viernes, 15 de agosto de 2025

EL ABOGÁNSTER DIEGO CADENA: ¡CULPABLE!


 Por Germán Ayala Osorio

 

El fallo condenatorio contra el abogado Diego Cadena Ramírez confirma la tesis que hace un tiempo lanzó ese gran filósofo, animalista y jurista colombiano: “La ética nada tiene que ver con el derecho”.

Diego Cadena, más conocido como el “abogánster”, acaba de ser encontrado culpable del delito de soborno a testigos y de esa forma favorecer a su cliente el expresidente de la República y reo Álvaro Uribe Vélez, en el caso conocido como el “juicio del siglo”. Sin duda alguna, la situación jurídica que enfrenta hoy  Cadena Ramírez debería de ser analizada en las facultades de derecho del país por el proceso mismo, el material probatorio recogido por la Fiscalía y los alegatos presentados durante el juicio, pero sobre todo porque la conducta de Cadena constituye una vergüenza que de manera clara afecta la imagen de los profesionales del derecho que, apegados a la deontología jurídica, se la juegan a diario por convencer a los jueces, con argumentos y pruebas cargadas de validez, de la inocencia de sus clientes o por lo menos para sembrar la duda razonable para sacarlos airosos de procesos penales, administrativos o de otra índole.

La célebre frase del expresidente Uribe “proceda doctor Diego que usted hace las cosas bien hechas” no solo daba cuenta de la cercanía y el conocimiento del exmandatario antioqueño de las “diligencias” que su abogánster realizaba en las cárceles para torcer testimonios de exparamilitares, sino que resultó ser falsa en la medida en que tanto el temido y reconocido cliente, como su apoderado resultaron condenados por dos jueces distintos.

La admiración y casi veneración que siente Diego Cadena hacia Uribe le permitió al exmandatario antioqueño “instrumentalizarlo”, aprovechándose de la condición de extrema subordinación que el abogánster aceptó desde el preciso momento en el que dejó ver que el “mayor honor de su vida” era servirle- defender- a su ídolo, a su Dios. Cadena Ramírez, de acuerdo con lo expresado por la jueza 44 Sandra Heredia se dejó “instrumentalizar” de Uribe, quien supo manipular a su incondicional abogado, acción esta que la jueza Sandra Heredia calificó como una “interferencia psíquica” atada por supuesto a que “Cadena estaba motivado por la codicia”.

El juez tercero penal con función de conocimiento de Bogotá, Fabián Moreno encontró culpable a Diego Cadena, mientras que la jueza 44 Sandra Heredia hizo lo propio con Álvaro Uribe Vélez. En ambos casos, la justicia se puso por encima del poder intimidante del expresidente de la República y la intención de Cadena de engañarla. Al final, y sin necesidad de que los operadores judiciales hicieran disquisiciones sobre el lugar de la ética en el derecho, quedó más que ratificado que la ética sí tiene que ver con el derecho, dejando a la folclórica, ligera e irresponsable tesis lanzada por el abogado Abelardo de la Espriella con la que se inicia esta columna, como un bufido hético del hoy precandidato presidencial por el uribismo.



DIEGO CADENA EL ABOGANSTER - Búsqueda Imágenes


jueves, 14 de agosto de 2025

¿A QUÉ VIENEN REALMENTE LOS CONGRESISTAS GRINGOS?

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La llegada de la delegación gringa para asistir al sepelio de Miguel Uribe Turbay deviene con un tufillo intervencionista en los asuntos internos y de aprobación electoral al que apela el uribismo y en general la derecha colombiana para imponer la narrativa que señala que las ya tensas relaciones entre Washington y Bogotá podrían entrar en una crisis irreversible si el progresismo vuelve a ganar las elecciones en el 2026. Ese escenario complejo se daría no solo por los acercamientos con China a través del acta de entendimiento firmada en el contexto de la nueva Ruta de la Seda, sino por el rechazo del presidente Petro al genocidio perpetrado por Israel en Gaza y patrocinado por los Estados Unidos.

Los congresistas Bernie Moreno (Republicano) y Rubén Gallego (Demócrata), con raíces colombianas, así como Christopher Landau, subsecretario de Estado de Estados Unidos, y John McNamara, encargado de negocios en Bogotá, no llegaron al país a fortalecer las relaciones bilaterales como les dijeron a la prensa: su presencia en Colombia hace parte de un plan orquestado desde el Departamento de Estado, en cabeza de Marco Rubio, para “medirle el aceite” a Petro y vigilar de cerca lo que acontecerá en el país en materia electoral en el 2026.

La reunión que sostendrán los congresistas “americanos” con empresarios, precandidatos presidenciales, mandatarios locales y con el presidente Petro bien podrá servir para “limar asperezas”, o por el contrario para dejar una “diplomática amenaza” al mandatario colombiano. Ya sabremos este 15 de agosto si Petro se dejó amedrentar de Bernie Moreno durante la reunión privada que sostendrán o si se extenderán en el tiempo las ya enrarecidas relaciones bilaterales. Lo que trascienda de esa reunión será clave para imaginar cuál será el papel que jugarán los Estados Unidos en las elecciones de 2026 y hasta dónde el presidente de la República está dispuesto a hacer para demostrarles a los gringos que él no es comunista y que mucho menos de continuar su proyecto político Colombia será una “segunda Venezuela o una Cuba” como creen en Washington, gracias a los viajes  de los representantes del uribismo al país del Norte para ambientar este tipo de intrusiones en los asuntos internos de Colombia.




HABLEMOS DE PRECANDIDATOS PRESIDENCIALES POCO SERIOS

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La violencia política, pero sobre todo la verbal que desde los tiempos del plebiscito por la paz viene incrementándose en redes sociales y en otros espacios societales, no van a detenerse por cuenta de los llamados que se hacen desde partidos, el sector empresarial y los propios medios de comunicación, estos últimos responsables en gran medida de la polarización política la misma que están ayudando a extender hasta las próximas elecciones.

En el sepelio de Miguel Uribe Turbay quedó claro que no habrá desescalamiento de la violencia verbal y en la pugnacidad ideológica. Y ese parece ser el escenario predilecto para los precandidatos Daniel Quintero, Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella.

Ya las audiencias reconocen que los tres políticos le están apostando a caldear más los ánimos con sus actos de habla cargados de animosidad y desinterés por presentar sus propuestas de gobierno, en caso de que resulten elegidos en las consultas internas de sus colectividades como candidatos presidenciales. Los une la irresponsabilidad, la ligereza, pero sobre todo la ceguera para leer la actual coyuntura política, aún más enrarecida con el fallecimiento y el politizado sepelio de Miguel Uribe Turbay y el declive del uribismo.

Si los comportamientos públicos y la “verborrea” de Quintero, Dávila y De la Espriella son el fruto de las recomendaciones recibidas de sus asesores de campaña, entonces hay que decir que están muy mal asesorados. Que Dávila y el abogado defensor de DMG lo hagan hace parte de las formas como la ultraderecha y el uribismo suelen plantear soluciones a los problemas del país: bala, señalamientos y viajes de superioridad moral que lo único que dejan ver es el cinismo de los intrépidos viajeros, reconocidos por su clasismo y racismo.  

Pero si Quintero quiere recoger las banderas del progresismo, sus acciones simbólicas le están quitando seriedad a las ideas políticas y a toda la narrativa reivindicante y contestataria con la que el presidente Petro viene confrontando a los agentes del vetusto Establecimiento colombiano.

Eso de viajar hasta el Amazonas a izar la bandera de Colombia en la disputada isla de Santa Rosa y aparecerse con la bandera de Palestina en la asamblea de la Andi pueden resultar espectaculares al ojo de los fanáticos, pero resultan poco serias y convenientes porque, de un lado, aumenta las tensiones diplomáticas entre Perú y Colombia; y del otro, acrecienta el odio de los empresarios hacia todo lo que huele a progresismo. Y claro que son legítimos los reclamos que hace el político antioqueño, el problema está en las maneras como pretende luchar por las dos causas.

Eso sí, la campaña de Carolina Corcho está sirviendo para consolidar la imagen de una mujer aplomada, inteligente y formada para el debate de las ideas. Todo lo contrario están haciendo el exalcalde de Medellín, el maltratador de gatos y la periodista-periodista. Los tres están construyendo una imagen de políticos inmaduros e incapaces de discutir con argumentos porque sus incontrastables egos los están llevando a hacer el ridículo.

 



abelardo de la espriella, daniel quintero y vicky davila - Búsqueda Imágenes

miércoles, 13 de agosto de 2025

El POLITIZADO SEPELIO DE MIGUEL URIBE TURBAY

Por Germán Ayala Osorio

 El expresidente Álvaro Uribe Vélez, la prensa hegemónica y Miguel Uribe Londoño, padre del asesinado precandidato presidencial convirtieron el sepelio del recién ungido “héroe y mártir” del uribismo, Miguel Uribe Turbay, en un acto electorero, cargado de consignas que en lugar de apuntar a desescalar el lenguaje y la pugnacidad ideológica, invitan a la venganza política, de la mano del Estado militarista que operó en Colombia entre 2002 y 2010. Con el politizado sepelio de Miguel Uribe Turbay, la contienda electoral de 2026 inició con olor a gladiolo mustio y el aroma triste de los tintos que sirven en las funerarias.

Tanto el discurso enviado por el exmandatario antioqueño, como las palabras del padre del senador conservador constituyen un llamado a regresar al pasado, esto es, a los tiempos de la temida política de seguridad democrática, la misma que dejó 6402 jóvenes asesinados por militares que monetizaron sus vidas siguiendo aquella instrucción presidencial con la que se pedía “más y mejores resultados operacionales y que aquel que no los diera, que fuera pidiendo la baja”.

El papá del senador mandó un mensaje claro al caballista, reo, exdirector de la Aerocivil y domador de bestias: “Este país nunca saldrá de donde está sin seguridad […], en los próximos meses escojamos el triunfo abrumador de ese liderazgo, que tome las banderas de Miguel para que en Colombia vuelva la seguridad. Esta guerra tiene culpables y responsables, lo sabemos, no tenemos ninguna duda de dónde viene la violencia, no tenemos duda de quién la promueve, no tenemos duda de quién la permite. Tenemos que plantar cara a esto y decir no más, no más y no más…”

Mientras transcurrían las honras fúnebres, los periodistas de varias empresas mediáticas optaron por cubrirlas con un lenguaje periodístico lastimero con el claro objetivo de mover las fibras y las emociones de las audiencias para irlas llevando, de la mano de los discursos del expresidente recién condenado y del adolorido padre de Miguel Uribe Turbay, hacia sentimientos primitivos como la venganza y el odio, muy propios de las huestes uribistas desde donde brotaron frases tristemente célebres como en “donde lo vea le voy a dar en la cara marica, se callan  o los callamos”, o las más recientes, “a la izquierda hay que destriparla o son una plaga y la vamos a exterminar en el 2026”.

Ya el uribismo imaginó y le propuso al país cómo quiere que transcurra el escenario electoral de 2026. Ahora solo falta que los colombianos decidan cómo van a pintarlo, si de color rojo como la sangre que se derramó en los años 90 o de verde esperanza. Ya veremos si el 7 de agosto de 2026 los colombianos deciden poner en la Casa de Nariño a un president@ con espíritu gansteril o si por el contrario eligen a quien con un genuino ánimo conciliador le dé a la sociedad la oportunidad de superar y proscribir esa enfermedad que corroe los cimientos de la civilidad y la razón: el uribismo. Razón le cabe al expresidente Santos y al presidente Petro cuando aseguran que Uribe Vélez está cargado de odio. “Álvaro Uribe está lleno de veneno, desconoce el genocidio de la UP y la participación del estado en él”, dijo el jefe del Estado.





Imagen de Mauricio Alvarado Lozada, tomada de El Espectador.com

martes, 12 de agosto de 2025

LA PRENSA BOGOTANA HACE POLÍTICA CON LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Los tratamientos periodísticos heroizantes y lastimeros que la gran prensa bogotana está haciendo del fallecimiento del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay apuntan al logro de tres objetivos interconectados: el primero, “relanzar” a la derecha uribizada por estos días golpeada por la sentencia condenatoria contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez y por supuesto por la  pérdida del precandidato presidencial de esa colectividad, quien de todos sus compañeros, era el  que más quería parecerse al expresidente antioqueño y propietario del Centro Democrático.  

El segundo, insistir en equiparar el crimen de Uribe Turbay al de líderes de la talla de Gaitán y Galán y de esa manera posicionar el catastrofista relato de que el país retrocedió a los tiempos de la violencia política de las estructuras narcoparamilitares que terminaron con la vida de tres candidatos presidenciales. Y el tercer y último objetivo consolidar el imaginario colectivo que indica que el “héroe nacional y esperanza del país”, Miguel Uribe Turbay, fue asesinado por el discurso de odio del presidente Petro. Más claro: fue asesinado durante el gobierno de izquierda, lo que significa que esa orilla ideológica es “mala”, por lo que sus militantes y defensores deben aniquilarse por ser una “plaga infame”.

Sobre la mala hora del uribismo, los medios hegemónicos abrirán en adelante sus micrófonos y encenderán sus cámaras en función de ayudar a esclarecer el panorama político y electoral de la secta uribista. Quién será el candidato que finalmente recibirá el guiño del condenado líder del Centro Democrático es la pregunta sobre la que las empresas mediáticas relanzarán ideas como la seguridad democrática, la negación a buscar salidas negociadas con la estructuras armadas ilegales y por esa vía el escalamiento del conflicto, lo que terminará por afectar la vida de las comunidades rurales con una declaratoria de una “guerra total” contra las “guerrillas”. Es decir, el país necesita de una “mano firme y de un corazón grande”, esto es, de un macho que ofrezca, como lo hizo Uribe en el 2002, acabar con la izquierda armada de una vez por todas. Esa estrategia de “guerra total” servirá a los propósitos de echar para atrás la mini reforma agraria que está impulsando el gobierno Petro.

Poner a Miguel Uribe Turbay en el mismo nivel de importancia política, legado, oratoria y comprensión de los problemas y necesidades del país que identificaron a Luis Carlos Galán Sarmiento y a Jorge Eliécer Gaitán Ayala constituye una jugada propia de los laboratorios del marketing político. La pretensión es clara: minimizar las debilidades discursivas, de formación académica e incluso las capacidades para gobernar a Colombia que exhiben María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra. Quizás esa sean las mayores preocupaciones del expresidente y reo, Álvaro Uribe Vélez si compara los perfiles de sus cuatro fichas con la formación académica de precandidatas como Carolina Corcho e incluso la misma Claudia López Hernández con quien podría acercarse Uribe en segunda vuelta, pues la exalcaldesa de Bogotá tiene muchas cosas en común con la derecha.

Y finalmente, al insistir en el relato que indica que durante el gobierno de Petro fue “asesinada la esperanza de Colombia” y ultimado un “héroe”, los medios masivos le apuntan a generar miedo e incertidumbre entre los votantes en torno a la posibilidad de que la izquierda continúe en la Casa de Nariño. Estamos ante el surgimiento de un “nuevo coco”: pasamos del miedo al comunismo o a la “mordaza neocomunista” de la que habló recientemente el Gran Reo desde su lugar de reclusión, al terror de regresar a lo que los colombianos sufrieron en los años 90. La idea que nos está vendiendo la presa bogotana es clara: no se puede “reelegir” un gobierno que promueve odio, que no es capaz de garantizar la vida y que es responsable político del asesinato de Miguel Uribe Turbay, un “hombre joven que quería transformar al país”.



miguel uribe turbay en camara ardiente - Búsqueda Imágenes

¿QUIÉN ORDENÓ ASESINAR A MIGUEL URIBE TURBAY?

 

Por Germán Ayala Osorio

Convendría que la Fiscalía pusiera toda su capacidad investigativa a tratar de dar con los autores intelectuales que ordenaron asesinar a Miguel Uribe Turbay. Como en otros casos, lo más seguro es que se llegue a conclusiones genéricas como que lo mandaron a matar “las disidencias de Iván Márquez, la Segunda Marquetalia”, la histórica “mano negra responsable de otros crímenes políticos”, o un “sector de la derecha o de la izquierda”. 

O lo que puede resultar para muchos escandaloso e improbable: la comunión de esfuerzos entre esas estructuras criminales y sectores de poder político de la capital del país.  Lo más probable es que el caso Miguel Uribe termine en una de esas conclusiones que terminan por no aclarar quiénes están detrás y qué fue lo que realmente pasó.

No se puede descartar que la Junta del Narcotráfico esté detrás del crimen del político neoliberal y conservador. 

Lo que sí parece unir a todas esas líneas de investigación es el interés de desestabilizar al gobierno Petro y ponerle la enorme mácula que ya varios candidatos presidenciales, con la anuencia de la prensa hegemónica, poco a poco convirtieron en una narrativa conclusiva: Petro es el responsable político del “magnicidio” de Miguel Uribe Turbay. La candidata uribista de los clanes Gilinski y Gnecco, Vicky Dávila ya dijo que Petro es el “responsable político” del crimen del precandidato presidencial del Centro Democrático.

Vamos a suponer que las disidencias de Iván Márquez ordenaron el crimen. ¿Cuál podría ser su objetivo? ¿Imaginaron acaso que con su muerte se generaría en el país una “guerra civil” o un movimiento desestabilizador tan fuerte que terminara sacando de la Casa de Nariño a Petro? No creo que hayan sido tan estúpidos- que lo son- de imaginar semejante escenario, justamente porque Miguel Uribe Turbay no era el líder político, ni mucho menos ostentaban un gran poder o era el caudillo popular que hoy le reconocen al momento de calificar su asesinato como un magnicidio. El finado congresista no tenía tal dimensión social y política. Eso sí, estaba haciendo carrera para reemplazar en el corto plazo a su patrón Álvaro Uribe.

Es posible que los señores de la Segunda Marquetalia decidieron sacar del camino electoral a Miguel Uribe al considerar que se convertiría en presidente de la República en el 2026. En cualquier caso, si esa línea de investigación permite a las autoridades concluir que efectivamente son los responsables del crimen, ese cierre seguirá siendo genérico y proclive a ocultar la identidad de los determinadores políticos que, a lo mejor, usan corbata perfumada y se mueven a sus anchas en los círculos de poder de Bogotá.

Lo que sí queda claro es que el crimen de Miguel Uribe Turbay tendrá efectos políticos y electorales en las elecciones de 2026. La derecha lo usará como bandera ideológica para hacerse nuevamente con la Casa de Nari; al progresismo le quedará muy difícil quitarse de encima la mácula que la prensa hegemónica ya les puso. De allí que se requerirá mucha inteligencia de parte de los precandidatos del Pacto Histórico para soportar y erosionar la narrativa lastimera que los medios tradicionales ya crearon para ambientar las elecciones de 2026 que sin duda girarán en torno al crimen del político conservador. Eso sí, todos los que están en la contienda electoral corren el riesgo de sufrir atentados similares porque a la histórica “mano negra” no le convendría otros cuatro años más de progresismo en la Casa de Nariño.

Los candidatos que ofrecen “balín y destripar a la izquierda” podrían tener éxito electoral en un escenario en el que el odio y la venganza terminen imponiéndose en una sociedad que a pesar de las evidencias, aún no reconoce que entre los colombianos nos odiamos gracias al clasismo y al racismo estructural que nos hace propensos a tramitar nuestras diferencias a madrazos y  balazos, siempre con la intención de eliminar al diferente, al que no piensa igual que nosotros. 

Adenda: el 18 de agosto el ELN, en respuesta a un señalamiento del presidente Petro, negó haber ordenado el asesinato de Miguel Uribe y soltó la tesis de que el crimen se habría producido por un lío del padre del congresista asesinado con una red de esmeralderos. "El debate en torno al magnicidio de Miguel Uribe Turbay sumó un nuevo y controvertido capítulo. En la mañana del 18 de agosto de 2025, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se desligó del crimen contra el senador y precandidato presidencial, ocurrido el pasado 7 de junio en Bogotá, y lanzó una grave acusación: según la guerrilla, detrás del atentado podrían estar involucrados esmeralderos". 



Imagen tomada de El Espectador. Así puede asistir a la velación en cámara ardiente de Miguel Uribe en el Congreso

lunes, 11 de agosto de 2025

SI LA PRENSA NO CAMBIA, LA POLARIZACIÓN CONTINUARÁ

 

Por Germán Ayala Osorio

Los llamados a “desescalar el lenguaje o a despolarizar el país” que están haciendo varias figuras públicas, obligados política y moralmente por el fallecimiento de Miguel Uribe Turbay, lo hacen de manera cándida de la mano de uno de los actores responsables de los altos niveles de crispación ideológica y polarización política que se respiran en el país: las empresas mediáticas, que actúan más como actores políticos, que como medios de información masiva.

Por supuesto que hay que cuestionar a quienes insisten en promover un discurso de odio, pero antes de hacerlo hay que revisar el papel que vienen cumpliendo los medios hegemónicos, convertidos por sus propietarios en máquinas de hostigamiento y linchamiento moral en contra de todo lo que huela a petrismo, progresismo y a izquierda. Es claro que el país requiere de un pacto político entre todas las fuerzas y sectores de poder político y económico, pero lo primero que habría que hacer es cuestionar las formas en las que las empresas mediáticas están asumiendo el ejercicio periodístico y aceptar que efectivamente se vienen cometiendo excesos jamás vistos en el pasado como la promoción del sicariato moral en contra del presidente de la República: no lo bajan de borracho, dictador, drogadicto y homosexual. Lo desprecian como ser humano.

Quienes creen que es posible desescalar el lenguaje sin cuestionar el papel que vienen jugando medios como Semana, El País de Cali, El Colombiano y El Tiempo; así como los noticieros Caracol y RCN y espacios radiales como La FM, Blu radio y La W, están tan perdidos como aquellos que buscan los cadáveres río arriba.

Los magnates que compraron esos medios de comunicación para convertirlos en agencias de propaganda política que simulan informar a los colombianos se equivocaron de cabo a rabo. Las audiencias cambiaron, aunque haya sectores poblacionales que aún creen que las noticias son la realidad, lo cierto es que ya no se consume la información de la misma manera. Hay colombianos que saben muy bien que los hechos noticiosos son una construcción artificial de las salas de redacción en donde se define qué es noticia y qué no lo es.

De esa manera, las realidades que a diario construyen los medios masivos de información están soportadas en los intereses económicos y políticos de los mecenas que saben muy bien que tienen en sus manos a un poder históricamente incontrastable, hasta que irrumpieron las redes sociales y los creadores de contenido que vienen contrarrestando los relatos periodísticos investidos de realidad. Pero, sobre todo, cuando se encontraron de frente con un presidente distinto que desde su cuenta de X los deja en evidencia, los confronta y corrige. Han caído tan bajo los colegas de varios de los medios hegemónicos que lo único que  les falta decir es que la ética nada tiene que ver con el periodismo. 

Ningún pacto o salida política que se plantee para superar el clima de animadversión entre uribistas y petristas funcionará si los propietarios de los medios masivos asumen el error que cometieron al comprar empresas mediáticas para convertirlas en sus apéndices ideológicos y por esa vía arruinar la credibilidad que les demoró años consolidar. Hablo en particular de medios como El Tiempo y Semana, convertidos hoy en agencias de desinformación y laboratorios electorales en donde se maquillan los candidatos presidenciales que sus propietarios desean patrocinar para luego ponerlos en la Casa de Nari en calidad de sirvientes.

Adenda: y al clima de polarización viene contribuyendo Alfredo Saade, jefe de despacho del gobierno Petro, con sus alocadas propuestas de "cerrar los medios y el Congreso". No, así no, señor Saade. El presidente Petro debería de llamarle la atención al pastor evangélico, quien le hace daño a la imagen del gobierno porque sirve de comidilla a los periodistas. Con Saade en ese cargo, Petro le "da papaya" a los medios que lo odian por el solo hecho de existir. 




LA MUERTE DE MIGUEL URIBE TURBAY Y SU INSTRUMENTALIZACIÓN POLÍTICA Y MEDIÁTICA

  

Por Germán Ayala Osorio

 

Como era de esperarse, el fallecimiento del precandidato presidencial del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay está siendo utilizado por la prensa hegemónica y por la oposición para caldear aún más los ánimos y el ambiente de polarización política y crispación ideológica que se respira en el país desde los tiempos del plebiscito por la paz.

El reo y expresidente Álvaro Uribe Vélez desde su lugar de reclusión espetó que "Mataron la esperanza". Nadie niega que el crimen del precandidato es una tragedia y un hecho prepolítico que sirve para reconocer que como sociedad afrontamos graves problemas en los procesos, casi truncos, de construcción de civilidad y de las condiciones mínimas para vivir en democracia, esto es, reconocer y respetar a los que piensan y actúan distinto. Pero de allí a decir que con su fallecimiento se desvaneció la esperanza de todo el país constituye una exageración y un peligroso llamado a la venganza, a la rabia y la desesperación. Hay que recordar que Uribe Turbay ostentaba la condición de precandidato presidencial y que al interior de su partido-secta había un duro enfrentamiento con Paloma Valencia y María Fernanda Cabal en torno a una encuesta al parecer pagada por el nieto de Turbay Ayala. Las dos “tigresas” del expresidente antioqueño dijeron que su compañero estaba corriendo la línea ética. Vicky Dávila, la otra “tigresa” del Gran Condenado también confrontaba a Miguel Uribe enrostrándole su linaje, tal y como lo hizo también en su momento el presidente Petro. Esto dijo la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco, quien además lo llamó "candidatito": “algunos nietos de políticos se sienten con derechos adquiridos como en el usted no sabe quién soy yo, serían triturados por la izquierda en una segunda vuelta”.

Los tratamientos periodísticos lastimeros, ideologizados y tendenciosos que viene haciendo la prensa de la mano de los candidatos presidenciales y otras “personalidades” de la vida pública del país que salen a dar su opinión sobre la muerte del precandidato aportan a la consolidación de la narrativa que indica que el responsable del crimen es el actual gobierno y en particular el presidente Petro por el lenguaje con el que confrontó al combativo senador del Centro Democrático.

Y no se trata de negar que hay trinos que el presidente de la República lanzó que pueden ser leídos en clave de estigmatización. Quizás el carácter contestatario de Petro explique de alguna manera el sentido de sus pronunciamientos en la red X. Eso sí, los ataques moralizantes que viene sufriendo el presidente y su familia hablan muy bien del tipo de oposición que el Centro Democrático y la derecha política y mediática decidieron hacer. Petro ha sido señalado de “borracho, drogadicto y homosexual”, condiciones estas con las que desde el mismo partido de Miguel Uribe se pidió declarar indigno al jefe del Estado.

En el marco de la discusión de la consulta popular, Petro y Miguel Uribe se cruzaron estos actos de habla que deben mirarse a la luz de un debate político caldeado. Esto dijo el presidente: “¡Dios mío! ¿el nieto de un presidente (Julio César Turbay Ayala) que ordenó la tortura de 10.000 colombianos, hablando de ruptura institucional?” La señora Dávila le recordó su condición de “nieto”, pero eso no es considerado como una actitud estigmatizante. La respuesta de Uribe Turbay fue esta: “Nosotros no nos vamos a rendir y le pedimos a ustedes que tampoco lo hagan. No podemos caer en los juegos de intimidación y amenazas de este Gobierno. Lo que está en juego es Colombia y la vamos a defender”.

En ese camino de poner al asesinado precandidato como la “esperanza del país” ya la prensa hegemónica habla de “magnicidio”. Se trata, sin duda, de un apelativo exagerado, clasista y periodísticamente tendencioso. Que la Fiscalía lo califique de esa manera quizás obedezca a una lectura políticamente correcta, para evitar cualquier señalamiento desde las mesnadas uribistas muy dadas a deslegitimar las instituciones cuando sus decisiones no les conviene. El fallo condenatorio contra Uribe Vélez se produjo en una fiscalía distinta a la de Francisco Barbosa, quien, huelga recordar que usó todo su poder para defender la cuestionada honorabilidad del hoy condenado expresidente de la República.

Miguel Uribe siempre quiso parecerse a su jefe, el recién condenado caballista y domador de bestias: vociferaba, gritaba y hacía una oposición sectaria y con visos de clasismo y racismo. Por supuesto que esas características no justifican el atentado criminal y cobarde del que fue víctima. Paz en la tumba del periodismo por cuenta de los tratamientos tendenciosos de la prensa hegemónica. Y para Miguel Uribe, que “brille la luz perpetua”. 


domingo, 10 de agosto de 2025

SE ACEPTAN PRESIDENTES HOMOSEXUALES SIEMPRE Y CUANDO SEAN DE DERECHA

 Por Germán Ayala Osorio

 

En las marchas uribistas del 7 de agosto se volvieron a escuchar expresiones de odio que van desde la homofobia y la transfobia, pasando por una evidente supremacía étnica y finalizando en una misantropía dirigida hacia Petro como persona, como ser humano. Se trataría, por supuesto, de una suerte de misantropía conducente a despreciar solo a quienes comulguen con las ideas del exguerrillero, hayan votado por él en las elecciones de 2022 y lo que es peor, se hayan atrevido a rechazar el “legado” del expresidente y convicto, Álvaro Uribe Vélez, visto por estos nuevos “verificadores” de la moral pública como un hombre probo y un macho cabrío como “debe ser” todo antioqueño.  

Stella Ramírez escribió para el portal las 2 Orillas que “a Petro no lo interpelan por sus decisiones, lo agreden por existir. No lo confrontan como jefe de Estado, lo desacreditan como si fuera un intruso. Se burlan de su acento, de su pasado, de su ropa, de su forma de hablar. Le inventan enfermedades, delirios, complots. Y todo eso tiene un nombre: desprecio. Nunca se había visto este nivel de sevicia contra un presidente electo. A otros mandatarios —corruptos, autoritarios o entreguistas— se les trató con guantes. A él, con piedra en la mano. ¿Cuál es su pecado? Haber llegado al poder sin el aval de los dueños del país. Haber nacido donde no nace el poder. Representar a quienes nunca habían sido representados”.

Con el estribillo “auxilio, socorro, saquen al cacorro”, los uribistas que lo cantaron a rabiar durante las movilizaciones dejaron ver que su transfobia y homofobia es selectiva, si se tiene en cuenta que hay senadores, hijos e hijas de congresistas y otras “personalidades” de la política y el periodismo que ya salieron del closet para reconocer su homosexualidad en un país conservador y una sociedad pacata farandulera, morbosa, mojigata, gazmoña, puritana, morronga, clasista, racista, machista y misógina que prefiere guardar las apariencias, mientras en familias prestantes de varias regiones del país hay casos de hombres que llevan una doble vida: tienen esposa e hijos, lo que les asegura ser asumidos como una “pareja normal”, mientras mantienen ocultas relaciones homosexuales. Entre ellos, rectores de universidades privadas y públicas, hijos de políticos, empresarios y deportistas. Y ni para qué hablar de la Curia que encubre a los pedófilos que usan la sotana y el crucifijo para violar menores de edad.

Eso sí, son aceptadas esas orientaciones sexuales porque son de derecha y lo que es mejor, uribistas. Ser homosexual y militar en la izquierda y en el progresismo es una suerte de “nuevo” pecado cuyo único castigo posible es la lapidación moral del presidente Petro y del colectivo que lo respalda. Nunca en el pasado se trató tan mal a un presidente de la República. Petro ha sido señalado de borracho, drogadicto y homosexual, sin que haya aún evidencias que así lo prueben. El exministro Leyva Durán recientemente reconoció ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes que no tiene pruebas de todo lo que ventiló en sus emotivas misivas, leídas por los medios hegemónicos y otros sectores societales conservadores, con la hipocresía propia que los caracteriza por ser encubridores de las prácticas “cacorrescas” y las pedofílicas de famosos periodistas y políticos de la derecha uribizada.

Hablar mal del presidente de la República y su familia es, de tiempo atrás, un deporte nacional. Del entonces presidente César Gaviria también se dijo que era homosexual. Los chistes callejeros no escalaron como en el caso de Petro hacia el terreno de la aniquilación moral e incluso, a buscar declararlo “indigno” para gobernar a una sociedad mojigata como la colombiana. Eso sí, no bajaban de “loca” al consagrado iliberal.  De Turbay Ayala se dijo que le gustaban las niñas y que asistía a Cali a unos “bacanales patrocinados por los narcos de la ciudad”. Igual, las malas lenguas de la época lo señalaban de llegar a la madrugada y borracho a la Casa de Nariño.

Eso sí, entre el estribillo “auxilio, socorro, saquen al cacorro” y el cantico “Y uno, y dos y tres, stop, Uribe, paraco Hijueputa” hay una enorme diferencia, aunque los una el desprecio. El primero está atado a las prácticas de discriminación de una sociedad conservadora y premoderna; mientras que el segundo deviene ancorado a una narrativa y “verdad social” a la que solo le falta una sentencia judicial. 



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LA CRISIS DEL URIBISMO Y EL DESPERTAR DE UN PUEBLO

 

Por Germán Ayala Osorio

Se necesitaría de un profundo estudio sociológico para encontrar las razones y circunstancias que ayuden a explicar lo que en la calle llaman “el despertar de un pueblo frente al régimen uribista”. Mientras ese estudio se realiza, revisemos algunos hechos que en el pasado pudieron contribuir a ese despertar. 

Hay quienes aseguran que el estallido social fue el punto de quiebre de lo que en su momento se llamó el unanimismo ideológico vivido entre el 2002 y el 2010. No necesariamente fue ese acontecimiento el parteaguas del que aquí se habla, aunque sí fue determinante especialmente en los sectores populares que luego terminaron apoyando la candidatura presidencial de Gustavo Petro y el discurso del Cambio, que de todas maneras venía asociado a la superación de los aciagos años que vivió el país en los 20 años que duró el uribismo en el poder: disímiles formas de violencia contra los jóvenes, privatización del Estado, aumento de la pobreza, abandono del campo y estigmatización del campesinado, incluidas las comunidades afros e indígenas), deforestación de las selvas por la vía de la potrerización y la consolidación del modelo de la gran plantación (monocultivos) y la minería legal-ilegal.  

En los tiempos del Embrujo Autoritario, en universidades privadas y públicas se vivieron las primeras acciones de ese “despertar” consistente en hacer contra discurso a las narrativas periodísticas que insistían en que, a pesar de escándalos y posteriores condenas de sus más cercanos colaboradores ministeriales, Álvaro Uribe Vélez seguía siendo el Gran Colombiano, esto es, un “político honorable, el muro de contención del comunismo y el que les devolvió la tranquilidad a los colombianos”.

En esos espacios universitarios se vivieron enfrentamientos entre profesores críticos de Uribe y estudiantes uribizados que llegaban a las aulas convencidos de todas las bondades morales y éticas con las que la prensa hegemónica coadyuvó a la construcción de esa invención mediática que se llama Álvaro Uribe Vélez. Las directivas de varias de esos claustros privados se hicieron sentir relegando a valiosos, estructurados profesores que cometieron el “error” de atreverse a criticar a Uribe. En reuniones de padres de familia realizadas en varias universidades privadas, los acudientes expresaban sus preocupaciones a las directivas porque sus hijos contaban que les había tocado ver clases con profesores “anti uribistas”.

Los docentes críticos de la seguridad democrática y que investigaban los hechos del Plan Colombia y la Seguridad Democrática y hurgaban en el pasado de Uribe en su paso por la Aerocivil eran vistos como “amigos de los terroristas” por los alumnos que ciegamente creían en la propaganda mediática y recogían como única verdad lo que escuchaban en sus hogares.

Al poner a Santos en la presidencia, Uribe pensó que podría dar continuidad a su temida política de seguridad democrática y por supuesto consolidar la captura perniciosa del Estado para el disfrute de unos pocos. Aunque Santos se la jugó por ponerle fin al conflicto armado con las entonces Farc-Ep, las dos señaladas apuestas y banderas del uribismo se ejecutaron tal cual lo planeado. La molestia del Patrón con Santos obedece a que la negociación política en La Habana empezaría a aportar a lo que más le teme Uribe: a la verdad que la JEP ayudaría a rescatar de la frágil memoria de todos los combatientes (legales e ilegales) y de las tumbas con cientos de miles de NN; al final se confirmaría que efectivamente el conflicto armado interno se degradó y convirtió a unos y otros en criminales de guerra, en particular durante el periodo presidencial de Uribe, quien salía a gritar a voz en cuello que quería “más y mejores resultados operacionales”, mientras sus generales, unos verdaderos chafarotes, exigían a sus subalternos “litros de sangre, a mi no me traigan detenidos”.

Un punto que en particular hizo que el político antioqueño montara en cólera fue la desmentida que le hicieron las Farc-Ep:  negaron tener que ver con la muerte de su padre y lo invitaron a hablar de las verdaderas circunstancias en las que fue asesinado. Recordemos que el crimen de Alberto Uribe Sierra lo usó Álvaro Uribe como estrategia electoral y político-militar al sostener la tesis de que a su progenitor lo había asesinado “lafar” para borrar sindicaciones en su contra. De allí que usara el poder militar del Estado para “vengarse” de las Farc-Ep.

Después vendría la reelección presidencial, hecho político que fue aportando al señalado “despertar” por todo lo que rodeó a la modificación de la Constitución política con la llamada “Yidispolítica”. A pesar de ello, el teflón de Uribe seguía funcionando, aunque a las universidades llegaban ya estudiantes menos uribizados y mejor informados.

Llegaría luego el desvergonzado y nefasto gobierno del subpresidente Iván Duque Márquez y con este el estallido social y la irrupción de Petro como opción de poder. Hablar de poder popular, ocuparse de los sectores poblaciones y económicos que el uribismo maltrató y desconoció durante 20 años ha venido aportando al “despertar de un pueblo frente al régimen uribista”.

La ejemplar condena contra el machito antioqueño y las celebraciones a rabiar en ciudades como Cali, Bogotá y la propia Medellín hacen parte de ese despertar que es hoy, quizás, el mayor obstáculo con el que se enfrentará la derecha uribizada en las elecciones de 2026. Pero ojo que, si el progresismo le incumple al pueblo que recién “despertó”, en unos años estaremos hablando no de un despertar en las condiciones en las que se dio como respuesta al régimen uribista, sino de un malestar social y una profunda desconfianza en las ideas progresistas asumidas hoy como la esperanza en que algún día Colombia opere como una verdadera República y por esa vía logre un desarrollo económico que garantice bienestar para todos los colombianos.



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sábado, 9 de agosto de 2025

CASO URIBE VÉLEZ EN SEGUNDA INSTANCIA: ¿QUÉ PASARÁ?

 Por Germán Ayala Osorio

 

Después de la lectura de la ejemplar condena a 12 años de prisión domiciliaria contra el expresidente Uribe, su reseña ante el INPEC y las movilizaciones en rechazo a la decisión adoptada por la jueza 44, Sandra Heredia, el país y el tablero político-electoral entran en una etapa crucial que se dará una vez se confirme o se anule dicha condena. En cualquier caso, ese hecho jurídico-político irá a la correspondiente instancia de casación que podría poner fin al caso cuando el país esté sumergido en las elecciones de 2026.

Si el Tribunal Superior de Bogotá confirma la condena proferida por la jueza Heredia la derecha uribizada, encarnada en los más poderosos agentes del Establecimiento, deberá tomar la decisión de abandonar políticamente al caído expresidente, no sin antes agradecerle por haberles facilitado capturar el Estado para sacarle provecho económico y político durante los últimos 20 años; o por el contrario, dar continuidad a una lucha jurídica y política que no valdría la pena seguir dando por el desgaste de la propia imagen del exmandatario y la de ellos como sus patrocinadores. El fortalecimiento del progresismo y quizás del petrismo como una real opción de poder, pero, sobre todo, como narrativa que derrotó a lo que el país conoce como el uribismo, son variables y una realidad que la derecha uribizada deberá tener en cuenta al momento de tomar esa trascendental decisión.

Si por el contrario el Tribunal Superior de Bogotá decide meterse en el berenjenal social, jurídico y político de anular la decisión de la jueza 44, entonces la derecha uribizada saldría fortalecida y el país entraría en la peligrosa etapa de “venganza política” con el regreso de la seguridad democrática y la aplicación a rajatabla de la receta neoliberal. Echar para atrás todo lo actuado por el gobierno Petro en materia de salud, reforma pensional, laboral y entrega de tierras, entre otras, harían parte del proyecto político y económico de esa derecha que no quiere desmarcarse del lúgubre ethos que representa el temido expresidente y reo.

En esas hipotéticas circunstancias, los candidatos presidenciales del medroso centro político estarán atentos para saber qué decisión tomar: si mantener sus simpatías con el expresidente antioqueño o por el contrario tomar distancia y asumir la tarea de dar por fin vida  a esa franja ideológica y política que se resiste a florecer por la cobardía de aquellos que temen reconocer los daños que Uribe Vélez le hizo al país, pero sobretodo darle la razón a Petro de las condiciones de postración en las que la derecha ha mantenido al Estado, al aparato productivo y a millones de colombianos.

Eso sí, hay una derecha no uribizada que está cansada del tóxico liderazgo de Uribe Vélez, pero no tiene el suficiente músculo económico y mucho menos el carácter para salir públicamente a exigirle al temido reo que “suelte al país” y que se vaya a “chocholiar” a sus nietos. Hay empresarios “mamados” de Uribe. Ojalá salgan públicamente cuando se confirme la sentencia en segunda instancia. Ese será el momento preciso para ponerle fin al uribismo.

En lo que respecta a los candidatos presidenciales, por ahora la serpenteante Claudia López Hernández parece proclive a tomar distancia del sujeto condenado, apelando a su pasado como académica, lugar de enunciación desde el que desenmascaró a Uribe y el proyecto paramilitar que lo llevó al poder en el 2002. Eso sí, López Hernández no es de fiar. En cualquier momento gira a la derecha o hace creer que lo hará hacia el progresismo.

El caso de Vicky Dávila es diferente en la medida en que la “periodista-periodista” siempre fue una ficha de los agentes del Establecimiento y es defensora de oficio de Uribe Vélez de tiempo atrás.  En lo que toca a Sergio Fajardo y a pesar de su silencio estratégico, su condición de paisa, exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín el país sabe que su corazón es uribista. No vale la pena hacer referencia a los precandidatos De la Espriella y Santiago Botero Jaramillo, pues Colombia sabe que sus “propuestas de dar balín y destripar a la izquierda” hacen parte del “ADN uribista”. 


uribe y las marchas del 7 de agosto - Búsqueda Imágenes

jueves, 7 de agosto de 2025

¿CÓMO ENTENDER LAS MARCHAS EN DEFENSA DE URIBE?

 

Por Germán Ayala Osorio

Véase en video esta misma columna: https://www.youtube.com/watch?v=VGT4_urZoXs

 

Las nutridas movilizaciones en Bogotá, Cali y Medellín en contra de la decisión judicial adoptada por la jueza Sandra Heredia y en favor del expresidente y convicto Álvaro Uribe Vélez, aunque no constituyen en sí mismas un movimiento social con vocación política, sí dan cuenta de un fenómeno sociopolítico que amerita un ejercicio explicativo.

A manera de hipótesis señalo que los cientos de miles de ciudadanos que marcharon en protesta a la condena de 12 de años de prisión domiciliaria proferida en contra del exmandatario antioqueño hacen parte de sectores societales que admiran y reclaman las formas de violencia simbólica y física que representó Uribe como presidente de la República, que son las mismas que lo acompañan ahora en su condición de sub judice ciudadano, expresidente y reo a la espera de que se confirme su condena. Desde su popular “donde lo vea le doy en la cara marica”, pasando por “se callan o los callamos”, hasta llegar a “esta llamada la están escuchando esos hijueputas”, sus admiradores se sienten recogidos y representados. En las tres expresiones hay una inocultable postura homofóbica, un desprecio por la libertad de expresión, así como la subvaloración de la institución de justicia.

Quienes salieron hoy a reclamar la libertad de Uribe sobre la base de una incontrastable confianza en la inocencia del expresidente, lo hicieron más por el efecto de la propaganda mediática que por el sesudo análisis del material probatorio que al final sirvió para que la jueza Heredia lo condenara. Esos mismos ciudadanos parecen actuar desde el vacío que deja la pérdida del padre de familia o los efectos que deja cuando no cumple con el rol proveedor que la sociedad machista le entregó a los hombres colombianos. Para entender esta lectura paternal del fenómeno sociopolítico debemos remitirnos al punto 100 del Manifiesto Democrático, plataforma ideológica sobre la cual hizo campaña en el 2002: “Aspiro a ser presidente sin vanidad de poder. La vida sabiamente la marchita con las dificultades y atentados. Miro a mis compatriotas hoy más con ojos de padre de familia que de político. Aspiro a ser presidente para jugarme los años que Dios me depare en la tarea de ayudar a entregar una Nación mejor a quienes vienen detrás”.

Dentro de los manifestantes que salieron a exigir respeto por el “legado” y la figura de Uribe puede existir un patrón comportamental que los hace proclives a desconocer los fallos de la justicia, deslegitimar las instituciones, pero sobre todo, les permite nutrirse de la narrativa que niega los daños institucionales, éticos y morales que dejaron los dos gobiernos de Uribe y la consolidación del uribismo como plataforma política e ideológica fundada en un evidente ethos mafioso que se manifiesta en la captura perniciosa del Estado para el disfrute de unos pocos, la naturalización de la corrupción público-privada y por supuesto, la persecución de todos aquellos que piensen diferente, en particular los que se atreven a reclamar el cumplimiento de lo prescrito en la Carta Política de 1991.

Quienes se volcaron a las calles a reclamar respeto a su padre, líder y pastor, parecen desconocer los elementos y las decisiones que se tendrían que tomar para ver si algún día Colombia y sus nacionales puedan sentir y vivir en una verdadera República. Más bien parece que les es suficiente con que regresemos a los tiempos de la seguridad democrática y sus 6402 víctimas, la privatización del Ejército y su operación de la mano de las estructuras narcoparamilitares con las que se desplazaron y masacraron los siempre incómodas comunidades campesinas, indígenas y negras.

Por supuesto que quienes marcharon hoy en defensa del reo Álvaro Uribe Vélez tienen derecho a reclamar basados en sus creencias y en su empobrecido capital cultural. La mejor forma de responder a ese fenómeno sociopolítico que representan es brindarles todas las garantías de seguridad para que lo sigan haciendo y el ofrecimiento de la mano comprensiva de quienes entienden que son víctimas de la propaganda de los medios hegemónicos cuyos propietarios están obligados política y moralmente seguir respaldando a quien les permitió capturar el Estado para sacar adelante sus mezquinas actividades económicas.




COMUNICADORES SOCIALES VS CREADORES DE CONTENIDO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

De la mano de las redes sociales llegaron los “creadores de contenido” cuya labor de muchas maneras confronta, reta y compromete el trabajo, la formación y el futuro de los comunicadores sociales-periodistas formados en universidades públicas y privadas. Esa competencia entre los creadores de contenido y los comunicadores me hizo recordar la que años atrás se presentó entre los periodistas empíricos y los egresados de las universidades. Por supuesto que hay diferencias y similitudes, pero ese no es el tema de esta columna.

El asunto central que abordo en esta columna parte de unas preguntas que me hizo llegar un colega que prepara un informe periodístico sobre estos dos perfiles. El primer interrogante es este: ¿Cuál puede ser la diferencia entre un comunicador y un creador de contenido desde la comunicación... que lectura se le puede dar a estos roles?

Esto le respondí al periodista: hay un asunto o quizás un problema en el que confluyen el comunicador social- periodista y el creador de contenido: desconocen qué es la comunicación y la confunden con difundir información. La comunicación es más que eso porque compromete creencias, discursos, posturas políticas y formas de entender y asumir la vida. Por supuesto que se trata de un problema compartido con la sociedad y más en estos tiempos en los que los likes son más importantes que lo que se dice y peor aún, más valioso que dialogar y discutir las ideas en condiciones de horizontalidad, pero sobre todo de la capacidad compartida entre los agentes comunicativos que intervienen para hacerlo de manera razonada. En la actual coyuntura política y mediática por la que atraviesa el país hablar de relaciones dialógicas o de resolver conflictos y diferencias a partir del intercambio de razones es prácticamente un imposible.

La segunda pregunta dice: ¿Qué habilidades son esenciales desde la comunicación para implementar en la sociedad este tipo de roles?

R/ta: el diálogo respetuoso y horizontal entre los sujetos que se encuentran en las redes sociales y por fuera de estas; el respeto por el Otro, con todo y sus ideas es un factor clave para la comunicación humana. Lo que sucede es que estamos usando las nuevas tecnologías sin haber aprendido qué es eso de la comunicación, circunstancia que explica los altos niveles de violencia discursiva en las redes sociales convertidas en unas trincheras ideológicas desde donde dos o más bandos lanzan improperios y amenazas, en lugar de argumentos y lecturas críticas apoyadas en conceptos y no en meras percepciones o prenociones.

La pregunta número 3. ¿Cómo se debería adaptar un comunicador social a las nuevas tecnologías?

R/ta: el comunicador formado en la academia y que comprende qué es la comunicación y sabe diferenciarla de la información tiene dos opciones: 1. Si se trata de competir por sintonía, likes y por hacerse viral, entonces puede optar por olvidarse  de lo aprendido y de los conceptos y produzca contenidos sin ninguna clase de escrúpulos y límites éticos y comunicativos, característica de varios de los creadores de contenido. 2. Si no está obligado a competir porque tiene ya a un público cautivo, lo que puede hacer es confrontar de vez en cuando a los “creadores de contenidos”, mientras cumple con sus labor informativa, sin olvidar de los fundamentos de la comunicación como proceso humano, aunque no exclusivo del homo sapiens

¿Qué papel juega un comunicador en la gestión de la reputación online?

R/ta: el papel que todo ciudadano debería de jugar: reconocer a los otros actores informativos y comunicativos como seres humanos y agentes culturales en un mundo interconectado, pero no comunicado, y lo que es peor, sometido a la dictadura del consumo frenético de información, y a la hipersensibilidad de una sociedad que reacciona, pero que parece incapaz de comprender sistémicamente lo que sucede a su alrededor.

La problemática que emerge entre los creadores de contenido y los comunicadores sociales- periodistas se torna compleja al revisar las circunstancias con las que las universidades están formando a unos y otros. Y una de esas circunstancias tienen que ver con el debilitamiento de las Humanidades y la pérdida del ambiente académico fundado en el pensamiento crítico.



creadores de contenido y los comunicadores sociales, conflicto - Búsqueda Imágenes

miércoles, 6 de agosto de 2025

EL CULEBRERO ÁLVARO URIBE VÉLEZ AHORA HABLA DE “MORDAZA NEOCOMUNISTA”

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En su cuenta de X el expresidente Álvaro Uribe Vélez confirmó que hizo presencia en el juzgado de Rionegro (Antioquia) para formalizar su encarcelamiento, fruto de la condena a 12 años de prisión domiciliaria que le impuso la jueza Sandra Heredia.  En su acostumbrado tonito de cura pueblerino y en uso de la habilidad discursiva de los conocidos paisas culebreros o buhoneros, el Gran Condenado acaba de “inventar” la frase o fantasma con la que hará campaña el Centro Democrático en el 2026: “mordaza neocomunista”.  

Esto dijo el más grande vendedor de mentiras y enredador de Antioquia: “…con la identificación de preso continuaré y aumentaré la lucha para que Colombia, en el 2026, derrote la naciente mordaza neocomunista porque si se consolida acabará con la nación y el halago a los trabajadores se convertirá en un fracaso social total”.

Durante el plebiscito por la paz y su maliciosa campaña por el No, Uribe Vélez acuñó el término “Castrochavismo” con el que logró atemorizar a millones de ignaros que años después se tragaron el cuento de que, de llegar Petro a la presidencia, “seríamos la segunda Venezuela”. A falta de un año para terminar su mandato, no hubo expropiaciones masivas, como tampoco nacionalizaciones y muchos menos la estatización de servicios estratégicos como la salud. Colombia sigue haciendo parte de la OEA y acepta la jurisdicción y la injerencia económica del Fondo Monetario Internacional. Mejor dicho, no “nos convertimos en Venezuela” como pregonaban los uribistas.  

Como buen paisa mentiroso, exagerado y timador, capaz de vender una gata ciega y embarazada, el expresidente antioqueño cree que es posible volver a enredar a millones de colombianos con el cuentico de que de ganar el progresismo las elecciones del 2026 a Colombia llegará el comunismo, el castrochavismo o el neocomunismo, todas juntas, una especie de “coco” con el que Uribe insistirá en asustar a sus fieles y aconductados seguidores, vistos por el resto del país como unos verdaderos “atolondrados”.

Uribe crea vocablos o figuras retóricas que la ciencia política no reconoce por tratarse, justamente, de invenciones del temido “cucho” al que le falta salir con un megáfono y en tonito paisa a gritar “cuidado ome que llegó el neocomunismo para acabar con los huesitos y las carnitas de millones de neas”.

No creo que en la historia reciente del país haya una persona que le haya hecho tanto daño a eso de “ser paisa” como Uribe. Eso sí, lo realmente preocupante es que todavía hay colombianos que creen a pie juntillas en lo que vocifera y en lo que, en tono de cura recién salido del Seminario, proclama o susurra el Gran Culebrero.

Este año, un buen número de colombianos y colombianas, se han detenido frente a las pantallas para ver y escuchar las audiencias de acusación contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Y no podría esperarse otra cosa, si consideramos que dichas audiencias son una suerte de “novela negra” en la cual es posible internarse en tiempo real. La “novela negra" se caracteriza, por la exploración de cuanto ocurre a oscuras -de ahí proviene su nombre- y del envilecimiento humano; dos elementos fundamentales en el mundillo del expresidente acusado. No obstante, cabe subrayar que aparte de lo atractivo que resulta asistir con asombro a un festín de mentiras y mentirosos, el interés subyacente de los colombianos por el desenlace del mentado proceso está fundado en algo muy serio para nuestra armonía social, como lo es la búsqueda del conocimiento de la verdad. Esto, porque en Colombia la mentira reina impunemente y, dependiendo de la resolución de este juicio, serán las “consecuencias morales y sociales”. De ganar Uribe, sacaría pecho la cultura traqueta, y de perder, triunfaría una cultura afín al país de la belleza (https://www.pares.com.co/post/la-mentira-y-los-mentirosos).

Termino con esto y por favor léase en "habladito paisa": Oye, Álvaro, dejá de decir bobadas ome, cuál mordaza neocomunista, te embobaste?


Foto: EFE - Luis Eduardo Noriega A. Tomada de El Espectador.com

LO QUE SIGNIFICA LA MARCHA URIBISTA DEL 7 DE AGOSTO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La movilización uribista programada para hoy 7 de agosto, en rechazo a la condena a 12 años de prisión domiciliaria contra del expresidente Álvaro Uribe Vélez es, en sí misma, una exhibición de la inmoralidad que rodea al colectivo uribista, caracterizado por la incoherencia política cuando se trata de defender las instituciones, respetar la justicia y la institucionalidad; también será el escenario propicio para que los candidatos presidenciales del fantasmal centro definan de una vez por todas si van a subirse al “bus del condenado” o si serán capaces de sentarse a pensar en los problemas por resolver del país desde ese lugar de enunciación que aún está por construirse.

La marcha de respaldo al Gran Domador de Bestias, encontrado culpable por la jueza 44 de dos graves delitos no políticos, está precedida por una andanada de descalificaciones y amenazas en contra de la jueza Sandra Liliana Heredia por haberse “atrevido” a condenar al temido político antioqueño y del ambiente de polarización política y crispación ideológica que se remonta al plebiscito por la paz de 2016 y que se viene profundizando desde el 7 de agosto de 2022 cuando llegó a la Casa de Nariño el primero gobierno progresista en cabeza de Gustavo Petro Urrego.

La manifestación uribizada comparte el carácter absurdo con el que una parte de la sociedad colombiana asumió el triunfo del No en el malogrado plebiscito por la paz. Dicho carácter se expresa en la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que salgan a marchar para rechazar la condena proferida contra un expresidente que contó con todas las garantías procesales, en un proceso penal generado por él mismo y que completó 13 años, incluidas dilaciones y "jugaditas" por parte de la defensa? Bajo esa misma lógica millones de ciudadanos dentro y fuera del país se preguntan aún: ¿Cómo es posible que una parte de la sociedad haya votado no para poner fin al degradado conflicto armado interno?

Además, la curiosa, insensata, disparatada y llamativa movilización está precedida por el inicio del peregrinaje de personalidades políticas y agentes económicos por la finca-cárcel en la que permanece Uribe Vélez por cuenta de la sentencia que será revisada por el Tribunal Superior de Bogotá. El expresidente Andrés Pastrana Arango visitó a su homólogo a pesar de que en el pasado lo señaló de tener vínculos con los paramilitares. El respaldo al condenado también lo expresó el exalcalde de Bogotá y vendedor de buses, Enrique Peñalosa. Se entiende el apoyo brindado por el vendedor de articulados pues aspira a dirigir el país bajo la agenda neoliberal en la que cree a pie juntillas.

Los agentes gremiales y los precandidatos presidenciales que participarán de la marcha terminarán legitimando el proceso de estigmatización mediática echado a andar en contra de la jueza Sandra Heredia, así como el discurso con el que se viene erosionando la legitimidad de la justicia por cuenta de un fallo en derecho.

De cara a las elecciones presidenciales poco importará si la movilización resulta numerosa. Lo que realmente el país deberá tener en cuenta es quiénes se atreverán acompañar al patriarca, caballista, hacendado y domador de bestias en su “mala hora”. El país recordará que un 7 de agosto cientos de miles de colombianos salieron a marchar a favor de Uribe con un discurso patriotero que, de la mano de otros elementos y circunstancias, sigue evitando la construcción de una verdadera República.

La “doctrina” uribista podrá salir fortalecida hacia adentro, en la medida en que entre sus mesnadas estarán atentos, lista en mano, quiénes fueron los que, a pesar de la ejemplar y legítima condena contra el Gran Patrón, fueron capaces de desconocer un fallo judicial y por esa vía erosionar la majestad de la justicia. Hacia afuera, el uribismo seguirá siendo mirado como un fenómeno sociocultural y político ancorado a un ya naturalizado ethos mafioso con el que no solo se validó el Todo Vale, sino el proceso de captura perniciosa del Estado sobre la que se sustentó su privatización entre el 2002 y el 2022. 

Adenda: nuevamente veremos en las redes sociales el enfrentamiento entre las bodegas uribistas y los influencers petristas alrededor de si la marcha fue o no un fracaso. Y los medios hegemónicos sirviéndole de caja de resonancia al uribismo. 

marcha uribista del 7 de agosto a favor de uribe - Búsqueda Imágenes


martes, 5 de agosto de 2025

PASTRANA VISITÓ A URIBE VÉLEZ EN SU LUGAR DE RECLUSIÓN: DIOS LOS HIZO Y EL DIABLO LOS JUNTÓ

 

Por Germán Ayala Osorio

Sin conocerse aún la imagen del registro ante el Inpec de su comparecencia en condición de condenado, el expresidente Álvaro Uribe Vélez posteó en su cuenta de X la fotografía en la que aparece en compañía de Andrés Pastrana Arango, a quien le agradeció  haberlo ido a visitar a su hacienda, lugar de reclusión en el que pagará los 12 años de condena que le impuso la jueza Sandra Heredia, siempre y cuando el Tribunal Superior de Bogotá confirme el fallo de primera instancia proferido por la juez 44 de conocimiento.

Lo más probable es que el temido condenado siga exponiendo fotografías con los políticos y empresarios que se sentirán “obligados” a pasarse por el lugar de reclusión del expresidente antioqueño si quieren en el 2026 contar con el apoyo político del Centro Democrático y de lo que se conoce como el uribismo. Ya veremos cuán nutrido será el desfile de “personalidades” de la vida pública del país por el hogar del penado.

La comparecencia del expresidente Pastrana Arango a la tierrita de Uribe llama la atención no por la “solidaridad de cuerpo” del hijo de Misael, sino porque en el inmediato pasado el “niño Andrés” señalaba a Uribe de tener vínculos con los grupos paramilitares. En este enlace está el momento exacto en el que Pastrana señala a Uribe, durante una entrevista que le concedió al periodista mexicano Jorge Ramos, de esas perniciosas relaciones: https://www.youtube.com/shorts/8rdMs-B0c7w?feature=share

No creo que Pastrana haya cambiado de opinión frente a los graves cuestionamientos que hizo en contra del expresidente Uribe Vélez, pues como “hijos siameses” del Establecimiento colombiano están obligados a mantenerse unidos para defender sus intereses personales, familiares y por supuesto los de los poderosos agentes económicos que los pusieron en su momento en la Casa de Nariño. Y más ahora que en el gobierno está Gustavo Petro, los dos expresidentes deben desestimar la “sacada de trapitos” del pasado para avanzar en el único objetivo que los une: recuperar la Casa de Nariño para desde allí volver al proyecto neoliberal (privatización del Estado) que ambos encarnaron y ejecutaron con lujo de detalles en el pasado.

Solo falta que el expresidente iliberal, César Gaviria Trujillo también visite al alicaído Mesías. El país recuerda ver y escuchar al neoliberal pereirano gritarle “Uribe mentiroso, Uribe mentiroso...”.

La “política no solo es dinámica”, sino que en ella confluyen la hipocresía y las lealtades negociadas con puestos y contratos. “Entre bomberos no nos pisamos las mangueras” es el refrán que mejor explica ver a Pastrana visitando a su “enemigo” político no tanto para solidarizarse por la ejemplarizante y penosa condena, sino para enviarle un mensaje claro a los mecenas del Establecimiento que patrocinaron sus campañas en el pasado: estamos unidos más que nunca para enfrentar al “neocomunismo y al petrosantismo” y recuperar el Estado para la élite neoliberal. Uribe y Pastrana juntos se ven patéticos, infantiles, hipócritas e interesadamente leales.

 





TERRORISMO EN CALI Y PERIODISMO EN CLAVE ELECTORAL

  Por Germán Ayala Osorio   Después del execrable atentado terrorista ocurrido en Cali y la acción militar en Amalfi (Antioquia) que ter...