Por Germán Ayala Osorio
En el ejercicio de la política
suelen aparecer frases que bien pueden servir como eslogan de futuras campañas o
estribillos que van calando en los sectores de opinión afines a los partidos o
agentes políticos responsables de esas locuciones. Son las mismas expresiones
que los “expertos” en marketing político recogen sin mayor discusión para el
diseño de las campañas y la imagen salvadora de los candidatos. Para el caso que
nos ocupa en esta columna se aludirá a varias expresiones lanzadas por la
derecha, que mas parecían profecías apocalípticas capaces de arruinar cualquier
idea de futuro, que sugerentes e inquietantes ideas políticas.
Antes de que Gustavo Petro Urrego
se convirtiera en presidente de la República, la porfiada derecha colombiana lanzó
varias alocuciones con las que buscaron asustar a los electores con el fantasma
del “castrochavismo”, expresión acuñada por el expresidente y expresidiario
Álvaro Uribe Vélez en los tiempos del plebiscito por la paz. Asumido el Señor
Acusado como el “muro de contención” que ha evitado que el “comunismo llegue al
país”, sus más fieles seguidores hicieron uso de otras sentencias como “nos
vamos a convertir en Venezuela”, “seremos la segunda Venezuela”;
otras con pretensiones de silogismos como el “socialismo es hambre, por lo
tanto, Petro es hambre”; “Petro expropiará fincas y casas”.
A dos años de abandonar la Casa
de Nariño, ninguna de las temerarias profecías de la derecha se cumplió. El gobierno
del exguerrillero no expropió haciendas ni viviendas y mucho menos nacionalizó
empresas o bancos. Por el contrario, a poderosos hacendados, incluido el propio
Uribe Vélez, les ofreció comprarle sus tierras a precio comercial para darle
vida a su proyecto de reforma agraria. Huelga recordar que el expresidente
antioqueño fue quien se apropió de manera irregular del baldío el Laguito 2, el
mismo que se vio obligado a devolver por presiones políticas e institucionales.
Y de acuerdo con un informe de la
Contraloría General de la República, en los tiempos de Sandra Morelli, varios
ingenios azucareros del Valle del Cauca estarían apropiándose también de manera
irregular de baldíos en la altillanura. Para qué hablar de los procesos “legítimos”,
pero ilegales de extinción de dominio que echaron a andar hacendados de la mano
de los grupos paramilitares.
Los indicadores macroeconómicos dan
cuenta de que la economía va mejorando. Se tiene controlada la inflación y se
viene respetando la regla fiscal. Pasados los dos años, lo único cierto y fácil
de probar es que no “nos convertimos en Venezuela” y mucho menos llegó
el “castrochavismo”.
A los sectores de la derecha desesperados
por la falta de contratos y ministerios solo les queda el tema de la salud para
insistir en el fantasma del “comunismo”. Entonces, hablan de la estatización del
aseguramiento en salud y por lo tanto del colapso total del sistema por cuenta
de las intervenciones a las EPS que, de acuerdo con los informes y procesos
abiertos por la Superintendencia de Salud, desviaron millonarios recursos
públicos a través de sospechosos movimientos financieros como los que incurrió,
según la misma fuente, la EPS Coosalud de cuya junta directiva hacen parte
hermanos de los expresidentes Andrés Pastrana y Juan Manuel Santos. Sobre este
asunto hay que reconocer dos cosas: la primera, que al entrar a esculcarles los
libros contables a las EPS, el gobierno Petro no estaba preparado para responder
a la reacción de varias de estas de acogerse voluntariamente a ser intervenidas;
y el segundo, que los congresistas que vienen negándose a aprobar la reforma a
la salud están articulados a los intereses de los propietarios de las EPS que
buscan afanosamente que el gobierno se eche para atrás y les devuelva la “minita”
de oro que venían explotando con tranquilidad durante más de 30 años.
En total consonancia con esos
intereses económicos, políticos y de clase, y ante la desaparición del fantasma
del castrochavismo, solo les queda hablar de “vamos a recuperar el país”.
Aunque mantienen el tono apocalíptico, la exageración y la mentira, con esta
alocución apelan a la memoria de los incautos, ignaros e insulsos ciudadanos
que se atreven a confirmar en redes sociales que efectivamente llegó el
comunismo al país.
Y el único objetivo que hay
detrás de la frase “Vamos a recuperar
el país” está asociado a regresar a la Casa de Nariño, hacerse nuevamente con
el Palacio, para desde ahí continuar ejecutando el proyecto social, económico y
político que Petro les interrumpió: mantener la concentración de la tierra y de
la riqueza en los puntos más altos del indicador de Gini; seguir con los
negociados en el sector salud y la educación, porque como dijo la intelectual
del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, ni la educación ni la salud son derechos fundamentales.
Finalmente, “Vamos a recuperar el país” significa que van a volver a los
tiempos aquellos en los que el criminal Pedro Antonio López, alias Job, entraba
a hurtadillas a la casa de gobierno, a la que de manera jocosa él llamó la Casa
de Nari.
LA EDUCACIÓN NO ES UN DERECHO MARIA FERNANDA CABAL - Búsqueda Imágenes