Por Germán Ayala Osorio
Pocas horas después de que la
jueza 44 Sandra Heredia leyera el sentido condenatorio de su fallo en contra
del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, miembros del Centro
Democrático salieron a descalificarlo señalando que se trata de una “venganza
política” y que la operadora judicial construyó un documento politizado fruto
de sus simpatías ideológicas con la izquierda, como lo señaló la revista Semana.
En el plano internacional, el secretario de Estado de los Estados Unidos Marco
Rubio hizo lo propio, lo que constituye una intromisión e irrespeto hacia la
juez y la justicia colombiana.
La intrusión del gobierno
americano en los asuntos internos y en particular en la deslegitimación de la
decisión de la jueza que condenó al expresidente antioqueño fue rechazada con
vehemencia por el presidente Gustavo Petro. El mismo jefe del Estado exhortó a
las altas cortes y a otros agentes del poder judicial a rechazar las actitudes
irresponsables, burdas y peligrosas que asumieron además de Rubio, congresistas
gringos, periodistas y políticos colombianos. Pasaron varios días hasta que por
fin la Sala plena de la Corte Suprema de Justicia emitió un comunicado en el que,
si bien rechaza las señaladas descalificaciones e intromisiones, el tono del
documento resulta tibio y medroso en particular por la irrespetuosa actitud
asumida por el gobierno de Donald Trump en contra de la valerosa jueza 44.
Los togados evitaron hacer referencia
directa a la juez que finalmente declaró culpable al temido expresidente
colombiano. En algunos apartes del comunicado de la CSJ se lee que “dada
la relevancia y el interés de los asuntos que están siendo objeto de resolución
por parte de autoridades judiciales en el país, la Corte Suprema
de Justicia manifiesta su firme rechazo a las injerencias indebidas y a
las expresiones de voces que sugieren que las decisiones adoptadas por los
jueces no se ajustan a lo dispuesto en el ordenamiento jurídico”.
¿Por qué no referirse
puntualmente al fallo que hunde en el más sucio fango a la imagen de “político
probo” que la prensa hegemónica coadyuvó a construir de la mano del condenado,
quien siempre, con su voz de cura pueblerino, se jactó de ser un “hombre
honorable, un luchador, frentero y un patriota”? ¿Por qué no mencionar al
secretario de Estado de los Estados Unidos?
En los casos en los que un gobierno
extranjero irrespeta a la justicia y se entromete en los asuntos internos del
país lo más conveniente y esperado por la opinión pública es que se rechace con
vehemencia y suficiencia moral esas actitudes imperiales y coloniales a todas
luces inconvenientes. ¿Acaso a los togados les dio miedo que los gringos los vieran
muy cercanos al gobierno Petro, con el que Trump y Rubio mantienen un
contrapunteo ideológico?
El señalado comunicado de la CSJ
termina así: “La Corte Suprema de Justicia hace un firme llamado a los
diferentes líderes políticos y de opinión, y a la sociedad en general a
ponderar sus expresiones, y a las partes a las que conciernen directamente los
procesos, a manifestar sus desacuerdos en el marco del debido proceso
garantizando el respeto por la autonomía y la independencia judicial”.
El exceso de “diplomacia verbal” de
los magistrados frente a la vulgar y retadora intromisión de Marco Rubio y varios
congresistas republicanos, así como a las expresiones desafiantes y
descalificadoras en contra de Sandra Heredia de periodistas y
políticos colombianos, en lugar de reivindicar el papel de la jueza, así como
su integridad como mujer y operadora judicial, puede hacer pensar en que hay fisuras
en el espíritu de cuerpo en el que se supone se inspiraron los togados que
firmaron el comunicado.