sociales por cuenta de María Jimena González Amaya, socia del Club El Nogal, quien, en un rifirrafe con el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, expresó su molestia por la presencia del exmandatario local, preguntándose “qué hace esa indiamenta aquí” en referencia al Club al que solo pueden entrar “arios” y “caucásicos” como ella.

Quedó claro que Petro "le tiró encima el pueblo” a la oligarquía bogotana, a los partidos tradicionales, al Congreso, al HP[1] de Efraín Cepeda, al propio Sarmiento Angulo y a los expresidentes Gaviria, Santos, Uribe y Pastrana (Petro no aludió a Iván Duque Márquez, quizás por haber sido  “subpresidente”). Quedaron notificados. ¿Se atreverá el Senado a negar el llamado a la Consulta Popular? ¿O le darán trámite y buscarán hacerle campaña al No, como lo hicieron con el plebiscito por la paz de 2016?




Imagen tomada de El Espectador. 



[1] Honorable Parlamentario, o Político.

miércoles, 30 de abril de 2025

GUSTAVO BOLÍVAR: ¿EL UNGIDO DE PETRO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Gustavo Bolívar Moreno, director del Departamento de Prosperidad (DPS), presentó su carta de renuncia al presidente de la República. Lo hace para no inhabilitarse en caso de su eventual candidatura presidencial. De ser así, su aspiración se suma a la ya larga lista de precandidatos presidenciales del Pacto Histórico que buscarían el guiño presidencial para enfrentar en primera vuelta a los candidatos de la derecha uribizada que buscarán recuperar la Casa de Nariño (o de Nari) para el manejo discrecional del “viejo” Establecimiento.

Antes de hablar de los pros y los contras de la eventual candidatura de Bolívar Moreno, hay que exponer las principales circunstancias que rodearán la fiesta electoral de 2026. Más allá del pesado clima de crispación ideológica y política que se respira, a ese escenario llegará, de un lado, Álvaro Uribe Vélez, en su condición de gran elector y figura representativa de los sectores de poder más retardatarios, neoliberales, premodernos, incivilizados y violentos del país; y del otro lado, llegará Gustavo Petro Urrego, quien enfrentará su primera campaña en condición de presidente saliente. Mientras que Uribe llegará al 2026 en un sostenido proceso de desprestigio y desgaste en su imagen como político probo, lo que supone un evidente cansancio del electorado, Petro arribará a ese complejo escenario electoral como líder del proyecto progresista con el que trazó, desde la presidencia, caminos conducentes a los deseados pero esquivos estadios de modernidad; acompañado de un apoyo popular que desdice de los resultados de varias encuestas pagadas por medios masivos que fungen como actores políticos en oposición.

Uribe es un caudillo decadente que, en el ocaso de su azarosa vida pública, sabe que las elecciones de 2026 pueden representar su última “batalla” por mantener la vigencia de sus ideas económicas y políticas atadas inexorablemente al neoliberalismo y a la consecuente captura privada y mafiosa del Estado para el servicio de una clase privilegiada. Lo contrario sucede con Gustavo Petro, quien, a pesar de la mala prensa, su condición de caudillo le permitirá seguir inmerso en la lucha por profundizar la democracia como factor de cambio político y social.

Ahora miremos los pros y los contras de la candidatura presidencial de Gustavo Bolívar Moreno. El guionista ha sabido construir una imagen de funcionario alejado de mafias y componendas; su fama de honesto y diligente, en un país de políticos corruptos, le da una leve ventaja sobre aquellos candidatos que, sin haber sido condenados por actos de corrupción público-privada, su vida política ya acosa algún desgaste por estar asociada a partidos políticos que arrastran fama de ser colectividades corruptas y clientelistas, como Cambio Radical y el Centro Democrático, entre otros. La misma ventaja la tendría sobre aquellos que a pesar de que no pueden exhibir experiencia alguna en el sector estatal, se presentan como líderes capaces de “cambiar el país y llevarlo a estadios superlativos de desarrollo”. Unos verdaderos vendedores de humo.

Su amor por Petro y la consecuente lealtad hacia el presidente de la República le pueden ayudar en el momento en que el jefe del Estado decida, como caudillo, quién deberá recoger las banderas del progresismo para darle continuidad a las políticas públicas y a las decisiones tomadas en materia de política macroeconómica.

Curiosamente, su probada lealtad y su declarado amor por el proyecto político y el propio presidente, se asume desde ya como un factor negativo en la medida en que una vez quede en firme su candidatura, la Oposición, con la ayuda de los medios masivos, construirán la narrativa con la que llegó a la Casa de Nariño Iván Duque Márquez. Es decir, Bolívar sería el “títere” de Petro, tal y como lo fue Duque de Uribe Vélez.

Juega en contra de la aspiración de Bolívar el que no es un político carismático. A lo que se suma su falta de experiencia en el manejo de asuntos de gobierno que ameritan hacer transacciones y acuerdos que se mueven entre lo legal y lo ilegal, entre lo legítimo y lo ilegítimo; entre lo moral y lo inmoral. Es muy propio de la política colombiana tomar decisiones que suelen poner en crisis las eticidades más férreas. A lo que se suma la imagen de hombre y político ingenuo que proyecta Bolívar. Quizás la mayor debilidad de Bolívar Moreno esté en su débil oratoria, factor con el que Petro logró conquistar y seducir a sectores de la academia y a otros de la sociedad que valoran la capacidad argumentativa.

Ya veremos si el presidente Petro le acepta la renuncia a quien en un Consejo de ministros y de frente al país exclamó lo siguiente: "Le apostamos a este proyecto, si sacrificamos tantas cosas es porque amamos este proyecto, lo amamos a usted presidente. Yo a usted lo amo, se lo digo con toda sinceridad y con usted hasta el último día, pase lo que pase". ¿Será el amoroso Gustavo Bolívar el ungido de Petro?



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martes, 29 de abril de 2025

PETRO, UN VERDADERO “ANIMAL SIMBÓLICO”

Por Germán Ayala Osorio

 

El 1ro de Mayo el presidente Petro radicará en el Senado el documento con el que se convoca al pueblo a que responsa 12 preguntas en el marco de una Consulta Popular que puede terminar siendo el plebiscito con el cual el progresismo puede asegurar la continuidad del proyecto político que encarna Petro, graduado de caudillo por cuenta de las bancadas que de manera errada y absurda se negaron a discutir las reformas a la salud y laboral.

A ese acto político, el jefe del Estado le agrega la acción simbólica de desenvainar la espada de Bolívar. “Desenvainaré la espada de Bolívar ante el pueblo. Llegó la hora del pueblo colombiano. A la calle por millones, por los derechos del pueblo. La espada libertaria de Bolívar nos guía.

De esa manera, el presidente de la República no solo descubre el representativo sable, sino que desnuda su más claro objetivo político: “tirarle el pueblo” a un régimen de poder que por más de 200 años se acostumbró a tomar decisiones a espaldas y en contra de los derechos y el bienestar del constituyente primario.

La permanencia de la espada por fuera de su funda hasta que la justicia social y ambiental sean una realidad, extiende en el tiempo la lucha de los sectores societales conscientes de la necesidad de superar los Estados de Cosas Inconstitucionales a los que nos acostumbramos a vivir en Colombia; esa misma carga simbólica del filoso sable servirá para afianzar los sempiternos resentimientos y la animosidad que acompañan las vidas y las relaciones entre los excluidos y los miembros de la élite privilegiada. Hoy lo llaman polarización y crispación ideológica, pero realmente la Colombia de las mayorías y el país de una minoría devienen divididos  de tiempo atrás por cuenta del racismo, el clasismo y la aporofobia.

Petro no solo es un caudillo, sino que funge como una despensa inagotable de símbolos. No sé si el presidente haya leído a Ernest Cassirer, autor al que se le endilga haber señalado que el ser humano es un “animal simbólico”. Lo cierto es que Petro actúa como un verdadero “animal simbólico”: fusionar la bandera de Colombia y la del M-19 en un acto público constituye un símbolo de rebeldía y conquista; igualmente, dar la orden como presidente recién posesionado de traer la espada de Bolívar es otro acto cargado de simbolismo rebelde, propio de quien hizo parte del M-19, guerrilla urbana muy dada a dar golpes mediáticos y simbólicos con los que se apropiaron del carácter reivindicativo de la leyenda de Robin Hood. Se suma la declaratoria del sombrero del comandante Pizarro como símbolo de paz y objeto de memoria en un país que además de desmemoriado, naturalizó la violencia política y discursiva.



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lunes, 28 de abril de 2025

¿QUÉ HACER CON LA "INDIAMENTA"?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En las redes sociales circula un video que confirma que el racismo y el clasismo en Colombia son prácticas arraigadas en sectores privilegiados cuyos miembros maldicen el proceso de mestizaje del que son “víctimas”. De allí su necesidad de exponer la rabia y la desazón que les produce saber que en sus ADN hay genes indígenas y afrodescendientes; pueblos y comunidades subvaloradas a través de expresiones como “indiamenta”, “indiazos”, “esclavos” y “negro tenía que ser”.

En las instalaciones del famoso Club El Nogal la señora María Jimena González Amaya protagonizó un hecho bochornoso en el que dejó salir su racismo y clasismo. En un rifirrafe con el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, la mujer, de aspecto caucásico (es decir, del bajo Cauca antioqueño) espetó lo siguiente: “Conmigo no se meta, qué tal este pendejo. ¿Y ustedes que hacen acá? ¿Qué hace esta indiamenta acá?” La actitud clasista y racista de González Amaya quedó registrada en un video que se hizo viral en la red X.

Llama la atención que el Club El Nogal en el comunicado que publicó no hace referencia a la conducta clasista y racista de la socia. El país recuerda que dicho club fue señalado por Daniel Mendoza Leal, quien fuera socio, de haber sido lugar de encuentro entre miembros de la clase política  bogotana y líderes paramilitares.

Esto se lee del comunicado: “El Club El Nogal, ante los hechos ocurridos en sus instalaciones el pasado domingo 27 de abril, en los que se presentó un altercado entre una socia del Club y el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, reitera su compromiso con la sana convivencia entre socios, invitados y colaboradores, y rechaza categóricamente cualquier comportamiento que atente contra este principio. Este tipo de conductas no representan los valores ni las políticas del Club El Nogal ni de su comunidad".

De manera ladina las directivas de El Nogal evitan reconocer que la socia incurrió en una conducta racista y clasista, quizás para evitar líos judiciales al haberse dado el “altercado” dentro de sus instalaciones y protagonizados por quien tiene acciones que la acreditan como socia del “prestigioso” club bogotano.

En su cuenta de X, el exalcalde de Medellín reaccionó ante el encontronazo con la ciudadana cuyos ancestros al parecer vivieron en la ciudad Svendborg (Suecia), aunque hay versiones no confirmadas que señalan que sus descendientes vivieron, realmente, en Suesca, Cundinamarca). Esto dijo Quintero Calle: “Vamos a resetear a la política, a las mafias corruptas, pero también a los racistas y clasistas que se creen de una raza superior. Esto me pasó hoy en el Nogal invitado por un amigo que trató de defenderme y me aclaró que no todos son así”.

Como de era de esperarse el presidente de la República reaccionó ante la conducta hostil y desafiante de la señora González: “Esto sucedió en el Club el Nogal de Bogotá: así reaccionaron estas personas ante la presencia de Daniel Quintero ex alcalde de Medellín por voto popular. La indiamenta de una clase alta que se cree aristocrática y olvida sus propios ancestros. A esto se le llama arribismo y el arribismo de clase media, lleva al fascismo”.

El clasismo, racismo y el arribismo hacen parte de lo que en esta tribuna llamo “taras civilizatorias”, especie de obstáculos que nos impiden como sociedad transitar hacia estadios civilizatorios que nos permitan abrazar la esquiva Modernidad. Eso sí, María Jimena González seguirá expuesta por largo rato en las redes sociales. Quizás los memes y otras formas de crítica le sirvan de algo para que le baje un poquito al clasismo y al racismo que no la dejan disfrutar en paz de las instalaciones de su “acreditado” club. Con el numeral #Yosoyindiamenta, cientos de miles de “indiazos” terminaron apoyando al exalcalde, víctima de esta mujer “aria” y agria que aporta a la consolidación de una institucionalidad negativa y a la mala fama que ya arrastra el Club El Nogal.

No hay necesidad de preguntarle a la “ciudadana sueca”, nacida en Suesca, cuál de estos nogales prefiere: el común, el europeo o el español. Lo que también queda claro es que la nociva, violenta y peligrosa actitud del a señora González Amaya es reproducida a diario por la gran prensa bogotana.

Las hojas del árbol de Nogal “se utilizan en la medicina popular para tratar diversas dolencias, como diabetes, asma, dolor de estómago, infecciones, diarrea, problemas de piel, sinusitis y artritis”. Eso sí, no sirve para curar el clasismo y el racismo. Para estas dos “enfermedades” la única cura es la lectura. Quienes aborrecen a sus ancestros y maldicen sus orígenes étnicos aún no leen el libro del genetista Emilio Yunis Turbay, ¿Por qué somos así?, proceso de mestizaje en Colombia. Ánimo, María Jimena, atrévete a leerlo.

 



Imagen tomada de la red X. 

domingo, 27 de abril de 2025

DESPUÉS DEL MADRAZO PRESIDENCIAL, HABLEMOS DE REVOLUCIÓN CULTURAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En una conversación informal y no pactada con un propietario de una empresa que importa y vende hierro en la ciudad de Cali, el comerciante reconoció que “a Petro le ha tocado muy duro gobernar con los medios en contra y una clase política y empresarial poco interesada en trabajar por el interés general”.

Previo a este comentario y reconocimiento, el señor se declaró “admirador de la raza alemana” . Dijo además que nosotros los colombianos, por el contrario, arrastramos un pérfido “cruce” entre españoles, indígenas y negros; también expuso que era de “centro derecha” y que iba a votar por Santiago Botero, un empresario antioqueño admirador de Bukele y de Álvaro Uribe Vélez. Según el importador, el sujeto “presidenciable” tiene el suficiente músculo financiero para financiar su campaña sin el apoyo de mecenas como Sarmiento Angulo, amo y señor que se acostumbró a poner en la Casa de Nari a sus más votados sirvientes. De Botero escribí esta columna el 10 de octubre de 2024, después de aparecer por primera vez en un medio de información dando a conocer sus intenciones de gobernar al país.

Le dije al comerciante que Colombia estaba en mora de hacer una “revolución cultural” como la que hizo China en su momento. Asintió que nos faltaba disciplina, respeto por las normas y los demás; y poner la inventiva y la “malicia” al servicio del bien común. Sin embargo, propuso esta solución: cárcel y bala para ladrones, sicarios y guerrilleros.

Es muy propio de la derecha ofrecer ese tipo de soluciones a los problemas que se viven a diario en la calle: fleteos, raponazos y el sempiterno irrespeto a las autoridades y normas de tránsito. Sus más visibles voceros se cuidan y quizás evitan referirse al problema cultural y civilizatorio de fondo que como sociedad arrastramos desde los inicios de la República.

La Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo (ALP) y el proyecto progresista en cabeza de Petro no abordaron ese problema, a pesar de sus propósitos de modernización del Estado y de naturalización de las ideas liberales rechazadas y macartizadas por la hegemonía conservadora y la iglesia católica. Los cambios constitucionales y las reformas educativas implementadas por ALP fueron cediendo terreno ante las sempiternas ideas conservadoras, origen de muchas de las taras civilizatorias que como sociedad premoderna exhibimos sin ningún asomo de vergüenza.

Insistir en el imaginario colectivo que señala que “somos así” por culpa del cruce entre españoles, negros e indígenas no solo es determinista, sino que apunta a auto despreciarnos, circunstancia que explica las violencia y el racismo estructural del que habla Eduardo Restrepo y que “se encarna en acciones y omisiones concretas que, derivadas del funcionamiento mismo del sistema institucional, tienen el efecto de reproducir las desigualdades y jerarquías entre individuos y poblaciones racializadas”.

En esa misma línea del auto desprecio, el modelo económico, político y social ofrece todas las garantías para que las taras civilizatorias se reproduzcan, así como el odio ancestral hacia todo lo que huela a izquierda, a negritud, indigenismo, campesinado y pobreza; a mujeres empoderadas capaces de poner en crisis el machismo también estructural desde el que actúan presidentes de la República, de grandes empresas y corporaciones estatales como el Congreso y las altas cortes; y el que está aún presentes en las relaciones cotidianas y familiares.

Da risa y tristeza ver a los candidatos presidenciales de la derecha decir que “van a recuperar a Colombia; que van a reconstruir moral, económica e institucionalmente al país”; cuando lo que realmente les interesa es hacerse nuevamente con la Casa de Nari para las huestes uribizadas, que en sí mismas son el origen de las taras civilizatorias que es urgente superar.  

Igualmente, genera grima e hilaridad ver a los periodistas hegemónicos y a los agentes políticos y empresariales de la derecha espantados por el madrazo que Petro lanzó contra el presidente del Senado, el manzanillo Efraín Cepeda. Ese natural aspaviento les sirve para negar el problema cultural de fondo, del que hacen parte por su mojigatería, hipocresía y puritanismo. Prefieren quedarse en las formas, antes de poner en crisis el tipo de sociedad que coadyuvaron a construir: una en la que pululan los hijos de puta que convirtieron a este paraíso llamado Colombia en un platanal con bandera en el que hacen y deshacen tres o cinco vulgares, oscuros pero perfumados capataces, expresión máxima y semilla de las taras civilizatorias que nos identifican como un pueblo violento, irracional, incivilizado y premoderno. Su avaricia y el ethos mafioso con el que dan rienda suelta a sus incontrolables deseos de concentrar poder y riqueza terminan proscribiendo cualquier posibilidad de cambio e iniciativa cultural que nos lleve como sociedad a mejores estadios civilizatorios. 




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viernes, 25 de abril de 2025

LA DESPEDIDA DEL PAPA FRANCISCO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El ritual de despedida del Papa Francisco es una oda al dolor, al poder de la iglesia católica y al reconocimiento internacional de su importancia para Occidente, así como al miedo a la muerte. Al exaltar el fin natural de la vida, la iglesia católica cumple con dos objetivos: el primero, despedir al Sumo Pontífice de acuerdo con la tradición y la propia pompa de un acontecimiento que la prensa se encargará de hacerlo inolvidable y memorable; y el segundo, llamar la atención de sus millones de fieles sobre la importancia de seguir creyendo en la resurrección tal y como sucedió con Jesucristo.

Las exequias del Papa Francisco también envían un mensaje claro y directo a sus fieles sobre la cremación. Ningún Papa puede ser cremado, por más de que lo haya pensado en vida e incluso dejado como su último deseo. ¿Habrá algún día un Papa capaz de  advertir sobre su deseo de ser cremado? ¿Existirá algún día un Sumo Pontífice así de libertario, iconoclasta y revolucionario?

El resto de los mortales pueden apelar a la cremación, opción que llegó a Colombia en los años 80, en medio de los elevados costos de los lotes al interior de los cementerios. A creyentes, ateos y agnósticos la iglesia católica les da la “opción” de la cremación. Eso sí, ningún ciudadano puede escapar a las penitentes etapas a las que a continuación hago referencia.

La aprensión colectiva sobre la finitud de la vida humana legitima los actos litúrgicos con los que la iglesia católica exhibe su total e incontrastable dominio y control del negocio de la muerte y sus flagelantes etapas: la velación del cuerpo, la subida del féretro al coche fúnebre, el desplazamiento por toda la ciudad, a 10 kilómetros por hora, hasta llegar al cementerio; la misa de despedida, el traslado a la fosa y el lento descenso del ataúd. Las paladas de tierra y flores. Y pasados los años, la exhumación. Este agobiante y martirizante ritual está asociado a la idea de que vinimos a sufrir para alcanzar la gloria del Señor.

El Papa Francisco será enterrado como lo ordena la tradición. El registro mediático de dicho acontecimiento termina legitimando el ritual de despedida y el poder de esta perenne multinacional de la Fe. Vendrá luego el Cónclave del que saldrá el nuevo Pontífice. Las correlaciones de fuerza, las intrigas y los acuerdos que debajo de las sotanas tomarán los aspirantes a remplazar a Jorge Bergoglio quedarán dentro de la hermética memoria de un concilio en el que se enfrentan los egos de hombres dispuestos a poner por encima de sus dudas sobre la existencia de Dios, sus deseos de orientar la “poderosa” institución. Veremos dentro de poco si la iglesia católica elige a un Papa contrario a las ideas y decisiones tomadas por Francisco o si les da continuidad como una manera de mostrar capacidad de adaptación a los nuevos tiempos.  






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COLOMBIA, TIERRA DE HP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La Colombia mojigata, beata, gazmoña, hipócrita, pazguata, bobalicona, puritana y morronga sigue espantada por el madrazo que el presidente Petro le envió al congresista Efraín Cepeda. Con la ayuda de la prensa uribizada, el putazo presidencial mantendrá sus efectos políticos en las elecciones de 2026. Ya la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila de Gnecco le dijo al jefe del Estado que el único “HP en Colombia es él”.

En un país con un largo y degradado conflicto armado interno y uno de los más desiguales y corruptos del mundo tiene que haber bastantes “hijueputas”. Empecemos a reconocerlos. Los guerrilleros que se transformaron en “traquetos de camuflado”, los narcoparamilitares y sus patrocinadores de corbata hacen parte de uno de los tantos grupos de hijos de puta que viven en Colombia. Empresarios y magnates que patrocinaron a las AUC para que sus estructuras armadas robaran las tierras a los campesinos, los masacraran y desplazaran son unos verdaderos hijos de puta.

Los gobernadores, alcaldes y presidentes que patrocinaron, ocultaron y validaron la práctica de los falsos positivos merecen recibir el mismo putazo que Petro le lanzó, merecidamente, al presidente del Senado. Y ni qué decir de los militares que se prestaron para asesinar a sangre fría a civiles inocentes y a “legalizar” esos crímenes y hacerlos pasar como bajas en combate. Esos sí que son unos completos catre hijueputas.

Los periodistas que dicen mentiras y que desaparecen evidencias de crímenes y actos de corrupción público-privada son otros HP que le dan sentido al imaginario colectivo que señala que Colombia es uno de los países de América y quizás del mundo en donde más hijueputas nacen y se reproducen. Los intelectuales orgánicos que usan su pluma para matizar crímenes y actos de corrupción entran sin examen alguno en el grupo de los HP que viven en Colombia.

Otros hijos de puta son los militares y policías, oficiales y suboficiales que hostigan y acosan sexualmente a sus subalternos. En esa misma línea aparecen los profesores que presionan a estudiantes para que accedan a sus cachondas pretensiones. O qué tal los hijueputas médicos que violaron a sus pacientes o que emitieron diagnósticos errados para evitar que las EPS asumieran costosos tratamientos médicos.

Cómo no hacer referencia a los hijos de puta que violan las normas ambientales y afectan valiosos ecosistemas naturales y por ese camino las relaciones consustanciales que de tiempo atrás consolidaron comunidades negras e indígenas. Y los que maltratan y violan a mujeres, niños, niñas y animales de compañía. Estos sí que son unos verdaderos hijos de puta. Mención aparte merecen los curas pederastas y pedófilos. Estos, junto a los cientos de miles de politicastros que están en el Congreso, o al frente de alcaldías y gobernaciones, son unos verdaderos “catre hijueputas”.

Y los que se roban ideas y proyectos; así como los que pagan para les hagan los ensayos académicos o mienten al profesor usando el ChatGPT. Estos pueden ser considerados aprendices de esa “cualidad de ser hijos de puta”. Para graduarse de HP hay que empezar por ser tramposo, mentiroso, vivo bobo, tramador y libidinoso. Después de pasar por el Congreso e incluso por las altas cortes vendiendo millonarios fallos, quedan listos para recibir el título honorífico de Hijos de Puta.

Como los putazos son de uso común en el país y hay tanto mentiroso, ladrón, corrupto, matones de finas costumbres, violadores y acosadores, entre otros, decirle HP a quien actúa de las maneras aquí descritas no debe ser considerado una grosería. Por el contrario, espetar un madrazo debería de asumirse como una forma de reconocimiento social y político al tiempo, el esfuerzo y el dinero invertido en convertirse en un verdadero HP.

El putazo presidencial constituye una oportunidad para que cada colombiano se revise y examine sus conductas pasadas y presentes. A lo mejor y sin saberlo, es tan HP como dice Petro que es el presidente del Senado, Efraín Cepeda.



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jueves, 24 de abril de 2025

PETRO, EFRAÍN CEPEDA Y EL MADRAZO

Por Germán Ayala Osorio

Después del “aspaviento” mediático y moral que suscitó la asqueante carta que dirigió al presidente de la República el excanciller Álvaro Leyva Durán y que publicó en la red social X, el jefe del Estado le dio un verdadero motivo a esos sectores mojigatos y moralistas de la sociedad colombiana, incluida la prensa hegemónica, para que continuaran espantados por la “revelación” que hizo en la misiva el señor Leyva, miembro honorable de la naciente Policía Moral que ya juzgó y declaró a Petro como “presidente indigno”.

En medio de la instalación de uno de los comités del Sí a la Consulta Popular en el Atlántico, el presidente Petro espetó lo siguiente: “Decía Efraín Cepeda: Oiga, pero si esas son las preguntas que ustedes presentaron, pues ahora sí podemos discutirlas en el Congreso. Yo no digo groserías, pero quise decir una, mucho HP”.

Para sus defensores, estamos ante un merecido madrazo contra el presidente del Senado, declarado enemigo de las reformas sociales presentadas por el gobierno. Recordemos que Cepeda gritó meses atrás: “Seré el jefe de la banda que hundirá las reformas que no le sirven al país”. Es decir, el madrazo pensado por Petro hace parte de un agrio enfrentamiento político con el congresista conservador, servidor fiel del viejo Establecimiento colombiano.  

Por supuesto que los titulares de la espantada, “cándida” y “recatada” prensa nacional no se hicieron esperar. El País de los Gilinski publicó: Petro le dice “Mucho HP” al presidente del Senado, Efraín Cepeda, por cuestionar la consulta popular. El diario El Colombiano, que le hace una férrea oposición al presidente, dijo lo mismo que el diario caleño: Petro le dijo “mucho HP” al presidente del Congreso, Efraín Cepeda, por oponerse a la consulta popular. Entre tanto, La FM hizo lo propio: Presidente Petro responde a Efraín Cepeda y lo llama “HP” por criticar consulta popular.

La respuesta de Cepeda no se demoró mucho: “El presidente Petro aún no comprende la dignidad que ostenta y, como si estuviera en una riña callejera, recurre a la grosería y la bajeza. No pienso caer tan bajo, porque tengo clara la dignidad que represento. Nuestra institucionalidad merece un Honor Perenne, que es mi forma de entender el verdadero HP”.

Es conocido de autos que a Petro le encanta “casar peleas”. Es una suerte de político “buscapleitos”, en particular con los agentes de la oligarquía colombiana que se oponen a las reformas sociales que hacen parte de su proyecto político. En resumidas cuentas, el presidente de la República es “pelión”. Eso sí, no se parece en nada al “rufián de esquina” con el que lidió el entonces presidente Juan Manuel Santos.

Por supuesto que resulta reprochable el acto de habla del presidente de la República. No se trata aquí de aplaudirlo. No es esa la manera de tramitar las diferencias y mucho menos de hacer pública su molestia por la actitud asumida por Cepeda que, claramente, desdice de la dignidad congresional por cuanto devela que el presidente del Senado y las bancadas en oposición no representan los intereses del colectivo, del pueblo, sino de los gremios económicos, los banqueros y otros agentes de poder económico y político responsables en gran medida de la naturalización del ethos mafioso, la captura y privatización del Estado, la concentración de la riqueza en pocas manos y de llevar a Colombia a los deshonrosos primeros lugares de las naciones más desiguales del planeta.

Así entonces, Cepeda esgrime una dignidad imaginaria, falaz e inventada para ocultar que los Congresistas en su mayoría no representan los intereses del pueblo. Esas curules, al ser financiadas por empresarios y magnates, los convierten en lobistas con fuero al servicio de los intereses corporativos y de una clase privilegiada que se opone a que el país transite hacia la modernidad; en su respuesta, Cepeda también acude a unos de los conceptos más manoseados por los eternos politicastros: la institucionalidad.

Cuando al interior del Congreso se negoció la reelección inmediata del entonces presidente Uribe Vélez, la institucionalidad no se vio afectada, de acuerdo con todos los que la apoyaron dentro y fuera del legislativo. Y recientemente, las elecciones como presidentes del CNE de Lorduy y Prada tampoco afectaron la institucionalidad de esa autoridad electoral. Y finalmente, señor Cepeda, no hable de Honor, porque ese concepto o noción no existe en el Congreso.

El ya referido madrazo me hizo recordar a Jaime Garzón cuando en entrevista con Yo, José Gabriel, dijo que en este país se “escandalizan porque digo hijueputa en televisión, pero no por ver niños limpiando vidrios y pidiendo limosna. Eso es folclor”.

Al ser Colombia un país presidencialista, lo que diga el presidente de la República suele asumirse como verdad o por lo menos usarse dentro de las estrategias y elementos propios de la argumentación. Estoy por pensar que, en este caso, Petro tiene razón. Es más, diría que el país está lleno de HP.



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PATRIA Y MUERTE

  Por Germán Ayala Osorio   Las próximas elecciones en Colombia girarán en torno a dos fuerzas políticas diametralmente contradictorias: ...