El fallo condenatorio contra el abogado
Diego Cadena Ramírez confirma la tesis que hace un tiempo lanzó ese gran filósofo,
animalista y jurista colombiano: “La ética nada tiene que ver con el
derecho”.
Diego Cadena, más conocido como
el “abogánster”, acaba de ser encontrado culpable del delito de soborno a testigos
y de esa forma favorecer a su cliente el expresidente de la República y reo Álvaro Uribe Vélez,
en el caso conocido como el “juicio del siglo”. Sin duda alguna, la situación
jurídica que enfrenta hoy Cadena Ramírez
debería de ser analizada en las facultades de derecho del país por el proceso
mismo, el material probatorio recogido por la Fiscalía y los alegatos
presentados durante el juicio, pero sobre todo porque la conducta de Cadena
constituye una vergüenza que de manera clara afecta la imagen de los
profesionales del derecho que, apegados a la deontología jurídica, se la juegan
a diario por convencer a los jueces, con argumentos y pruebas cargadas de
validez, de la inocencia de sus clientes o por lo menos para sembrar la duda
razonable para sacarlos airosos de procesos penales, administrativos o de otra
índole.
La célebre frase del expresidente
Uribe “proceda doctor Diego que usted hace las cosas bien hechas” no
solo daba cuenta de la cercanía y el conocimiento del exmandatario antioqueño
de las “diligencias” que su abogánster realizaba en las cárceles para torcer
testimonios de exparamilitares, sino que resultó ser falsa en la medida en que tanto
el temido y reconocido cliente, como su apoderado resultaron condenados por dos
jueces distintos.
La admiración y casi veneración que
siente Diego Cadena hacia Uribe le
permitió al exmandatario antioqueño “instrumentalizarlo”, aprovechándose de la
condición de extrema subordinación que el abogánster aceptó desde el preciso momento
en el que dejó ver que el “mayor honor de su vida” era servirle- defender- a su
ídolo, a su Dios. Cadena Ramírez, de acuerdo con lo expresado por la jueza 44 Sandra
Heredia se dejó “instrumentalizar” de Uribe, quien supo manipular a su incondicional
abogado, acción esta que la jueza Sandra Heredia calificó como una “interferencia
psíquica” atada por supuesto a que “Cadena estaba motivado por la codicia”.
El juez tercero penal con función
de conocimiento de Bogotá, Fabián Moreno encontró culpable a Diego Cadena,
mientras que la jueza 44 Sandra Heredia hizo lo propio con Álvaro Uribe Vélez.
En ambos casos, la justicia se puso por encima del poder intimidante del
expresidente de la República y la intención de Cadena de engañarla. Al final, y
sin necesidad de que los operadores judiciales hicieran disquisiciones sobre el
lugar de la ética en el derecho, quedó más que ratificado que la ética sí tiene
que ver con el derecho, dejando a la folclórica, ligera e irresponsable tesis
lanzada por el abogado Abelardo de la Espriella con la que se inicia esta
columna, como un bufido hético del hoy precandidato presidencial por el
uribismo.
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