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lunes, 7 de julio de 2025

PRESIDENTE PETRO RECULÓ Y ENVIÓ CARTA A DONALD TRUMP

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La carta que  envió el presidente Petro al gobierno de los Estados Unidos el 23 de junio constituye sin lugar a duda una monumental reculada a todas luces responsable y a tiempo de acuerdo con la gravedad que supone el llamado a consultas de ambos embajadores, fruto de las destempladas insinuaciones del jefe del Estado de Colombia alrededor de la connivencia del gobierno de Donald Trump a los devaneos golpistas del excanciller Álvaro Leyva Durán. Pero también por los deseos de sectores de la derecha nacional de que este segundo rifirrafe termine en un rompimiento de las relaciones, en una descertificación e incluso en sanciones económicas. Ese escenario les convendría electoralmente a los candidatos presidenciales del uribismo que tendrían cómo atacar al progresismo ante el no cumplimiento de la ya manida sentencia de que “nos íbamos a convertir en un país comunista”.

En la misiva se lee: “deseo aclarar que cualquier expresión mía que haya sido interpretada como una acusación directa sobre la participación en un supuesto golpe de Estado en Colombia, no tenía la intención de señalar a nadie de manera personal ni de cuestionar sin fundamentos el papel de los Estados Unidos”.

Quizás el país jamás conozca las circunstancias que obligaron a Petro a retirar lo espetado contra Marco Rubio y los congresistas republicanos que de manera desobligante se han referido al presidente colombiano. Lo cierto es que Petro le sirvió a la oposición local y a sus enemigos apostados en la Casa Blanca y el Departamento de Estado una enorme “papaya” a partir de la cual seguirán insistiendo en la narrativa que indica que el jefe del Estado, por cuenta de su pasado en el M-19, sigue agitando las banderas antiyanqui y antimperialismo como si aún estuviéramos en plena guerra fría o en los tiempos de la Alianza para el Progreso. Convendría que Petro sacara tiempo para leer el libro Imperio, de Michael Hardt y Toni Negri en el que el viejo concepto de imperialismo queda superado por la tesis planteada por los autores. En caso de que lo hubiera leído, resulta oportuno que le dé una repasada.

Eso sí, la epístola presidencial va con “vainazo” incluido contra Marco Rubio, cabeza visible del Departamento de Estado que de manera irresponsable se alineó con la perversa tesis de la derecha colombiana que indica que detrás del atentado contra el senador uribista, Miguel Uribe Turbay, estaría el gobierno Petro. En la ya referida comunicación se lee lo siguiente: “En contraste, sí me preocupa profundamente que, tras el atentado criminal contra el senador Miguel Uribe Turbay, se haya insinuado públicamente que la “retórica violenta” de esta Presidencia fue un detonante del ataque”.  El Tiempo, diario uribista, publicó este titular: Estados Unidos atribuye atentado de Miguel Uribe a la 'violenta retórica izquierdista'

Es de imaginar las dificultades que afrontó el presidente Petro para escribir o dictar el mensaje contenido en esta nota diplomática a juzgar por su postura anti gringa que claramente lo diferencia de los anteriores presidentes de la República que desde siempre asumieron a los Estados Unidos como un ejemplo de democracia y libertad, lo que explica sus conductas de sometimiento o sostenida capitulación a las caprichosas  pretensiones de los representantes del Tío Sam, esto es,  republicanos y demócratas.

La reculada de Petro termina con una invitación a “pasar la página de los malentendidos y mirar hacia adelante… este no es un llamado a la confrontación, sino a la responsabilidad compartida. La historia nos mira, y el juicio más severo será el del porvenir. Ojalá podamos estar a la altura de este momento”.

Ya veremos si el también lenguaraz y supremacista blanco que está sentado en la Casa Blanca, a lo mejor aconsejado por Marco Rubio, decide contestar la misiva,  pesar del tiempo transcurrido a su homólogo colombiano o si prefiere obviarla por considerarla tardía e inoportuna o porque viene firmada por un  “insignificante suramericano, exguerrillero y terrorista”. Que la carta no aparece, señalan desde USA. Lo más probable es que jamás respondan. No sería nada raro: Estados Unidos jamás responde, jamás asume responsabilidades porque a pesar de su evidente decadencia, siguen creyéndose los Amos del Mundo.  



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MIGUEL URIBE TURBAY: EL “PRESIDENTE MILAGRO” QUE NECESITA LA DERECHA

  

Por Germán Ayala Osorio

 

El atentado sicarial perpetrado contra Miguel Uribe Turbay viene siendo aprovechado política y moralmente por la derecha para culpar al gobierno Petro y consolidar la narrativa que indica que el ataque armado tiene una indiscutible connotación política asociada por supuesto a un sentimiento de “venganza” de la izquierda y el progresismo por los ataques políticos que efectuaba el senador uribista contra la figura de Petro y sus reformas sociales como la reforma laboral, pensional y a la salud.  

Con el denodado apoyo de la prensa hegemónica ese sector del espectro ideológico viene construyendo una especie “protomártir” de nuevo cuño, ambientado por la fe de cientos de miles de orantes-votantes que llegan a la clínica Fundación Santa Fe para pedir por su pronta recuperación y el regreso a la “vida política y electoral” por aquello de que el país lo necesita.

La “Carrera por la vida” convocada para pedir a Dios que Miguel Uribe Turbay supere los efectos de las heridas recibidas fue ante todo una actividad política atada a los sentimientos de la comunidad de creyentes que, camándula en mano, rechazan la violencia política y creen a pie juntillas que en este caso habrá un milagro y la consecuente consagración de Uribe Turbay como un “bendecido” por la gracia divina, condición suficiente para convertirse en presidente de la República en el 2026.

La revista Semana registró así el hecho: “La Carrera por la Vida nació como una respuesta ciudadana al atentado que dejó herido al precandidato presidencial Miguel Uribe, quien actualmente permanece en proceso de recuperación en la Fundación Santa Fe. El ataque armado generó una ola de indignación en todo el país, al tiempo que encendió las alarmas sobre el nivel de violencia política en Colombia.

Los rezos, plegarias y la Caminata por la Vida son los mecanismos políticos y morales con los que la derecha y en particular el uribismo necesitaba para despejar el camino electoral que hasta antes del atentado estaba enredado al interior de las mesnadas uribistas por cuenta de las simpatías populares que viene despertando el gobierno Petro. A dichos mecanismos se suma ahora la encuesta realizada por las firmas Guarumo y EcoAnalítica, que muestra a Uribe Turbay, del partido Centro Democrático, en el primer lugar de las preferencias de los eventuales votantes con el 13,7 %.

Lo interesante de la situación es que Uribe Turbay ya no sería el candidato o el títere de Uribe como lo fue Iván Duque Márquez, sino el enviado de Dios para “salvar al país de las garras del castrochavismo”. En las huestes uribistas aspiran a que ningún creyente-votante, de los cientos de miles que oran todos los días por la pronta recuperación del precandidato presidencial, se atreva a contradecir la voluntad divina, lo que inexorablemente se traduciría en millones de votos que asegurarían el triunfo electoral a la derecha. Los riesgos de meter a Dios en la política gravitan alrededor de la ética, de la libertad de cultos y del Estado laico por cuenta del regreso milagroso de Uribe Turbay a pesar de la gravedad de las heridas producidas por una pistola 9mm accionada a poca distancia. El riesgo es mayúsculo cuando al invocarse la protección de Dios en el Preámbulo de la Constitución Política de Colombia, la salvación de Uribe Turbay motivaría el rechazo de los agnósticos y ateos, entre otros. Sería un país distinto: más a la derecha, intolerante, de la mano de renovados fanáticos religiosos.  




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domingo, 22 de junio de 2025

JUAN DAVID, EL JOVEN QUE PROMETIÓ ASESINAR A PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La historia de Juan David es tan común en Colombia, que si no fuera porque en su corta vida se atravesó la figura de un presidente de la República, no habría trascendido jamás.  Este joven, que de acuerdo con el jefe del Estado no sabe leer, ni escribir, pero si odiar, prometió en redes sociales asesinarlo.

Sin mayor estructural moral y con una ética en ciernes, Juan David prometió “darle piso, acostarlo” o simplemente asesinar al presidente Gustavo Petro. Lo curioso es que ese sentimiento primario y violento de Juan David es compartido por cientos de miles de colombianos que desean lo mismo. Y contradictoriamente, entre estos malquerientes del presidente de la República muchos saben leer y escribir; incluso, tienen maestrías y doctorados; y hacen parte de ese grupo social que en Colombia se conoce como la “gente de bien”.

Dice el presidente que lo mandó a buscar para preguntarle por qué quería asesinarlo. Aunque no trascendieron las razones, ojalá el abrazo entre Juan David y Petro sirva como semilla para superar la animadversión política que desde el 7 de agosto de 2022 se tomó la discusión pública de asuntos públicos en este país que carga una larga historia de magnicidios y asesinatos de campesinos, defensores de DDHH y de la naturaleza.

El presidente Petro en su cuenta de X expuso lo siguiente: “Dijo por redes que me mataría donde me viera. Lo busqué y hoy le perdoné y lo abracé antes de hablar en público. Juan David fue abandonado por sus padres, no sabe leer ni escribir, me pidió perdón y lo abracé”.

El riesgo es que la ignorancia de Juan David y la inquina de los más estudiados suelen juntarse en la figura del niño, adolescente o joven sicario. En este caso se evitó, pero no sucedió lo mismo en el del precandidato presidencial, Miguel Uribe Turbay, atacado por un adolescente, al que llaman el “niño sicario”. Las historias de Juan David y Juan Sebastián Rodríguez Casallas, el joven sicario tienen muchas cosas en común. Al primero, el odio lo llevó a prometer lo deseado por muchos colombianos; al segundo, la promesa de dinero fácil y sin inquina hacia su víctima, lo convirtió en una figura ya usada en el pasado por la “gente de bien”.

 


Imagen tomada de la red X. 


viernes, 20 de junio de 2025

PETRO Y LA GRAN PRENSA: RELACIONES TORMENTOSAS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Las relaciones entre la prensa bogotana y el presidente de la República han sido tirantes desde el 7 de agosto de 2022, por dos razones fundamentales: la primera, porque el jefe del Estado es un consumado polemista acostumbrado a debatir y confrontar versiones y lecturas sin importar el bando desde donde se promuevan o difundan; y la segunda, porque por primera vez las más grandes empresas mediáticas decidieron fungir o se vieron obligados a actuar como agentes políticos en oposición.

Bajo esas circunstancias se entienden varios de los rifirrafes, correcciones y confrontaciones hechas por Petro a los periodistas de los medios corporativos. El más reciente de esos encontronazos ocurrió el 20 de junio. En su cuenta de X, el presidente de la República confrontó a Noticias Caracol por la información publicada en torno al caso Miguel Uribe Turbay.

Esto dijo Gustavo Petro: “en este momento estoy viendo la información de @NoticiasCaracol sobre el atentado al senador Miguel Uribe. Casi no veo televisión, ya no me gusta, pero si millones de colombianos. Y entiendo el mensaje subliminal, que enredan en información, sugieren que la fiscalía dijo que había un fin político. Eso no se puede decir, aún hoy, y aunque es una hipótesis de investigación, aún no se puede decir con certeza que haya fines políticos en el atentado y peor aún cuál interés políticos tendría el verdadero asesinoCaracol debe ser responsable con la sociedad colombiana. No se conviertan en heraldos de la muerte, sean heraldos de la vida y la verdad. Sean responsables”.

Más allá de si detrás del atentado sicarial contra el político uribista hay móviles políticos, lo cierto es que es inevitable pensar que la planeación y ejecución del ataque hace parte del propósito político-electoral de generar desazón y miedo en la población para finalmente recuperar la narrativa de la seguridad democrática a través de frases que se vieron impresas en pancartas y camisetas durante la Marcha del Silencio: “sin seguridad no hay paz”. De manera concomitante, varios políticos señalaron como responsable de la tentativa de homicidio al presidente Petro por su “discurso incendiario y provocador”.

Volvamos a los agrios enfrentamientos entre Petro y la gran prensa bogotana. La revista Semana, convertida en la plataforma ideológica y política del clan Gilinski, el 12 de mayo de 2023 tituló así una nota sobre el espinoso asunto: “El ataque de Gustavo Petro contra la prensa: una estrategia peligrosa que tiene encendidas todas las alarmas”. En el sumario del texto periodístico se lee que “el presidente convirtió a los medios de comunicación en el blanco de sus ataques. Su discurso atenta contra la libertad de expresión y la democracia”.

Según Semana y otros medios, al presidente no se le pueden criticar sus decisiones y mucho menos evaluar su gestión. La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) señaló que los mensajes del presidente Petro “…terminan restándoles credibilidad (a los medios); buscando presionar la agenda mediática para que aborde favorablemente su gestión; alimentando un discurso en el que la prensa es antagonista, y así abre la puerta a la criminalización de los medios.

Después del 7 de agosto de 2022, la prensa hegemónica, siguiendo las instrucciones de sus patrones, convirtieron al presidente Petro, a su familia y a su gobierno en un solo “objetivo periodístico”, lo que significó la implementación de un cubrimiento noticioso cargado de "mala leche" y una inusitada y jamás vista animadversión, resultado del clasismo, el racismo y la aporofobia que desde la prensa tradicional se impulsa desde los orígenes de la República.

Nunca la prensa tradicional se volcó para esculcar las decisiones de un gobierno. Por el contrario, los medios tradicionales fueron cómplices de gobiernos como los de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque Márquez. Con Uribe naturalizaron lo que se conoció como el unanimismo ideológico y político. Esas empresas mediáticas se hincaron ante el poder intimidante del político antioqueño. Con Santos mantuvieron la misma actitud complaciente. Y con Duque, periodistas de derecha como Néstor Morales (Blu radio) y Luis Carlos Vélez (de La FM) actuaron de forma complaciente y lo trataron como un amigo más, como un “parcero”, lo que significó el abandono de la actividad periodística, en particular de aquel principio de “molestar al poder”.

Los constantes encontronazos entre Petro y los periodistas de los medios hegemónicos se dan en medio de procesos de editorialización de las noticias y de la conversión de los reporteros, comentaristas y conductores de programas informativos en activistas políticos.

A pesar del llamado generalizado a “desescalar el lenguaje violento” al que han apelado el presidente Petro y los agentes más visibles de la Oposición mediática y política, lo más probable es que hasta el 7 de agosto de 2026 el jefe del Estado confrontará a los periodistas bien porque considere que están mintiendo, exagerando o haciendo lecturas parciales e interesadas de los hechos noticiosos.

Eso sí, el rol hasta ahora cumplido por los medios masivos expone con claridad que por razones políticas e ideológicas muchos de los periodistas que le hacen oposición al gobierno Petro corrieron la línea ética y por ese camino pusieron en cuestión la deontología de un oficio como el periodismo que siempre estuvo asociado a los sectores de poder económico y político que al igual que los directores, conductores y periodistas no imaginaron jamás que por primera vez en Colombia llegara a la Casa de Nariño un presidente progresista.

Es tan alto el nivel de pugnacidad entre Petro y la gran prensa bogotana que las audiencias no saben si el jefe del Estado es quien ataca a la prensa o es esta última la que puso en la mira lo que haga y deja de hacer el presidente de la República.


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miércoles, 18 de junio de 2025

DIOS Y PATRIA EN LAS ELECCIONES DE 2026

 

Por Germán Ayala Osorio

Hay asuntos que siempre aparecen de manera reiterada en las campañas electorales en Colombia. En el listado están la paz, la defensa de la Patria y los sempiternos procesos de negociación política con los grupos al margen de la ley que le disputan el control del territorio al Estado y retan su autoridad y legitimidad; también, los problemas que vienen atados a la operación de grupos armados ilegales (paracos y “guerrillas”) como el secuestro, la extorsión y los “paros armados”; así como el desempleo y la ya naturalizada corrupción público-privada.

Al escenario electoral de 2026 llegaría uno nuevo: la invocación a Dios. En ese aspecto ya candidatas y precandidatos empezaron a usar sus creencias religiosas para atraer votantes, en particular a aquellos que, camándula en mano, rosarios, velones y cuanta imagen de santos conocen han pasado por el improvisado altar que montaron a las afueras de la clínica Santa Fe para pedir por la recuperación del precandidato Miguel Uribe Turbay. Por supuesto que buscarán cautivar a otros cientos de miles que desde sus hogares ruegan al mismo Dios que salve al nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982).

Vicky Dávila y María Fernanda Cabal en varias ocasiones dejaron claro que comparten el mismo Dios y que su proyecto político está fincado en el poder divino para sacar adelante al país. Al mostrarse solidarias y apesadumbradas por lo sucedido con Miguel Uribe se acercan a los valores cristianos y a la misma iglesia católica.

La congresista del Centro Democrático y precandidata de esa colectividad gritó a voz en cuello que “… Colombia no se arrodilla a los violentos, Colombia no es socialista, somos un país libre, Dios nos hizo libres, el pueblo colombiano no es de Gustavo Petro”.

Entre tanto, la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco también aludió a Dios al momento de registrar su movimiento Valientes, plataforma con la que espera recoger firmas que avalen su candidatura. Esto dijo la periodista candidata: “por un país seguro, justo, por un país unido, ¡por un país valiente! ¡El Movimiento Valientes está aquí, y no nos detendremos! Dios nos protege y nos guía”.

Santiago Botero, el candidato antioqueño fue más lejos que Cabal y Dávila. Botero quiere ser presidente porque Dios le mandó un mensaje que él acogió como una obligación moral y patriótica para “salvar a Colombia”: “Dios me hizo un llamado para combatir el mal, hoy en día no es la izquierda contra la derecha, quiero que menos colombianos se quieran ir del país”.

Cuando se invoca a Dios y se incluye como parte de las ideas políticas, la razón y la fe entran en escena haciendo aún más complejo el diálogo político, la discusión de las propuestas en un escenario electoral ideológicamente crispado y violento. Quien exprese con mayor fervor su devoción y miedo a Dios quizás termine siendo elegido presidente o presidenta, lo que contribuirá a ahondar la crisis de la política y por esa vía a minimizar la posibilidad de que los colombianos discutan de manera razonada asuntos públicos que deben atenderse anteponiendo a la fe el conocimiento técnico y la razón argumental como factores claves para que las decisiones políticas no terminen contaminadas por fanatismos religiosos.

Al parecer, el presidente Petro ya se dio cuenta de que Dios jugará un papel clave en las venideras elecciones presidenciales y congresionales. La llegada del “Pastor” cristiano Alfredo Saade Vergel al gobierno en calidad de “jefe de gabinete” confirmaría que efectivamente viviremos una campaña presidencial “contaminada” por la Fe y las creencias en un poder sobrenatural.

Saade Vergel es un activista petrista que usó la religión y sus particulares creencias para disipar en el pasado los señalamientos que recaían sobre Petro por ser “ateo”. Esto respondió ante el llamado del jefe del Estado: “Gracias presidente @petrogustavo por su confianza. A Dios todo honor y toda gloria, a mis detractores los invito a tomar café, el país nos necesita para que el amor pueda vencer al odio. Levántate, Colombia cautiva de esperanza”. Saade propuso cerrar el Congreso e incluso medios de comunicación, muy seguramente con la bendición de su Dios.

 Cabal, Botero y Dávila, en nombre de Dios, ofrecen bala o balín; mientras que Saade, en nombre de la misma Deidad, quiere que el país "se levante", no sin antes cerrar el Congreso y los medios de comunicación. 

Imagen tomada de Infobae

martes, 17 de junio de 2025

SALVADAS LAS REFORMAS PENSIONAL Y LABORAL: TRIUNFOS AGRIDULCES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La aprobación de la reforma laboral y los subsanables vicios de trámite que encontró la Corte Constitucional (CC) en el texto de la pensional constituyen triunfos políticos amargos para el gobierno Petro, logrados en gran medida por la presión que ejerció sobre las fuerzas opositoras a dichas reformas el decretazo de la consulta popular. El jefe del Estado, en un nuevo consejo de ministros señaló que “lo que ha salvado la reforma laboral es que decidimos hacer una consulta, sino estábamos enterrados hace tiempo”.

Más claro: las bancadas de oposición en el Congreso y quizás los mismos magistrados de la CC entendieron que era mejor negocio aprobar la reforma laboral casi tal cual como había sido aprobada en la Cámara de Representantes y devolver la pensional para que en el legislativo se subsanen los vicios de forma, que afrontar una consulta popular que bien podría convertirse en un plebiscito que señaría la continuidad del proyecto progresista en el 2026.

La pregunta es: ¿Insistirá Efraín Cepeda en su tarea de torpedear la aprobación de dichas iniciativas? Lo cierto es que los grandes derrotados en la jornada de hoy son los partidos Centro Democrático, Mira y facciones del Conservador, Liberal y Alianza Verde. Quedarán en la memoria del país político las celebraciones de Paloma Valencia y demás congresistas en los momentos en que rompían el quorum y negarse a debatir las propuestas. Al final, el Congreso, como institución, perdió legitimidad y ganó en desprestigio.

Eso sí, en todo este tira y afloje entre los congresistas en oposición y el gobierno Petro se generó el ambiente de polarización política y crispación ideológica que terminó por ahondar sentimientos de animadversión entre las clases sociales, aprovechados muy bien por quienes planearon el atentado sicarial contra Miguel Uribe Turbay. Los autores intelectuales del ataque imaginaron muy bien lo que sucedería después de la agresión: se alborotó el clasismo, el racismo y la narrativa expresada en el estribillo escuchado en la Marcha del Silencio: “sin seguridad no hay paz”. Esa arenga empezó a darle un aire de viabilidad electoral a los candidatos y precandidatos interesados en meter miedo para vender seguridad… y ojalá democrática.

Será bajo ese ambiente de animosidad, alimentado por prácticas y los discursos clasista y racista, que los colombianos regresarán a las urnas para decidir si le dan continuidad al proyecto progresista o permiten el regreso de la derecha uribizada que le apostó todo el tiempo a mantener los estados de cosas inconstitucionales en los que deviene el país de tiempo atrás en materia de salud, pensión y trabajo.

De cualquier modo, el país perdió porque las figuras políticas más visibles y los periodistas vedettes “pelaron el cobre”: apelaron a los improperios y a las amenazas para hacerlas pasar como posturas políticas y editoriales legítimas. De esa manera, se negaron a dialogar, a deponer intereses. Y lo que es peor: sembraron odio entre sus seguidores.



El detrás de cámaras de la aprobación de la reforma laboral en el Senado: ¿Qué viene para la conciliación?

viernes, 13 de junio de 2025

A PROPÓSITO DE LA MARCHA DEL SILENCIO DEL DOMINGO 15 DE JUNIO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Llamar Marcha del Silencio a las movilizaciones que el Centro Democrático convocó para este domingo 15 de junio bien puede obedecer al interés de convertir el atentado sicarial contra Miguel Uribe Turbay en un acontecimiento político atado inexorablemente a un proceso de persecución ideológica y política adelantado por la izquierda en cabeza del gobierno Petro.  Más claro: el uribismo busca equiparar su Marcha del Silencio a la ocurrida en Bogotá en 1948, cuando Jorge Eliécer Gaitán Ayala organizó y lideró una movilización bajo ese nombre, en protesta por la persecución política encabezada por el gobierno de Mariano Ospina Pérez en contra los campesinos liberales.

En su informe, la Comisión de la Verdad se refiere en estos términos a la Marcha del Silencio convocada por Gaitán Ayala: “Ante el hostigamiento que vivían los gaitanistas y su impunidad, el 11 de abril de 1947 Gaitán le remitió al presidente Mariano Ospina y al ministro de Gobierno un «Memorial de Agravios». Pero la violencia era tanta que el 7 de febrero de 1948 Gaitán convocó su famosa Marcha del Silencio, probablemente la manifestación ciudadana más multitudinaria de la historia de Bogotá, si se toma en cuenta su tamaño en ese momento”.

Sin duda alguna, dicha pretensión del uribismo es una exageración política e histórica en la medida en que hay circunstancias que hacen pensar que el atentado contra el precandidato conservador Miguel Uribe Turbay pudo ordenarse desde las mismas mesnadas de la derecha para afectar la legitimidad y la gobernabilidad del gobierno progresista que encabeza Gustavo Petro, un caudillo tan popular como lo fuera en su momento el inmolado líder del partido liberal, Jorge Eliécer Gaitán.

Convertida la Marcha del Silencio del 48 en un referente histórico de la violencia política desatada en la época, su escritura entre altas y bajas representa una forma de reconocimiento por su importancia histórica, hasta el punto de que su forma escritural se asemeja a las diferencias que hay cuando se hace referencia a la violencia como práctica sociopolítica y a la Violencia como la etapa sangrienta protagonizada por liberales y conservadores. De allí que no sea lo mismo escribir Marcha del Silencio o Marcha del silencio.

Varios titulares de prensa ayudan a que el objetivo político de esta “nueva” Marcha del Silencio se cumpla. Otros, por el contrario, reducen el sentido de las movilizaciones al hecho criminal en el que está comprometida la vida del senador del Centro Democrático. Veamos algunos ejemplos, que dan cuenta de unas lecturas ambiguas de parte de los editores. Caracol radio tituló así una nota: “Marcha del Silencio por la vida de Miguel Uribe: hora, ciudades y puntos de movilización 15 de junio”.

Entre tanto, W radio le apostó a validar la dimensión histórica que el pretende dar el uribismo. El titular y la bajada dicen: “Marcha del silencio en Bogotá y más ciudades: Fecha, horarios y razones de la manifestación”. “El próximo domingo 15 de junio se llevarán a cabo una serie de manifestaciones en distintas ciudades del territorio colombiano como una muestra de rechazo a la violencia y el terrorismo”. Aunque W radio escribió sin mayúscula la palabra silencio, quizás en un intento por no hacer referencia a la Marcha del 48, en el resumen de la nota periodística aporta a la consolidación de una narrativa catastrofista al momento de señalar que las movilizaciones del domingo se dan en rechazo a la violencia y el terrorismo, como si estas prácticas hicieran parte de un proceso del cual el atentado contra el precandidato conservador deviene con un carácter cruelmente ejemplarizante.

Noticias Caracol y El Colombiano son dos medios que hacen parte de la cofradía mediática que le viene haciendo oposición política al gobierno Petro. Sus titulares son similares. El noticiero privado tituló así una nota: “Marcha del Silencio el domingo 15 de junio: los puntos de concentración en Bogotá y otras ciudades”. Nótese que Caracol Noticias usa la misma nomenclatura con la que históricamente los colombianos recuerdan la movilización ocurrida en Bogotá en 1948. En la “bajada o resumen” del mismo texto informativo se lee que “la marcha es convocada por el Centro Democrático, como rechazo al atentado contra el precandidato Miguel Uribe Turbay, quien permanece en estado crítico en la Fundación Santa Fe de Bogotá”. El periódico antioqueño, entre tanto, tituló así su texto informativo: “Marcha del silencio: puntos de concentración y horarios de la manifestación en solidaridad con Miguel Uribe”.

Más allá de las suspicacias que surgen del uso de las mayúsculas al momento de nombrar las movilizaciones programadas para el domingo 15 de junio, lo cierto es que llamar Marcha del Silencio a la jornada de protesta es en sí mismo un acto político cuyo carácter se pretende minimizar e incluso ocultar por las manifestaciones de pesar y las cadenas de oración en favor de la vida del senador atacado.




lunes, 9 de junio de 2025

NUEVE PARTIDOS DESCONOCEN AL PRESIDENTE PETRO COMO GARANTE ELECTORAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El respeto por la democracia, las instituciones y las institucionalidades derivadas es una de las banderas políticas que la derecha ha agitado desde cuando llegó a la Casa de Nariño Gustavo Petro Urrego. Eso sí, evitan recordar que con la reelección presidencial inmediata de Álvaro Uribe Vélez se afectaron el equilibrio de poderes y la democracia misma. El país no olvida que aquel cambio en la constitución política se dio gracias a que se compraron los votos de Teodolindo Avendaño y Yidis Medina.

Sus más visibles voceros insisten con esa proclama a propósito de la decisión presidencial de decretar la consulta popular que, de acuerdo con las interpretaciones de varios juristas, desconoce que el Senado negó ese llamado al pueblo para votar las 12 preguntas que propuso el Gobierno.

Después de los llamados a “bajarle a la pugnacidad política y en particular al lenguaje violento”, a raíz del atentado criminal contra el precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, el gobierno Petro convocó a los partidos políticos que le hacen oposición a una reunión para activar la Comisión Nacional para la Coordinación y Seguimiento de los Procesos Electorales. Los voceros y dirigentes de los partidos Liberal, Conservador, Cambio Radical, de la U, Mira y Centro Democrático, entre otros más, se negaron a participar en dicha convocatoria institucional.

Por el contrario, optaron por reunirse en privado para expresarle al gobierno y al país que “no reconocen al presidente Petro y al ministro del Interior, Armando Benedetti, como garantes del proceso electoral”. Semejante actitud política deja ver la incoherencia de los 9 partidos que hoy desconocen al presidente de la República y a su ministro del Interior como figuras institucionales confiables y legítimas para liderar el proceso electoral y garantizar la seguridad de todos y cada uno de los precandidatos presidenciales; se trata de una postura que niega la búsqueda de un diálogo interinstitucional que coadyuve a disminuir la tensión política y la crispación ideológica.

Ante semejante actitud beligerante, el exembajador Roy Barreras exhortó a los partidos políticos a morigerar el lenguaje y evitar ahondar en la polarización política. En su cuenta de X, Barreras señaló: “invito de nuevo respetuosamente a los partidos de oposición a sumarse al propósito nacional de cuidar el lenguaje: la oposición puede expresar que <<no siente garantías>>, están en su derecho, pero nadie en democracia puede decir que <<no reconoce>> la institución presidencial. Prediquemos con el ejemplo. Seamos cuidadosos con las palabras que pueden ser mal interpretadas por quienes no quieren la estabilidad de Colombia, sino llevar al país al caos”.

Invitar al Procurador General de la Nación para que juegue como garante y puente entre los 9 partidos y el Gobierno no minimiza el daño que le infringen a la institucionalidad presidencial y a la comisión electoral misma. ¿Qué sigue? ¿Acaso invitar a que las FFAA desconozcan la autoridad y legitimidad de su comandante supremo, el presidente de la República?

 Sin duda alguna, esas 9 colectividades le dieron un portazo a la reconciliación, pero sobre todo, golpearon con dureza su propia proclama: al final, terminaron por afectar la democracia y sus instituciones. Eso se llama incoherencia política, fruto de la animadversión que les produce ver a Petro en la Casa de Nariño. 



¿EL ATAQUE SICARIAL CONTRA MIGUEL URIBE TURBAY ES UN ATENTADO CONTRA LA DEMOCRACIA?

 

Por Germán Ayala Osorio

Políticos y medios de comunicación coincidieron en calificar el ataque sicarial contra Miguel Uribe Turbay como un “atentado contra la democracia”. El Espectador abrió su versión impresa con ese titular, fondo negro y la imagen del congresista víctima del niño-sicario.

Sin duda alguna hay que condenar el ataque criminal del que fue víctima el congresista y precandidato presidencial del Centro Democrático (CD), pero decir que se trata de un “atentado contra la democracia” resulta a todas luces una exageración fruto quizás del deseo interior de quienes así lo consideran, de ir sumando opiniones hasta consolidar la narrativa que indique que el camino para enfrentar semejante desafío es convocar a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). O simplemente para hacer viable la propuesta de “parar” varias instituciones, entre ellas el Congreso, mientras se recupera de sus heridas el precandidato y se entra en una profunda reflexión colectiva. Ambas acciones van acompañadas de dos ideas: la primera, que “no hay quien gobierne en Colombia” y la segunda, que quien está en la Casa de Nariño es responsable del atentado por su condición de “enemigo” del congresista atacado.

También es posible indicar que el calificativo está inexorablemente atado al sector de poder tradicional que representa Uribe Turbay, lo que obliga a quienes son afines a las ideas de la derecha que él representa, a fustigar el hecho delictivo dándole esa connotación institucional superior que además de efectista, le facilita a quienes por primera vez en la historia les tocó actuar como oposición, a señalar al primer gobierno de “izquierda” como responsable político del atentado. “Le exigimos garantías al Estado y al gobierno Petro” es la consigna que acompaña a la idea de que estamos ante un “atentado contra la democracia”.  Hasta donde se sabe, el país sigue adelante, las instituciones públicas y privadas siguen operando normalmente y no se han cercenado derechos y libertades y mucho menos se declaró una emergencia que nos acerque a lo que vivió el país por cuenta de la aplicación del Estatuto de Seguridad durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala, el abuelo de Miguel Uribe.

En lo corrido del 2025 van 73 líderes asesinados en el país, pero se trataría, a la luz de la lectura hecha por medios y políticos frente al ataque contra Uribe Turbay, de hechos de violencia política poco relevantes y de una connotación institucional inferior en la medida en que no se afecta la operación de la democracia y de las instituciones que funcionan bajo los principios, protocolos y parámetros reconocidos bajo esa nomenclatura y régimen de poder. Tampoco se habla de “magnicidios” por cuanto las vidas de los líderes caídos no alcanzan el reconocimiento social y político que acompaña la existencia de Miguel Uribe Turbay. Detrás del calificativo en cuestión hay una lectura de clase que no se puede negar y que dice mucho de una sociedad que aprendió de manera temprana que hay ciudadanos de primera, segunda, tercera, cuarta y hasta de quinta categoría.

Resulta apenas “normal” que miembros de la clase política y las empresas mediáticas no se les ocurra calificar como ataques contra la democracia esos 73 crímenes, dado que el lugar político en el que gravitaron las vidas de los líderes ultimados está alejado de las vanidades del poder bogotano, asociadas por supuesto a la existencia de lo que se conoce como el Establecimiento.

Cuando el helicóptero en el que viajaba el entonces presidente Iván Duque Márquez fue atacado a tiros, El Espectador tituló así lo ocurrido: Es un atentado a la democracia”: congresistas tras ataque al presidente Duque.  Se trata de un título de cita diferente al que acompaña la imagen de Uribe Turbay en la “tapa” de la versión impresa del diario bogotano. En esta ocasión es el diario capitalino el que califica de manera directa lo ocurrido, buscando con ello efectos políticos e ideológicos que terminan siendo nocivos para la gobernabilidad y la legitimidad del actual gobierno.



Tapa de El Espectador en su versión impresa. 

domingo, 8 de junio de 2025

¿ES POSIBLE SUPERAR LA POLARIZACIÓN?

Por Germán Ayala Osorio

 

A raíz del atentado sicarial perpetrado en contra del precandidato presidencial del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, la prensa hegemónica viene insistiendo en la narrativa con la que se llama a todos los colombianos a “bajarle a la polarización desescalando el lenguaje violento” al que han apelado diversos agentes periodísticos, empresariales y políticos en representación del gobierno Petro y de quienes le hacen oposición. De uno y otro lado apelaron al “sicariato moral” como instrumento deslegitimador y eficaz alimento en procesos de anulación moral y/o eliminación física del adversario.

El llamado de empresas mediáticas como Noticias Caracol podría resultar plausible y sincero si dejaran de invitar a voceros de la derecha a responsabilizar al presidente Petro del atentado, en razón a las maneras como se viene refiriendo a sus contradictores. En su más reciente alocución llamó “ratas de alcantarilla” a quienes justamente están sacando provecho político y electoral del ataque contra el congresista uribista, señalando con el dedo índice al jefe del Estado como incitador a la violencia que hoy tiene entre la vida y la muerte al senador Uribe Turbay.

Junto a esa narrativa emergen llamados a la paz, a la reconciliación, al respeto a la diferencia, al diálogo y a la búsqueda de consensos. Nadie niega que ese es el norte, la salida y el camino para superar los enconados enfrentamientos políticos e ideológicos que se agudizaron cuando llegó a la presidencia el primer presidente de “izquierda” o quizás el más genuino representante del progresismo.

Cuando esos nobles objetivos societales son recogidos y abanderados por el periodismo tradicional suelen quedarse en meros anuncios y con el tiempo se convierten en frases de cajón. Y resulta así porque nadie expone cuáles serían las bases ético-políticas y morales para edificar lo que bien podría llamarse un nuevo amanecer para Colombia. Hace rato el país necesita de un cambio cultural (civilizatorio) que le permita proscribir el ethos mafioso que la sociedad naturalizó y superar las taras que como colectivo arrastramos.

En esta columna propongo elementos que podrían tenerse en cuenta para construir esos pilares y conducir al país hacia estadios civilizados y modernos propios de sociedades que con el tiempo aprendieron a tramitar sus diferencias y conflictos por la vía del diálogo, superando de raíz la doctrina de amigo-enemigo que en Colombia prosperó entre el 2002 y el 2022.

1.   Decirnos la verdad. El primer elemento tiene que ver justamente con reconocer responsabilidades políticas y ojalá judiciales en torno a hechos de corrupción público-privada de especial impacto y recordación pues estos son la base de la actual molestia social y el origen del enfrentamiento ideológico y político entre el gobierno Petro y los sectores de poder tradicional que él llama oligarquía. Lo que ha hecho el presidente de la República es construir un relato moral en el que la izquierda y el progresismo se erigen como los únicos faros impolutos dentro de una sociedad como la colombiana que deviene de tiempo atrás confundida moralmente. Esa visión de Petro está atada a un carácter de supremacía que entra en colisión con los hechos de corrupción que ya tocan a varios de sus ministros y por supuesto que choca con el poder mediático, económico y político acumulado por las élites, los clanes y las familias “dueñas” del país y de sus dinámicas económicas. En este punto es importante que el país conozca los orígenes de las millonarias fortunas de los expresidentes y de personalidades empresariales, incluidos los banqueros sobre los que pesan cuestionamientos y sanciones internacionales.  Se trata de que cada uno pida perdón al país y por esa vía reconstruir la confianza y volverse ejemplo para una sociedad que se quedó sin referentes.

2.   Nuevos liderazgos. Los “ismos” de la política sirven para explicar los procesos continuados de la captura mafiosa del Estado, liderada por quienes asumieron el ejercicio de la política como una forma de hacer negocios y acumular riqueza. Quizás sea tiempo de que los expresidentes se retiren a cuidar sus nietos y a disfrutar de sus fortunas, mal habidas o no. Hay un evidente cansancio alrededor de la vigencia y la injerencia de políticos como los expresidentes César Gaviria, Álvaro Uribe, Iván Duque y Juan Manuel Santos, sobre los que pesan graves señalamientos y cuestionamientos ético-políticos y morales. Los 20 años de uribismo son una fuente de polarización ideológica y política y un recurso válido para el presidente Petro en su tarea de imponer la narrativa supremacista que lidera en nombre del cambio.

3.   El oficio periodístico. Al haberse consagrado como actores políticos, los medios de comunicación ajustaron la tarea de informar a los intereses económicos y políticos de sus propietarios. No es posible “bajarle a la polarización desescalando el lenguaje violento” sin que los periodistas y las empresas mediáticas modifiquen sus lógicas informativas. El discurso periodístico-noticioso es por naturaleza moralizante lo que contribuye a que los niveles de crispación ideológica escalen a expresiones y actos de violencia política como el atentado que sufrió el señalado precandidato presidencial. Los primeros que deben desescalar el lenguaje son los periodistas de emisoras como Blu radio, La FM, La W; de igual manera, los más visibles columnistas y reporteros de medios como Semana, El Tiempo, El Espectador, El País de Cali y El Heraldo; los noticieros de televisión RCN y Caracol deben también entrar en una revisión profunda de sus lógicas y maneras de cubrir los hechos noticiables.  

Así las cosas, el nuevo amanecer para Colombia que se intuye del llamado a “bajarle a la polarización política” quedará reducido a acuerdos políticos de corto plazo, la adopción de medidas de seguridad y ofrecimientos de garantías electorales y uno que otro golpe de pecho como el que hizo recién la canciller Laura Sarabia; pero en el fondo, seguiremos odiándonos en las calles y en las esferas de poder político y económico. Por lo pronto, no creo que sea posible bajarle a la polarización política y a los enfrentamientos ideológicos.



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¿QUÉ HAY DETRÁS DEL ATENTADO CONTRA MIGUEL URIBE TURBAY?

 Por Germán Ayala Osorio

 

En el atentado criminal contra Miguel Uribe Turbay hay elementos que hacen pensar en que la planeación del ataque está atada a un grupo de poder interesado en generar caos y desestabilizar al gobierno y por esa vía condicionar las decisiones de los votantes en el 2026: el primero de esos elementos es la participación de un menor de edad como el autor material. Pasó en el crimen contra Carlos Pizarro Leóngomez: su victimario fue un joven de 18 años. Recordemos que el sicario que asesinó al ministro Lara Bonilla tenía 16. El uso de menores de edad hace parte de la estrategia. Si el Estado no cuida la vida del muchacho, quienes lo contrataron intentarán asesinarlo.

El segundo elemento, asociado al primero, tiene que ver con el equipo de seguridad. El presidente Petro en su alocución habló de la necesidad de investigar a sus miembros por los errores que se pudieron haber cometido en la tarea de proteger al precandidato presidencial. La cercanía del victimario al candidato, el arma utilizada, su origen y capacidad de daño hacen pensar en que detrás hay una estructura ilegal con íntimas relaciones políticas.

El tercer elemento está atado a la actual coyuntura política y electoral y al ambiente de polarización. Es posible que desde la extrema derecha se haya ordenado atentar contra la vida del congresista para producir efectos políticos y electorales contrarios a los intereses de la izquierda o el progresismo. ¿Por qué Miguel Uribe Turbay? La respuesta es sencilla: por ser nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala, el atentado adquiere una dimensión política superior justamente porque se trata de un hijo del Establecimiento. Además, porque el senador es un férreo defensor de Uribe, de la seguridad democrática y un fuerte contradictor de Petro. El ataque sicarial es visto como un “atentado contra la democracia”, lectura que los autores intelectuales del atentado esperaban que se diera. Aunque quizás esperaban que el país estuviera hablando de un magnicidio.  Uribe Turbay será ascendido a la condición de víctima, lo que lo pone directamente en la carrera presidencial como parte del reconocimiento político y social que recibirá por haber sobrevivido a un atentado de esa naturaleza.

En el corto plazo se afecta la consulta popular y la decisión presidencial de decretarla y en el mediano plazo se enrarecen las elecciones de 2026. Incluso, no se puede descartar que se hagan llamados desesperados a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), escenario en el que la derecha confía para modificar la Carta de 1991 para quitarle el carácter garantista y moderno que desde siempre les molestó. y regresarnos al talante de la Constitución de 1886. Para lograr esos efectos se necesita de una narrativa que con la ayuda de los medios masivos de información se consolide y naturalice: “El gobierno de Petro es responsable del atentado. No hay garantías para el debate político y al frente del Estado está un presidente que escupe odio. Recuperar la Casa de Nariño en el 2026 es el imperativo moral tanto para los que están detrás del atentado criminal, como para los agentes de la derecha tradicional que están pescando en río revuelto”.

Un cuarto elemento emergerá atado a las investigaciones que adelanten las instituciones del Estado, a la hipótesis más consistente y a las primeras declaraciones que dé el joven sicario. Lo más probable es que el país no conozca la verdad, lo que supone no conocer la identidad de los autores intelectuales. Se supone que hay una larga cadena de involucrados que manejan fragmentos de la operación lo que garantiza que los autores intelectuales se mantengan en la sombra. El sector del Establecimiento que conoció del atentado desde ya estará moviendo relaciones y desarrollando acciones en las instituciones previamente infiltradas o capturadas conducentes a desviar o torpedear las investigaciones y la transparencia de estas a pesar de la orden presidencial de actuar con transparencia y diligencia. No se descarta que vengan retaliaciones y otros hechos violentos. Si la sensación de caos disminuye, es posible que se den otros hechos repudiables.

Y como quinto elemento está el trabajo efectista del periodismo bogotano. Desde anoche mismo empezaron a posicionar las intrigas y señalamientos contra el gobierno, lo que minará la confianza ciudadana en el proyecto progresista de cara a “reelegirlo” en el 2026. La polarización política y la crispación ideológica no cesará por cuenta del atentado. Por el contrario, quienes están detrás de la empresa criminal saben muy bien que pueden contar con ese periodismo que divide y que le apuesta a exacerbar los enfrentamientos políticos. Vendrán filtraciones, quizás crímenes al interior de la organización, hipótesis y se seguirá responsabilizando a Petro y al gobierno de lo sucedido. Al final de cuentas, la extrema derecha y la derecha institucional y tradicional comparten el mismo interés: hay que recuperar, como sea, la Casa de Nariño en el 2026. Y las empresas mediáticas también son hijas del Establecimiento, circunstancia que las obliga a mantener viva la polarización política e ideológica.



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sábado, 7 de junio de 2025

ATENTADO CONTRA MIGUEL URIBE TURBAY: ¿CULPA DE PETRO?

Por Germán Ayala Osorio

 

Pocas horas después del atentado del que fue víctima el precandidato presidencial del Centro Democrático (CD), Miguel Uribe Turbay, empresas mediáticas como Noticias Caracol y agentes políticos se dieron a la tarea de crear la narrativa con la que se busca responsabilizar directamente al presidente Petro del ataque sicarial que sufrió uno de sus más enconados detractores políticos.

La polarización política y la crispación ideológica por la que atraviesa el país desde el plebiscito por la paz de 2016 alcanzó el 7 de agosto de 2022, con la llegada de Petro a la Casa de Nariño, inesperados y violentos niveles de animadversión e intolerancia política, expresados desde todas las orillas ideológicas y sectores de poder. El sicariato moral ha sido la herramienta predilecta para descalificar al adversario político bien por su orientación sexual, el presunto consumo de sustancias psicoactivas, así como cuestionamientos ético-políticos por la pertenencia a poderosas familias y clanes cuestionados por hacer parte del Establecimiento o responsables de millonarios desfalcos al erario, entre otros hechos públicos calificados como inmorales.

Noticias Caracol abrió los micrófonos a Enrique Peñalosa, al expresidente Andrés Pastrana y al presidente del Senado, Efraín Cepeda, para que aportaran sus juicios de valor a la consolidación de la perversa narrativa con la que claramente se busca generar un clima de confusión y crisis de gobernabilidad y legitimidad que podría terminar en un llamado a una Asamblea Nacional Constituyente por parte de la derecha. El ataque sicarial nos devuelve al momento histórico que vivió el país a finales de los años 80 cuando fueron asesinados tres candidatos presidenciales: Pizarro, Jaramillo y Galán; así como el líder de la UP, José Antequera.

Peñalosa, Pastrana y Cepeda señalaron de manera directa al presidente Petro como responsable político del atentado contra Uribe Turbay por considerar que el jefe del Estado no brinda garantías a la Oposición, estigmatiza y descalifica a sus críticos y porque rompió el equilibrio de poderes con su decisión de decretar la consulta popular.

En lugar de intentar bajarle a la polarización y a la desazón y rabia que ya genera el atentado que sufrió el congresista del CD, el noticiero en mención apeló a un ejercicio periodístico que estimula sentimientos de odio. El lenguaje periodístico lo usó el director de Noticias Caracol para exacerbar el ambiente de crispación, para luego terminar haciendo un llamado a “bajarle” a la violencia verbal desatada entre el Gobierno y la Oposición.

Si se van a establecer responsabilidades políticas por este hecho criminal, los primeros que deberían de hacer un acto de contrición son las empresas mediáticas y sus más visibles periodistas, quienes han aportado en gran medida al intolerante clima político-electoral que se respira en el país. Titulares tendenciosos, tratamientos sesgados y fake news han hecho parte del repertorio mediático.

Personajes como Francisco Santos, María Fernanda Cabal y Efraín Cepeda no dudaron en culpar a Petro del atentado. En sus cuentas de X, la más sórdida de las redes sociales, dijeron lo siguiente, en su orden: “el atentado contra Miguel Uribe tiene nombre propio: @petrogustavo Incendió el país con sus acciones y discursos y esta es la primera consecuencia”. Entre tanto, la precandidata del CD espetó que “no nos van a silenciar ni arrebatar la democracia los violentos. Esto es consecuencia del ambiente de odio y estigmatización que ha promovido el gobierno de Gustavo Petro contra quienes pensamos distinto”. Y finalmente, el presidente del Senado, enconado enemigo de Petro señaló que “el presidente Petro ha conducido al país a un abismo que jamás imaginamos que volveríamos a enfrentar. Su manera de dividir y señalar interpretada por grupos criminales como una señal que incentiva la violencia”.

Del atentado se desprenden dos teorías: la primera, que indica que el ataque sicarial fue perfectamente planeado por un sector de poder económico y político que sabía que, una vez ocurrida la agresión, la reacción de medios y de la Oposición serviría al propósito de generar caos, una incontrolable crisis de gobernabilidad y evitar que el gobierno convoque a la consulta popular. Y la segunda y quizás la menos probable, señala que se trataría de un ataque sin motivaciones políticas y apenas justificado por razones de odio de parte del sicario.

Pronta recuperación para el precandidato y un rechazo vehemente al trabajo periodístico de Noticias Caracol y a las reacciones de los políticos que, claramente, están pescando en río revuelto.



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jueves, 22 de mayo de 2025

CANDIDATAS PRESIDENCIALES HACEN EL RIDÍCULO


Por Germán Ayala Osorio

Ver cada cuatro años a los candidatos presidenciales haciendo “monerías”, bailando, degustando comida callejera, abrazarse con ciudadanos del común, cargar bebés y acercarse a los pobres hace parte de las estrategias para “convencer” a los electores que ellos hacen parte del pueblo. Sin duda alguna, se trata de estratagemas que configuran formas de burla y manipulación política de aquellos candidatos que tienen ya su vida asegurada y llena de privilegios que contrastan con las precariedades y las afugias diarias de las personas con las que se abrazan y sonríen con el doblez propio de quienes siguen el libreto que les entregan sus asesores.

Por estos días la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila aparece en las redes sociales con videos en los que canta en medio de cafetales, tratando de parecerse a la Gaviota protagonizada por Margarita Rosa de Francisco; en otro, baila como lo hizo en su momento el entonces candidato presidencial, Óscar Iván Zuluaga. Al final, Zuluaga quedó como un viejo ridículo, un “cocacolo” tratando de vender una imagen “fresca” enfrentada a su nulo carisma y a su amargo rictus; hemos visto a Dávila de Gnecco saludando de mano, de manera confianzuda, a soldados y policías y hasta ordeñando una vaca, simulando tener simpatía por la vida campesina. Su desprecio por los miembros de la fuerza pública lo dejó ver cuando dijo que al otro día de resultar electa, todos los procesos de paz se acaban. Como buena uribista y por ser “la mona preferida” del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe, solo sabe ofrecer bala, bala y bala, lo que implica mandar a morir a los policías y militares que saludó.

Se trata de actividades electoreras que dan cuenta de su intención de “bajarse o rebajarse” al nivel de aquellos que desde el discurso elitista hacen parte de las comunidades de subalternas a las que ella aspira a “sacar adelante” a pesar de su clasismo y arribismo. Al final, y de acuerdo con su discurso neoliberal, esos subalternos seguirán padeciendo las angustias y los problemas generados por unas élites familiares que actúan con el “señorío” natural de los señores feudales a los que les disgusta tener que interactuar con la indiamenta.

Se trata de actuaciones que rayan con la hipocresía dado que la señora, emparentada con el clan Gnecco, ha dado muestras de clasismo, racismo y desprecio por lo popular. Baste con recordar cuando se burló del abogado Miguel Ángel del Río por haber trabajado de azafato. Esto dijo en su cuenta de X, la periodista-periodista: “El azafato que se volvió abogado y no hace sino perder sus casos. ¿Ya devolvió los 50 millones de pesos que le cobró al Coronel Oscar Dávila que murió por cuenta de las chuzadas a Marelbys Meza?”

En la misma línea electorera y ridícula aparece la senadora María Fernanda Cabal, ficha del uribismo. Cabal se ha hecho grabar degustando empanadas y lechona, comidas callejeras que claramente no disfruta. En los videos se nota a leguas el desprecio o por lo menos el miedo que le produce pensar cuál sería el origen y la calidad de lo que se comió. 

Cabal y Dávila creen, junto con sus equipos de asesores, que “juntarse” por unos minutos con agentes de la cultura subalterna les da la legitimidad suficiente para ser vistas y aceptadas como las candidatas del pueblo. Lo contradictorio del asunto es que critican todo el tiempo las medidas y el carácter populista de Petro, pero con sus bailes y degustaciones caen en lo que bien puede llamarse como el “populismo electorero”. Creo que sus asesores deben estar pensando en proponerles ir a dormir a la casa de una familia humilde como hizo Petro en campaña.

Vicky Dávila y María Fernanda Cabal seguirán “untándose” de pueblo y de lo popular como estrategia para ocultar que no tienen un programa de gobierno serio y consolidado. En sus salidas se limitan a hablar mal de Petro y a ofrecer rebajas de impuestos a los más ricos, incluida la eliminación del impuesto a las comidas ultra procesadas. Estas dos “tigresas” de Uribe seguirán haciendo el “oso”, porque es preferible hacerlo, que dejar ver sus vacíos conceptuales y la vileza de sus ideas políticas. 




VICKY DAVILA ORDEÑANDO UNA VACA - Búsqueda Imágenes

sábado, 3 de mayo de 2025

LA MOTOSIERRA Y LA ESPADA DE BOLÍVAR

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El expresidente Álvaro Uribe Vélez conminó, con algo de hipocresía, a los precandidatos presidenciales de su partido a evitar el uso de los términos “motosierra y dar de baja”, por toda la carga negativa que acumulan por estar atados a la aplicación de la temida política de seguridad democrática. El llamado de atención a sus “muñecos presidenciables” se dio en el marco de los encuentros políticos en los que Paloma Valencia, María Fernanda Cabal, Paola Holguín, Andrés Guerra y Miguel Uribe Turbay exponen sus ideas políticas y las ganas de obtener el guiño de su patrón.

La motosierra representa a los crímenes perpetrados por los paramilitares con la anuencia de miembros uribizados del Ejército nacional que extendieron y aplicaron la doctrina del enemigo interno a políticos, periodistas, defensores de derechos humanos y del ambiente, así como a jóvenes pobres que terminaron asesinados por balas oficiales, práctica que se conoció como los “falsos positivos”. Sin una declaratoria oficial, la motosierra fue el símbolo con el que la derecha se hizo legítima durante uno de los periodos más aciagos para el Estado de Derecho y la democracia en Colombia: entre el 2002 y el 2010.

La simpática exhortación del expresidente y expresidiario se da días antes de que el presidente Gustavo Petro desenvainara la espada de Bolívar como símbolo de unidad popular y reivindicación social y laboral de los sectores de la población sometidos al extendido proceso de precarización laboral que Uribe Vélez consolidó en sus ocho años de gobierno.

Así las cosas, la opinión pública y el país político ven en la arena pública a dos disímiles formas simbólicas: la motosierra y la espada de Bolívar. La primera es el símbolo inequívoco de que la penetración paramilitar en el Estado durante los gobiernos de Uribe naturalizó la violencia política e ideológica ejercida por las AUC y aplaudida por empresarios, curas, políticos, deportistas e intelectuales orgánicos, agentes todos de las huestes uribistas. Entre tanto, la segunda es el símbolo de la emancipación, de la libertad y el cambio que el presidente Petro, en su calidad de caudillo popular, busca con su proyecto político progresista.

La motosierra da cuenta de una compleja coyuntura social y política en la que la vida de cientos de miles de ciudadanos fue subvalorada y despreciada para facilitarle el trabajo a los paras que operaron dichas sierras para “cortarle” las cabezas a los ciudadanos previamente calificados como indeseables y enemigos de la Patria y de la seguridad democrática.

Por el contrario, la espada de Bolívar da cuenta de un momento histórico con el que se busca reivindicar el valor de la vida de todos los ciudadanos, sin importar sus orientaciones políticas. El sable del Libertador que el presidente Petro desenvainó simboliza el abandono del miedo y el terror como política estatal y paraestatal en los tiempos en los que criticar al gobierno de Uribe se asumió como una actividad cercana a la sedición y al terrorismo.

Por más que la derecha y los medios de información hegemónicos asuman la exposición de la espada de Bolívar como un gesto amenazante de parte del presidente de la República, esos sectores de poder social, político y económico saben que la vida y los derechos fundamentales de sus más visibles agentes jamás estarán en riesgo. Si la derecha regresa al poder en el 2026 no se descarta que la motosierra vuelva a ser usada como instrumento biopolítico y símbolo inequívoco del retorno del uribismo a la Casa de Nari. Por el contrario, si el proyecto progresista logra reelegirse, la espada de Bolívar  podrá regresar a la Quinta de Bolívar o mantenerse en el Palacio Presidencial como símbolo de la superación de la mayor tara civilizatoria que como sociedad exhibimos: el uribismo. 



Caricatura de Matador. 

martes, 15 de abril de 2025

FRAUDE ELECTORAL EN ECUADOR Y ELECCIONES EN COLOMBIA

 

Por Germán Ayala Osorio


Después del fraude electoral ocurrido en Venezuela y la sospecha de que en el Ecuador acaba de pasar lo mismo, el riesgo de que ocurra algo parecido en las elecciones de 2026 en Colombia se acrecienta. En las huestes del petrismo ya están prendidas las alarmas. Y es que el convulsionado ambiente internacional y la crispación política al interior del país hacen pensar en que la derecha le apostará a recuperar la Casa de Nariño a como dé lugar, así toque hacerlo de manera fraudulenta. De ocurrir un fraude electoral en el 2026, la élite hegemónica colombiana da por descontado que contarán con el respaldo de los gringos.

El rápido reconocimiento que hizo el gobierno de los Estados Unidos del triunfo de Daniel Noboa, a pesar de las denuncias de fraude hechas por la candidata opositora Luisa González apunta a que Donald Trump estaría interesado, de un lado, en extender en el tiempo las relaciones de dominación sobre el Ecuador; y del otro, recuperar a Colombia como país históricamente hincado a los intereses económicos y militares de USA. A Trump no le importó que González no reconoció la victoria de Noboa, actitud política que deslegitima el triunfo de Noboa y lo expone a sufrir el escrutinio internacional.

Las posturas asumidas por el gobierno Petro frente al cambio climático, su lucha contra el narcotráfico, su rechazo al genocidio en Gaza y el rompimiento de relaciones con Israel, su acercamiento a China, el estar al frente de la Celac e incluso sus  respuestas iniciales a las amenazas arancelarias de Trump hacen pensar en que al Departamento de Estado, la CIA y a la DEA les convendría más un triunfo de la derecha por su acostumbrada obsecuencia frente a las políticas del Tío Sam, que la continuidad del proyecto político progresista, en cabeza de un presidente o presidenta igual de “altanero” al presidente Petro. Se suma a lo anterior que el presidente Petro aún no reconoció el triunfo de Noboa. Petro dijo en la red X que recibió informes "preocupantes" de los veedores colombianos enviados a Ecuador y solicitó al gobierno de ese país las actas "para ser verificadas". Dicha posición no debió ser  bien recibida en Washington.

De confirmarse el fraude electoral en Ecuador se estaría naturalizando como práctica mafiosa, internacionalmente validada por una “comunidad internacional” que, dividida en bloques diferenciados, terminan poniendo por encima de las democracias afectadas por esas estafas en los comicios, los intereses de las potencias que se disputan el liderazgo mundial.

Va quedando claro que sobre las elecciones de 2026 en Colombia estarán muy atentos los gringos. Aunque la continuidad del proyecto progresista no les sirve para insistir en el fantasma del comunismo, el perfil contestatario del presidente Petro sí constituye una molestia diplomática y política. A Trump le encantaría ver en la Casa de Nariño a cipayos como María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Turbay, David Luna, Vicky Dávila de Gnecco, Sergio Fajardo o la misma Claudia López. 




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martes, 8 de abril de 2025

EL ESPECTADOR CONTRA LA “TROPA” DE INFLUENCIADORES

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Con el reciente artículo de El Espectador, titulado “Tropa” de influenciadores de Petro se mueve con el erario y se agita para la campaña”, el diario bogotano, propiedad del Grupo Santodomingo, reconfirma su entrada a la cofradía de medios masivos que decidieron comportarse como actores políticos decididos a atacar al gobierno Petro, dejando de lado la ética periodística e incluso, sus propios manuales de redacción e incluso, olvidándose por completo de la obligación constitucional de “informar de manera veraz y oportuna, así como actuar bajo criterios de responsabilidad social”.

Varios de los influenciadores le exigieron a El Espectador que rectificara la información publicada con la que el diario capitalino los “boletió” por haber tenido contratos con el Estado, tener alguno en el momento o simplemente por defender la reforma laboral y otras iniciativas gubernamentales. Es decir, por opinar y ejercer el derecho a expresar sus ideas sin cortapisas y riesgos.

En la red X se conocieron algunas de las respuestas que Fidel Cano, director del periódico entregó a los reclamantes que se sintieron perseguidos, perfilados, hostigados, estigmatizados y macartizados por El Espectador.

En una de las respuestas que entregó el diario bogotano a las influencers que aparecieron en la nota periodística es visible que El Espectador efectivamente está ejerciendo el peligroso rol de Estigmatizador Ideológico, conducta muy propia de regímenes totalitarios. Es decir, el histórico periódico sobrepasó los límites de la información y la crítica para actuar como un agente político moralizador y moralizante interesado en descalificar a quienes desde sus lugares de enunciación defienden las ideas del progresismo. Pagos o no por apoyar la causa petrista, lo que está haciendo El Espectador es exponer a los influencers reseñados a sufrir amenazas y ser perseguidos en un eventual cambio de gobierno en el 2026 por defender unas ideas que se vienen practicando dentro de las reglas de la democracia y el orden constitucional. El Espectador, manejado periodísticamente por Fidel Cano, parece que olvidó los altos niveles de crispación ideológica que vive el país desde el 7 de agosto de 2022.

A la activista y doctora en Estadística, Hanwen Zhang, El Espectador respondió de esta manera: “estamos de acuerdo en que los contratos que tuvo con el DANE e ICFES estuvieron vigentes hasta el 2024, tal y como aparece en la publicación. Es cierto y verificable, además, que Usted es una reconocida creadora de contenido cercana al petrismo, que, entre otros aspectos apoyó la reforma laboral, razón por la cual no procede la rectificación”. 

Entre tanto, el jefe del Estado, Gustavo Petro espetó lo siguiente: “esto significa que @elespectador, contrario a su origen, hoy es un revisor de contenidos y al estigmatizar un pensamiento, contradice la constitución en uno de sus derechos fundamentales: el libre pensamiento y expresión. Eso se llama censura. Censurar un pensamiento como el progresismo, no tanto en realidad por un periódico, sino por un poder económico”.

El artículo en mención resulta a todas luces ligero y tendencioso en la medida en que se convierte en un insumo clave para los “odiadores de oficio” de una derecha desesperada por recuperar el poder, pero por, sobre todo, por el uso pedagógico y político que viene haciendo el presidente Petro de los Consejos de ministros. Petro encontró en sus reuniones con sus ministros la manera más efectiva de explicar asuntos sobre los que la prensa tradicional, incluido El Espectador, informan a medias, tergiversan y recrean realidades mentirosas. Huelga recordar que los medios masivos hegemónicos inventaron que habría racionamiento de gas cuando lo que se dio fue un corte programado por mantenimiento, así como insinuaciones de que vendría un apagón eléctrico en el país. La molestia de las empresas mediáticas también se explica por los graves cuestionamientos de Petro en esos consejos de ministros en torno a entuertos y mafias en varios sectores estratégicos del país sobre los que el Estado perdió el control gracias a familias poderosas y a sus afamados “técnicos”.

Insisto en que la actitud editorial del diario bogotano deja ver una ética periodística acomodaticia que no solo debilita su ejemplar historia como medio liberal que en el pasado se enfrentó al criminal Pablo Escobar, sino al poder económico y político de Miguel Michelsen Uribe, condenado por corrupción. Así recuerda el propio diario bogotano ese episodio en el que El Espectador exhibió una incontrastable fortaleza ética: “El diario puso al descubierto irregularidades del emporio económico a través de fondos de inversión y de autopréstamos de los miembros del Grupo con recursos de los ahorradores. El Grupo retiró entonces su pauta del periódico para asfixiar sus finanzas, estrategia que dio lugar al célebre editorial del 4 de abril de 1982 (“La tenaza económica”), en el que Guillermo Cano respondió: “...No vendemos, no hipotecamos, no cedemos nuestra conciencia ni nuestra dignidad a cambio de un puñado de billetes. Eso no está dentro de nuestros presupuestos”.

Me quedo con El Espectador del pasado y rechazo el de hoy porque entró en el peligroso juego de la estigmatización ideológica. Sin duda alguna estamos ante un retroceso enorme: pasó de ser un referente periodístico nacional y un defensor de las ideas liberales, para fungir como un agente Estigmatizador Ideológico al servicio del capital.




PRESIDENTE PETRO RECULÓ Y ENVIÓ CARTA A DONALD TRUMP

  Por Germán Ayala Osorio   La carta que  envió el presidente Petro al gobierno de los Estados Unidos el 23 de junio constituye sin luga...