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lunes, 18 de agosto de 2025

¿LA MUERTE DE MIGUEL URIBE ES UN MAGNICIDIO?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Declarar el crimen de Miguel Uribe Turbay como un magnicidio, además del carácter simbólico que acompaña al calificativo, deviene con una suerte de clasismo político con el que la derecha y el Establecimiento en general buscaban consolidar la narrativa catastrofista que indica que fue “asesinado un gran líder social y político y con su desaparición, se mató la esperanza de los colombianos”. El uribismo necesitaba de un mártir para sacudirse moral y políticamente de la condena de 12 años de prisión domiciliaria proferida contra el expresidente Álvaro Uribe. Y para ese propósito, la gran prensa bogotana ayudó complacida.

Y la verdad es que la notoriedad política del finado siempre estuvo asociada a la manera sectaria y violenta con la que asumió la vocería de la oposición en un evidente afán por parecerse al expresidente Uribe Vélez. Miguel Uribe Turbay olvidó o quizás no le interesó jamás saber que un verdadero líder se construye apelando al pensamiento sistémico, pero sobre todo dando muestras de una gran comprensión de los problemas, ventajas y desafíos de un país complejo como Colombia.

El finado siempre vivió en la burbuja que le proveyó ser nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala, circunstancia que para el caso colombiano de inmediato le da el “derecho natural” de aspirar a la presidencia de la República, sin la necesidad de haber labrado un camino de lucha por quienes sufren las consecuencias de haber consolidado en el país una sociedad y un modelo de desarrollo excluyentes, racistas y clasistas que a juzgar por sus últimos discursos y arengas en el Congreso, esas circunstancias poco o nada le incomodaban al conservador político uribista.

Por supuesto que la declaratoria de magnicidio que hizo la Fiscalía se pudo haber dado por la presión ejercida por los medios masivos que convirtieron el atentado y el posterior fallecimiento de Miguel Uribe en un reality show con el firme propósito de mover en las audiencias los sentimientos más primarios y por esa vía sembrar miedo, desesperanza y odio. Apelar a las emociones de los ciudadanos facilitó la tarea de convertir las afueras de la clínica en la que fue atendido en una especie de ermita de la derecha camandulera, clasista y racista que por esos días de vigilia fueron aportando para que finalmente se declarara magnicidio su execrable asesinato.

Con el politizado sepelio, la prensa bogotana, en particular el noticiero Caracol Noticias, logró elevar a Miguel Uribe a la categoría de proto estadista, héroe y líder. Al final, a empellones, el relato periodístico y los lamentos de los presentadores y comentaristas de radio y televisión lo metieron en el mismo lugar que ocupan Luis Carlos Galán Sarmiento y Jorge Eliécer Gaitán Ayala, quienes en el momento de caer asesinados ostentaban la calidad de candidatos presidenciales. Miguel Uribe era precandidato presidencial por el Centro Democrático y al interior de esa colectividad había recelos y enfrentamientos con Paloma Valencia y María Fernanda Cabal que se disputaban el guiño del dueño de ese partido.

La RAE define magnicidio como la “muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder”.  La relevancia política de Miguel Uribe estaba en camino de consolidarse, pero el haberse instalado en una orilla ideológica caracterizada por el sectarismo le impidió recorrer los caminos hacia un liderazgo amplio ancorado al reconocimiento generalizado de la sociedad colombiana.

Adenda: Indepaz cometió una ligereza al elevar a Miguel Uribe Turbay a la condición de líder social y político. La organización retiró el trino con la imagen que indicaba que su asesinato correspondía al número 97 de los líderes ultimados en lo que va corrido del 2025.



miguel uribe turbay es un magnicidio sepelio - Búsqueda Imágenes


domingo, 17 de agosto de 2025

LOS RETOS DE LA CAMPAÑA PRESIDENCIAL

   

Por Germán Ayala Osorio

 

El asesinato de Miguel Uribe Turbay y su aprovechamiento político, ideológico y mediático marcará la campaña presidencial de 2026. A partir de ese momento, los colombianos afrontaremos el colosal reto electoral de votar por la continuidad del proyecto progresista o por el regreso del dañino uribismo.

Se trata de un desafío monumental que servirá para medir si realmente hubo un cambio evidente e incontrastable en las audiencias a las que el gobierno Petro y su estrategia comunicacional intentaron convencer de las bondades del progresismo y de la necesidad de que el país siga caminando hacia el cambio cultural que conlleva la consolidación de un Estado y de una sociedad modernos. Más claro: si se logró fijar en la conciencia colectiva (popular) que el uribismo es el tenebroso pasado al que jamás se debe regresar.

Como todo reto, hay por supuesto riesgos que aparecen, especialmente cuando ya se propuso del lado del uribismo la amenaza de “destripar a la izquierda” y la que de manera natural se desprende de los discursos de odio y venganza promovidos por el expresidente Uribe y por quienes insistirán en señalar que Petro es responsable, políticamente hablando, del del crimen de Miguel Uribe Turbay. Los impulsa la idea de que a Miguel Uribe “lo asesinó la izquierda petrista”.

Ya el miedo de “convertirnos en Venezuela” murió como relato periodístico y político, a pesar de que el Gran Reo (Álvaro Uribe) siga inventando “categorías”. Después de haber creado la del “Castrochavismo”, ahora habla de “mordaza neocomunista” con el firme propósito de invalidar la legal y legítima decisión de la jueza Sandra Heredia de condenarlo a 12 años de prisión domiciliaria por delitos no políticos.

Si la economía va bien, si no hubo expropiaciones y mucho se nacionalizó la banca, ¿por qué no permitir que se consoliden las apuestas de este gobierno en materia agrícola, ambiental y turística? El hecho de que grandes empresas reporten millonarias ganancias durante el gobierno Petro debería de impulsar a los más poderosos agentes del Establecimiento a tomar la decisión de abandonar al expresidente Uribe para que afronte en soledad sus líos judiciales. Es hora de darle la estocada final al uribismo.

A la derecha uribizada solo le queda apelar a consignas un tanto abstractas y mendaces como “vamos a recuperar a Colombia”, “sin seguridad no hay paz” y “vamos a salvar la democracia de la dictadura”, que continúan siendo respaldadas por la prensa hegemónica y sus propietarios interesados en regresar a los tiempos del unanimismo ideológico y político que se impuso durante los 20 años en los que el uribismo mandó en el país.

Esos tres lemas de campaña apuntan a dos instituciones que resultaron claves para consolidar el uribismo y el ethos mafioso que los identifica: el Congreso y las Fuerzas Armadas.

Quienes vayan a votar por la continuidad del proyecto progresista deben comprender que sin mayorías en el Congreso no será posible consolidar los principios que orientan la promesa del cambio que, a pesar de los escandalosos hechos de corrupción al interior de la UNGRD, sigue siendo una oferta importante para lograr por fin vivir en una República.

Las instituciones castrenses serán el objetivo político-electoral de la derecha y la ultraderecha en la medida en que las estructuras criminales muy seguramente les darán un “empujoncito electoral” con atentados, secuestros, asesinatos de militares y policías, tomas de pueblo... Sin esa colaboración, la consigna “sin seguridad no hay paz” morirá rápidamente a pesar de los esfuerzos de la prensa tradicional de amplificar los hechos violentos que en adelante se presentarán para generar miedo y zozobra en las comunidades rurales, pero sobre todo en ciudades capitales.

La campaña electoral arrancó con el particular olor a gladiolo mustio. Ya veremos si como sociedad civilizada seremos capaces de dejar atrás ese aroma o si por el contrario lo asumiremos como la esencia de nuestras violentas e históricas maneras de resolver las diferencias y los conflictos.


PETRO Y LA DERECHA - Búsqueda Imágenes

sábado, 16 de agosto de 2025

¿JUAN CARLOS PINZÓN, “EL GENERAL SIN SOLES” QUE LE GUSTA A URIBE?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con la muerte de Miguel Uribe Turbay el dueño del Centro Democrático deshoja margaritas en su lugar de reclusión mientras decide quién estaría deseoso de convertirse en su segundo títere. En su afán por mantener el poder político, el reo y expresidente Álvaro Uribe Vélez parece desesperado por encontrar una figura política dispuesta a ser su sirviente en la Casa de Nari tal y como lo fue Iván Duque Márquez, a quien el país recuerda como el subpresidente o el pasante que pernoctó por cuatro años en la casa de gobierno.

Al parecer, Uribe Vélez ya se habría decidido por el nieto de Turbay Ayala, quien había hecho méritos suficientes para ser el ungido y  llevar las banderas del uribismo: gritaba, insultaba, repetía como loro seguridad, seguridad y seguridad y se oponía sin argumentos a las reformas sociales del gobierno Petro. Además, le decía “presidente” al padre de la Seguridad Democrática.

Al no estar Miguel Uribe, el recién condenado se ve un tanto desesperado porque no ve en el panorama político a un hombre (macho) capaz de recoger las raídas banderas que identifican al uribismo: neoliberalismo, militarización del Estado y naturalización de un pérfido ethos.

Todo el país sabe y en particular dentro del Centro Democrático que al Gran Reo le gustan las mujeres en la política para organizar eventos o para arengar, pero no como candidatas presidenciales. A Uribe no le convencen sus precandidatas María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín. Quizás las asuma como animadoras del debate político, esto es, una especie de “bastoneras” que gritan en coro “fuera Petro y vamos a recuperar el país”. Andrés Guerra viene siendo como una especie de monaguillo. Uribe no cuenta con él para nada.

Mientras deshojaba las margaritas, a su finca-prisión llegó quien al parecer sería el candidato presidencial que realmente convence al “presidente eterno” y exdirector de la Aerocivil: Juan Carlos Pinzón. Esto dijo el condenado expresidente:

Me he reunido con el Dr. Juan Carlos Pinzón. Tengo el más alto concepto sobre él. Trabajó en nuestro gobierno como representante de Colombia en el Banco Mundial y viceministro de Defensa. Pido a nuestros compañeros militantes del Centro Democrático que se supere cualquier prevención porque fue ministro de Defensa en el Gobierno que me sucedió, que hizo bastante daño a Colombia y también al Dr. Pinzón. He explicado al Dr. Pinzón la realidad del partido, que tiene cuatro candidatos que estaban en emulación con el Dr. Miguel Uribe Turbay, nuestro mártir. También manifesté al Dr. Pinzón que la candidatura del Centro Democrático tendrá el compromiso de contribuir a una coalición que gane la elección de 2026 para hacer transición hacia la recuperación democrática de Colombia. Con el Dr. Pinzón identificamos puntos comunes fundamentales en seguridad, exigencia de transparencia, impulso al emprendimiento privado, Estado austero y pequeño y política social”.

Juan Carlos Pinzón Bueno es un político con poco carisma, monotemático (solo habla de seguridad y bala), piensa y habla como chafarote y es un admirador de Uribe Vélez, condiciones estas suficientes para llevar las banderas del uribismo. Ya veremos qué decisión toma el expresidente, caballista, hacendado y domador de bestias. Cualquiera sea su ungido, el país sabe que Uribe Vélez gobernará en cuerpo ajeno como lo hizo con el subpresidente Iván Duque Márquez y ya sabemos cómo terminó el “gobierno” de Iván Duque. Lo cierto es que la trayectoria política de Pinzón Bueno no da para ubicarlo como una persona formada para administrar lo público y mucho menos conocedor de los problemas del país. Eso sí, se ve arrogante, clasista, racista y obediente defensor del vetusto Establecimiento. Igualito a Iván Duque.

En las 2 Orillas se publicó en el 2015 un perfil de Pinzón bajo un titular que hoy le debe gustar mucho a Uribe: Juan Carlos Pinzón, un general sin soles. En la nota periodística se lee que “Juan Carlos Pinzón nació con los sonidos militares de La Diana en el hospital militar de Bogotá. Incluso, aprendió a caminar a los tres años -por allá en 1974- en la sede de la Infantería Mecanizada ‘General Antonio Nariño’ en Barranquilla, justo cuando su papá, Rafael Pinzón, había sido trasladado para trabajar en el departamento administrativo de dicha guarnición. Incluso, el coronel (R) Rafael Pinzón también pasó toda su infancia en batallones porque su progenitor, Roberto Pinzón, estuvo en el Ejército hasta finales de 1950. Su abuelo y su padre siempre se vistieron con los camuflados del Ejército colombiano, imagen con la que creció el ministro de Defensa”.



Álvaro Uribe Vélez y Juan Carlos Pinzón durante la reunión en la que el expresidente destacó coincidencias políticas y abrió la puerta a una posible alianza de cara a 2026 - crédito Álvaro Uribe Vélez/X

viernes, 15 de agosto de 2025

EDITORIAL DE TEP A PROPÓSITO DE LA INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY

 

MURIÓ MIGUEL URIBE TURBAY: DOLOROSO, PERO EL PAÍS SIGUE ADELANTE


Escuchen la versión de este editorial aquí: 🛑 EDITORIAL TEL | EL USO POLÍTICO DEL ASESINATO DE MIGUEL URIBE 


La muerte del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay no puede usarse como instrumento político e ideológico para ahondar el clima de polarización que vive el país, el mismo que supieron aprovechar los autores intelectuales del atentado sicarial para generar caos, miedo, animadversión, incertidumbre e incluso, intentar desestabilizar al actual Gobierno.

Como en anteriores editoriales, desde TEP noticias exhortamos a los candidatos presidenciales y a los colegas de los medios masivos de información a no instrumentalizar el doloroso suceso para sacar réditos políticos los primeros y mejorar el rating, los segundos.

Buscar las reacciones de los políticos, expresidentes de la República y líderes empresariales hace parte de la lógica periodística, circunstancia que termina sirviendo para fijar titulares llamativos que muy seguramente serán leídos en clave de odio y venganza.

Al decir que con el fallecimiento del senador Miguel Uribe Turbay “Mataron la esperanza", el negativo mensaje que se envía a la sociedad alimenta sentimientos catastrofistas que alientan la incertidumbre, la rabia y la venganza en una sociedad que exhibe graves problemas en sus procesos civilizatorios, a juzgar por las maneras como históricamente venimos tramitando las diferencias políticas.

Por supuesto que el asesinato de Miguel Uribe Turbay es trágico y doloroso, pero no puede usarse para alentar el pesimismo y mucho menos estimular el siempre primitivo sentimiento de la venganza.

Como colectivo exhibimos graves problemas para reconocer al Otro como un sujeto de derechos, entre los que se encuentran los de poder disentir, contradecir y opinar en condiciones de igualdad y seguridad. Ese Otro que piensa y actúa distinto lo estamos mirando como un potencial enemigo al que debemos someter o desaparecer. Y como en el fondo estamos hablando de diversidad y pluralidad, huelga recordar la frase de Carlos Pizarro Leóngomez: “que la vida no sea asesinada en primavera”.

Paz en la tumba de Miguel Uribe Turbay y desde este canal periodístico enviamos a su esposa y a su extenso grupo familiar y de amigos un mensaje de solidaridad.

jueves, 14 de agosto de 2025

¿A QUÉ VIENEN REALMENTE LOS CONGRESISTAS GRINGOS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La llegada de la delegación gringa para asistir al sepelio de Miguel Uribe Turbay deviene con un tufillo intervencionista en los asuntos internos y de aprobación electoral al que apela el uribismo y en general la derecha colombiana para imponer la narrativa que señala que las ya tensas relaciones entre Washington y Bogotá podrían entrar en una crisis irreversible si el progresismo vuelve a ganar las elecciones en el 2026. Ese escenario complejo se daría no solo por los acercamientos con China a través del acta de entendimiento firmada en el contexto de la nueva Ruta de la Seda, sino por el rechazo del presidente Petro al genocidio perpetrado por Israel en Gaza y patrocinado por los Estados Unidos.

Los congresistas Bernie Moreno (Republicano) y Rubén Gallego (Demócrata), con raíces colombianas, así como Christopher Landau, subsecretario de Estado de Estados Unidos, y John McNamara, encargado de negocios en Bogotá, no llegaron al país a fortalecer las relaciones bilaterales como les dijeron a la prensa: su presencia en Colombia hace parte de un plan orquestado desde el Departamento de Estado, en cabeza de Marco Rubio, para “medirle el aceite” a Petro y vigilar de cerca lo que acontecerá en el país en materia electoral en el 2026.

La reunión que sostendrán los congresistas “americanos” con empresarios, precandidatos presidenciales, mandatarios locales y con el presidente Petro bien podrá servir para “limar asperezas”, o por el contrario para dejar una “diplomática amenaza” al mandatario colombiano. Ya sabremos este 15 de agosto si Petro se dejó amedrentar de Bernie Moreno durante la reunión privada que sostendrán o si se extenderán en el tiempo las ya enrarecidas relaciones bilaterales. Lo que trascienda de esa reunión será clave para imaginar cuál será el papel que jugarán los Estados Unidos en las elecciones de 2026 y hasta dónde el presidente de la República está dispuesto a hacer para demostrarles a los gringos que él no es comunista y que mucho menos de continuar su proyecto político Colombia será una “segunda Venezuela o una Cuba” como creen en Washington, gracias a los viajes  de los representantes del uribismo al país del Norte para ambientar este tipo de intrusiones en los asuntos internos de Colombia.




HABLEMOS DE PRECANDIDATOS PRESIDENCIALES POCO SERIOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La violencia política, pero sobre todo la verbal que desde los tiempos del plebiscito por la paz viene incrementándose en redes sociales y en otros espacios societales, no van a detenerse por cuenta de los llamados que se hacen desde partidos, el sector empresarial y los propios medios de comunicación, estos últimos responsables en gran medida de la polarización política la misma que están ayudando a extender hasta las próximas elecciones.

En el sepelio de Miguel Uribe Turbay quedó claro que no habrá desescalamiento de la violencia verbal y en la pugnacidad ideológica. Y ese parece ser el escenario predilecto para los precandidatos Daniel Quintero, Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella.

Ya las audiencias reconocen que los tres políticos le están apostando a caldear más los ánimos con sus actos de habla cargados de animosidad y desinterés por presentar sus propuestas de gobierno, en caso de que resulten elegidos en las consultas internas de sus colectividades como candidatos presidenciales. Los une la irresponsabilidad, la ligereza, pero sobre todo la ceguera para leer la actual coyuntura política, aún más enrarecida con el fallecimiento y el politizado sepelio de Miguel Uribe Turbay y el declive del uribismo.

Si los comportamientos públicos y la “verborrea” de Quintero, Dávila y De la Espriella son el fruto de las recomendaciones recibidas de sus asesores de campaña, entonces hay que decir que están muy mal asesorados. Que Dávila y el abogado defensor de DMG lo hagan hace parte de las formas como la ultraderecha y el uribismo suelen plantear soluciones a los problemas del país: bala, señalamientos y viajes de superioridad moral que lo único que dejan ver es el cinismo de los intrépidos viajeros, reconocidos por su clasismo y racismo.  

Pero si Quintero quiere recoger las banderas del progresismo, sus acciones simbólicas le están quitando seriedad a las ideas políticas y a toda la narrativa reivindicante y contestataria con la que el presidente Petro viene confrontando a los agentes del vetusto Establecimiento colombiano.

Eso de viajar hasta el Amazonas a izar la bandera de Colombia en la disputada isla de Santa Rosa y aparecerse con la bandera de Palestina en la asamblea de la Andi pueden resultar espectaculares al ojo de los fanáticos, pero resultan poco serias y convenientes porque, de un lado, aumenta las tensiones diplomáticas entre Perú y Colombia; y del otro, acrecienta el odio de los empresarios hacia todo lo que huele a progresismo. Y claro que son legítimos los reclamos que hace el político antioqueño, el problema está en las maneras como pretende luchar por las dos causas.

Eso sí, la campaña de Carolina Corcho está sirviendo para consolidar la imagen de una mujer aplomada, inteligente y formada para el debate de las ideas. Todo lo contrario están haciendo el exalcalde de Medellín, el maltratador de gatos y la periodista-periodista. Los tres están construyendo una imagen de políticos inmaduros e incapaces de discutir con argumentos porque sus incontrastables egos los están llevando a hacer el ridículo.

 



abelardo de la espriella, daniel quintero y vicky davila - Búsqueda Imágenes

miércoles, 13 de agosto de 2025

El POLITIZADO SEPELIO DE MIGUEL URIBE TURBAY

Por Germán Ayala Osorio

 El expresidente Álvaro Uribe Vélez, la prensa hegemónica y Miguel Uribe Londoño, padre del asesinado precandidato presidencial convirtieron el sepelio del recién ungido “héroe y mártir” del uribismo, Miguel Uribe Turbay, en un acto electorero, cargado de consignas que en lugar de apuntar a desescalar el lenguaje y la pugnacidad ideológica, invitan a la venganza política, de la mano del Estado militarista que operó en Colombia entre 2002 y 2010. Con el politizado sepelio de Miguel Uribe Turbay, la contienda electoral de 2026 inició con olor a gladiolo mustio y el aroma triste de los tintos que sirven en las funerarias.

Tanto el discurso enviado por el exmandatario antioqueño, como las palabras del padre del senador conservador constituyen un llamado a regresar al pasado, esto es, a los tiempos de la temida política de seguridad democrática, la misma que dejó 6402 jóvenes asesinados por militares que monetizaron sus vidas siguiendo aquella instrucción presidencial con la que se pedía “más y mejores resultados operacionales y que aquel que no los diera, que fuera pidiendo la baja”.

El papá del senador mandó un mensaje claro al caballista, reo, exdirector de la Aerocivil y domador de bestias: “Este país nunca saldrá de donde está sin seguridad […], en los próximos meses escojamos el triunfo abrumador de ese liderazgo, que tome las banderas de Miguel para que en Colombia vuelva la seguridad. Esta guerra tiene culpables y responsables, lo sabemos, no tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia, no tenemos duda de quién la promueve, no tenemos duda de quién la permite. Tenemos que plantar cara a esto y decir no más, no más y no más…”

Mientras transcurrían las honras fúnebres, los periodistas de varias empresas mediáticas optaron por cubrirlas con un lenguaje periodístico lastimero con el claro objetivo de mover las fibras y las emociones de las audiencias para irlas llevando, de la mano de los discursos del expresidente recién condenado y del adolorido padre de Miguel Uribe Turbay, hacia sentimientos primitivos como la venganza y el odio, muy propios de las huestes uribistas desde donde brotaron frases tristemente célebres como en “donde lo vea le voy a dar en la cara marica, se callan  o los callamos”, o las más recientes, “a la izquierda hay que destriparla o son una plaga y la vamos a exterminar en el 2026”.

Ya el uribismo imaginó y le propuso al país cómo quiere que transcurra el escenario electoral de 2026. Ahora solo falta que los colombianos decidan cómo van a pintarlo, si de color rojo como la sangre que se derramó en los años 90 o de verde esperanza. Ya veremos si el 7 de agosto de 2026 los colombianos deciden poner en la Casa de Nariño a un president@ con espíritu gansteril o si por el contrario eligen a quien con un genuino ánimo conciliador le dé a la sociedad la oportunidad de superar y proscribir esa enfermedad que corroe los cimientos de la civilidad y la razón: el uribismo. Razón le cabe al expresidente Santos y al presidente Petro cuando aseguran que Uribe Vélez está cargado de odio. “Álvaro Uribe está lleno de veneno, desconoce el genocidio de la UP y la participación del estado en él”, dijo el jefe del Estado.





Imagen de Mauricio Alvarado Lozada, tomada de El Espectador.com

martes, 12 de agosto de 2025

LA PRENSA BOGOTANA HACE POLÍTICA CON LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los tratamientos periodísticos heroizantes y lastimeros que la gran prensa bogotana está haciendo del fallecimiento del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay apuntan al logro de tres objetivos interconectados: el primero, “relanzar” a la derecha uribizada por estos días golpeada por la sentencia condenatoria contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez y por supuesto por la  pérdida del precandidato presidencial de esa colectividad, quien de todos sus compañeros, era el  que más quería parecerse al expresidente antioqueño y propietario del Centro Democrático.  

El segundo, insistir en equiparar el crimen de Uribe Turbay al de líderes de la talla de Gaitán y Galán y de esa manera posicionar el catastrofista relato de que el país retrocedió a los tiempos de la violencia política de las estructuras narcoparamilitares que terminaron con la vida de tres candidatos presidenciales. Y el tercer y último objetivo consolidar el imaginario colectivo que indica que el “héroe nacional y esperanza del país”, Miguel Uribe Turbay, fue asesinado por el discurso de odio del presidente Petro. Más claro: fue asesinado durante el gobierno de izquierda, lo que significa que esa orilla ideológica es “mala”, por lo que sus militantes y defensores deben aniquilarse por ser una “plaga infame”.

Sobre la mala hora del uribismo, los medios hegemónicos abrirán en adelante sus micrófonos y encenderán sus cámaras en función de ayudar a esclarecer el panorama político y electoral de la secta uribista. Quién será el candidato que finalmente recibirá el guiño del condenado líder del Centro Democrático es la pregunta sobre la que las empresas mediáticas relanzarán ideas como la seguridad democrática, la negación a buscar salidas negociadas con la estructuras armadas ilegales y por esa vía el escalamiento del conflicto, lo que terminará por afectar la vida de las comunidades rurales con una declaratoria de una “guerra total” contra las “guerrillas”. Es decir, el país necesita de una “mano firme y de un corazón grande”, esto es, de un macho que ofrezca, como lo hizo Uribe en el 2002, acabar con la izquierda armada de una vez por todas. Esa estrategia de “guerra total” servirá a los propósitos de echar para atrás la mini reforma agraria que está impulsando el gobierno Petro.

Poner a Miguel Uribe Turbay en el mismo nivel de importancia política, legado, oratoria y comprensión de los problemas y necesidades del país que identificaron a Luis Carlos Galán Sarmiento y a Jorge Eliécer Gaitán Ayala constituye una jugada propia de los laboratorios del marketing político. La pretensión es clara: minimizar las debilidades discursivas, de formación académica e incluso las capacidades para gobernar a Colombia que exhiben María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra. Quizás esa sean las mayores preocupaciones del expresidente y reo, Álvaro Uribe Vélez si compara los perfiles de sus cuatro fichas con la formación académica de precandidatas como Carolina Corcho e incluso la misma Claudia López Hernández con quien podría acercarse Uribe en segunda vuelta, pues la exalcaldesa de Bogotá tiene muchas cosas en común con la derecha.

Y finalmente, al insistir en el relato que indica que durante el gobierno de Petro fue “asesinada la esperanza de Colombia” y ultimado un “héroe”, los medios masivos le apuntan a generar miedo e incertidumbre entre los votantes en torno a la posibilidad de que la izquierda continúe en la Casa de Nariño. Estamos ante el surgimiento de un “nuevo coco”: pasamos del miedo al comunismo o a la “mordaza neocomunista” de la que habló recientemente el Gran Reo desde su lugar de reclusión, al terror de regresar a lo que los colombianos sufrieron en los años 90. La idea que nos está vendiendo la presa bogotana es clara: no se puede “reelegir” un gobierno que promueve odio, que no es capaz de garantizar la vida y que es responsable político del asesinato de Miguel Uribe Turbay, un “hombre joven que quería transformar al país”.



miguel uribe turbay en camara ardiente - Búsqueda Imágenes

¿QUIÉN ORDENÓ ASESINAR A MIGUEL URIBE TURBAY?

 

Por Germán Ayala Osorio

Convendría que la Fiscalía pusiera toda su capacidad investigativa a tratar de dar con los autores intelectuales que ordenaron asesinar a Miguel Uribe Turbay. Como en otros casos, lo más seguro es que se llegue a conclusiones genéricas como que lo mandaron a matar “las disidencias de Iván Márquez, la Segunda Marquetalia”, la histórica “mano negra responsable de otros crímenes políticos”, o un “sector de la derecha o de la izquierda”. 

O lo que puede resultar para muchos escandaloso e improbable: la comunión de esfuerzos entre esas estructuras criminales y sectores de poder político de la capital del país.  Lo más probable es que el caso Miguel Uribe termine en una de esas conclusiones que terminan por no aclarar quiénes están detrás y qué fue lo que realmente pasó.

No se puede descartar que la Junta del Narcotráfico esté detrás del crimen del político neoliberal y conservador. 

Lo que sí parece unir a todas esas líneas de investigación es el interés de desestabilizar al gobierno Petro y ponerle la enorme mácula que ya varios candidatos presidenciales, con la anuencia de la prensa hegemónica, poco a poco convirtieron en una narrativa conclusiva: Petro es el responsable político del “magnicidio” de Miguel Uribe Turbay. La candidata uribista de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila ya dijo que Petro es el “responsable político” del crimen del precandidato presidencial del Centro Democrático.

Vamos a suponer que las disidencias de Iván Márquez ordenaron el crimen. ¿Cuál podría ser su objetivo? ¿Imaginaron acaso que con su muerte se generaría en el país una “guerra civil” o un movimiento desestabilizador tan fuerte que terminara sacando de la Casa de Nariño a Petro? No creo que hayan sido tan estúpidos- que lo son- de imaginar semejante escenario, justamente porque Miguel Uribe Turbay no era el líder político, ni mucho menos ostentaban un gran poder o era el caudillo popular que hoy le reconocen al momento de calificar su asesinato como un magnicidio. El finado congresista no tenía tal dimensión social y política. Eso sí, estaba haciendo carrera para reemplazar en el corto plazo a su patrón Álvaro Uribe.

Es posible que los señores de la Segunda Marquetalia decidieron sacar del camino electoral a Miguel Uribe al considerar que se convertiría en presidente de la República en el 2026. En cualquier caso, si esa línea de investigación permite a las autoridades concluir que efectivamente son los responsables del crimen, ese cierre seguirá siendo genérico y proclive a ocultar la identidad de los determinadores políticos que, a lo mejor, usan corbata perfumada y se mueven a sus anchas en los círculos de poder de Bogotá.

Lo que sí queda claro es que el crimen de Miguel Uribe Turbay tendrá efectos políticos y electorales en las elecciones de 2026. La derecha lo usará como bandera ideológica para hacerse nuevamente con la Casa de Nari; al progresismo le quedará muy difícil quitarse de encima la mácula que la prensa hegemónica ya les puso. De allí que se requerirá mucha inteligencia de parte de los precandidatos del Pacto Histórico para soportar y erosionar la narrativa lastimera que los medios tradicionales ya crearon para ambientar las elecciones de 2026 que sin duda girarán en torno al crimen del político conservador. Eso sí, todos los que están en la contienda electoral corren el riesgo de sufrir atentados similares porque a la histórica “mano negra” no le convendría otros cuatro años más de progresismo en la Casa de Nariño.

Los candidatos que ofrecen “balín y destripar a la izquierda” podrían tener éxito electoral en un escenario en el que el odio y la venganza terminen imponiéndose en una sociedad que a pesar de las evidencias, aún no reconoce que entre los colombianos nos odiamos gracias al clasismo y al racismo estructural que nos hace propensos a tramitar nuestras diferencias a madrazos y  balazos, siempre con la intención de eliminar al diferente, al que no piensa igual que nosotros. 

Adenda: el 18 de agosto el ELN, en respuesta a un señalamiento del presidente Petro, negó haber ordenado el asesinato de Miguel Uribe y soltó la tesis de que el crimen se habría producido por un lío del padre del congresista asesinado con una red de esmeralderos. "El debate en torno al magnicidio de Miguel Uribe Turbay sumó un nuevo y controvertido capítulo. En la mañana del 18 de agosto de 2025, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se desligó del crimen contra el senador y precandidato presidencial, ocurrido el pasado 7 de junio en Bogotá, y lanzó una grave acusación: según la guerrilla, detrás del atentado podrían estar involucrados esmeralderos". 



Imagen tomada de El Espectador. Así puede asistir a la velación en cámara ardiente de Miguel Uribe en el Congreso

lunes, 11 de agosto de 2025

SI LA PRENSA NO CAMBIA, LA POLARIZACIÓN CONTINUARÁ

 

Por Germán Ayala Osorio

Los llamados a “desescalar el lenguaje o a despolarizar el país” que están haciendo varias figuras públicas, obligados política y moralmente por el fallecimiento de Miguel Uribe Turbay, lo hacen de manera cándida de la mano de uno de los actores responsables de los altos niveles de crispación ideológica y polarización política que se respiran en el país: las empresas mediáticas, que actúan más como actores políticos, que como medios de información masiva.

Por supuesto que hay que cuestionar a quienes insisten en promover un discurso de odio, pero antes de hacerlo hay que revisar el papel que vienen cumpliendo los medios hegemónicos, convertidos por sus propietarios en máquinas de hostigamiento y linchamiento moral en contra de todo lo que huela a petrismo, progresismo y a izquierda. Es claro que el país requiere de un pacto político entre todas las fuerzas y sectores de poder político y económico, pero lo primero que habría que hacer es cuestionar las formas en las que las empresas mediáticas están asumiendo el ejercicio periodístico y aceptar que efectivamente se vienen cometiendo excesos jamás vistos en el pasado como la promoción del sicariato moral en contra del presidente de la República: no lo bajan de borracho, dictador, drogadicto y homosexual. Lo desprecian como ser humano.

Quienes creen que es posible desescalar el lenguaje sin cuestionar el papel que vienen jugando medios como Semana, El País de Cali, El Colombiano y El Tiempo; así como los noticieros Caracol y RCN y espacios radiales como La FM, Blu radio y La W, están tan perdidos como aquellos que buscan los cadáveres río arriba.

Los magnates que compraron esos medios de comunicación para convertirlos en agencias de propaganda política que simulan informar a los colombianos se equivocaron de cabo a rabo. Las audiencias cambiaron, aunque haya sectores poblacionales que aún creen que las noticias son la realidad, lo cierto es que ya no se consume la información de la misma manera. Hay colombianos que saben muy bien que los hechos noticiosos son una construcción artificial de las salas de redacción en donde se define qué es noticia y qué no lo es.

De esa manera, las realidades que a diario construyen los medios masivos de información están soportadas en los intereses económicos y políticos de los mecenas que saben muy bien que tienen en sus manos a un poder históricamente incontrastable, hasta que irrumpieron las redes sociales y los creadores de contenido que vienen contrarrestando los relatos periodísticos investidos de realidad. Pero, sobre todo, cuando se encontraron de frente con un presidente distinto que desde su cuenta de X los deja en evidencia, los confronta y corrige. Han caído tan bajo los colegas de varios de los medios hegemónicos que lo único que  les falta decir es que la ética nada tiene que ver con el periodismo. 

Ningún pacto o salida política que se plantee para superar el clima de animadversión entre uribistas y petristas funcionará si los propietarios de los medios masivos asumen el error que cometieron al comprar empresas mediáticas para convertirlas en sus apéndices ideológicos y por esa vía arruinar la credibilidad que les demoró años consolidar. Hablo en particular de medios como El Tiempo y Semana, convertidos hoy en agencias de desinformación y laboratorios electorales en donde se maquillan los candidatos presidenciales que sus propietarios desean patrocinar para luego ponerlos en la Casa de Nari en calidad de sirvientes.

Adenda: y al clima de polarización viene contribuyendo Alfredo Saade, jefe de despacho del gobierno Petro, con sus alocadas propuestas de "cerrar los medios y el Congreso". No, así no, señor Saade. El presidente Petro debería de llamarle la atención al pastor evangélico, quien le hace daño a la imagen del gobierno porque sirve de comidilla a los periodistas. Con Saade en ese cargo, Petro le "da papaya" a los medios que lo odian por el solo hecho de existir. 




LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY Y SU INSTRUMENTALIZACIÓN POLÍTICA Y MEDIÁTICA

  

Por Germán Ayala Osorio

 

Como era de esperarse, el fallecimiento del precandidato presidencial del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay está siendo utilizado por la prensa hegemónica y por la oposición para caldear aún más los ánimos y el ambiente de polarización política y crispación ideológica que se respira en el país desde los tiempos del plebiscito por la paz.

El reo y expresidente Álvaro Uribe Vélez desde su lugar de reclusión espetó que "Mataron la esperanza". Nadie niega que el crimen del precandidato es una tragedia y un hecho prepolítico que sirve para reconocer que como sociedad afrontamos graves problemas en los procesos, casi truncos, de construcción de civilidad y de las condiciones mínimas para vivir en democracia, esto es, reconocer y respetar a los que piensan y actúan distinto. Pero de allí a decir que con su fallecimiento se desvaneció la esperanza de todo el país constituye una exageración y un peligroso llamado a la venganza, a la rabia y la desesperación. Hay que recordar que Uribe Turbay ostentaba la condición de precandidato presidencial y que al interior de su partido-secta había un duro enfrentamiento con Paloma Valencia y María Fernanda Cabal en torno a una encuesta al parecer pagada por el nieto de Turbay Ayala. Las dos “tigresas” del expresidente antioqueño dijeron que su compañero estaba corriendo la línea ética. Vicky Dávila, la otra “tigresa” del Gran Condenado también confrontaba a Miguel Uribe enrostrándole su linaje, tal y como lo hizo también en su momento el presidente Petro. Esto dijo la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, quien además lo llamó "candidatito": “algunos nietos de políticos se sienten con derechos adquiridos como en el usted no sabe quién soy yo, serían triturados por la izquierda en una segunda vuelta”.

Los tratamientos periodísticos lastimeros, ideologizados y tendenciosos que viene haciendo la prensa de la mano de los candidatos presidenciales y otras “personalidades” de la vida pública del país que salen a dar su opinión sobre la muerte del precandidato aportan a la consolidación de la narrativa que indica que el responsable del crimen es el actual gobierno y en particular el presidente Petro por el lenguaje con el que confrontó al combativo senador del Centro Democrático.

Y no se trata de negar que hay trinos que el presidente de la República lanzó que pueden ser leídos en clave de estigmatización. Quizás el carácter contestatario de Petro explique de alguna manera el sentido de sus pronunciamientos en la red X. Eso sí, los ataques moralizantes que viene sufriendo el presidente y su familia hablan muy bien del tipo de oposición que el Centro Democrático y la derecha política y mediática decidieron hacer. Petro ha sido señalado de “borracho, drogadicto y homosexual”, condiciones estas con las que desde el mismo partido de Miguel Uribe se pidió declarar indigno al jefe del Estado.

En el marco de la discusión de la consulta popular, Petro y Miguel Uribe se cruzaron estos actos de habla que deben mirarse a la luz de un debate político caldeado. Esto dijo el presidente: “¡Dios mío! ¿el nieto de un presidente (Julio César Turbay Ayala) que ordenó la tortura de 10.000 colombianos, hablando de ruptura institucional?” La señora Dávila le recordó su condición de “nieto”, pero eso no es considerado como una actitud estigmatizante. La respuesta de Uribe Turbay fue esta: “Nosotros no nos vamos a rendir y le pedimos a ustedes que tampoco lo hagan. No podemos caer en los juegos de intimidación y amenazas de este Gobierno. Lo que está en juego es Colombia y la vamos a defender”.

En ese camino de poner al asesinado precandidato como la “esperanza del país” ya la prensa hegemónica habla de “magnicidio”. Se trata, sin duda, de un apelativo exagerado, clasista y periodísticamente tendencioso. Que la Fiscalía lo califique de esa manera quizás obedezca a una lectura políticamente correcta, para evitar cualquier señalamiento desde las mesnadas uribistas muy dadas a deslegitimar las instituciones cuando sus decisiones no les conviene. El fallo condenatorio contra Uribe Vélez se produjo en una fiscalía distinta a la de Francisco Barbosa, quien, huelga recordar que usó todo su poder para defender la cuestionada honorabilidad del hoy condenado expresidente de la República.

Miguel Uribe siempre quiso parecerse a su jefe, el recién condenado caballista y domador de bestias: vociferaba, gritaba y hacía una oposición sectaria y con visos de clasismo y racismo. Por supuesto que esas características no justifican el atentado criminal y cobarde del que fue víctima. Paz en la tumba del periodismo por cuenta de los tratamientos tendenciosos de la prensa hegemónica. Y para Miguel Uribe, que “brille la luz perpetua”. 


lunes, 7 de julio de 2025

PRESIDENTE PETRO RECULÓ Y ENVIÓ CARTA A DONALD TRUMP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La carta que  envió el presidente Petro al gobierno de los Estados Unidos el 23 de junio constituye sin lugar a duda una monumental reculada a todas luces responsable y a tiempo de acuerdo con la gravedad que supone el llamado a consultas de ambos embajadores, fruto de las destempladas insinuaciones del jefe del Estado de Colombia alrededor de la connivencia del gobierno de Donald Trump a los devaneos golpistas del excanciller Álvaro Leyva Durán. Pero también por los deseos de sectores de la derecha nacional de que este segundo rifirrafe termine en un rompimiento de las relaciones, en una descertificación e incluso en sanciones económicas. Ese escenario les convendría electoralmente a los candidatos presidenciales del uribismo que tendrían cómo atacar al progresismo ante el no cumplimiento de la ya manida sentencia de que “nos íbamos a convertir en un país comunista”.

En la misiva se lee: “deseo aclarar que cualquier expresión mía que haya sido interpretada como una acusación directa sobre la participación en un supuesto golpe de Estado en Colombia, no tenía la intención de señalar a nadie de manera personal ni de cuestionar sin fundamentos el papel de los Estados Unidos”.

Quizás el país jamás conozca las circunstancias que obligaron a Petro a retirar lo espetado contra Marco Rubio y los congresistas republicanos que de manera desobligante se han referido al presidente colombiano. Lo cierto es que Petro le sirvió a la oposición local y a sus enemigos apostados en la Casa Blanca y el Departamento de Estado una enorme “papaya” a partir de la cual seguirán insistiendo en la narrativa que indica que el jefe del Estado, por cuenta de su pasado en el M-19, sigue agitando las banderas antiyanqui y antimperialismo como si aún estuviéramos en plena guerra fría o en los tiempos de la Alianza para el Progreso. Convendría que Petro sacara tiempo para leer el libro Imperio, de Michael Hardt y Toni Negri en el que el viejo concepto de imperialismo queda superado por la tesis planteada por los autores. En caso de que lo hubiera leído, resulta oportuno que le dé una repasada.

Eso sí, la epístola presidencial va con “vainazo” incluido contra Marco Rubio, cabeza visible del Departamento de Estado que de manera irresponsable se alineó con la perversa tesis de la derecha colombiana que indica que detrás del atentado contra el senador uribista, Miguel Uribe Turbay, estaría el gobierno Petro. En la ya referida comunicación se lee lo siguiente: “En contraste, sí me preocupa profundamente que, tras el atentado criminal contra el senador Miguel Uribe Turbay, se haya insinuado públicamente que la “retórica violenta” de esta Presidencia fue un detonante del ataque”.  El Tiempo, diario uribista, publicó este titular: Estados Unidos atribuye atentado de Miguel Uribe a la 'violenta retórica izquierdista'

Es de imaginar las dificultades que afrontó el presidente Petro para escribir o dictar el mensaje contenido en esta nota diplomática a juzgar por su postura anti gringa que claramente lo diferencia de los anteriores presidentes de la República que desde siempre asumieron a los Estados Unidos como un ejemplo de democracia y libertad, lo que explica sus conductas de sometimiento o sostenida capitulación a las caprichosas  pretensiones de los representantes del Tío Sam, esto es,  republicanos y demócratas.

La reculada de Petro termina con una invitación a “pasar la página de los malentendidos y mirar hacia adelante… este no es un llamado a la confrontación, sino a la responsabilidad compartida. La historia nos mira, y el juicio más severo será el del porvenir. Ojalá podamos estar a la altura de este momento”.

Ya veremos si el también lenguaraz y supremacista blanco que está sentado en la Casa Blanca, a lo mejor aconsejado por Marco Rubio, decide contestar la misiva,  pesar del tiempo transcurrido a su homólogo colombiano o si prefiere obviarla por considerarla tardía e inoportuna o porque viene firmada por un  “insignificante suramericano, exguerrillero y terrorista”. Que la carta no aparece, señalan desde USA. Lo más probable es que jamás respondan. No sería nada raro: Estados Unidos jamás responde, jamás asume responsabilidades porque a pesar de su evidente decadencia, siguen creyéndose los Amos del Mundo.  



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MIGUEL URIBE TURBAY: EL “PRESIDENTE MILAGRO” QUE NECESITA LA DERECHA

  

Por Germán Ayala Osorio

 

El atentado sicarial perpetrado contra Miguel Uribe Turbay viene siendo aprovechado política y moralmente por la derecha para culpar al gobierno Petro y consolidar la narrativa que indica que el ataque armado tiene una indiscutible connotación política asociada por supuesto a un sentimiento de “venganza” de la izquierda y el progresismo por los ataques políticos que efectuaba el senador uribista contra la figura de Petro y sus reformas sociales como la reforma laboral, pensional y a la salud.  

Con el denodado apoyo de la prensa hegemónica ese sector del espectro ideológico viene construyendo una especie “protomártir” de nuevo cuño, ambientado por la fe de cientos de miles de orantes-votantes que llegan a la clínica Fundación Santa Fe para pedir por su pronta recuperación y el regreso a la “vida política y electoral” por aquello de que el país lo necesita.

La “Carrera por la vida” convocada para pedir a Dios que Miguel Uribe Turbay supere los efectos de las heridas recibidas fue ante todo una actividad política atada a los sentimientos de la comunidad de creyentes que, camándula en mano, rechazan la violencia política y creen a pie juntillas que en este caso habrá un milagro y la consecuente consagración de Uribe Turbay como un “bendecido” por la gracia divina, condición suficiente para convertirse en presidente de la República en el 2026.

La revista Semana registró así el hecho: “La Carrera por la Vida nació como una respuesta ciudadana al atentado que dejó herido al precandidato presidencial Miguel Uribe, quien actualmente permanece en proceso de recuperación en la Fundación Santa Fe. El ataque armado generó una ola de indignación en todo el país, al tiempo que encendió las alarmas sobre el nivel de violencia política en Colombia.

Los rezos, plegarias y la Caminata por la Vida son los mecanismos políticos y morales con los que la derecha y en particular el uribismo necesitaba para despejar el camino electoral que hasta antes del atentado estaba enredado al interior de las mesnadas uribistas por cuenta de las simpatías populares que viene despertando el gobierno Petro. A dichos mecanismos se suma ahora la encuesta realizada por las firmas Guarumo y EcoAnalítica, que muestra a Uribe Turbay, del partido Centro Democrático, en el primer lugar de las preferencias de los eventuales votantes con el 13,7 %.

Lo interesante de la situación es que Uribe Turbay ya no sería el candidato o el títere de Uribe como lo fue Iván Duque Márquez, sino el enviado de Dios para “salvar al país de las garras del castrochavismo”. En las huestes uribistas aspiran a que ningún creyente-votante, de los cientos de miles que oran todos los días por la pronta recuperación del precandidato presidencial, se atreva a contradecir la voluntad divina, lo que inexorablemente se traduciría en millones de votos que asegurarían el triunfo electoral a la derecha. Los riesgos de meter a Dios en la política gravitan alrededor de la ética, de la libertad de cultos y del Estado laico por cuenta del regreso milagroso de Uribe Turbay a pesar de la gravedad de las heridas producidas por una pistola 9mm accionada a poca distancia. El riesgo es mayúsculo cuando al invocarse la protección de Dios en el Preámbulo de la Constitución Política de Colombia, la salvación de Uribe Turbay motivaría el rechazo de los agnósticos y ateos, entre otros. Sería un país distinto: más a la derecha, intolerante, de la mano de renovados fanáticos religiosos.  




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domingo, 22 de junio de 2025

JUAN DAVID, EL JOVEN QUE PROMETIÓ ASESINAR A PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La historia de Juan David es tan común en Colombia, que si no fuera porque en su corta vida se atravesó la figura de un presidente de la República, no habría trascendido jamás.  Este joven, que de acuerdo con el jefe del Estado no sabe leer, ni escribir, pero si odiar, prometió en redes sociales asesinarlo.

Sin mayor estructural moral y con una ética en ciernes, Juan David prometió “darle piso, acostarlo” o simplemente asesinar al presidente Gustavo Petro. Lo curioso es que ese sentimiento primario y violento de Juan David es compartido por cientos de miles de colombianos que desean lo mismo. Y contradictoriamente, entre estos malquerientes del presidente de la República muchos saben leer y escribir; incluso, tienen maestrías y doctorados; y hacen parte de ese grupo social que en Colombia se conoce como la “gente de bien”.

Dice el presidente que lo mandó a buscar para preguntarle por qué quería asesinarlo. Aunque no trascendieron las razones, ojalá el abrazo entre Juan David y Petro sirva como semilla para superar la animadversión política que desde el 7 de agosto de 2022 se tomó la discusión pública de asuntos públicos en este país que carga una larga historia de magnicidios y asesinatos de campesinos, defensores de DDHH y de la naturaleza.

El presidente Petro en su cuenta de X expuso lo siguiente: “Dijo por redes que me mataría donde me viera. Lo busqué y hoy le perdoné y lo abracé antes de hablar en público. Juan David fue abandonado por sus padres, no sabe leer ni escribir, me pidió perdón y lo abracé”.

El riesgo es que la ignorancia de Juan David y la inquina de los más estudiados suelen juntarse en la figura del niño, adolescente o joven sicario. En este caso se evitó, pero no sucedió lo mismo en el del precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay, atacado por un adolescente, al que llaman el “niño sicario”. Las historias de Juan David y Juan Sebastián Rodríguez Casallas, el joven sicario tienen muchas cosas en común. Al primero, el odio lo llevó a prometer lo deseado por muchos colombianos; al segundo, la promesa de dinero fácil y sin inquina hacia su víctima, lo convirtió en una figura ya usada en el pasado por la “gente de bien”.

 


Imagen tomada de la red X. 


viernes, 20 de junio de 2025

PETRO Y LA GRAN PRENSA: RELACIONES TORMENTOSAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las relaciones entre la prensa bogotana y el presidente de la República han sido tirantes desde el 7 de agosto de 2022, por dos razones fundamentales: la primera, porque el jefe del Estado es un consumado polemista acostumbrado a debatir y confrontar versiones y lecturas sin importar el bando desde donde se promuevan o difundan; y la segunda, porque por primera vez las más grandes empresas mediáticas decidieron fungir o se vieron obligados a actuar como agentes políticos en oposición.

Bajo esas circunstancias se entienden varios de los rifirrafes, correcciones y confrontaciones hechas por Petro a los periodistas de los medios corporativos. El más reciente de esos encontronazos ocurrió el 20 de junio. En su cuenta de X, el presidente de la República confrontó a Noticias Caracol por la información publicada en torno al caso Miguel Uribe Turbay.

Esto dijo Gustavo Petro: “en este momento estoy viendo la información de @NoticiasCaracol sobre el atentado al senador Miguel Uribe. Casi no veo televisión, ya no me gusta, pero si millones de colombianos. Y entiendo el mensaje subliminal, que enredan en información, sugieren que la fiscalía dijo que había un fin político. Eso no se puede decir, aún hoy, y aunque es una hipótesis de investigación, aún no se puede decir con certeza que haya fines políticos en el atentado y peor aún cuál interés políticos tendría el verdadero asesinoCaracol debe ser responsable con la sociedad colombiana. No se conviertan en heraldos de la muerte, sean heraldos de la vida y la verdad. Sean responsables”.

Más allá de si detrás del atentado sicarial contra el político uribista hay móviles políticos, lo cierto es que es inevitable pensar que la planeación y ejecución del ataque hace parte del propósito político-electoral de generar desazón y miedo en la población para finalmente recuperar la narrativa de la seguridad democrática a través de frases que se vieron impresas en pancartas y camisetas durante la Marcha del Silencio: “sin seguridad no hay paz”. De manera concomitante, varios políticos señalaron como responsable de la tentativa de homicidio al presidente Petro por su “discurso incendiario y provocador”.

Volvamos a los agrios enfrentamientos entre Petro y la gran prensa bogotana. La revista Semana, convertida en la plataforma ideológica y política del clan Gilinski, el 12 de mayo de 2023 tituló así una nota sobre el espinoso asunto: “El ataque de Gustavo Petro contra la prensa: una estrategia peligrosa que tiene encendidas todas las alarmas”. En el sumario del texto periodístico se lee que “el presidente convirtió a los medios de comunicación en el blanco de sus ataques. Su discurso atenta contra la libertad de expresión y la democracia”.

Según Semana y otros medios, al presidente no se le pueden criticar sus decisiones y mucho menos evaluar su gestión. La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) señaló que los mensajes del presidente Petro “…terminan restándoles credibilidad (a los medios); buscando presionar la agenda mediática para que aborde favorablemente su gestión; alimentando un discurso en el que la prensa es antagonista, y así abre la puerta a la criminalización de los medios.

Después del 7 de agosto de 2022, la prensa hegemónica, siguiendo las instrucciones de sus patrones, convirtieron al presidente Petro, a su familia y a su gobierno en un solo “objetivo periodístico”, lo que significó la implementación de un cubrimiento noticioso cargado de "mala leche" y una inusitada y jamás vista animadversión, resultado del clasismo, el racismo y la aporofobia que desde la prensa tradicional se impulsa desde los orígenes de la República.

Nunca la prensa tradicional se volcó para esculcar las decisiones de un gobierno. Por el contrario, los medios tradicionales fueron cómplices de gobiernos como los de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque Márquez. Con Uribe naturalizaron lo que se conoció como el unanimismo ideológico y político. Esas empresas mediáticas se hincaron ante el poder intimidante del político antioqueño. Con Santos mantuvieron la misma actitud complaciente. Y con Duque, periodistas de derecha como Néstor Morales (Blu radio) y Luis Carlos Vélez (de La FM) actuaron de forma complaciente y lo trataron como un amigo más, como un “parcero”, lo que significó el abandono de la actividad periodística, en particular de aquel principio de “molestar al poder”.

Los constantes encontronazos entre Petro y los periodistas de los medios hegemónicos se dan en medio de procesos de editorialización de las noticias y de la conversión de los reporteros, comentaristas y conductores de programas informativos en activistas políticos.

A pesar del llamado generalizado a “desescalar el lenguaje violento” al que han apelado el presidente Petro y los agentes más visibles de la Oposición mediática y política, lo más probable es que hasta el 7 de agosto de 2026 el jefe del Estado confrontará a los periodistas bien porque considere que están mintiendo, exagerando o haciendo lecturas parciales e interesadas de los hechos noticiosos.

Eso sí, el rol hasta ahora cumplido por los medios masivos expone con claridad que por razones políticas e ideológicas muchos de los periodistas que le hacen oposición al gobierno Petro corrieron la línea ética y por ese camino pusieron en cuestión la deontología de un oficio como el periodismo que siempre estuvo asociado a los sectores de poder económico y político que al igual que los directores, conductores y periodistas no imaginaron jamás que por primera vez en Colombia llegara a la Casa de Nariño un presidente progresista.

Es tan alto el nivel de pugnacidad entre Petro y la gran prensa bogotana que las audiencias no saben si el jefe del Estado es quien ataca a la prensa o es esta última la que puso en la mira lo que haga y deja de hacer el presidente de la República.


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miércoles, 18 de junio de 2025

DIOS Y PATRIA EN LAS ELECCIONES DE 2026

 

Por Germán Ayala Osorio

Hay asuntos que siempre aparecen de manera reiterada en las campañas electorales en Colombia. En el listado están la paz, la defensa de la Patria y los sempiternos procesos de negociación política con los grupos al margen de la ley que le disputan el control del territorio al Estado y retan su autoridad y legitimidad; también, los problemas que vienen atados a la operación de grupos armados ilegales (paracos y “guerrillas”) como el secuestro, la extorsión y los “paros armados”; así como el desempleo y la ya naturalizada corrupción público-privada.

Al escenario electoral de 2026 llegaría uno nuevo: la invocación a Dios. En ese aspecto ya candidatas y precandidatos empezaron a usar sus creencias religiosas para atraer votantes, en particular a aquellos que, camándula en mano, rosarios, velones y cuanta imagen de santos conocen han pasado por el improvisado altar que montaron a las afueras de la clínica Santa Fe para pedir por la recuperación del precandidato Miguel Uribe Turbay. Por supuesto que buscarán cautivar a otros cientos de miles que desde sus hogares ruegan al mismo Dios que salve al nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982).

Vicky Dávila y María Fernanda Cabal en varias ocasiones dejaron claro que comparten el mismo Dios y que su proyecto político está fincado en el poder divino para sacar adelante al país. Al mostrarse solidarias y apesadumbradas por lo sucedido con Miguel Uribe se acercan a los valores cristianos y a la misma iglesia católica.

La congresista del Centro Democrático y precandidata de esa colectividad gritó a voz en cuello que “… Colombia no se arrodilla a los violentos, Colombia no es socialista, somos un país libre, Dios nos hizo libres, el pueblo colombiano no es de Gustavo Petro”.

Entre tanto, la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco también aludió a Dios al momento de registrar su movimiento Valientes, plataforma con la que espera recoger firmas que avalen su candidatura. Esto dijo la periodista candidata: “por un país seguro, justo, por un país unido, ¡por un país valiente! ¡El Movimiento Valientes está aquí, y no nos detendremos! Dios nos protege y nos guía”.

Santiago Botero, el candidato antioqueño fue más lejos que Cabal y Dávila. Botero quiere ser presidente porque Dios le mandó un mensaje que él acogió como una obligación moral y patriótica para “salvar a Colombia”: “Dios me hizo un llamado para combatir el mal, hoy en día no es la izquierda contra la derecha, quiero que menos colombianos se quieran ir del país”.

Cuando se invoca a Dios y se incluye como parte de las ideas políticas, la razón y la fe entran en escena haciendo aún más complejo el diálogo político, la discusión de las propuestas en un escenario electoral ideológicamente crispado y violento. Quien exprese con mayor fervor su devoción y miedo a Dios quizás termine siendo elegido presidente o presidenta, lo que contribuirá a ahondar la crisis de la política y por esa vía a minimizar la posibilidad de que los colombianos discutan de manera razonada asuntos públicos que deben atenderse anteponiendo a la fe el conocimiento técnico y la razón argumental como factores claves para que las decisiones políticas no terminen contaminadas por fanatismos religiosos.

Al parecer, el presidente Petro ya se dio cuenta de que Dios jugará un papel clave en las venideras elecciones presidenciales y congresionales. La llegada del “Pastor” cristiano Alfredo Saade Vergel al gobierno en calidad de “jefe de gabinete” confirmaría que efectivamente viviremos una campaña presidencial “contaminada” por la Fe y las creencias en un poder sobrenatural.

Saade Vergel es un activista petrista que usó la religión y sus particulares creencias para disipar en el pasado los señalamientos que recaían sobre Petro por ser “ateo”. Esto respondió ante el llamado del jefe del Estado: “Gracias presidente @petrogustavo por su confianza. A Dios todo honor y toda gloria, a mis detractores los invito a tomar café, el país nos necesita para que el amor pueda vencer al odio. Levántate, Colombia cautiva de esperanza”. Saade propuso cerrar el Congreso e incluso medios de comunicación, muy seguramente con la bendición de su Dios.

 Cabal, Botero y Dávila, en nombre de Dios, ofrecen bala o balín; mientras que Saade, en nombre de la misma Deidad, quiere que el país "se levante", no sin antes cerrar el Congreso y los medios de comunicación. 

Imagen tomada de Infobae

martes, 17 de junio de 2025

SALVADAS LAS REFORMAS PENSIONAL Y LABORAL: TRIUNFOS AGRIDULCES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La aprobación de la reforma laboral y los subsanables vicios de trámite que encontró la Corte Constitucional (CC) en el texto de la pensional constituyen triunfos políticos amargos para el gobierno Petro, logrados en gran medida por la presión que ejerció sobre las fuerzas opositoras a dichas reformas el decretazo de la consulta popular. El jefe del Estado, en un nuevo consejo de ministros señaló que “lo que ha salvado la reforma laboral es que decidimos hacer una consulta, sino estábamos enterrados hace tiempo”.

Más claro: las bancadas de oposición en el Congreso y quizás los mismos magistrados de la CC entendieron que era mejor negocio aprobar la reforma laboral casi tal cual como había sido aprobada en la Cámara de Representantes y devolver la pensional para que en el legislativo se subsanen los vicios de forma, que afrontar una consulta popular que bien podría convertirse en un plebiscito que señaría la continuidad del proyecto progresista en el 2026.

La pregunta es: ¿Insistirá Efraín Cepeda en su tarea de torpedear la aprobación de dichas iniciativas? Lo cierto es que los grandes derrotados en la jornada de hoy son los partidos Centro Democrático, Mira y facciones del Conservador, Liberal y Alianza Verde. Quedarán en la memoria del país político las celebraciones de Paloma Valencia y demás congresistas en los momentos en que rompían el quorum y negarse a debatir las propuestas. Al final, el Congreso, como institución, perdió legitimidad y ganó en desprestigio.

Eso sí, en todo este tira y afloje entre los congresistas en oposición y el gobierno Petro se generó el ambiente de polarización política y crispación ideológica que terminó por ahondar sentimientos de animadversión entre las clases sociales, aprovechados muy bien por quienes planearon el atentado sicarial contra Miguel Uribe Turbay. Los autores intelectuales del ataque imaginaron muy bien lo que sucedería después de la agresión: se alborotó el clasismo, el racismo y la narrativa expresada en el estribillo escuchado en la Marcha del Silencio: “sin seguridad no hay paz”. Esa arenga empezó a darle un aire de viabilidad electoral a los candidatos y precandidatos interesados en meter miedo para vender seguridad… y ojalá democrática.

Será bajo ese ambiente de animosidad, alimentado por prácticas y los discursos clasista y racista, que los colombianos regresarán a las urnas para decidir si le dan continuidad al proyecto progresista o permiten el regreso de la derecha uribizada que le apostó todo el tiempo a mantener los estados de cosas inconstitucionales en los que deviene el país de tiempo atrás en materia de salud, pensión y trabajo.

De cualquier modo, el país perdió porque las figuras políticas más visibles y los periodistas vedettes “pelaron el cobre”: apelaron a los improperios y a las amenazas para hacerlas pasar como posturas políticas y editoriales legítimas. De esa manera, se negaron a dialogar, a deponer intereses. Y lo que es peor: sembraron odio entre sus seguidores.



El detrás de cámaras de la aprobación de la reforma laboral en el Senado: ¿Qué viene para la conciliación?

TERRORISMO EN CALI Y PERIODISMO EN CLAVE ELECTORAL

  Por Germán Ayala Osorio   Después del execrable atentado terrorista ocurrido en Cali y la acción militar en Amalfi (Antioquia) que ter...