Por Germán Ayala Osorio
Sergio Fajardo supo venderse como un político correcto, coherente, mesurado al hablar, tranquilo, transparente y conciliador, pero también existe la imagen de un Fajardo tibio por haberse ido a ver ballenas en una coyuntura política que le demandaba asumir una postura política clara; muchos lo consideran solapado y dormilón. Y por cuenta de una pregunta de un periodista, el exgobernador de Antioquia y uribista enclosetado se alteró de tal manera que varias de esas cualidades y credenciales que lo hacen ver presidencial quedaron comprometidas.
Todo inició con una publicación del portal La Silla Vacía, titulada Fajardo y su asesor, Antoni Gutiérrez-Rubí: la pareja improbable, en la que se dice que fue el exalcalde de Medellín y eterno candidato presidencial quien buscó al costoso asesor político, el mismo que acompañó a Petro en su campaña para llegar a la Casa de Nariño. Se trata de un gurú de la comunicación política señalado de "haber corrido la línea ética" cuando asesoró a Petro en su efectista y efectiva campaña que finalmente, contra todos los pronósticos, lo instaló en la Casa de Nariño.
En el artículo periodístico se lee que <<fue Fajardo quien buscó a Gutiérrez- Rubí. Lo hizo solo. Lo único que le dijimos en el partido fue que buscara a alguien que realmente supiera de eso y él se reunió con tres personas y escogió a Antoni, le dijo a La Silla Gustavo Triana, secretario general de Dignidad y Compromiso, el partido de Fajardo. Eligió a un asesor costoso. Muy costoso. Según otro asesor político curtido, los honorarios mensuales de Gutiérrez-Rubí oscilan alrededor de los 100 mil dólares. Esos serían 400 millones de pesos que, de mantenerse hasta 2026, ascenderían a un millón de dólares al final de la campaña. Fajardo no quiso responder preguntas de La Silla sobre la fuente de financiación del gurú de la comunicación política, y del partido que lo avala no salió la plata>>.
Justamente sobre el manejo de los recursos económicos Fajardo construyó su imagen de político honrado, honesto y transparente en el que creen cientos de miles de colombianos que lo ven como un serio candidato a llegar a la Casa de Nariño. En el mismo portal aluden a esa actitud que en el pasado le sirvió al exgobernador de Antioquia en los tiempos en los que operaba en Antioquia el criminal alias Don Berna: "Aunque la ley todavía no obliga a los candidatos a reportar sus gastos ni las fuentes de financiación él, voluntariamente, lo hizo en sus campañas pasadas. En 2017, fue uno de los pocos candidatos que voluntariamente reveló el origen de sus fondos desde antes de la fecha en la que tenían que hacerlo. Lo hizo como parte de la campaña ciudadana “#DeDóndeSalióLaPlata".
Al parecer, entre el Fajardo del 2017 y este del 2025 existe una diferencia al momento de ser transparente, austero y diáfano pues ante la pregunta del periodista Jorge Esteban por quiénes son las empresas o los particulares que están entregando aportes a su campaña Fajardo respondió con un sonoro y molesto No. "¡Por supuesto que no!" espetó el precandidato presidencial que se vende de Centro, pero que todos sabemos que hace parte de la derecha uribizada. Con la rabiosa respuesta, el propio Fajardo rasgó la bandera de la austeridad con la que le dio sentido de realidad a su célebre frase “cómo se llega al poder se gobierna”.
Lo que sí parece quedar claro con la llegada de Gutiérrez-Rubí a la campaña de Fajardo es que el asesor español tiene la difícil tarea de borrar de la mente del propio asesorado y de la conciencia colectiva la idea que el mismo exgobernador de Antioquia lanzó durante un debate presidencial en la campaña de 2022: "No inspiro nada". La verdad es que el costoso y reconocido asesor político no la tiene fácil para despertar en los electores las emociones que no puede generar un político como Fajardo que parece ser alexitímico.
Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor político y Sergio Fajardo, candidato presidencial. Imagen tomada de La Silla Vacía.
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