Por Germán Ayala Osorio
La movilización uribista programada
para hoy 7 de agosto, en rechazo
a la condena a 12 años de prisión domiciliaria contra del expresidente Álvaro
Uribe Vélez es, en sí misma, una exhibición de la inmoralidad que rodea al
colectivo uribista, caracterizado por la incoherencia política cuando se trata
de defender las instituciones, respetar la justicia y la institucionalidad;
también será el escenario propicio para que los candidatos presidenciales del
fantasmal centro definan de una vez por todas si van a subirse al “bus del
condenado” o si serán capaces de sentarse a pensar en los problemas por resolver
del país desde ese lugar de enunciación que aún está por construirse.
La marcha de respaldo al Gran Domador
de Bestias, encontrado culpable por
la jueza 44 de dos graves delitos no políticos, está precedida por una andanada
de descalificaciones y amenazas
en contra de la jueza Sandra Liliana Heredia por haberse “atrevido” a condenar
al temido político antioqueño y del ambiente de polarización política y
crispación ideológica que se remonta al plebiscito por la paz de 2016 y que se viene
profundizando desde el 7 de agosto de 2022 cuando llegó a la Casa de Nariño el
primero gobierno progresista en cabeza de Gustavo Petro Urrego.
La manifestación uribizada comparte el
carácter absurdo con el que una parte de la sociedad colombiana asumió el
triunfo del No en el malogrado plebiscito por la paz. Dicho carácter se expresa
en la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que salgan a marchar para rechazar
la condena proferida contra un expresidente que contó con todas las garantías
procesales, en un proceso penal generado por él mismo y que completó 13 años, incluidas dilaciones y "jugaditas" por parte de la defensa? Bajo
esa misma lógica millones de ciudadanos dentro y fuera del país se
preguntan aún: ¿Cómo es posible que una parte de la sociedad haya votado no para
poner fin al degradado conflicto armado interno?
Además, la curiosa, insensata,
disparatada y llamativa movilización está precedida por el inicio del peregrinaje
de personalidades políticas y agentes económicos por la finca-cárcel en la que
permanece Uribe Vélez por cuenta de la sentencia
que será revisada por el Tribunal
Superior de Bogotá. El expresidente Andrés Pastrana
Arango visitó a su homólogo a pesar de que en el pasado lo señaló de tener vínculos
con los paramilitares. El respaldo al condenado también lo expresó el exalcalde
de Bogotá y vendedor de buses, Enrique Peñalosa. Se entiende el apoyo brindado
por el vendedor de articulados pues aspira a dirigir el país bajo la
agenda neoliberal en la que cree a pie juntillas.
Los agentes gremiales y los
precandidatos presidenciales que participarán de la marcha terminarán
legitimando el proceso de estigmatización mediática echado a
andar en contra de la jueza Sandra Heredia, así como el discurso con el que se viene
erosionando la legitimidad de la justicia por cuenta de un fallo en derecho.
De cara a las elecciones presidenciales
poco importará si la movilización resulta numerosa. Lo que realmente el país
deberá tener en cuenta es quiénes se atreverán acompañar al patriarca, caballista,
hacendado y domador de bestias en su “mala hora”. El país recordará que un 7 de
agosto cientos de miles de colombianos salieron a marchar a favor de Uribe con
un discurso patriotero que, de la mano de otros elementos y circunstancias, sigue
evitando la construcción de una verdadera República.
La “doctrina” uribista podrá
salir fortalecida hacia adentro, en la medida en que entre sus mesnadas estarán
atentos, lista en mano, quiénes fueron los que, a pesar de la ejemplar y
legítima condena contra el Gran Patrón, fueron capaces de desconocer un fallo
judicial y por esa vía erosionar la majestad de la justicia. Hacia
afuera, el uribismo seguirá siendo mirado como un fenómeno sociocultural y
político ancorado a un ya naturalizado ethos mafioso con el que no solo se
validó el Todo Vale, sino el proceso de captura perniciosa del Estado sobre la
que se sustentó su privatización entre el 2002 y el 2022.
Adenda: nuevamente veremos en las redes sociales el enfrentamiento entre las bodegas uribistas y los influencers petristas alrededor de si la marcha fue o no un fracaso. Y los medios hegemónicos sirviéndole de caja de resonancia al uribismo.
marcha uribista del 7 de agosto a favor de uribe - Búsqueda Imágenes
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