sábado, 1 de noviembre de 2025

CUMBRE URIBE -GAVIRIA: DEL PACTO HISTÓRICO AL PACTO PREHISTÓRICO

 

Por Germán Ayala Osorio 


La unión - re-unión- entre los expresidentes César Gaviria Trujillo y Álvaro Uribe Vélez representa el regreso al pasado y es en sí misma una forma de negarse a superar la concepción mafiosa del desarrollo económico con la que se ha impulsado el bienestar de unas minorías que convirtieron la política en una transacción, en un negocio y por esa vía les negaron la ventura a las grandes mayorías en el país. De esa manera, la política perdió su carácter público y su sentido colectivo para quedar reducida a un arreglo o a un cruce entre perfumados politicastros.

Esa idea mafiosa del desarrollo está amparada en una economía de enclave pensada para que el valor agregado de la explotación de materias primas no se quede en el país. Y ello incluye, claro está, a la producción de la cocaína que bajo la misma lógica de los modelos exportador primario y el de gran plantación garantiza que el valor agregado y las ganancias se quedan en el exterior y en el sistema financiero  internacional. Y por supuesto que esa idea mafiosa del desarrollo está asociada y atada a la operación de castas políticas, casas y clanes políticos, gobernantes locales, regionales, presidentes de la República, generales de la República y comandantes paramilitares y guerrilleros. Todos juntos aportando su grano de arena para mantener y extender en el tiempo las precarias condiciones sociales y económicas propias de un país subdesarrollado. 

Veamos el caso del expresidente Uribe Vélez. Es un vulgar capataz, ordinario, apocado, marrullero y violento, con una visión reducida del desarrollo por su misma condición de ganadero y latifundista, de la que se desprende su carácter premoderno, incivilizado y feudatario.

El procesado y condenado en primera instancia por delitos no políticos jamás se atrevió a impulsar en sus ocho años de gobierno un desarrollo superlativo por una sola razón: solo le interesó sacar adelante a sus hijos ayudándoles con negocios como el de la zona franca de Mosquera (Cundinamarca) y la construcción de centros comerciales apalancados con el negocio de las pensiones tal y como lo reconoció Thomas Uribe[1], uno de los vástagos del expresidente antioqueño. Y claro, devolver los recursos económicos y políticos a los agentes que apoyaron la compra de su reelección presidencial inmediata a través de Agro Ingreso Seguro.  Y jugar a la guerra en el país, para beneficiar a los War Lord de los Estados Unidos e Israel y a sus amigos ganaderos y latifundistas, en particular a los señores de los proyectos agroindustriales que empezaron a instalarse en la Orinoquia y a copar los territorios que dejaron las desmovilizadas Farc-Ep y en los jamás hizo presencia el Estado. 

Así las cosas, al exdirector de la Aerocivil y exgobernador de Antioquia jamás le interesó reindustrializar al país. Él, como a otros políticos y poderosos actores económicos les interesa mantenerse como rentistas, esto es, vivir de la teta del Estado. Por ello insisto en que se autodenominan capitalistas y creen que pueden desarrollar el país con peajes caros y sin trenes. Son rentistas. No les gusta competir, les fascina concentrar el poder económico y político. Su apuesta es privatizar el Estado. Por eso somo lo que somos: un platanal con bandera.

Entre tanto, César Gaviria Trujillo deviene como el sepulturero del Partido Liberal, en especial del ala progresista y de izquierda de esa colectividad con la que en el pasado se lograron avances en un país como Colombia que aún está lejos de ser una República. Gaviria Trujillo es un iliberal y comerciante de puestos al que solo le interesa asegurarle a su hijo Simón un lugar en la política. A lo mejor en lo hablado con Uribe acordó el lugar que él cree que se merece su vástago. El país no olvida que Simón Gaviria siendo “presidente de la Cámara de Representantes, firmó la conciliación de la reforma a la Justicia sin revisarla artículo por artículo. Esto incluyó "micos" (cláusulas polémicas) que no detectó, lo que llevó a que la ley fuera calificada como un "engendro" por la prensa. En declaraciones a medios como Semana y La W Radio, admitió: "Acepto el error y le pongo la cara al país por esto. Reconozco que leí la conciliación 'por encima' antes de firmarla" y "No vi la minucia de la ley ni revisé la ley artículo por artículo".

La cumbre entre estos personajes constituye un retroceso para el país. Los 20 años de uribismo y los cuatro años de Gaviria sumieron a Colombia en un profundo subdesarrollo y en una insana premodernidad. Quienes hoy aplauden la reunión entre dos carcamales que huelen a gladiolo mustio lo hacen porque son igualmente rentistas o porque comparten su visión mafiosa y empobrecida del desarrollo económico y de la política. Nuevamente el futuro del país queda comprometido por estos dos politicastros. Así las cosas, bienvenidos al pasado. El país podría pasar en el 2026 del Pacto Histórico al Pacto Prehistórico (Vladdo).





Imagen tomada del perfil de Vladdo, en X. 

[1] Según Grok, tienen cinco centros comerciales: Nuestro Montería Montería, Córdoba, 2017, con una inversión de $120.000 millones; Nuestro Apartadó Apartadó, Antioquia 2017, $61.000 millones; Nuestro Soledad Soledad, Atlántico 2017, $91.000 millones. Nuestro Cartago, Cartago, Valle del Cauca, 2019, $100.000 millones, Nuestro Bogotá, Bogotá, D.C.,2021 $650.000 millones.

 

 

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