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sábado, 9 de agosto de 2025

CASO URIBE VÉLEZ EN SEGUNDA INSTANCIA: ¿QUÉ PASARÁ?

 Por Germán Ayala Osorio

 

Después de la lectura de la ejemplar condena a 12 años de prisión domiciliaria contra el expresidente Uribe, su reseña ante el INPEC y las movilizaciones en rechazo a la decisión adoptada por la jueza 44, Sandra Heredia, el país y el tablero político-electoral entran en una etapa crucial que se dará una vez se confirme o se anule dicha condena. En cualquier caso, ese hecho jurídico-político irá a la correspondiente instancia de casación que podría poner fin al caso cuando el país esté sumergido en las elecciones de 2026.

Si el Tribunal Superior de Bogotá confirma la condena proferida por la jueza Heredia la derecha uribizada, encarnada en los más poderosos agentes del Establecimiento, deberá tomar la decisión de abandonar políticamente al caído expresidente, no sin antes agradecerle por haberles facilitado capturar el Estado para sacarle provecho económico y político durante los últimos 20 años; o por el contrario, dar continuidad a una lucha jurídica y política que no valdría la pena seguir dando por el desgaste de la propia imagen del exmandatario y la de ellos como sus patrocinadores. El fortalecimiento del progresismo y quizás del petrismo como una real opción de poder, pero, sobre todo, como narrativa que derrotó a lo que el país conoce como el uribismo, son variables y una realidad que la derecha uribizada deberá tener en cuenta al momento de tomar esa trascendental decisión.

Si por el contrario el Tribunal Superior de Bogotá decide meterse en el berenjenal social, jurídico y político de anular la decisión de la jueza 44, entonces la derecha uribizada saldría fortalecida y el país entraría en la peligrosa etapa de “venganza política” con el regreso de la seguridad democrática y la aplicación a rajatabla de la receta neoliberal. Echar para atrás todo lo actuado por el gobierno Petro en materia de salud, reforma pensional, laboral y entrega de tierras, entre otras, harían parte del proyecto político y económico de esa derecha que no quiere desmarcarse del lúgubre ethos que representa el temido expresidente y reo.

En esas hipotéticas circunstancias, los candidatos presidenciales del medroso centro político estarán atentos para saber qué decisión tomar: si mantener sus simpatías con el expresidente antioqueño o por el contrario tomar distancia y asumir la tarea de dar por fin vida  a esa franja ideológica y política que se resiste a florecer por la cobardía de aquellos que temen reconocer los daños que Uribe Vélez le hizo al país, pero sobretodo darle la razón a Petro de las condiciones de postración en las que la derecha ha mantenido al Estado, al aparato productivo y a millones de colombianos.

Eso sí, hay una derecha no uribizada que está cansada del tóxico liderazgo de Uribe Vélez, pero no tiene el suficiente músculo económico y mucho menos el carácter para salir públicamente a exigirle al temido reo que “suelte al país” y que se vaya a “chocholiar” a sus nietos. Hay empresarios “mamados” de Uribe. Ojalá salgan públicamente cuando se confirme la sentencia en segunda instancia. Ese será el momento preciso para ponerle fin al uribismo.

En lo que respecta a los candidatos presidenciales, por ahora la serpenteante Claudia López Hernández parece proclive a tomar distancia del sujeto condenado, apelando a su pasado como académica, lugar de enunciación desde el que desenmascaró a Uribe y el proyecto paramilitar que lo llevó al poder en el 2002. Eso sí, López Hernández no es de fiar. En cualquier momento gira a la derecha o hace creer que lo hará hacia el progresismo.

El caso de Vicky Dávila es diferente en la medida en que la “periodista-periodista” siempre fue una ficha de los agentes del Establecimiento y es defensora de oficio de Uribe Vélez de tiempo atrás.  En lo que toca a Sergio Fajardo y a pesar de su silencio estratégico, su condición de paisa, exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín el país sabe que su corazón es uribista. No vale la pena hacer referencia a los precandidatos De la Espriella y Santiago Botero Jaramillo, pues Colombia sabe que sus “propuestas de dar balín y destripar a la izquierda” hacen parte del “ADN uribista”. 


uribe y las marchas del 7 de agosto - Búsqueda Imágenes

miércoles, 18 de junio de 2025

DIOS Y PATRIA EN LAS ELECCIONES DE 2026

 

Por Germán Ayala Osorio

Hay asuntos que siempre aparecen de manera reiterada en las campañas electorales en Colombia. En el listado están la paz, la defensa de la Patria y los sempiternos procesos de negociación política con los grupos al margen de la ley que le disputan el control del territorio al Estado y retan su autoridad y legitimidad; también, los problemas que vienen atados a la operación de grupos armados ilegales (paracos y “guerrillas”) como el secuestro, la extorsión y los “paros armados”; así como el desempleo y la ya naturalizada corrupción público-privada.

Al escenario electoral de 2026 llegaría uno nuevo: la invocación a Dios. En ese aspecto ya candidatas y precandidatos empezaron a usar sus creencias religiosas para atraer votantes, en particular a aquellos que, camándula en mano, rosarios, velones y cuanta imagen de santos conocen han pasado por el improvisado altar que montaron a las afueras de la clínica Santa Fe para pedir por la recuperación del precandidato Miguel Uribe Turbay. Por supuesto que buscarán cautivar a otros cientos de miles que desde sus hogares ruegan al mismo Dios que salve al nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982).

Vicky Dávila y María Fernanda Cabal en varias ocasiones dejaron claro que comparten el mismo Dios y que su proyecto político está fincado en el poder divino para sacar adelante al país. Al mostrarse solidarias y apesadumbradas por lo sucedido con Miguel Uribe se acercan a los valores cristianos y a la misma iglesia católica.

La congresista del Centro Democrático y precandidata de esa colectividad gritó a voz en cuello que “… Colombia no se arrodilla a los violentos, Colombia no es socialista, somos un país libre, Dios nos hizo libres, el pueblo colombiano no es de Gustavo Petro”.

Entre tanto, la candidata de los clanes Gilinski y Gnecco también aludió a Dios al momento de registrar su movimiento Valientes, plataforma con la que espera recoger firmas que avalen su candidatura. Esto dijo la periodista candidata: “por un país seguro, justo, por un país unido, ¡por un país valiente! ¡El Movimiento Valientes está aquí, y no nos detendremos! Dios nos protege y nos guía”.

Santiago Botero, el candidato antioqueño fue más lejos que Cabal y Dávila. Botero quiere ser presidente porque Dios le mandó un mensaje que él acogió como una obligación moral y patriótica para “salvar a Colombia”: “Dios me hizo un llamado para combatir el mal, hoy en día no es la izquierda contra la derecha, quiero que menos colombianos se quieran ir del país”.

Cuando se invoca a Dios y se incluye como parte de las ideas políticas, la razón y la fe entran en escena haciendo aún más complejo el diálogo político, la discusión de las propuestas en un escenario electoral ideológicamente crispado y violento. Quien exprese con mayor fervor su devoción y miedo a Dios quizás termine siendo elegido presidente o presidenta, lo que contribuirá a ahondar la crisis de la política y por esa vía a minimizar la posibilidad de que los colombianos discutan de manera razonada asuntos públicos que deben atenderse anteponiendo a la fe el conocimiento técnico y la razón argumental como factores claves para que las decisiones políticas no terminen contaminadas por fanatismos religiosos.

Al parecer, el presidente Petro ya se dio cuenta de que Dios jugará un papel clave en las venideras elecciones presidenciales y congresionales. La llegada del “Pastor” cristiano Alfredo Saade Vergel al gobierno en calidad de “jefe de gabinete” confirmaría que efectivamente viviremos una campaña presidencial “contaminada” por la Fe y las creencias en un poder sobrenatural.

Saade Vergel es un activista petrista que usó la religión y sus particulares creencias para disipar en el pasado los señalamientos que recaían sobre Petro por ser “ateo”. Esto respondió ante el llamado del jefe del Estado: “Gracias presidente @petrogustavo por su confianza. A Dios todo honor y toda gloria, a mis detractores los invito a tomar café, el país nos necesita para que el amor pueda vencer al odio. Levántate, Colombia cautiva de esperanza”. Saade propuso cerrar el Congreso e incluso medios de comunicación, muy seguramente con la bendición de su Dios.

 Cabal, Botero y Dávila, en nombre de Dios, ofrecen bala o balín; mientras que Saade, en nombre de la misma Deidad, quiere que el país "se levante", no sin antes cerrar el Congreso y los medios de comunicación. 

Imagen tomada de Infobae

martes, 17 de junio de 2025

VICKY DÁVILA: ¿COACH O CANDIDATA PRESIDENCIAL?

Por Germán Ayala Osorio

 

La candidata presidencial de los clanes Gnecco y Gilinski, Vicky Dávila Hoyos registró ante la autoridad electoral su Movimiento Valientes. Se trata de otra microempresa electoral que fenecerá una vez la contienda electoral termine o quizás antes si sus patrocinadores aceptan que Dávila es una débil candidata y que un eventual gobierno de ella se parecería a la nefasta administración de Iván Duque Márquez.

En el acto de oficialización de su aspiración presidencial señaló que luchará “por un país seguro, justo, por un país unido, ¡por un país valiente! ¡El Movimiento Valientes está aquí, y no nos detendremos! Dios nos protege y nos guía”.

El nombre de Valientes suena ridículo e infantil, propio de una candidata que exhibe un discurso básico, propio de quien suele reducir la complejidad del país y de su historia a consignas efectistas muy parecidas a los titulares y tratamientos amarillistas que caracterizaron su carrera periodística.

Quizás la mayor debilidad de Vicky Dávila esté en su pobreza conceptual, fruto de su poca lectura y la incapacidad para establecer relaciones y lecturas cruzadas de los fenómenos. Además, es obediente, sumisa, racista, clasista, cizañera y arribista.

Si leemos con cuidado la consigna, encontramos que apela a lugares comunes: un país seguro, justo, unido y valiente. Su arenga la acerca más a una “coach política”, que a una candidata presidencial formada y capaz de gobernar a un país complejo como Colombia.  Además de conservadora y goda, Dávila Hoyos suele revolver política y religión, peligroso cóctel ideológico en una sociedad creyente, camandulera y “provida” que niega y conculca los derechos a morir con dignidad, al aborto y al matrimonio igualitario. Esos mismos “provida” legitimaron los 6402 crímenes de lesa humanidad cometidos durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

Al igual que el candidato Santiago Botero, un Mesías moralizante, la periodista-candidata se presenta como una enviada de Dios, esto es, como una mujer salvadora, quizás la soñada Mesías en un país de Mesías hombres y de machos mesiánicos. Además, ofrece lo mismo que el candidato antioqueño: bala, bala y bala; o mejor, balín, balín y más balín.

Dávila de Gnecco desconoce cómo opera el Estado. Su experiencia periodística es quizás su más negativa experiencia agenciando lo público: fue gobiernista, en particular, siempre defendió a Uribe Vélez y a su círculo de poder. La periodista-periodista siempre fue la estafeta de los agentes más retardatarios del Establecimiento colombiano. Eso sí, con su candidatura gana -descansa-  el periodismo, pero pierde la Política (en mayúscula).

Bajo ese nombre de Valientes, Dávila de Gnecco recogerá firmas para un movimiento ciudadano que, como todos, terminará capturado o sometido a las fuerzas clientelistas de los partidos tradicionales. De resultar electa, Dávila Hoyos gobernará de la mano del uribismo, de Vargas Lleras, Peñalosa y de toda la rancia derecha bogotana. Todos los movimientos ciudadanos por firmas no son otra cosa que una fachada y una estratagema política-electoral de quienes creen posible engañar a los votantes, presentándose como independientes cuando los acompañan los vicios y las prácticas politiqueras que convirtieron la democracia colombiana en una formalidad.





viernes, 6 de junio de 2025

¿SON PRESIDENCIABLES ALEJANDRO GAVIRIA URIBE Y SANTIAGO BOTERO JARAMILLO?

 

Por Germán Ayala Osorio

En la cumbre 59 de Asobancaria se presentaron 7 “presidenciables” ante el público y frente a tres periodistas que prometieron un debate que al final no se dio por el formato elegido. Cayeron, como en otras oportunidades, en el error de hacer preguntas complejas para responder en un minuto y cerraron el “debate” con otras pensadas más para “corcharlos y comprometerlos” hacia futuro.

Haré referencia a las intervenciones de dos de los siete precandidatos presidenciales: Alejandro Gaviria Uribe y Santiago Botero Jaramillo. El primero, exrector de la universidad de los Andes, subdirector del Departamento Nacional de Planeación durante el gobierno de Uribe, exministro de Salud de Santos y exministro de Educación de Petro. Gaviria habla como académico, pero actúa como un político tradicional.

El segundo, empresario antioqueño, admirador del expresidente Uribe Vélez y auto proclamado enviado de Dios para salvar al país. Botero llegó vestido con una sudadera en la que se leía “Dios es mi socio” y en la camiseta, “Confío en Dios” como respaldo a la “revelación divina” que lo puso en el escenario electoral. Botero se expresa como un típico paisa camorrero y enredador. A leguas se le nota que arrastra vacíos conceptuales alrededor de qué es el Estado moderno, los pesos y contrapesos de la democracia. Su “habladito” paisa lo acerca más a un vendedor callejero y lo aleja del talante deseado de un candidato presidencial.

Gaviria Uribe se definió en la señalada convención bancaria como un liberal y humanista. Coherente con su auto definición, respondió que no reestablecería relaciones diplomáticas con Israel de resultar electo presidente de la República. Poco creíble resulta esa promesa si revisamos su tibia postura frente a las prácticas genocidas perpetradas por Israel contra el pueblo palestino asentado en la franja de Gaza.

El país recuerda cuando se atrevió a fustigar al ejército israelí por un ataque a un hospital. Luego de ser confrontado por un vocero del gobierno de Netanyahu, Gaviria escribió en su cuenta de X: “Estimado embajador, reaccioné a la información de la prensa global que señalaba a Israel como el causante de la explosión. Con la nueva información que se ha conocido, reconozco que fue un señalamiento apresurado. Procedo a borrar el mensaje inicial. Reitero el llamado de muchos sobre la urgencia del respeto a la población civil, los derechos humanos y los trabajadores de la salud”.

Como humanista deja mucho que desear si se tiene en cuenta que jamás tomó distancia del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe, por las 6402 víctimas de los mal llamados “falsos positivos”.

Señaló que tiene dudas sobre el talante democrático del presidente Petro a raíz de la decisión de decretar la Consulta Popular, vista por el exministro y otros de los “presidenciables” como una afrenta a la institucionalidad democrática y un rompimiento del equilibrio de poderes.

Entre tanto, Botero Jaramillo dijo que sí reestablecería relaciones con Israel de llegar a la Casa de Nariño. La postura asumida por el empresario antioqueño es coherente con su idea de la seguridad. Mientras que en otras partes del mundo e incluso en el país se habla de seguridad humana, Botero reduce el complejo asunto a dar “balín” a todos los que se atrevan a protestar y afectar la movilidad y los derechos de los demás en esos escenarios en los que hay colisión de derechos. “Sin justicia no hay seguridad, nadie va a invertir en un país riesgoso. Vamos a tocar la constitución y hacer reformas a la justicia para darle dientes a las fuerzas militares y a la policía… salirnos de una cantidad de convenios que tienen secuestrada a la justicia… y poder volver a Colombia similar al Salvador. La paz la volvieron un negocio de bandidos”.

Santiago Botero estaría dispuesto a imponer seguridad y garantizar justicia sin tener en cuenta los derechos humanos. La réplica que le hizo Gaviria a su propuesta de “dar balín” (es decir, bala, bala y bala) acercó al empresario paisa a los terrenos en los que suelen moverse los chafarotes y machos cabríos premodernos como Uribe que se olvidó de los derechos humanos. Frente a los procesos de paz, Botero se mostró alejado de cualquier posibilidad de dar continuidad a esos intentos por lograr la paz a través de la negociación política. Lo que se traduce en el regreso a los tiempos de la seguridad democrática de su admirado expresidente Uribe Vélez.

Gaviria no es un humanista. Esa es la pose con la que quiere vender su candidatura. Es un neoliberal consumado y un cómplice político del manejo irresponsable que hicieron las EPS de la integración vertical. Entre tanto, Botero es un paisa bravucón y uribista que cree que es posible gobernar este país con los vacíos conceptuales que rápidamente exhibió en el señalado escenario de Asobancaria.

 


domingo, 27 de abril de 2025

DESPUÉS DEL MADRAZO PRESIDENCIAL, HABLEMOS DE REVOLUCIÓN CULTURAL

 

Por Germán Ayala Osorio

 

En una conversación informal y no pactada con un propietario de una empresa que importa y vende hierro en la ciudad de Cali, el comerciante reconoció que “a Petro le ha tocado muy duro gobernar con los medios en contra y una clase política y empresarial poco interesada en trabajar por el interés general”.

Previo a este comentario y reconocimiento, el señor se declaró “admirador de la raza alemana” . Dijo además que nosotros los colombianos, por el contrario, arrastramos un pérfido “cruce” entre españoles, indígenas y negros; también expuso que era de “centro derecha” y que iba a votar por Santiago Botero, un empresario antioqueño admirador de Bukele y de Álvaro Uribe Vélez. Según el importador, el sujeto “presidenciable” tiene el suficiente músculo financiero para financiar su campaña sin el apoyo de mecenas como Sarmiento Angulo, amo y señor que se acostumbró a poner en la Casa de Nari a sus más votados sirvientes. De Botero escribí esta columna el 10 de octubre de 2024, después de aparecer por primera vez en un medio de información dando a conocer sus intenciones de gobernar al país.

Le dije al comerciante que Colombia estaba en mora de hacer una “revolución cultural” como la que hizo China en su momento. Asintió que nos faltaba disciplina, respeto por las normas y los demás; y poner la inventiva y la “malicia” al servicio del bien común. Sin embargo, propuso esta solución: cárcel y bala para ladrones, sicarios y guerrilleros.

Es muy propio de la derecha ofrecer ese tipo de soluciones a los problemas que se viven a diario en la calle: fleteos, raponazos y el sempiterno irrespeto a las autoridades y normas de tránsito. Sus más visibles voceros se cuidan y quizás evitan referirse al problema cultural y civilizatorio de fondo que como sociedad arrastramos desde los inicios de la República.

La Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo (ALP) y el proyecto progresista en cabeza de Petro no abordaron ese problema, a pesar de sus propósitos de modernización del Estado y de naturalización de las ideas liberales rechazadas y macartizadas por la hegemonía conservadora y la iglesia católica. Los cambios constitucionales y las reformas educativas implementadas por ALP fueron cediendo terreno ante las sempiternas ideas conservadoras, origen de muchas de las taras civilizatorias que como sociedad premoderna exhibimos sin ningún asomo de vergüenza.

Insistir en el imaginario colectivo que señala que “somos así” por culpa del cruce entre españoles, negros e indígenas no solo es determinista, sino que apunta a auto despreciarnos, circunstancia que explica las violencia y el racismo estructural del que habla Eduardo Restrepo y que “se encarna en acciones y omisiones concretas que, derivadas del funcionamiento mismo del sistema institucional, tienen el efecto de reproducir las desigualdades y jerarquías entre individuos y poblaciones racializadas”.

En esa misma línea del auto desprecio, el modelo económico, político y social ofrece todas las garantías para que las taras civilizatorias se reproduzcan, así como el odio ancestral hacia todo lo que huela a izquierda, a negritud, indigenismo, campesinado y pobreza; a mujeres empoderadas capaces de poner en crisis el machismo también estructural desde el que actúan presidentes de la República, de grandes empresas y corporaciones estatales como el Congreso y las altas cortes; y el que está aún presentes en las relaciones cotidianas y familiares.

Da risa y tristeza ver a los candidatos presidenciales de la derecha decir que “van a recuperar a Colombia; que van a reconstruir moral, económica e institucionalmente al país”; cuando lo que realmente les interesa es hacerse nuevamente con la Casa de Nari para las huestes uribizadas, que en sí mismas son el origen de las taras civilizatorias que es urgente superar.  

Igualmente, genera grima e hilaridad ver a los periodistas hegemónicos y a los agentes políticos y empresariales de la derecha espantados por el madrazo que Petro lanzó contra el presidente del Senado, el manzanillo Efraín Cepeda. Ese natural aspaviento les sirve para negar el problema cultural de fondo, del que hacen parte por su mojigatería, hipocresía y puritanismo. Prefieren quedarse en las formas, antes de poner en crisis el tipo de sociedad que coadyuvaron a construir: una en la que pululan los hijos de puta que convirtieron a este paraíso llamado Colombia en un platanal con bandera en el que hacen y deshacen tres o cinco vulgares, oscuros pero perfumados capataces, expresión máxima y semilla de las taras civilizatorias que nos identifican como un pueblo violento, irracional, incivilizado y premoderno. Su avaricia y el ethos mafioso con el que dan rienda suelta a sus incontrolables deseos de concentrar poder y riqueza terminan proscribiendo cualquier posibilidad de cambio e iniciativa cultural que nos lleve como sociedad a mejores estadios civilizatorios. 




petro y el madrazo contra Cepeda - Búsqueda Imágenes


lunes, 21 de octubre de 2024

CINCO PEONZAS DE URIBE SE LANZARON AL AGUA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La vigencia política del expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez es, en sí misma, un fenómeno social, ético-político y moral que da cuenta de la confusión moral y la desviación ética de los sectores societales que tienen al político antioqueño como un referente y un faro a seguir. Su actual condición de acusado en el juicio al que está respondiendo por los delitos de fraude procesal y manipulación de testigos parece haberle devuelto el “teflón” que acompañó a su imagen presidencial durante los dos periodos en los que mandó en Colombia. Ese “polímero sintético” fue expandido por las empresas mediáticas que lo elevaron a la condición de “irremplazable” y asumieron como verdad inobjetable el reconocimiento internacional como el Gran Colombiano.

Dentro del evidente desconcierto moral y la desorientación ética la lealtad política se reconfigura de tal manera que la sumisión y la complicidad aparecen como los más cercanos sinónimos sobre los cuales se soportan las precandidaturas de los congresistas del Centro Democrático (CD), María Fernanda Cabal, Miguel Uribe Turbay (nieto de Turbay Ayala), Andrés Guerra, Paola Valencia (nieta de Guillermo León Valencia ) y Paola Holguín (hija de Frank Holguín, señalado de ser testaferro del criminal Pablo Emilio Escobar Gaviria), sumisos peones de la causa uribista que tiene como objetivo fundamental usar el Estado para conculcar los derechos de los colombianos a la salud y en general a llevar una vida digna.

En medio de la COP16 las precandidaturas de estos 5 peonzas de Uribe Vélez se deben entender como la consolidación de la narrativa negacionista de las pluricrisis que confluyen en lo que se conoce como el cambio climático. A partir de esa negación, la entrega exprés de licencias mineras, el debilitamiento de las instituciones ambientales, la potrerización de las selvas y la imposición del modelo de la gran plantación y por lo tanto la descampenización en la ruralidad devolverán al país a los tiempos de una sostenibilidad funcional a un sistema político interesado en someter y transformar de la manera más violenta a los ecosistemas naturales- históricos. Sin duda alguna, esos son las consignas del proyecto económico que cualquiera de los cinco precandidatos estará en total disposición de ejecutar para cumplirle a Uribe Vélez, convertido de tiempo atrás en el mayor enemigo de la biodiversidad y de la riqueza étnica de Colombia.

Ya veremos si el malhadado barón electoral le da el guiño a uno de sus 5 serviles peones o decide aliarse con los clanes Gnecco y Gilinski para apoyar la aventura electoral de Vicky Dávila de Gnecco. Eso sí, las candidaturas de la “periodista-periodista” y las aspiraciones de los 5 precandidatos se entenderían como el regreso a las circunstancias que rodearon a la administración de Iván Duque Márquez, convertida en un teatrino en el que Uribe fungió como el titiritero y Duque como su marioneta. Ya el país sabe cómo terminó esa maléfica “obra teatral”. También es posible que Uribe Vélez termine por apoyar al empresario Santiago Botero quien ya dijo que admira al político antioqueño. Como dicen por ahí, “se mueve la cosa política". Desde ya, al Patrón lo pusieron a "deshojar la margarita". 



cabal, valencia, guerra, y uribe turbay - Búsqueda Imágenes

viernes, 11 de octubre de 2024

EL CNE QUIERE IGUALAR A PETRO CON URIBE VÉLEZ

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Detrás de la inconstitucional decisión adoptada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) estarían los intereses políticos y electorales del expresidente y expresidiario, Álvaro Uribe Vélez y del ya malogrado delfín y eterno candidato presidencial, Germán Vargas Lleras.  La intención de juzgar al presidente Petro tiene la pretensión de ponerlo en la misma condición sub judice que exhibe Uribe Vélez por el caso de manipulación de testigos y fraude procesal en el que está inmerso en calidad de acusado.

Aunque no se puede descartar que les encantaría defenestrarlo de la Casa de Nariño, los tiempos y otras circunstancias políticas no les da para ese innoble propósito político de aquellos sectores de poder empecinados en desacreditar el proyecto político de la izquierda. Así las cosas, la derecha parece contentarse con exponer a Petro en un escenario que, si bien no es judicial, le sirve a la prensa hegemónica para insistir en su proceso de deslegitimación del primer gobierno progresista en Colombia. Y la mejor forma de hacerlo es insistir en poner un manto de duda sobre el origen y los topes de los dineros de la campaña, acercando la campaña Petro presidente a los oscuros casos de Odebrecht y el Ñeñe Hernández, que judicialmente no terminaron bien desde la perspectiva de conocer la verdad de lo ocurrido con la ilegalidad de esas dos fuentes de financiación de las campañas de Santos, Zuluaga y Duque.

Poner a Petro en el mismo nivel de indignidad que arrastra Uribe Vélez buscaría arruinar la imagen positiva que viene consolidando con acciones y decisiones progresistas que terminan exponiendo a la derecha como un sector ideológico y político retardatario y premoderno. La reforma agraria, aunque tímida, y la construcción de una relación respetuosa entre el presidente Petro y las fuerzas armadas son asuntos que ponen en evidencia al proyecto neoliberal uribista con el que se pretendió acabar, de un lado con el campesinado y del otro, afectar la dignidad de policías y militares por cuenta de 20 años de uribismo en los que su carácter público y patriótico se debilitó por cuenta de su “privatización” y la naturalización de un ethos mafioso que permeó a oficiales, suboficiales, soldados, policías y patrulleros. Las sistemáticas purgas del actual gobierno darían cuenta de una degradación moral al interior de la tropa, ocurrida durante los ocho años de Uribe y los cuatro de Duque, especialmente.

De igual manera, las acciones conducentes a proteger los ecosistemas naturales a través de la transición energética y el freno de la deforestación son asumidas por el uribismo como inconvenientes porque sus agentes políticos más visibles y sus patrocinadores le apuestan a explotar sin consideraciones socioambientales y ecológicas los recursos naturales. Recientemente, el empresario uribista Santiago Botero señaló que de llegar a ser presidente de la República extraerá todos los recursos naturales que Dios le dio a Colombia. No se descarta que el uribismo termine apostándole a la candidatura de un empresario no político, dado el desprestigio de la clase política, por cuenta del espejo retrovisor que Petro decidió poner a funcionar como respuesta a una derecha interesada en hacer fracasar a su administración.

Así las cosas, lo del CNE no tiene tanto de “golpe de Estado” o de “golpe blando” como señala el jefe del Estado, pero si tiene, y mucho, de estrategia política, mediática y moral de manchar la imagen de Petro para ponerlo al mismo nivel de indignidad de Uribe. De cara a las elecciones de 2026, la derecha buscará incansablemente poner esa mácula sobre el primer presidente progresista en la Colombia mafiosa, premoderna e incivilizada que hará todo para evitar que Petro se convierta una vez deje la Casa de Nariño en un gran elector como lo fue Uribe en su momento y así darle continuidad a su proyecto ético-político, socioambiental, ecológico y civilizatorio, diametralmente distinto al que defiende la derecha uribizada.

La mejor forma de remplazar las mentiras con las que asustaron a millones de colombianos con aquello de que con Petro “llegaría el comunismo, el castrochavismo, la expropiación o nos volveríamos como Venezuela” es apostarle a desacreditar a Petro interna  y externamente como figura representativa en asuntos como la defensa de los derechos humanos, enfrentar las crisis que confluyen en lo que se conoce como el cambio climático y su pretensión de  transformar a Colombia, llevándola a estadios de modernidad a los que jamás le interesó a la derecha llevarla.



PETRO CONTRA EL CNE - Búsqueda Imágenes (bing.com)


jueves, 10 de octubre de 2024

SANTIAGO BOTERO, EL MESÍAS MORALIZANTE DE LA DERECHA

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El empresario antioqueño, Santiago Botero Jaramillo de manera prematura se lanzó como precandidato presidencial. Y lo hace, justo en medio del agrio enfrentamiento político e ideológico entre el presidente Petro y los magistrados del Consejo Nacional Electoral (CNE) que decidieron investigar al jefe del Estado, violando la integralidad del fuero presidencial.

En La W de Julio Sánchez Cristo le abrieron los micrófonos para que expusiera algunas de sus ideas políticas que, a decir verdad, tienen mucho de lugares comunes y cercanas a las que exponen las candidatas María Fernanda Cabal y Vicky Dávila de Gnecco.

Botero se instala ya como un “nuevo Mesías” de la derecha, tal y como en su momento lo fue Álvaro Uribe Vélez, quien prometió acabar con lafar en cuatro años. Como no pudo acabarlas y someter también a “sus simpatizantes, los "terroristas vestidos de civil" (periodistas y defensores de los derechos humanos)”, entonces compró la reelección. Y como tampoco pudo en 8 años, quiso quedarse otros cuatro años más, pero con ponencia de Humberto Sierra Porto, la Corte Constitucional lo evitó.

Para legitimar su carácter mesiánico, Botero invoca a Dios en un país creyente como Colombia. Esto dijo a la emisora en cuestión: “Hace tres meses pensaba irme de Colombia hacia Estados Unidos para construir patria fuera de mi país. Dios me hizo un llamado para combatir el mal, hoy en día no es la izquierda contra la derecha, quiero que menos colombianos se quieran ir del país”.

Su lectura moralizante de los problemas del país lo ubican entonces como un “salvador”, lo que supone que actuará “con mano dura contra los malos”. Al ubicarse en un plano moral superior, el empresario, de llegar a ser presidente de la República, estaría muy cercano a regresarnos a los tiempos de la Seguridad Democrática de Uribe e incluso al Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala. Ya el país sabe que la aplicación de esas dos políticas de seguridad, basadas en la extensión del principio del enemigo interno a todo lo que oliera a izquierda, terminaron con la sistemática violación de los derechos humanos. 

Botero exhibe un perfil guerrerista, muy propio de la línea uribista. Dijo a La FM que invitaría al exgeneral Zapateiro para que fuese su ministro de Defensa. Sin duda alguna existe una afinidad muy grande con la seguridad democrática de Uribe y las maneras de "mandar" en el país. Esa alianza con el exgeneral ajúa, da miedo. 

Reducir los complejos problemas que afronta la sociedad Colombia a un asunto moral entre Buenos y Malos constituye un riesgo absoluto para la democracia, en particular para quienes piensan y actúan diferente e incluso se oponen a quienes desde los privilegios e instalados en la cultura dominante se asumen como “perfectos, los elegidos y los únicos capaces de sacar adelante al país”.

Parece olvidar el señor Botero que los problemas del país en buena medida están atados a las dinámicas y lógicas de un sistema cultural y político en el que se naturalizó un ethos mafioso del que se desprenden distintas formas de violencia y procesos de anomia social.

Aunque dijo que jamás hizo política de la mano de Uribe, su discurso se parece mucho. Dice Botero “no sé si voy a ganar o no, pero estoy dispuesto a sacrificar todo por mi país. Hoy nos sentimos más encarcelados que antes y quiero buscar la libertad para los colombianos”.

En términos de Uribe, el empresario paisa estaría dispuesto a “hacerse moler” tal y como lo prometió en el punto 98 de los 100 puntos del Manifiesto Democrático en el que se lee el entonces Mesías antioqueño: “Me haré moler para cumplirle a Colombia. En mis manos no se defraudará la democracia. Insistiré que el País necesita líneas estratégicas de continuidad…por eso propongo un Gobierno de Unidad Nacional para rescatar la civilidad”.

Al insistir en su discurso moralizante (que termina siendo estigmatizante), Botero asegura que está dispuesto a gobernar de la mano de Uribe, catalogado por el empresario como una persona “buena”. Desecha por completo que el expresidente y expresidiario afronta hoy un juicio por fraude procesal y manipulación de testigos. “Precisamente, sobre una posible participación de Álvaro Uribe en su campaña presidencial, le abrió las puertas a la posibilidad. “Completamente. En mi campaña estarán personas buenas y él se ha ganado el espacio. Yo quiero solamente a los buenos y no a los malos”.

Como el “nuevo Mesías” de la derecha, Botero asegura que gobernaría con total independencia en un país en el que todos los presidentes llegan empeñados a la Casa de Nariño por cuenta del apoyo de contratistas y familias ricas dispuestas a sacar provecho de las millonarias inversiones en el negocio de la política. A pesar de ello, el país cuenta hoy con un presidente que le apunta a hacer una reforma agraria integral y a beneficiar a quienes históricamente la derecha los han mantenido en la miseria y en condiciones ignominiosas. 

 Y para entender que su aparición en La W no es fortuita, esto dijo al magazín: “No le voy a vender el alma a nadie, quiero que esto sea muy transparente y nunca vamos a estar en la situación en la que está el presidente (Petro)”.

Muy seguramente otros medios, incluida La W, empezarán a presentar a Botero como un “outsider” de la política. De esa manera, el abanico de candidatos de la derecha se amplía. A lo mejor Botero terminará siendo el ungido del expresidente Uribe porque todo el país sabe que el exmandatario no confía en María Fernanda Cabal y mucho menos en Vicky Dávila de Gnecco por ser mujeres. 

En términos socioambientales y ecológicos, Botero sigue la misma línea extractiva de Uribe. No solo aprobaría el fracking en el país, sino que muy seguramente continuaría con la potrerización de las selvas, la defaunación y deforestación. Dijo a la emisora que se dedicaría a explotar todos los recursos que Dios le dio al país. Otro negacionista del cambio climático. 




SANTIAGO BOTERO QUIERE SER PRESIDENTE PORQUE DIOS LE HABLÓ - Búsqueda Imágenes (bing.com)

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