Por Germán Ayala Osorio
Los estudiosos de la historia del
periodismo colombiano darán cuenta de la conversión del interés periodístico por la vida de los miembros de la familia presidencial en hostigamiento
ideológico y político investido erróneamente de un inexistente carácter
noticioso.
Lo que la prensa hegemónica viene
haciendo desde el 7 de agosto de 2022 a la fecha con las hijas y la esposa del
presidente de la República consolida el surgimiento de lo que aquí llamo hostigamiento
ideológico y político, definido como una práctica inmoral en la que
incurrieron periodistas, en particular mujeres, que por decisión propia o
siguiendo instrucciones editoriales de sus empresas mediáticas desecharon la sororidad,
los criterios tradicionales de qué es noticia y por esa vía a la ética periodística
para entrar en las turbias actividades del acoso, seguimiento y persecución de
las hijas del presidente de la República,
en particular de Antonella Petro, convertida por los comunicadores en un blanco o “presa”
que debía, sí o sí, ser acorralada con el único objetivo de golpear moral y
políticamente al presidente Petro, víctima de un generalizado odio, originado en
el clasismo, el racismo y los efectos políticos, periodísticos y económicos que
generó la pérdida de la Casa de Nariño para los agentes del Establecimiento que
guardan una relación de correspondencia con los tratamientos periodísticos de
los hechos relacionados con la vida privada del presidente y la de los miembros
de la familia presidencial.
Los periódicos y noticieros de
radio y televisión y los periodistas-bodegueros que participaron del hostigamiento
ideológico y político en contra de la familia del jefe del Estado
se olvidaron de los principios básicos del oficio
periodístico y de esa manera convirtieron las salas de redacción y sus
cuentas en X en hogueras en donde escaldaron la intimidad del presidente
con el fuego de la homofobia y la transfobia, así como la apariencia física de
las hijas de Petro.
La explicación que dio Petro en
su cuenta de X en torno al desplazamiento de Antonella le da vida política y un
lugar en la historia del periodismo al hostigamiento ideológico y
político que viene sufriendo su hija Antonella:
“Qué pasó en Estocolmo con
mi familia.1. Envié mi hija Antonella, acompañada para que visitará a su
mamá hace dos días. 3. Mi hija que es menor de edad, fué seguida desde Colombia
por su itinario. 4. En el aeropuerto donde llegó, comenzaron a seguirla
hasta donde vive su madre. 5. En los videos que grabaron los periodistas
suecos, aperece mi hija menor de edad. No salían de una tienda de lujo, salían
donde se aloja mi hija menor que recién acaba de llegar de Bogotá. Así va la
persecusión a mi familia, hasta a menores de edad en un país democrático”.[1]
Frente a la gestión del
presidente puede haber todos los reparos posibles, pero lo que los colegas
periodistas han hecho con su vida íntima, pero sobre todo con la corta
existencia de su hija Antonella no se puede llamar periodismo. Aquí lo llamo
hostigamiento ideológico y político, pero seguramente habrá otros nombres para calificar
a esa nociva, vergonzosa, sucia y rastrera práctica que enloda la historia del
periodismo y deslegitima el “oficio más bello del mundo”, como lo llamó en su
momento Gabriel García Márquez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario