Por Germán Ayala Osorio
La jornada presidencial de 2026
está como para alquilar balcón. La derecha uribizada deberá decidir entre Abelardo
de la Espriella y Juan Carlos Pinzón, dos “tigres” que le gustan a Uribe,
con enormes diferencias con las que deberá lidiar el expresidente antioqueño al
momento de decidirse entre el estilo bukelista-guerrerista de Abelardo
de la Espriella o el diplomático y menos violento de Pinzón Bueno. Al
final, el hacendado, caballista y exdirector de la Aerocivil terminará señalando
quién de los dos será el candidato que se enfrente a Iván Cepeda y a quien resulte
de la coalición de la centro derecha que está tratando de organizar el
expresidente Santos a la que podrían llegar Fajardo si de verdad quiere
desmarcarse del uribismo, Claudia López, y Juan Fernando Cristo. Todo
en el escenario de la primera vuelta pues como van las cosas ninguno de los
tres candidatos aquí referidos tendría la suficiente fuerza para ganar la presidencia
en esa etapa de las elecciones.
En cuanto a las precandidatas del
Centro Democrático, incluida Vicky Dávila, ellas seguirán jugando el papel de “animadoras”
de la fiesta electoral porque en el fondo saben que su Patrón, el expresidente
Uribe, deshojará la margarita entre el abogado cordobés y admirador de Bukele,
Milei y Trump y el “general sin soles”, el poco carismático exministro Juan
Carlos Pinzón Bueno.
Mientras se producen los
resultados de las coaliciones y se oficializan las candidaturas, imaginemos tres
escenarios posibles en los que Cepeda, Pinzón o Abelardo de la Espriella logran
llegar a la Casa de Nariño.
Cepeda, presidente
Si las huestes petristas logran
poner a Iván Cepeda en el Solio de Bolívar, la continuidad de las reformas
sociales se da por descontado, lo que supondrá la extensión en el tiempo del
tira y afloje entre el Ejecutivo y las altas cortes y el Congreso si la izquierda
no logra las mayorías. Sin la reforma a la salud y muy seguramente sin la
pensional, Cepeda ocupará gran parte de su mandato a negociar con el legislativo
los nuevos proyectos de ley sobre esos dos temas en particular y otros que
permitan profundizar los cambios que necesita este país para operar como una
verdadera República.
Muy seguramente Cepeda le apostará
a consolidar la reforma agraria iniciada por Petro, la recuperación de la SAE
para seguir poniendo al servicio de las comunidades los recursos y las
propiedades confiscadas a las mafias.
En materia de paz, Cepeda deberá
lidiar con el fracaso de la Paz Total, pero sobre todo con un hecho político
que resultó definitivo para la frustrada negociación con las guerrillas: en varias
ocasiones el presidente Petro desconoció y deslegitimó la lucha “revolucionaria”
de los elenos y las disidencias farianas. El país recuerda que les dijo a las
disidencias de Iván Mordisco: “Ustedes no son revolucionarios, son traquetos
vestidos de camuflado. [...] Invocan a Manuel Marulanda, pero siguen el camino
de Pablo Escobar, no el de Camilo Torres." A los señores del
ELN les dijo algo similar: “La nueva generación del ELN decidió
manchar la bandera del ELN con cocaína y ya no la entiende [...]. Ustedes
permitieron que los traquetos levanten la bandera roji/negra y no les importó
la sotana de Camilo Torres Restrepo."
Cepeda deberá decidirse entre
mantener esa lectura precisa e incontrastable con la que Petro desnudó a esas organizaciones
postguerrilleras o si les “devuelve” el perfil revolucionario a pesar de las
evidencias históricas que señalan que hace rato vienen actuando como ejércitos
mafiosos. Su experiencia como negociador y defensor de los derechos humanos hace
pensar que tendrá mejor tacto al momento de replantear y retomar las negociaciones;
eso sí, como a todos los presidentes, le tocará lidiar con unas “guerrillas”
más interesadas en usar las mesas de diálogo para ganar tiempo y expandir sus
bloques, que en las plataformas para reintegrarse a la vida social, económica y
política. Sobre esto último, no podemos olvidar lo dicho por Antonio García,
comandante del ELN: "la paz no es sinónimo de dejación de las armas
ni de cupos en el Parlamento".
Relaciones con los Estados
Unidos
Con Cepeda en la Casa de Nariño, el
presidente de los Estados Unidos, Donald Trump tendría suficientes motivos para
prolongar en el tiempo las amenazas de castigar al país con la elevación de aranceles.
Dependerá de la postura que asuma Cepeda frente a las narcotizadas relaciones
con el país del norte y por supuesto de la continuidad de los proyectos de
infraestructura adelantados con la China en el marco de la Nueva Ruta de la
Seda.
No se puede descartar que Trump
se apropie de la narrativa con la que la derecha colombiana intenta desde ya
deslegitimar a Cepeda llamándolo el “candidato de las Farc”. La estolidez del
presidente gringo y de Marco Rubio, su secretario de Estado podría ponerse al servicio
de la derecha uribizada que insistirá en desestabilizar el país como lo
intentaron hacer con el gobierno Petro, con la ayuda de la prensa hegemónica.
De la Espriella, presidente
Con llegada de Abelardo de la
Espriella a la Casa de Nariño, el uribismo se pondría en “modo venganza” con
todo y lo que ello significa en materia de respeto a los derechos humanos, en
consideraciones ecológicas y socio ambientales, de seguridad y soberanía
alimentarias, orden público y contrarreformas sociales. Su promesa de “destripar
a la izquierda” aseguraría el regreso a los tiempos de la seguridad democrática.
El retorno a la doctrina del enemigo interno obligaría a revisar cada caso que
en el marco de la purga que Petro hizo al interior de las fuerzas armadas (en
particular en la policía y Ejército). Lo más probable es que los “hijos de
Zapateiro” llamados a calificar servicios retornarían con la misma actitud
vindicativa con la que De la Espriella gobernaría. El discurso patriotero estaría
a la orden del día.
Relaciones con Trump
Con De la Espriella en el poder,
Trump contaría con un cipayo de armas tomar, capaz de pasar por encima del fallo
de la Corte Constitucional que prohíbe las aspersión del glifosato para erradicar
los cultivos de uso ilícito. Las narcotizadas relaciones con USA consolidarían la
imagen de Colombia como una especie de estado libre asociado al servicio
de la fallida política antidrogas diseñada desde Washington.
En materia de paz, no se descarta
que se diseñe un nuevo Plan Colombia, esta vez pensado para dar la batalla
final contra las organizaciones narcoterroristas y guerrilleras que producen y
exportan drogas hacia los Estados Unidos. Las actitudes chabacanas de Trump y De
la Espriella podrían llevar las relaciones bilaterales a insospechados escenarios
en los que la moral y la ética prácticamente quedarían proscritas. Recordemos
que Abelardo dijo que “la ética no tiene que ver con el derecho”.
Pinzón Bueno, presidente
Una vez instalado Juan Carlos
Pinzón Bueno en la casa de gobierno lo primero que haría después de
posesionarse es reestablecer las relaciones entre Bogotá y Washington en una “sola
sentada” como lo aseguró en su cuenta de X. Una vez reparadas, Pinzón se dedicaría
a cumplir al pie de la letra todas las indicaciones que en materia económica,
social y política le entregue el expresidente Uribe Vélez. Por su cercanía al mundo
castrense, Pinzón Bueno estaría atento a revisar muy bien las orientaciones ideológicas
naturalizadas e institucionalizadas por Petro y los miembros de su cúpula militar.
En asuntos macroeconómicos y políticos, este “general sin soles” aplicaría a rajatabla
y sin miramientos éticos, morales e institucionales las recetas neoliberales.
Las diferencias entre Pinzón y el
corroncho Abelardo de la Espriella no implican grietas en la derecha uribizada;
son más bien cuestiones de estilo. El primero, más institucional y procedimental;
el segundo, muy en la lógica desinstitucionalizantes de Milei en la Argentina y de Bukele en El Salvador.
ivan cepeda, Abelardo de la espriella y juan carlos pinzon - Búsqueda Imágenes
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