domingo, 19 de noviembre de 2023

“COLOMBIA ESTÁ EN RIESGO”: EL NUEVO “COCO” DE LA DERECHA

 

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En pasados escenarios electorales, el uribismo y la derecha violenta y recalcitrante que representan, asustaron a millones de incautos e ignaros con el cuento del <<castrochavismo>>, o con la fábula que nos íbamos a convertir en Venezuela y que no habría en tiendas y supermercados el amado papel higiénico. Ahora que en aspectos institucionales nos parecemos al vecino país, por ejemplo, en la captura por parte del gobierno de Iván Duque de la Contraloría y del Ministerio Público y que ya casi nos igualamos a Haití en hambre, anomia social y desempleo, entonces ese viejo fantasma o “coco” ya no les sirve. En su lugar, están tratando de imponer la idea de que la “democracia y Colombia están en riesgo” en clara alusión a una eventual llegada al poder de Gustavo Francisco Petro Urrego. 

Uno de los que ha usado la frasecita electoral es Óscar Iván Zuluaga, el gris monigote del Gran Imputado. En su momento señaló: “El riesgo de tirar a Colombia a la basura está latente”: Óscar Iván Zuluaga. Para el candidato presidencial del Centro Democrático el futuro del país está en juego. Propone construir un mejor país con ideas y no con discursos de odio”.

Expertos en generar miedo y crear narrativas como estrategia para ocultar los desastres sociales, culturales, económicos e institucionales generados en por lo menos 20 años de uribismo, a los precandidatos y candidatos presidenciales afectos al régimen solo les queda, como último instrumento para continuar engañando incautos, señalar que “Colombia está en riesgo”. No. A lo que realmente le temen quienes apelan este tipo de estratagemas es a que sus patrocinadores y ellos mismos como estafetas de los mecenas electorales, pierdan los enormes privilegios que tienen en materia fiscal y burocráticos, pero, sobre todo, que ya no puedan ejercer el control del Estado corporativo que vienen consolidando desde 1990, con el firme propósito de evitar el cumplimiento de lo que la Carta política de 1991 prescribe para la operación de un Estado Social de Derecho. Y claro, tienen miedo de perder el acceso a millonarios contratos  y a que las redes clientelares que por años construyeron al interior de varias instituciones estatales, sean desmanteladas o remplazadas por unas nuevas.

Entonces, cuando Fico Gutiérrez, Alejandro Gaviria, Óscar Iván Zuluaga, Sergio Fajardo y Alejandro Char hablan de que “Colombia está en riesgo”, lo que pretenden ocultar, al mismo tiempo que validan, es que hacen parte estratégica de un régimen oprobioso, violento, criminal y corrupto que en buena medida se viene sosteniendo sobre el ejercicio de coerción y limitación de derechos por parte de las fuerzas armadas y los siempre oscuros organismos de seguridad del Estado. En eso somos igualitos a Venezuela. Comparto lo dicho por Streeck (2016) cuando señala que “hoy es virtualmente imposible afirmar dónde termina el Estado y dónde comienza el mercado, y si los gobiernos han nacionalizado los bancos o los bancos han privatizado el Estado” (p.49). Las gracias del neoliberalismo no solo han llevado a la privatización del Estado, sino al empobrecimiento de la idea de vivir. Quizás por ello y otras razones, expliquen la caída en la participación electoral en las democracias capitalistas, asumida por Streeck no como un signo de satisfacción sino de resignación (p. 63). 

Los miembros de las coaliciones de derecha que hoy buscan desesperadamente contrarrestar el avance a segunda vuelta de Gustavo Petro, saben muy bien que cada uno, desde sus cargos públicos y acciones políticas ha coadyuvado a la consolidación en Colombia de un régimen ignominioso, en buena medida asociado al enorme poder que específicos agentes del Establecimiento colombiano le entregaron a Álvaro Uribe Vélez, el líder político que más daño le ha hecho a Colombia, superando, con creces, a Laureano Gómez y Turbay Ayala.

Veremos si el nuevo “coco” les sirve para contrarrestar la desazón, tristeza, miedo y la desesperanza en millones de jóvenes colombianos que solo están pensando en largarse de este país, pues no ven aquí futuro alguno. O si por el contrario, con ese nuevo fantasma logran consolidar la estampida de la gente más joven del país. Estamos en mora de evaluar los daños que en la cultura viene dejando ese ethos mafioso (el Todo Vale) que se impuso y se naturalizó en Colombia desde 2002.



Imagen tomada de Semana.com

ANTONELLA PETRO, “FUERA PETRO”, LO POLÍTICO Y LA POLÍTICA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El fútbol, como deporte espectáculo, es el escenario en el que política y lo político suelen llegar en sus maneras más rastreras, insolentes, vulgares y violentas, aunadas siempre al nivel de formación ciudadana y democrática de aquellos que confluyen en un estadio investidos de hinchas, trinchera desde la que se dejan salir todo tipo de frustraciones individuales y colectivas y se validan la trampa y el juego sucio.

El matoneo y el hostigamiento que soportó Antonella, la hija menor del presidente Petro en el estadio Metropolitano, da cuenta de las más innobles versiones de la política y de lo político. La primera, entendida como las formas de organización y manejo del poder, en las que sobresalen, por supuesto, las relaciones humanas, en particular aquellas entre gobernados y gobernante; y el segundo, en tanto discurso que nace atado a las maneras naturalizadas en las que se vienen dando las interrelaciones humanas. Para el caso colombiano, comunicativamente hablando, tanto la política, como lo político comparten el irrespeto, los resquemores y disímiles formas de violencia simbólica (cultural) que la sociedad colombiana supo entronizar y naturalizar.

La arenga “fuera Petro”, que una parte de los hinchas asistentes al partido Colombia vs Brasil gritó y coreó, bien pudo estar atada a un descontento social con la gestión del jefe del Estado, pero también pudo ser el resultado de un plan diseñado por poderosos detractores del presidente que estaban en el estadio y que sabían de la presencia de la primera dama y de su hija Antonella. Me refiero a los alcaldes electos, Alex Char, dueño de la ciudad de Barranquilla y del estadio y Federico Gutiérrez, quien regresa a dirigir a la capital de Antioquia, de la mano de su patrón, Álvaro Uribe Vélez. Ambos, detractores y quizás enemigos declarados del presidente de la República.

Lo acaecido en la gloriosa noche futbolera sirve para probar varios asuntos: el primero, que fútbol y política jamás andan separados, así algunos “ingenuos” periodistas deportivos insistan en decir que jamás se encuentran estas dos actividades humanas en las que el ejercicio del poder lo comparten plenamente. La conexión es tal, que los goles de Lucho Díaz fueron asumidos y presentados por los periodistas del Gol Caracol como un “grito de libertad y paz”, en alusión directa al secuestro del que fue víctima don Luis Manuel Díaz, progenitor del autor de los dos golazos con los que, por primera vez en una Eliminatoria al Mundial, Colombia derrota a Brasil.

El segundo asunto que se probó esa noche es que el fútbol, como deporte espectáculo, puede ser un escenario igual o más irracional que los que asumen la política y lo político, con la pasión, el fervor, la ceguera y la estupidez tradicional en los hinchas del fútbol. Y, por último, quedó probado que el repudio al ethos mafioso y a la corrupción es selectivo cuando en un estadio confluyen políticos con el suficiente poder económico y político para convocar a quienes gritaron “fuera Petro” como parte de un plan perfectamente orquestado. Para los que lo hicieron desde un genuino sentimiento de malestar social con la gestión del gobierno, olvidaron que ni Verónica Alcocer y mucho menos, Antonella Petro, tienen responsabilidad alguna con esos sentimientos de frustración. Al final, unos y otros, genuinos críticos del gobierno y los bufones que nunca faltan pusieron en evidencia que como sociedad tenemos problemas en las maneras como concebimos la política y lo político.



Imagen tomada de Youtube.com

sábado, 18 de noviembre de 2023

TRANSICIÓN CULTURAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Mientras en el país crece el debate entre aquellos que siguen instalados en la economía basada en los combustibles fósiles y quienes plantean iniciar cuanto antes la transición hacia el uso de energías limpias, el factor cultural que acoge a los dos bandos continúa estancado en los límites y limitaciones de una ciudadanía que, fondeada en el individualismo, el racismo y el clasismo, desconoce la historia de su país, desprecia el valor de la biodiversidad y la importancia de la pluriculturalidad. Y quizás haya que reconocer en esos millones de ciudadanos que habitan el territorio nacional el poco interés que muestran por conocerla y por encontrar en su revisión y estudio patrones culturales que, a manera de taras, impiden la comprensión sistémica de los problemas y  de los conflictos y la resolución o transformación dialogada de los mismos.

Por ello, hacer una transición cultural que nos lleve como sociedad a estadios de co-responsabilidad tan necesarios para superar el individualismo, el racismo y el clasismo, nos va a tomar más tiempo, de continuar esos millones de ciudadanos con esa actitud “importanculista”  frente a la naturaleza y frente al devenir de las vidas de connacionales que hoy sobreviven en condiciones de miseria y de las mujeres víctimas del vigente sistema patriarcal.

El desprecio por la lectura, muy propio de estudiantes de colegios y universidades y de miembros de la élite tradicional, constituye un factor importante a tener en cuenta para la transición cultural que debemos dar, si queremos avanzar y llegar a estadios éticos en los que cada uno de nosotros  asuma responsabilidades individuales y colectivas. Que el ingeniero y excandidato presidencial, Rodolfo Hernández se jacte de su riqueza y que la asocie a que jamás leyó un libro en su vida es un ejemplo que nos lleva justamente a evitar hacer la transición cultural de la que aquí se habla.

Llegar a instancias de poder político, social y económico solo a expensas de la tradición familiar o por la fuerza de los linajes, las palancas o por las demostraciones violentas, fueron, poco a poco, eliminando el valor de la lectura, en particular cuando a través de esta nos expone al riesgo de revisar nuestras propias certezas, e incluso a replantearnos los referentes con los que crecimos en materia de liderazgo, masculinidad, feminidad y relaciones con los ecosistemas y con las comunidades “subalternas” asociadas a estos.

Dentro de esa transición cultural caben la superación de los dualismos modernos, así como las lecturas reduccionistas aprendidas de un ejercicio periodístico cuyo interés está en reproducir esos patrones comportamentales (clasismo, racismo e individualismo) y por esa vía, ralentizar los cambios y la transición cultural que nos urge como sociedad hacer, para superar no solo los ya señalados patrones, sino para alcanzar niveles altos de eticidad que terminen por consolidar unos mejores procesos civilizatorios. 

Colombia necesita de un profundo cambio cultural. Las grandes mayorías necesitan de una educación que, basada en la lectura y la escritura, les permita enfrentar, discursivamente, los abusos de quienes ostentan cualquier forma de poder. No puede ser que en pleno siglo XXI aún haya ciudadanos que coman cuento de asuntos como el “rayo homosexualizador” al que apelaron pastores para engañar a sus feligreses, y llevarlos a millones a decir No al pasado plebiscito por la paz de 2016. Una educación secular, fundada en ejercicios de pensamiento crítico, aportaría a la transición cultural que como sociedad debemos dar si de verdad queremos proscribir el ethos mafioso que guía la vida de los miembros de la élite tradicional y la de millones de colombianos. 

Sin duda alguna es importante hacer la transición energética, pero lo es más, jugársela por una transición cultural que contenga, por ejemplo, una mirada ética ecológica fundada en el reconocimiento y en el respeto por la vida de los demás, esto es, los animales humanos y los no humanos, y en general, por la vida ecosistémica.



Imagen tomada de Semana.com

REFORMA POLÍTICA Y CAMBIO CULTURAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Hace trámite en el Congreso de la República el proyecto de reforma política del gobierno del Pacto Histórico. Es decir, otra reforma más. Aunque aún le faltan cinco debates, lo aprobado hasta ahora dice mucho de lo que se pretende. Estos son los puntos que pasaron el filtro de la Comisión Primera de la Cámara de Representantes: financiación 100% estatal, la conformación de listas cerradas y la posibilidad de que los congresistas puedan ser ministros y la implementación del fallo de la CIDH que le quita la competencia a la Procuraduría de sancionar a funcionarios elegidos a través del voto popular.

Sobre la financiación estatal de las campañas políticas hay que decir que se trata de un punto importante que apunta a suprimir o por lo menos a fijar límites a los patrocinadores privados que financian a candidatos presidenciables y a congresistas, con el firme propósito de convertirlos, a los primeros,  en los títeres de banqueros y empresarios; y a los segundos, en congresistas-lobistas que defenderán a dentelladas los intereses corporativos de sus mecenas.

Si este punto se mantiene en la ruta que aún le queda al proyecto de ley, su aprobación debería de servir también para ponerle límites a las costosas campañas políticas, circunstancia esta que facilita la entrada de dineros del narcotráfico e incentiva la elevación de los costos de las piezas publicitarias.  Esperemos que la aprobación de este punto sirva para limpiar el ambiente electoral contaminado de tiempo atrás por el ethos mafioso y por los intereses corporativos  de empresarios y banqueros, siempre alejados de lo que necesitan las grandes mayorías.

En relación con las listas cerradas hay que decir que estas devienen con un tufillo de cofradía mafiosa en la que suelen colarse personajes siniestros o poco preparados para llegar al Congreso a debatir y trabajar con seriedad. Las listas cerradas, en la práctica, han servido para llevar al legislativo a sujetos ignaros que solo harán parte del comité de aplauso que el líder de la lista reclama como cabeza principal. Al final, las poco democráticas listas cerradas terminan consolidando liderazgos contaminados de mesianismo y caudillismo. De esa forma, pierden los partidos políticos porque se debilitan sus procesos de discusión programática, los análisis de coyuntura, la discusión de las ideas políticas y los ejercicios de prospectiva que deberían realizarse al interior de esas colectividades. A los partidos políticos deberían de llegar intelectuales y no buscadores de fortuna.

En Colombia, de tiempo atrás, las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo han servido para debilitar la autonomía del segundo poder público, capturado o sometido por ministros y presidentes a través de la entrega de millonarios recursos (cupos indicativos). Esas relaciones perniciosas y mafiosas debilitan la democracia y reducen la política a un ejercicio mafioso del poder. La posibilidad de que los congresistas puedan ser ministros va dirigida, justamente, a extender en el tiempo esas insanas relaciones entre los dos poderes públicos aquí comprometidos. No se trata de ser puristas. De lo que se trata es de mantener la separación de los poderes públicos y de consolidar relaciones de respeto y autonomía y no de dependencia económica fundada esta en todo tipo de sobornos y transacciones.

Y el último punto tiene que ver con un fallo hasta ahora incumplido por el Estado colombiano, proferido por la CIDH, a partir del caso del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, destituido por el entonces procurador, el godo quema libros y perseguidor de impíos, Alejandro Ordóñez Maldonado. La Corte internacional le quitó al jefe del Ministerio Público la potestad de sancionar a discreción a funcionarios elegidos a través del voto popular. Como se insiste desde la Procuraduría en sancionar a alcaldes, el Congreso de la República busca cumplir con el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Sobre este punto no es mucho lo que hay que decir. Tan solo aplaudir la iniciativa que impedirá que se siga atropellando el derecho de los ciudadanos a elegir y ser elegidos.

Más allá de los alcances y las críticas de los puntos hasta el momento aprobados en la señalada reforma política, lo que el país requiere es de un profundo cambio cultural. Cambio que no se alcanzará con reformas políticas consecutivas que en poco o nada mejoran las costumbres políticas y el actuar de presidentes, ministros y congresistas. Y contario a lo que se pueda pensar, las listas cerradas y la posibilidad de que los congresistas puedan convertirse en ministro aportarán a la consolidación del ethos mafioso y del caudillismo, dos factores negativos de nuestra cultura política.


Imagen tomada de las 2 Orillas.co

GOLPE DE ESTADO BLANDO CONTRA PETRO

 

Por Germán Ayala Osorio

Desde el 7 de agosto de 2022 se viene hablando de la posibilidad o la intención de un sector del viejo régimen, de tumbar al presidente Gustavo Petro. Motivos hay suficientes: sectores de la derecha y la ultraderecha están incómodos con las decisiones tomadas por el actual gobierno, en particular la de golpear las finanzas de los narco paramilitares, a través de la incautación de cientos de miles de toneladas de droga y la quema de dragas con las que extraen oro de ríos en zonas selváticas. A lo anterior se suma la ruptura de las ya naturalizadas relaciones de la clase política con los narcos, de las que fue posible en el pasado la financiación de campañas presidenciales por parte de los carteles de la droga, de estructuras narco-paramilitares o de figuras nominales como la el Ñeñe Hernández, quien financió la campaña de Iván Duque Márquez.

Para darle algo de veracidad al rumor de un posible golpe de Estado los medios de comunicación hablaron de ruidos de sables, de la desmoralización de la tropa y de la salida masiva de oficiales que irían a engrosar las filas de los posibles golpistas. Lo cierto es que son los medios masivos tradicionales los que vienen actuando en función de generar, por lo menos por ahora, lo que se conoce como un  <<Golpe de Estado Blando>>. También se le conoce como “golpe en cubierto o suave”. En el Golpe de Estado Blando confluyen estrategias y acciones de propaganda negra y gris, así como la generación de incertidumbres y miedo en la población civil, a partir de titulares malintencionados, como el más reciente de la revista Semana, Colombia va mal. A la malévola portada se suman campañas de desprestigio de la que hacen parte tuiteros e influenciadores, empeñados en afectar la imagen del presidente de la República, de sus ministros y de la Vicepresidenta. Se atreven a calificar al presidente de “dictador” y “tirano”. También sirven a ese propósito acciones legales conducentes a torpedear la reforma laboral, en salud y pensional que tocan intereses políticos y económicos de sectores societales que de tiempo atrás lograron hacerse con el Estado.

Después de la portada de Semana vino la campaña Libertad y Orden, acompañada del escudo de Colombia, de la que se sirvió la Oposición para insistir en que el país está descuadernado y que va sin rumbo. Nuevamente el responsable es uno solo: Gustavo Petro. Insisten los opositores a Petro en el regreso de la política de seguridad democrática, lo que en términos de la lucha contra las drogas y las estructuras narco paramilitares significa mantener en el tiempo el maridaje que alias Otoniel reconoció que existía entre el Clan del Golfo y sectores de la policía y el Ejército. Los enemigos del gobierno exigen mano dura contra manifestantes y campesinos cocaleros, al tiempo que esperan una condescendiente y amorosa contra grupos narco paramilitares cercanos a miembros del establecimiento colombiano.

No se puede desconocer que existe una cruzada mediática liderada por EL TIEMPO y SEMANA con la que sus propietarios están empeñados en generar un mal ambiente social y político y por esa vía, generar miedo en la población. A lo anterior se suma la postura política de franca confrontación con el Ejecutivo, que asumió el fiscal Francisco Barbosa, a propósito de varias de las iniciativas legislativas presentadas al Congreso, relacionadas con la Paz Total y la ley de sometimiento a la justicia, con las que el gobierno quiere desmontar estructuras armadas sin estatus políticos (narco paramilitares). Barbosa funge desde ya como el candidato presidencial con el que la derecha buscará recuperar la Casa de Nariño en el 2026.

Es posible que el Golpe de Estado Blando no escale a un Golpe de Estado que implique la salida de Petro y consecuentemente se produzca una ruptura institucional y constitucional. No creo que Washington esté dispuesto a apoyar un escenario golpista en Colombia, a pesar de las diferencias con el presidente Petro en el cómo luchar contra el flagelo del narcotráfico. Lo que no se puede negar es que hay periodistas y empresas mediáticas que están jugando con candela y no precisamente para defender la democracia. Por el contrario, le están apostando a que el viejo régimen sobreviva a los cuatro años de Petro.



Imagen tomada de la Revista Raya

EL ESTADO Y LOS SICARIOS

 Por Germán Ayala Osorio, comunicador social-periodista y politólogo


Llama la atención la enorme y sospechosa preocupación de la Cancillería, del Defensor del Pueblo y del gobierno de Duque por la suerte de los sicarios colombianos (llamados mercenarios) que participaron en el magnicidio del presidente de Haití.

Por supuesto que el Estado colombiano debe preocuparse por el bienestar de sus connacionales que están en el exterior, en particular por aquellos que hacen ingentes esfuerzos por sobrevivir en condiciones dignas, en disímiles países, con culturas y reglas de convivencia diferentes y complejas. Sobre el devenir de esos otros, por fortuna minoría, que salen del país a delinquir y a violar normas y constituciones, los mecanismos de verificación para que tengan un juicio justo, asistencia legal y cuidados médicos están dados a través de los cuerpos consulares. Hasta allí todo normal. Pero en el caso de los asesinos que hicieron parte de la operación sicarial que terminó con el asesinato del mandatario de Haití, siento que hay una sobreactuación y un sospechoso interés por estos colombianos.

Lo primero que hay que decir es que, al parecer, el cuerpo diplomático desplegado en la isla caribeña no cuenta con la confianza suficiente en la Cancillería, lo que despertó el interés de la vicepresidenta y también canciller, Martha Lucía Ramírez.

Se suma a la preocupación nacional por los célebres asesinos colombianos, el senador uribista, Ernesto Macías, quien propuso que fueran extraditados para que sean juzgados y se les aplique aquí, en la tierra de la máxima impunidad, las más altas condenas. ¿Sobre qué delitos?

Hay algo que no me cuadra en esa ahora “genuina” preocupación estatal por un puñado de nacionales que no solo fueron a cometer un crimen y a violar muy seguramente varias normas internas de la excolonia francesa, sino que detrás de sus actuaciones estarían comprometidos agentes militares y empresarios, que podrían estar conectados con voceros y miembros del gobierno colombiano y del estamento militar.

Si el interés por la vida y los derechos de nuestros asesinos a sueldo que están hoy detenidos en Haití es porque desde el alto gobierno se busca acallar o desviar la verdad del entramado nacional e internacional que hay detrás de la exitosa operación criminal, entonces estamos hablando de una actuación política que consolida la idea de que Colombia es un Estado paramilitar, mafioso y un peligroso actor político para todo el hemisferio.

Los Estados y los ciudadanos están unidos por una serie de principios y elementos que aportan a la construcción de una relación que bien puede tornarse tensa, armónica o conflictiva. Cualquiera sea el talante de esa relación, la responsabilidad es compartida.

Para el caso colombiano y en virtud de la mezquindad y el ethos mafioso-paramilitar de las familias que han capturado el Estado para su beneficio, esa relación, de tiempo atrás, deviene tormentosa, compleja, llena de dudas, resquemores y por lo tanto, conflictiva. Tanto es así, que recientemente la Vicepresidenta, Martha Lucía Ramírez, llama a que los “colombianos recuperen la confianza en el Estado, en el ejercicio de la política y en el buen manejo de la función pública”.

Las preocupaciones de Ramírez y de otros agentes estatales por el bienestar de los sicarios colombianos van, justamente, en la dirección contraria. Una cosa es preocuparse porque se les respeten sus derechos, que los tienen por supuesto, entre ellos a un juicio justo, y otra muy distinta es querer ocultar el entramado político-militar que está detrás de la operación que terminó con la vida del presidente haitiano.  Ojalá esa diligente actitud con la que vienen actuando en este vergonzoso caso, haga parte de una política de la Cancillería y del Estado en general, para atender las muchas necesidades y angustias que padecen connacionales en territorios extranjeros, en especial, aquellos que no llegaron a esas tierras a violar las leyes y mucho menos a asesinar presidentes. Creo que era innecesario el traslado del Defensor del Pueblo a territorio haitiano, cuando tiene que atender internamente, asuntos que, relacionados con el estallido social y la violación de los DDHH por parte de la policía y el Esmad, este funcionario no atendió de la mejor manera. Quizás este caso dé para que alguien escriba, más adelante, una novela titulada El Estado y los sicarios. ¡Ajúa!

Adenda: "Germán Rivera es un militar colombiano retirado y fue condenado este viernes a cadena perpetua, en un tribunal de Miami (Florida), por participar en el asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, el 7 de julio de 2021, un magnicidio que hundió el país caribeño en el caos" (El Colombiano). 


Imagen tomada de Infobae


TUTORIAL CONFLICTOS SOCIO AMBIENTALES Y SOSTENIBILIDAD SISTÉMICA

 

POR GERMÁN AYALA OSORIO

 

PRESENTACIÓN

 El lector tiene en sus manos el tutorial Conflictos socio ambientales y sostenibilidad sistémica. Se trata de una herramienta para el análisis de los efectos negativos y/o positivos que dejan actividades antrópicas, en particular aquellas que tienen que ver con la instalación de monocultivos agroindustriales. Ello no quiere decir que dicha herramienta no pueda ser  usada con fines analíticos, en otras actividades económicas.

La búsqueda del desarrollo[1], basado en acciones agro extractivas fundamentalmente, deja evidentes efectos negativos y positivos en los ecosistemas: desde evidentes transformaciones de las estructuras ecológicas (rizomáticas) de estos, el componente paisajístico que determina relaciones ético- estéticas que las comunidades cercanas o lejanas establecen con dichos ecosistemas.

Con este tutorial se apunta a complementar la enseñanza en asuntos o materias relacionadas con el ambiente, el periodismo ambiental y la ecología política. Se propone, a partir de la lectura de este tutorial, que los estudiantes aporten a su mejoramiento como instrumento analítico. Y lo podrán hacer, aplicando los conocimientos adquiridos en sus carreras e incluso, aquellos alcanzados en sus experiencias de vida.

Asumida la Sostenibilidad Sistémica[2] (SS) como un discurso y una práctica evaluativa de las actividades económicas y/o de acciones y decisiones humanas tomadas en el marco del Antropoceno[3], resulta importante, pedagógicamente, diseñar un material que, a manera de Guía, sirva a los propósitos de evaluar aquellas actividades humanas que generan efectos, negativos y positivos, en los ecosistemas naturales-históricos y en disímiles comunidades. Dentro de los efectos negativos está la generación, posible o no, de conflictos socio ambientales.

Así, el tutorial que tiene en sus manos pretende ser una herramienta importante para la evaluación sistémica de actividades humanas y de los conflictos socio ambientales generados por actividades antrópicas ancladas a la ejecución de obras o la implementación de planes de desarrollo bajo el paradigma moderno del desarrollo sostenible. Los ejercicios evaluativos que se decidan emprender deberán sostenerse y partir de dos perspectivas a saber: el  de la complejidad y la sistémica.

Las dimensiones social, económica, política y cultural están presentes, lo que no es óbice para que aparezcan otras o se propongan nuevas, con el fin último de poner en la balanza los efectos positivos y negativos que siempre acompañan la implementación de actividades humanas y/o proyectos productivos y/o de infraestructura, como obras civiles de especial envergadura. Para el caso de la identificación de posibles conflictos socio ambientales el ámbito del estético, en términos de goce del paisaje y el étnico-territorial-ontológico, juegan un papel importante a la hora de evaluar desde la perspectiva de la sostenibilidad sistémica.

 

DESARROLLO SOSTENIBLE Y SOSTENIBILIDAD: UNA DISCUSIÓN CANDENTE

 

El concepto de desarrollo sostenible deviene problemático por dos razones fundamentales: de un lado, sirvió de advertencia, desde los tiempos del Informe Brundtland, de los efectos que ya dejaba el sistema económico sostenido en la explotación de los combustibles fósiles; y del otro, como instrumento conceptual con el que se validaron todas las actividades antropocéntricas. Es decir, mientras se exhortaba a tomar conciencia sobre los efectos climáticos del modelo de desarrollo agro extractivo, al mismo tiempo se insistía en mantener el esfuerzo y el interés de los países en vías de desarrollo, en alcanzar el desarrollo que habían alcanzado las potencias del Norte opulento.

Sachs (2015) sostiene que la aplicación a los ecosistemas del término <<sostenible>> se viene dando desde hace varios años. Advierte el autor que dicho concepto se viene asociando, sinonímicamente, al mantenimiento de condiciones de permanencia, crecimiento permanente y sostenido en el tiempo. “Los gestores pesqueros, por ejemplo, usan desde hace tiempo el concepto de la <<máxima producción sostenible>> para referirse a la máxima captura  pesquera anual compatible con el mantenimiento de una población piscícola estable” (p. 21).

El sentido dado y naturalizado a lo sostenible o a la sostenibilidad (mantenimiento de condiciones de operación de una actividad económica-viabilidad-y el funcionamiento de un ecosistema constituye un reduccionismo a la capacidad que se le puede reconocer a la sostenibilidad así a secas. Por ello, en este texto se propone darle un lugar más preponderante a la sostenibilidad. Y ese lugar tiene que ver con su capacidad evaluativa de todas las actividades antrópicas, en particular las más disruptivas, eso sí, bajo un enfoque sistémico.

Así entonces, será importante y definitivo asumir la sostenibilidad con un carácter evaluativo y crítico, con el propósito de romper los lazos con la idea de desarrollo sostenible (Informe Brundtland), en la que sobresalen exclusivamente las variables económica y política, por encima de consideraciones ontológicas diversas y disímiles a las que exhiben quienes desde el Estado diseñan e implementan políticas desarrollistas con bajos niveles de sostenibilidad sistémica, en particular cuando dichas políticas no consideran y evalúan los impactos negativos que se pueden generar en comunidades ancestrales diversas y complejas. Entre tanto, para Lovelock (2007) no es posible continuar pensando en clave del desarrollo sostenible, desde el sentido universalmente dado a partir del Informe Brundtland[4], pues el error es creer que el desarrollo todavía es posible y que la Tierra continuará más o menos igual. Considera que es demasiado tarde, pues el daño ya está hecho. (p. 20)

Se suma a lo anterior, una circunstancia poco tenida en cuenta por los agentes del desarrollo y grupos de científicos en Colombia, América Latina y en el mundo: la Tierra se autorregula y su capacidad de auto regulación está fallando y como sistema abierto, el sistema de la Tierra avanza hacia un estado crítico que pone y pondrá en lo consecutivo en riesgo a todas las formas de vida que hoy alberga (Lovelock, 2007, p. 23)

En ese camino, se propone hablar de Sostenibilidad Sistémica (SS) como una categoría que emerge de las dificultades que afronta el desarrollo sostenible para mantener su vigencia como concepto y como instrumento evaluativo de un desarrollo soportado exclusivamente en las dos dimensiones que lograron imponerse: la económica y la política, en ese estricto orden.

Al proponer la SS como un paradigma evaluativo del desarrollo se propone abandonar la mirada antropocéntrica y acercarse cada vez más al ecocentrismo o al biocentrismo. Por esa vía, las dimensiones propuestas en el Esquema 1 (véase línea abajo) buscan no solamente exponer el carácter sistémico de la Sostenibilidad, sino la importancia de incluir en las evaluaciones de las intervenciones y acciones humanas en los territorios, aspectos subvalorados por el desarrollo sostenible. Hablo en particular de la cultura, de las cosmovisiones  y de las relaciones consustanciales establecidas por comunidades campesinas y ancestrales con los territorios en los que habitan. Así, nacen 5 dimensiones de las SS: la sostenibilidad ambiental, la social, la cultural, la política y la económica. 

PASOS PARA DARLE VIDA A LA SOSTENIBILIDAD SISTÉMICA COMO APUESTA EVALUATIVA

Cuando se escucha el vocablo sostenibilidad, de inmediato se asume que deviene sistémica per sé. Y no es así, porque existen actividades económicas que, aplicadas en el ámbito de la agricultura, las valoraciones se hacen casi exclusivamente desde ámbitos económicos y políticos, y se dejan por fuera dimensiones culturales, étnico-territoriales, ética y estéticas, entre otras, tradicionalmente subvaloradas por el discurso economicista.

Por ese camino, lo primero que se propone con este tutorial es la discusión alrededor del carácter de la Sostenibilidad así, a secas. Para efectos de este documento, la Sostenibilidad no se asume de forma natural como sistémica. Por el contrario, se propone la categoría Sostenibilidad Sistémica (SS) con toda su capacidad analítica y evaluativa de actividades antrópicas cuyos impactos, negativos o positivos, afecten los ecosistemas y a las comunidades asociadas a estos y en general a los grupos humanos que de manera directa o indirecta se benefician de sus “servicios ambientales”.

 

Primeros pasos

Para iniciar cualquier proceso evaluativo, desde la Sostenibilidad Sistémica (SS) se requiere dar los siguientes pasos: 1. Describir los pormenores de la obra ingenieril, el monocultivo a instalarse o la acción restaurativa emprendida por las autoridades o las comunidades sobre un ecosistema natural-histórico que ha sufrido efectos  y transformaciones negativas. 2. Dar cuenta del momento histórico en el que se toman las decisiones o se aplican las políticas (de desarrollo y/o de intervención territorial). 3. Establecer las conexiones políticas y conceptuales (paradigmas) entre quienes orientan los proyectos de desarrollo y/o de intervención  en territorios o en ecosistemas específicos. 4. Examinar el papel que las autoridades ambientales juegan o jugarán en la aprobación, seguimiento y evaluación de las actividades antrópicas. 5. Describir los impactos ecológicos, socio ambientales, étnico-territoriales y paisajísticos de las actividades económicas. 6. Analizar los conflictos socio ambientales generados o los que probablemente podrían aparecer por la puesta en marcha de las actividades económicas de origen antrópico en un determinado territorio. 7. Sistematizar las experiencias desde la perspectiva de la Sostenibilidad Sistémica.

A continuación se ampliarán los alcances de cada uno de los pasos propuestos. Cuando se trata de una obra o mega obra que implica el uso de maquinaria pesada[5], grandes movimientos de tierra, licenciamiento ambiental[6] por parte de autoridades ambientales como la ANLA[7] y la transformación estética[8] y paisajística de una parte de una determinada zona o territorio, el análisis sistémico debe iniciarse con la descripción de la obra en sus aspectos técnicos, institucionales, requerimientos y los estudios que dan cuenta de los efectos, negativos y positivos que dejará. Es importante, también, tener en cuenta las afectaciones en las comunidades aledañas o aquellas que de manera directa recibirán los efectos de la obra.

Cuando se trata de monocultivos ya existentes, las valoraciones que se vayan a hacer desde la perspectiva de la Sostenibilidad Sistémica deben apoyarse en la historia y en las maneras como fue concebido el territorio, re-ordenado y transformado. Es importante en este punto apelar a la Historia Ambiental como campo de estudio para hallar en el pasado patrones comportamentales tanto de las autoridades ambientales, los agentes capitalistas que patrocinan de tiempo atrás el monocultivo, y los procesos de sometimiento cultural y natural a los que fueron sometidas las comunidades o específicos grupos humanos y por supuesto, ecosistemas como humedales, ríos y quebradas, así como las fuentes subterráneas de agua.

En este punto de la Historia Ambiental se sugieren los siguientes autores y documentos, para una mayor comprensión de lo que ha venido pasando con el monocultivo de la caña de azúcar en el valle geográfico del río Cauca. El caso de la caña de azúcar en ese macro territorio resulta especialmente paradigmático por las maneras como fue concebido hace más de un siglo, sus efectos, negativos y positivos, y claro, los conflictos socio ambientales que generó y genera aún la instalación incontrastable de dicho <<pasto gigante>>.

Se sugiere a los estudiantes leer los análisis publicados en torno a este monocultivo, pues en muchos de estos aparecen las dimensiones que normalmente quedan por fuera cuando se imponen actividades agrícolas altamente disruptivas, pero amparadas por decisiones políticas, sostenidas estas exclusivamente en consideraciones económicas. Algunos trabajos y autores[9] que pueden ser consultados, son: Asceneth Perafán Cabrera, Hernando Uribe Castro, Mario Pérez y el autor de este tutorial, en particular, su tesis doctoral, titulada ESTADO, AGROINDUSTRIA CAÑERA Y AFECTACIONES SOCIO-AMBIENTALES: SOSTENIBILIDAD ASISTÉMICA FUNCIONAL Y ONTOLOGÍAS DE LA RESISTENCIA EN MUNICIPIOS DEL NORTE DEL CAUCA Y SUR DEL VALLE DEL CAUCA.

De igual manera, se sugiere apelar a la Ecología Política como campo académico, con el fin de descifrar las relaciones de poder y construir a partir de ahí, un mapa de actores. El objetivo es comprender que las decisiones administrativas y técnicas tomadas por las autoridades ambientales están soportadas en relaciones de poder que comprometen a su vez el ámbito de la política y la economía, y se dejan por fuera dimensiones como la étnico-territorial, consideradas como irrelevantes por quienes le apuestan a un desarrollo agro extractivo sin cortapisas.

En cuanto al punto 2, es importante que usted como analista, describa muy bien el momento histórico en el que se suceden los hechos. Como parte de ese momento histórico están las relaciones internacionales, el papel de la ONU al momento de sugerir políticas globales agropecuarias, ajustes macro económicos o la adopción de protocolos formulados por órganos consultivos del propio organismo multilateral o instancias internas como la FAO, entre otras.

En lo que concierne al punto 3, resulta clave describir la irrupción de nuevos o viejos paradigmas del desarrollo o de la sostenibilidad bajo los cuales se sostienen las actividades económicas sujeto del análisis. Los enfoques sobre el desarrollo sostenible y de la sostenibilidad serán determinantes a la hora en la que el Estado colombiano aplique una recomendación internacional o ambiente la aplicación de medidas económicas  o la implementación de proyectos de desarrollo, en el marco de la actual crisis climática.

A propósito del desarrollo sostenible, Jeffrey Sachs (2014) está articulado a las búsquedas y orientaciones de la ONU. En esa medida, sus reflexiones en torno al desarrollo sostenible y la sostenibilidad ambiental  deben ser asumidas desde las condiciones y las realidades locales de Colombia. Al carácter universal de sus definiciones deben anteponerse realidades internas y comunitarias no necesariamente contenidas o advertidas en las conceptualizaciones que Sachs ofrece en su libro La era del desarrollo sostenible. Contrastar sus definiciones con las de autores locales, incluidas las emanadas de los ejercicios reflexivos de las comunidades ancestrales y campesinas es una tarea inaplazable.

Sachs sostiene, por ejemplo, que “el desarrollo sostenible pretende construir un mundo donde el progreso económico esté lo más extendido posible; la pobreza extrema sea eliminada; la confianza social encuentre apoyo en políticas orientadas al refuerzo de las comunidades; y el medio ambiente esté protegido frente a degradaciones  incluidas por el hombre. Debe subrayarse que el desarrollo sostenible sugiere un enfoque holístico, en el sentido en el que la sociedad debe perseguir simultáneamente objetivos económicos, sociales y ambientales” (2014, p, 20).

La sostenibilidad para Sachs y para otros autores es un factor o una variable cuya vida está sujeta al sentido del desarrollo sostenible. Por el contrario, para efectos de este documento, la Sostenibilidad no solo deviene Sistémica sino que se asume como un discurso evaluativo de todas las actividades antrópicas. Sachs habla de sostenibilidad ambiental como un objetivo más dentro del sentido normativo que él mismo le da al desarrollo sostenible. Y es así, que plantea cuatro objetivos: “la prosperidad económica; la inclusión y la cohesión social; la sostenibilidad ambiental; y la buena gobernanza por parte de los diferentes actores” (2014, p. 21).

Contrario a la visión que del desarrollo sostenible expone Sachs, el autor de la Jirafa ardiendo, Manuel Guzmán Hennessey (2015).  En una línea crítica más contundente señala que el concepto de desarrollo sostenible nació muerto (p. 137). En su evaluación va más allá y califica como un acto de ingenuidad histórica el haber creído que el desarrollo podría ser sostenible (p. 139) y propone cambiar el concepto. Guzmán Hennessey (2015) plantea, a partir del desgaste del concepto de desarrollo sostenible, la categoría “Gobernanza de la complejidad” a la luz de una nueva economía (p. 166).

Esta discusión conceptual se ampliará en los cursos de pregrado y posgrado que el autor de este tutorial orientará. Lo dicho en este punto 3 hace parte de la “ruta” analítica o los pasos propuestos para hacer ejercicios evaluativos desde la Sostenibilidad Sistémica (SS).

En cuanto al punto 4, que alude al papel de las autoridades ambientales, será clave en la actividad evaluativa que acompaña a la Sostenibilidad Sistémica del comportamiento institucional. Los silencios administrativos, las decisiones técnicas, las actividades emprendidas por las autoridades ambientales en función de garantizar condiciones de gobernanza y la capacidad instalada para vigilar, evaluar y sancionar si es el caso, son algunos de los elementos a tener en cuenta. También será importante examinar los grados de sometimiento de la institucionalidad ambiental a los poderes muchas veces incontrastables de poderosos agentes de la sociedad civil que agencian actividades propias del desarrollo económico, en particular las del orden agro extractivo (minería, ganadería extensiva y deforestación).

En lo que se refiere al punto 5, es decir, al objetivo de describir los impactos ecológicos, socio ambientales, étnico-territoriales y paisajísticos de las actividades económicas, hay que señalar que su consecución dependerá de los estudios de impacto ambiental que acompañan a las obras civiles que implican impactos ecológicos en frágiles y estratégicos ecosistemas naturales. Los impactos étnico-territoriales se podrán observar de manera directa dialogando con las comunidades afectadas. Para ello, será importante reconocer las cosmovisiones y los planes de vida de las comunidades ancestrales y campesinas afectadas por la siembra de un monocultivo, el trazado de un viaducto, la construcción de una hidroeléctrica o de cualquier otra actividad u acción antrópica calificada como altamente disruptiva.

En lo que toca a los conflictos socio ambientales (punto 6), su reconocimiento debe permitir una doble valoración: de un lado, las consideraciones comunitarias que permiten pensar que efectivamente se está ante uno o varios conflictos sociales y ambientales, provocados por una actividad económica. Describir el paso a paso del origen del conflicto socio ambiental será importante, pues de ese temprano reconocimiento se pueden sacar patrones comportamentales de los agentes económicos, políticos e institucionales involucrados en la implementación de la obra civil, del monocultivo instalado o de cualquier otra actividad económica.  Y del otro, la capacidad de las autoridades ambientales para evitar la aparición de la situación conflictiva o de  mitigar sus efectos.

El punto 7, con el que se busca sistematizar las experiencias desde la Sostenibilidad Sistémica (SS), apunta al establecimiento de análisis críticos y evaluaciones de lo sucedido en un territorio determinado. Es la oportunidad para insistir en diferenciar el desarrollo sostenible de la Sostenibilidad Sistémica a partir de la eliminación de la sostenibilidad ambiental como una norma más de esa apuesta que Guzmán Hennessey consideró que nació muerta: el desarrollo sostenible.

 

EJERCICIO

 

Para un mejor aprovechamiento del tutorial, se sugiere el siguiente ejercicio de campo:

 

1.      Insertarse en un cañaduzal. Estar en este  entre 15 y 30 minutos. Se recomienda llevar una libreta y un lapicero para registrar lo que se siente.

 

2.      Tratar de alzar la mirada por encima del cañaduzal (debe ser un cultivo maduro, que supere en altura al observador).

 

3.      Registre temperatura, presencia de especies de animales y de plantas.

 

4.      En otro momento, observe de cerca las actividades de cosecha de la caña de azúcar (corte en verde o después de  la quema del follaje).

 

5.      También, en otra oportunidad, observe de cerca las actividades de preparación del terreno para el nuevo ciclo (nueva siembra).

 

6.      Narre todo lo que sintió durante su inmersión en el cañaduzal. Hágalo desde una perspectiva ética-estética. Consulte trabajos académicos publicados.



[1]La visión antropocéntrica y ambientalmente sostenible del desarrollo de los clásicos se perdió en la segunda mitad del segunda mitad del siglo XIX, fue remplazada en los años treinta, siglo XX, por los modelos neoclásicos, en los que el capital físico se convierte en la fuente esencial del crecimiento económico”. Banguero, H. (2019). Desarrollo humano sostenible. Teoría y política económica, social, institucional y ambiental.

[2] La sostenibilidad como concepto suele asociarse al desarrollo sostenible, en particular al sentido en el que fue planteado en el informe Brundtland.  “La primera vez que el concepto de sostenibilidad es ampliamente aceptado (al menos formalmente) en la sociedad moderna es por medio del concepto de desarrollo sostenible

del Informe Brundtland. El concepto de desarrollo se empezó a utilizar en el siglo XVIII en biología, para indicar la evolución de los individuos jóvenes hacia la fase adulta. Después, se ha aplicado en múltiples campos y a partir de la Segunda Guerra Mundial fue adoptado por la economía para indicar el modelo de crecimiento económico de los

países industrializados que, además, para algunos integra la idea de justicia social. Así que se define como países desarrollados los más industrializados y los países más o menos pobres como “países en vías de desarrollo”. El parámetro de medición de todos es la renta per cápita. Así que se descarta cualquier opción que, sin alcanzar una renta per cápita tan alta, sea capaz de de alcanzar la satisfacción universal las necesidades básicas (Naredo, 2006:66, 177-182). Veremos que los centros de poder aceptan formalmente este concepto, y las Conferencias sobre Desarrollo Sostenible (DS) han dado el respaldo político al término, pero lo vacían de contenido, al no definirlo”. https://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/info/U0686956.pdf

En los diarios se pueden encontrar “definiciones” en esta dirección: “Aunque existen diferentes definiciones alrededor de la sostenibilidad, una que reúne varias de esas ideas puede ser la que la identifica con las acciones que buscan satisfacer los requerimientos de las generaciones de hoy, sin que estas comprometan las necesidades de las descendencias futuras, al tiempo que permite garantizar el equilibrio entre el crecimiento de la economía, el respeto por el medioambiente y el bienestar social”. https://www.elespectador.com/especiales/infraestructura-sostenible-respiro-para-el-planeta/

[3]El Antropoceno es la era en que la Tierra sufre graves alteraciones de sus sistemas físicos y biológicos como resultado del profundo impacto de la actividad económica mundial de los seres humanos. Nuestra era”. (Sachs, 2015, p. 61).

[4] Antes de que apareciera el concepto de desarrollo sostenible acuñado en el informe Brundtland, en 1980, la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), definió así al desarrollo sostenible: la gestión del uso humano de la biosfera para que pueda producir el mayor beneficio sostenible para las generaciones presentes, a la vez que se mantenga su potencial para cubrir las necesidades y aspiraciones de las generaciones futuras. Por tanto, la conservación en positivo incluye la preservación, mantenimiento, uso sostenible, restauración y mejora del ambiente natural. (IUCN, 1980)

[5] Puede resultar definitivo para las valoraciones de la sostenibilidad sistémica, conocer el origen y las características técnicas y operativas de la maquinaria comprometida. Saber, por ejemplo, si su operación depende de combustibles de origen fósil, es híbrida o eléctrica. Estos detalles son claves en el momento en que las compañías comprometidas en la ejecución de las obras ponen en marcha sus estrategias de “marketing ambiental” en las que sobresale el uso del concepto de la sostenibilidad y la consecuente auto evaluación como una empresa sostenible y comprometida con el cuidado del ambiente o del planeta.

[6] Es preciso leer con cuidado los alcances y los límites de la licencia ambiental, así como los compromisos adquiridos por la compañía que ejecutará las obras y dará cuenta de los planes de manejo ambiental.

[7] Agencia Nacional de Licencias Ambientales.

[8] En este punto es clave el registro fotográfico para establecer un antes y un después de la obra civil. Apelar a archivos oficiales y particulares resulta clave. Las valoraciones estéticas deberán hacerse a partir de las relaciones que de tiempo atrás han construido los individuos, las familias o comunidades ancestrales cercanas a la zona que será intervenida y afectada. Es importante recolectar los testimonios que los medios masivos o comunitarios hayan registrado en los que se hace referencia a las relaciones de prendamiento con el paisaje o con todo el ecosistema intervenido.

[9] No son los únicos, por supuesto. También pueden consultar Renán Vega Cantor y su libro Siempre juntos, nunca rendidos.

DISCURSO DE PETRO EN LA ONU Y SU CONEXIÓN CON LA FORMACIÓN DE CIUDADANÍA

 




















DISCURSO DE PETRO EN LA ONU GENERA URTICARIA EN LA DERECHA COLOMBIANA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La urticaria que generó el discurso de Petro en la ONU, en la casi impenetrable piel de la derecha colombiana se explica, ideológicamente, por el carácter sumiso de los integrantes de la élite nacional, históricamente obsecuente con las relaciones de dominación planteadas entre un Norte opulento y un Sur empobrecido.

Las molestias de las figuras públicas del Centro Democrático (CD) con el discurso altisonante de Gustavo Petro son, hasta cierto punto, entendibles, porque sus militantes siempre han estado cómodos en sus minúsculas e infantas realidades. No entienden que el discurso de Petro es universal, como lo es Cien Años de Soledad y por supuesto, el propio García Márquez. Jamás cuestionaron las relaciones Norte-Sur porque ellos mismos son los agentes políticos y económicos encargados de extender en el tiempo esa relación de dominación. Son mansos con sus patrones del Norte y violentos con quienes comparten con ellos el territorio, pues no solo los asumen como subalternos, sino como materia prima desechable.

Su capacidad para asumir responsabilidades por los efectos negativos que viene dejando esa perversa relación de sometimiento es prácticamente nula. Y lo es, justamente, porque su codicia está atada éticamente a la avidez con la que multinacionales y agencias internacionales al servicio de varias potencias llegaron y siguen llegando a una América Latina dividida y resignada, a explotar los recursos naturales y a debilitar procesos de emancipación liderados por indígenas, campesinos y afros.

Las reacciones de María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Andrés Pastrana Arango y Miguel Uribe Turbay, entre otros, sirven para comprender la pequeñez del mundo en el que viven. A estos cuatro jinetes del desarrollo extractivo no solo los une los valores de una derecha mezquina, violenta y torpe, sino el desprecio por la lectura, la poesía, la literatura, la ciencia y la filosofía. Lo de ellos es el pragmatismo a rajatabla. Ese mismo pragmatismo le sirvió a los aupadores del desarrollo extractivo a llevar al planeta a sus propios límites de resiliencia. Por no leer y por su afán de concentrar poder y riqueza,  olvidaron que la Tierra se comporta como un sistema único y autorregulado, formado por componentes físicos, químicos, biológicos y humanos (Lovelock, 2007, p. 51).

No creen en lo dicho por cientos de científicos alrededor de la necesidad de ponerle límites al desarrollo agro extractivo (mega minería y ganadería extensiva), al consumo, al crecimiento poblacional y en general a la emisión de gases de efecto invernadero. Quizás por vivir en el trópico, sea mayúscula su indolencia, ignorancia e incapacidad para entender el discurso del decrecimiento económico en los países del Norte.

Su consigna de vida está sujeta al poder del dinero y a la posibilidad de que, con este, todo es posible de comprar. Pensarán, incluso, en que ante un colapso de la vida en el planeta, queda la opción de vivir en cápsulas bajo el agua o en estaciones como las que se expusieron en la película Elysium. No cabe duda de que se recuperarán de la siempre incómoda urticaria. Y lo harán, en la comodidad de sus mezquinas realidades en las que jamás tendrá cabida la idea universal de la Casa Común.


Imagen tomada de Extensión.


“VAMOS A RECUPERAR EL PAÍS”

  Por Germán Ayala Osorio   En el ejercicio de la política suelen aparecer frases que bien pueden servir como eslogan de futuras campañ...