jueves, 16 de enero de 2025

LAS CUCHAS Y LOS CUCHOS EN LA COLOMBIA MACHISTA

 

 

Por Germán Ayala Osorio

 

La actitud negacionista, fascista y retardataria del alcalde de Medellín frente al mural “Las cuchas tenían razón” deviene atado al sistema cultural en el que se ancla el poder masculino.

El vocablo “cucha” está territorialmente amarrado a las comunas más pobres de Medellín y Cali para nombrar dos urbes que comparten el uso cotidiano de dicha palabra porque deviene atada a la vida de cientos de jóvenes que sueñan con tener la oportunidad de “comprarle una casita a la cucha”.

Por el contrario, las lecturas clasistas y feministas consideran que la palabra “cucha” es despectiva por cuanto deviene asociada al desprecio de las mujeres cuando envejecen. Ante la “dictadura de la juventud” impuesta por la moda, las firmas de maquillaje y en general la publicidad sexista, llegar a “cucha” resulta ser una situación indeseable y para muchos casi que un “crimen estético”.

Baste con recordar lo dicho por Margarita Rosa de Francisco para entender lo duro que puede resultar para las mujeres envejecer en un país machista como Colombia. “El espectáculo de mi propio envejecimiento es algo que no me quiero perder, no quiero ponerme más botox ni rellenos. Estoy curiosa de ver cómo es el proceso de mi envejecimiento. Antes, cuando tenía antes como 40 y pico, sí me alcanzó a dar esa crisis de vejez y me puse relleno en los labios y botox en todas partes".

El machismo hace posible pensar en que las únicas que se “arrugan” y se ponen “feas” son las mujeres. Baste con recordar la idea que hizo carrera en el país y quizás en el mundo occidental que señala que “los hombres canosos” se ven “interesantes”, mientras que una mujer con el cabello pintado de gris expresa “descuido” y un estado de “abandono” socialmente mal visto. De allí que en relación con los hombres “maduros o viejos”, la palabra “cucho” no tiene el poder de recordación y mucho menos produce los daños psicosociales que genera el uso despectivo del vocablo “cucha” en los estratos medios y altos.

Gracias a la polémica desatada en Medellín, el término “cucha” termina reivindicando a las madres que desde hace 30 años vienen diciendo y gritando que allá en La Escombrera pueden estar sus hijos enterrados. Lo llamativo es que los responsables de lo ocurrido en la Comuna 13 son hoy “cuchos” que exhiben “razones” institucionales soportadas y derivadas del Estado paramilitar que se consolidó entre 2002 y 2010. Así entonces, la razón que el mural les reconoce a las “cuchas” colisiona ética y moralmente con las “razones de Estado” que siempre izaron aquellos machitos que entraron a la Comuna 13 de Medellín echando bala a diestra y siniestra no tanto para recuperar el territorio, sino para consolidar el machismo como sistema cultural.

El alcalde Federico Gutiérrez es un claro exponente de ese sistema cultural fundado en el poder los machos violentos, aquellos capaces de “dar en la cara marica” y de desaparecer jóvenes cuyas vidas despreciaron porque eran pobres. En Colombia hay cientos de miles de “cuchas” que siempre tuvieron la razón y “cuchos” que tuvieron el poder suficiente para burlarse de ellas y hasta de tratarlas como “viejas” locas. Colombia siempre fue manejada por machos cabríos que siguen creyeron que tienen la razón en todo lo que hacen, piensan y deciden. Varios de los agentes del establecimiento colombiano hoy son “cuchos” violentos que no se cansan de defender la causa paramilitar, responsable de los falsos positivos y de las víctimas enterradas en La Escombrera.




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