Por Germán Ayala Osorio
La llegada de la delegación
gringa para asistir al sepelio de Miguel Uribe Turbay deviene con un tufillo
intervencionista en los asuntos internos y de aprobación electoral al que apela
el uribismo y en general la derecha colombiana para imponer la narrativa que señala
que las ya tensas relaciones entre Washington y Bogotá podrían entrar en una crisis
irreversible si el progresismo vuelve a ganar las elecciones en el 2026. Ese escenario
complejo se daría no solo por los acercamientos con China a través del acta de
entendimiento firmada en el contexto de la nueva Ruta
de la Seda, sino por el rechazo del presidente Petro al genocidio
perpetrado por Israel en Gaza y patrocinado
por los Estados Unidos.
Los congresistas Bernie Moreno (Republicano)
y Rubén Gallego (Demócrata), con raíces colombianas, así como Christopher
Landau, subsecretario de Estado de Estados Unidos, y John McNamara, encargado
de negocios en Bogotá, no llegaron al país a fortalecer las relaciones bilaterales
como les dijeron a la prensa: su presencia en Colombia hace parte de un plan orquestado
desde el Departamento de Estado, en cabeza de Marco
Rubio, para “medirle el aceite” a Petro y vigilar de cerca lo que acontecerá
en el país en materia electoral en el 2026.
La reunión que sostendrán los
congresistas “americanos” con empresarios, precandidatos presidenciales, mandatarios
locales y con el presidente Petro bien podrá servir para “limar
asperezas”, o por el contrario para dejar una “diplomática amenaza” al
mandatario colombiano. Ya sabremos este 15 de agosto si Petro se dejó amedrentar
de Bernie Moreno durante la reunión privada que sostendrán o si se extenderán
en el tiempo las ya enrarecidas relaciones bilaterales. Lo que trascienda de esa
reunión será clave para imaginar cuál será el papel que jugarán los Estados
Unidos en las elecciones de 2026 y hasta dónde el presidente de la República
está dispuesto a hacer para demostrarles a los gringos que él no es comunista y
que mucho menos de continuar su proyecto político Colombia será una “segunda
Venezuela o una Cuba” como creen en Washington, gracias a los viajes de los representantes del uribismo al país del
Norte para ambientar este tipo de intrusiones en los asuntos internos de Colombia.
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