Por Germán Ayala Osorio
La pillada a la congresista
Katherine Juvinao “vapeando” tiene todos los ingredientes para ser considerada
una “colombianada”, que no es otra cosa que la práctica muy común en el país de
violar las normas a pesar de saber de su existencia.
Las trasgresiones casi siempre se
hacen desde lugares de privilegio. La señora Juvinao sabía de la existencia de
la norma que prohíbe fumar y vapear en recintos cerrados por cuanto dicha ley fue aprobada estando ella en el Congreso. Es decir, se legisla para que sean
otros los que estén obligados a cumplir las normas. Los y las congresistas estarían
exentos de acatar las medidas por su condición privilegiada.
La monumental trastada de Juvinao se dio en medio de la discusión del proyecto de reforma al colapsado sistema de salud (Ley 100 de 1993) por cuenta de la avaricia de presidentes y miembros de juntas directivas de las EPS y el silencio cómplice de gobiernos y ministros de salud anteriores que al darse cuenta de la corrupción en el manejo de los millonarios recursos públicos girados por el Estado, prefirieron mantener las apariencias de un sistema pensado para beneficiar exclusivamente a agentes privados y por esa vía afectar los derechos de los pacientes. Lo curioso es que en el pasado, Juvinao criticaba fuertemente a las EPS y al sistema de salud. En algún momento, en un trino, lo calificó de "asesino". Hoy defiende a dentelladas ese mismo sistema y a las prestadoras de salud que en el pasado se prestaron para el desvío de millonarias sumas de dinero que terminaron invertidas en condominios y clubes privados.
A pesar de estar dentro de un
espacio cerrado y en medio de semejante discusión vapeó y al verse pillada por
la cámara de televisión intentó esconder el vapeador. Sin duda alguna, una “colombianada”
que, además de infantil da cuenta del perfil taimado de la congresista que se confirma
políticamente porque se hizo elegir con las banderas del progresismo, pero
luego, como veleta ideológica, terminó defendiendo las ideas de la derecha y optó
por oponerse a las reformas sociales que el país demanda en materias de salud y
trabajo.
En las redes sociales la imagen
sirvió para que las bodegas y algunos perfiles petristas aprovecharan la
oportunidad para cobrarle el “error”. Entonces, vinieron los memes y juegos de
palabras con su apellido Juvinao: la llaman ahora Katherine “Fuminao” a raíz de
la cómica escena de la que fue protagonista. El matoneo durará posiblemente otras
24 horas, hasta que aparezca un nuevo hecho, cómico o no, que ponga de nuevo de
presente que estamos en medio de una insondable crispación ideológica y
política. Lo que posiblemente no se olvide es que la “colombianada” que protagonizó
la congresista no solo dice mucho de ella, sino de lo que somos como sociedad.
Creo que la señora Juvinao sufrió
una confusión temporal, esto es, se adelantó en el tiempo a su legítimo sueño de
irse a vivir a una isla, después de “hacer 2 Cámaras y 2 Senados” como lo dijo
en un video privado que se hizo público. Una vez cumpla su sueño, en aquella
imaginada isla, podrá vapear todo lo que quiera, así termine desconociendo el
artículo 49 de la Constitución Política que en un aparte dice que “toda
persona tiene el deber de procurar el cuidado integral de su salud y la de su
comunidad”. Se trata, sin duda alguna, de una ética del autocuidado que
Juvinao parece no practicar.
Imagen tomada de:
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