Por Germán Ayala Osorio
En el actual escenario electoral
hay dos precandidatos presidenciales que inexorablemente terminarán pareciéndose
o acercándose a la malograda e insulsa figura de Iván Duque Márquez, el
consagrado títere de Uribe Vélez, responsable del estallido social y la llegada
de Petro a la Casa de Nariño: se trata de Juan Carlos Pinzón Bueno y Sergio
Fajardo Valderrama. Los dos tienen en común que el primero ya se reunió con el
expresidente antioqueño y el segundo, de acuerdo con Ingrid Betancur, “habla
mucho” con el dueño del Centro Democrático, único responsable
de decidir cuál será, finalmente, el candidato del uribismo.
En los mentideros políticos y
periodísticos se dice que Abelardo de la Espriella y Vicky Dávila dejaron de
ser figuras elegibles para el uribismo por las maneras en las que vienen
desarrollando sus actividades proselitistas, sobrecargadas de una violencia
discursiva y simbólica que aporta al ya caldeado ambiente de polarización y crispación
ideológica. De allí que los agentes más poderosos del Establecimiento estén pensando
en candidatos “más moderados”, pero sobre todo más cercanos a la ética
empresarial corporativa con la que se manejaron los asuntos del Estado durante
los 20 años de uribismo.
Así las cosas, resulta razonable
pensar que al expresidente Uribe le tocará deshojar la margarita entre Fajardo
y Pinzón,
lo que significa que las aspiraciones de los precandidatos y precandidatas del
Centro Democrático quedan anuladas o postergadas.
Entre el profesor y matemático y
el exministro de Defensa de Santos no hay mayores diferencias al momento de
tener que aceptar ser conducidos o manejados por el expresidente antioqueño. En
el pasado, Fajardo
expresó su total admiración hacia Uribe Vélez cuando este fungía como
gobernador de Antioquia, en dos columnas de opinión publicadas en El Colombiano.
A lo que se suma que jamás el profesor cuestionó a las EPS responsables de la
crisis del sistema de aseguramiento en salud.
En cuanto a Pinzón Bueno, su cercanía
con las huestes castrenses Uribe la asume como una ventaja comparativa para
recuperar a las fuerzas armadas con el fin de regresarlas a los tiempos de la
seguridad democrática y por esa vía revivir la doctrina del enemigo interno,
extensiva por supuesto a quienes piensen distinto y a todo lo que huela a
izquierda y progresismo. Más claro: con Pinzón le quedaría más fácil a Uribe Vélez
volver a “privatizar” a las fuerzas armadas tal y como lo hizo durante sus ocho
años de mandato.
El país recordará que la imagen de
títere del entonces presidente Duque se volvió viral en buena medida por una
caricatura del genial Matador, legitimada por el propio mandatario quien dijo en
su momento que él no era el títere de Uribe. Esto dijo: “No soy
títere, ni Uribe es titiritero”.
Eso sí, fue la periodista Ángela
Patricia Janiot quien terminó de “graduarlo de títere”. Esto le preguntó en una
entrevista en 2021: “Varias veces lo han caracterizado a usted como un
títere del expresidente Álvaro Uribe y ahora el propio exmandatario dijo que
quieren llevarlo a usted como un títere al próximo proceso electoral para que
ganen ellos, decía Uribe refiriéndose al régimen chavista. A eso le están
jugando, dijo Uribe. ¿Qué opinión le merece que hasta el propio Uribe se
refiera a usted como un títere?”
¿Se atreverán los periodistas
afectos al uribismo a preguntarles a Fajardo y Pinzón si están dispuestos a
comportarse como los “muñecos” de Uribe? Lo que si parece claro es que ninguno
está en capacidad de tomar distancia de lo que se conoce como el uribismo por una
razón compartida: los dos desean llegar a la Casa de Nariño, cueste lo que
cueste.
Adenda: si finalmente es Abelardo de la Espriella el ungido del procesado expresidente antioqueño, no le quedará fácil lidiar a este último con la imagen chabacana que arrastra el político cordobés. Eso sí, al igual que Fajardo y Pinzón, De la Espriella será el "muñeco" de Uribe y el "elegante y fino" abogado se sentirá feliz de obedecer al expresidente y exdirector de la Aerocivil.