lunes, 20 de mayo de 2024

JAVIER MILEI Y ÁLVARO URIBE: ¿MUROS DE CONTENCIÓN CONTRA EL SOCIALISMO?

 

Por Germán Ayala Osorio

El presidente de la Argentina, Javier Milei es un bocón cuyo deseo no es sacar a su país de la crisis económica, social y política a la que lo llevaron los Kirchner, los Fernández, Sergio Massa y Mauricio Macri. No. Este neoliberal vestido de anarquista lo que busca es que el mundo lo reconozca como el político suramericano que se le plantó al socialismo o al comunismo.

En esa lucha contra el socialismo, Milei considera que “las elites globales no se dan cuenta de lo destructivo que puede llegar a ser implementar las ideas del socialismo (...). Milei va por el mundo despotricando del socialismo, en medio de una evidente confusión conceptual. En esa bolsa llamada socialismo, este fanfarrón mete al progresismo, a la izquierda moderada, a los liberales y a los agentes del Estado de Bienestar. No reconoce los positivos indicadores de la economía española, hoy en manos de la izquierda representada en Pedro Sánchez; como tampoco los avances que en materia de mejoramiento de los índices de pobreza y desigualdad viene logrando el gobierno de Colombia, en manos de Gustavo Petro, después de 30 años de aplicación de recetas neoliberales que terminaron con la privatización del Estado por parte de una élite corrupta y consecuencialmente, con el aumento de la pobreza multidimensional.

Milei quiere pasar a la historia como el macho que se le paró duro al socialismo. De esa manera, este liliputiense guarda parecido con el también diminuto expresidente y expresidiario colombiano, Álvaro Uribe Vélez.  Al “Gran Colombiano” cientos de miles de colombianos lo extrañan porque aún creen que fue el “muro de contención” del comunismo. Esos connacionales asumen que el rol que jugó Uribe durante sus 12 años de mandato (2002-2010 y 2018-2022) fue, en lo interno, el mismo que hoy Milei está jugando en el plano internacional.

Tanto Uribe como Milei apelan a la patanería y al irrespeto de los adversarios para ganar adeptos y sacar rabiosos aplausos de los sectores conservadores (godos) de ambas naciones y de otras en las que la ultraderecha lucha por imponerse. Recordemos que el presidente gaucho arremetió en el pasado contra Petro a quien llamó “asesino, comunista y terrorista”. Además, señaló que Petro estaba hundiendo a los colombianos en la miseria; en su reciente visita a España, en donde participó de un encuentro de la ultraderecha representada en el partido Vox, se fue lanza en ristre contra la esposa del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, a quien señaló de corrupta. Esto dijo el lenguaraz homúnculo: “Las elites globales no se dan cuenta de lo destructivo que puede llegar a ser implementar las ideas del socialismo (...), aun cuando tenga a la mujer corrupta, digamos, se ensucia, y se tome cinco días para pensarlo”. El resultado de semejante bravuconada es una crisis diplomática innecesaria y el llamado a consultas del cuerpo diplomático español apostado en Buenos Aires.

Cuando Uribe fue presidente, y jugó a ser un inexpugnable muro anticomunista, a sus críticos no los bajaba de ser “amigos del terrorismo, de sicarios morales o enemigos de la patria”. Así entonces, tanto Milei como Uribe son dos bravucones que creen que, vociferando, maltratando y amenazando con dar en la cara marica constituyen ejemplo de civilidad y moderación.

Eso sí, no podemos ocultar que existen diferencias entre los dos políticos. A Uribe Vélez jamás le interesó jugar un papel protagónico a nivel internacional. Su capacidad discursiva y talante no le dieron nunca para buscar ese protagonismo que Milei sí está buscando y logrando. Uribe fue y será parroquial hasta el último minuto de su azarosa vida. Un montañero que, con habladito de cura de pueblo, enredó a millones de colombianos con el cuento de la Seguridad Democrática.

Baste con recordar varios puntos de su Manifiesto Democrático, conocido como los 100 puntos, para reconocer en estos el talante del monumental engaño. Las frases en negrilla y subrayadas deben ser miradas a la luz de hechos que dan cuenta de todo lo contrario a lo buscado o prometido: Punto 24. El padre de familia que da mal ejemplo, esparce la autoridad sobre sus hijos en un desierto estéril. Para controlar a los violentos, el Estado tiene que dar ejemplo, derrotar la politiquería y la corrupción. 63. Necesitamos a los campesinos y a los empresarios. Fraternidad en la tenencia de tierras, sin feudalismo ni lucha de clases. Adelantaremos una política de tierras encaminada a mejorar las condiciones sociales y productivas de nuestros campesinos pobres. 90. La reforma pensional debe eliminar privilegios. Reducir la pensión del presidente, congresistas, magistrados de las altas cortes. Poner topes o gravar excedentes. En las pensiones de base respetará derechos adquiridos, expectativas próximas y procederá con responsabilidad fiscal y corazón para introducir los cambios necesarios. Y el punto 100: Aspiro a ser presidente sin vanidad de poder. La vida sabiamente la marchita con las dificultades y atentados. Miro a mis compatriotas hoy más con ojos de padre de familia que de político…”

Mientras que Milei, un poco más leído y con una visión más universal, cree que es posible eliminar el Estado por considerarlo innecesario. Esto dice Milei: "Yo considero al Estado como un enemigo; los impuestos son una rémora de la esclavitud. El liberalismo fue creado para liberar a las personas de la opresión de los monarcas; en este caso sería del Estado”. Por el contrario, para Uribe el Estado es y será siempre mirado como un botín y una forma de dominación que funciona bien cuando es capturado para que unos pocos lo operen en favor de sus mezquinos intereses.

En conclusión, Uribe Vélez es un godo para asuntos que tienen que ver con las libertades ciudadanas y en particular con temas como el aborto, y en particular, con el “gustico”, el que debe aplazarse hasta el matrimonio; es un neoliberal consumado, enemigo del campesinado y de la clase obrera. Entre tanto, Milei es un neoliberal que se oculta detrás de los principios del libertarismo para vender la idea de que es posible sacar a la Argentina de la crisis social, económica y política sin el Estado, pero de la mano del presidente de la República. Vaya confusión la de este pibe. 



Imagen tomada de Infobae

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