Por Germán Ayala Osorio
Véase esta versión en video: https://www.youtube.com/watch?v=WZoVKr-MhHs&t=453s
Después de una larga espera para
las audiencias y de una fatigante lectura, por fin la jueza 44 Sandra Heredia
dio a conocer el sentido de su fallo en el caso Álvaro Uribe Vélez. La juez encontró
al expresidente y expresidiario antioqueño culpable de los delitos de fraude
procesal y soborno en actuación penal. Esta columna plantea tres momentos. Después
de 13 años, por fin la justicia sometió al temido político.
URIBE VÉLEZ, EL POLÍTICO,
MESÍAS Y PRESIDENTE ETERNO
Uribe Vélez nació un 4 de julio
de 1952 en Salgar, Antioquia. Ganadero, domador de bestias, hacendado y
político. Fungió como presidente de la República entre 2002 y 2010. El país
recuerda que en ese periodo se cambió la constitución para permitir su reelección
presidencial inmediata. Dicha reforma constitucional se hizo de manera ilegal,
caso que se conoce como la Yidispolítica y que privó de la libertad a varios
altos funcionarios del gobierno Uribe y a la Congresista Yidis Medina. Hubo
sobornos y enrarecidas peticiones patrióticas en uno de los baños del Congreso.
Uribe Vélez es una invención
mediática gracias a que periodistas y empresas periodísticas lo convirtieron en
un “presidente irremplazable, el Mesías que salvó al país del comunismo y construyeron de la imagen de político
honorable y combativo, que en los 13 años que duró su proceso judicial,
incluido el juicio que recién terminó, se fue desmoronando por el acervo
probatorio que lo señala como determinador o cómplice de los delitos de fraude
procesal, manipulación de testigos y soborno a testigos en actuación penal.
Mientras medios tradicionales
cerraron filas en torno a la menuda figura del político antioqueño, un grupo
reducido de periodistas optó por esculcar su paso por la Aerocivil en calidad
de director, la gobernación de Antioquia y por supuesto durante su largo
periodo presidencial, el mismo que intentaron extender cuatro años más. Gracias
a la Corte Constitucional y en particular a la ponencia del togado Humberto
Sierra Porto se frenó esa intención de continuar erosionando el equilibrio de
poderes. Gonzalo Guillén y Julián Martínez son periodistas que han dedicado
parte de su vida a demostrar quién ha sido realmente Álvaro Uribe Vélez. Sus
versiones contrastan ética y moralmente con la imagen de político probo que la
prensa hegemónica consolidó del hacendado y domador de bestias. Las 6402
víctimas de los falsos positivos son una especie de mácula sobre las decisiones
tomadas por quien fuera el padre de la Política de Seguridad Democrática. La
aplicación a rajatabla de dicha política pública, junto al decreto Boina y a la
directiva ministerial 029 de 2005 terminaron por alentar a miembros del
Ejército a “monetizar” la vida de los jóvenes que fueron llevados con engaños y
terminaron asesinados con tiros de gracia, vestidos de camuflado y presentados
como “guerrilleros dados de baja” en combates con el Ejército.
EL PROCESO JUDICIAL Y EL
JUICIO
El sentido del fallo leído por la
juez Sandra Heredia, acosada periodística y políticamente en las últimas
semanas por agentes uribistas, está atado a un complejo y dilatado proceso
judicial que cumplió 13 años y que inició en la Sala de Instrucción de la Corte
Suprema de Justicia a raíz de una denuncia que el propio Uribe interpuso en
contra del senador Iván Cepeda y que por cosas del destino, terminó
comprometiendo al expresidente en los hechos punibles que él mismo intentó
endilgarme al congresista del Pacto
Histórico.
El llamado “Juicio del Siglo”
transcurrió en medio de dilaciones de la defensa, recusaciones y llamados de
atención de la jueza 44 por esas maniobras dilatorias y de otras “jugaditas” a
las que apeló el equipo de abogados que defendió al poderos y temido acusado.
Paralelo al proceso, en redes sociales y en los propios medios hegemónicos se
libró una verdadera “batalla” entre los simpatizantes del expresidente Uribe y
los abogados de Iván Cepeda Castro y Deyanira Gómez, expareja de Juan Guillermo
Monsalve, quien militó en el Bloque Metro de las Autodefensas y principal
testigo en contra del expresidente Uribe.
¿QUÉ ENTENDEMOS POR URIBISMO?
En Colombia somos dados al uso de “ismos”
en la política. Entonces se habla de Santismo, Pastranismo, Uribismo y Petrismo,
como maneras de reconocer el poder político de quienes han pasado por la Casa
de Nariño y extenderlo en el tiempo como funcionales fórmulas electorales y
mecanismos de presión burocrática.
Eso sí, no se trata de doctrinas
filosóficas y políticas reconocidas por la Academia. Lo que se conoce como el
uribismo es también una invención mediática sostenida sobre ideas políticas
como “privatizar” el Estado en beneficio de unas cuantas familias, aplicar
recetas del Fondo Monetario Internacional para extender las condiciones propias
de un país subdesarrollado y un Estado incapaz de cumplir lo que prescribe la
Constitución de 1991 en lo referente a las condiciones en las que debe operar
un Estado Social de Derecho. Eso sí, el uribismo da cuenta de un pérfido ethos mafioso
que no permite que la sociedad avance a estadios de modernidad.