Por Germán Ayala Osorio
Volvió la fiesta brava a la Cañaveralejo.
A pesar de que la plaza no se llenó, el grotesco espectáculo taurino autorizado
por el alcalde de Cali Alejandro Eder constituye un acto de rebeldía de clase
frente al gobierno y los congresistas que lideraron y aprobaron la ley que prohíbe
las corridas de toros. Eso sí, con dicha
decisión política se le cayó el capote de ambientalista que usó Eder durante la
COP16. Se trató, sin duda alguna, de un engaño, de una pose, que jamás le quedó
bien a quien representa al gremio azucarero que con el monocultivo de la caña
de azúcar provocó enormes daños ecológicos y socio ambientales en el valle
geográfico del río Cauca.
Los tres años de transición que
la norma concedió a la cadena productiva asociada a la tauromaquia es aprovechada
por Eder y sus amigos de la élite caleña que disfrutan como niños chiquitos
como se tortura a un animal, mientras beben whisky y posan para los periodistas
de la farándula local que publicarán sus fotos exaltando el sofisticado gusto de
ver morir a los toros de lidia. Se trata de una revancha ideológica y de clase
frente a aquellos que como el presidente Petro desaprueban dicha forma de diversión
y se atrevieron a proscribir la fiesta brava de una élite tan tradicional como
anacrónica.
Las corridas de toros, en
particular las que solían realizarse en el marco de la Feria de Cali, siempre estuvieron atadas a la presencia de traquetos exhibiendo a sus
voluptuosas mujeres, sus enormes prótesis mamarias y cinturas esculpidas
por talentosos cirujanos plásticos. De igual manera, la fiesta brava estuvo ancorada
al poder político y económico de aquellos privilegiados que, alienados con la
supremacía de la condición humana sobre los otros animales, sintientes, pero no
hablantes, convirtieron el cruel espectáculo en una práctica cultural atávica. Unos
y otros siempre compartieron las graderías de la plaza de Cañaveralejo.
Mientras la Corte Constitucional
revisa la demanda que instauró el uribista Cristian Garcés del Centro
Democrático, el regreso del brutal espectáculo taurino y las protestas de los
antitaurinos volvieron a ser noticia en la ciudad y en el país. Ojalá los magistrados
y magistradas del alto tribunal no tumben la norma, para ver si como sociedad
empezamos a transitar por fin hacia estadios de modernidad dejando atrás la agonizante
práctica cultural.
Foto: Colectivo Antiespecista Libertad Animal (Coala).
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