Por Germán Ayala Osorio
En medio del enrarecido caso de
la compra y uso ilegal de Pegasus y las audiencias preparatorias de cara al
juicio que afrontará por tres delitos graves, el expresidente y expresidiario
Álvaro Uribe Vélez legitimó la adquisición y el uso del software espía y les entregó
a los precandidatos presidenciales que buscarán su aval, la directriz que
deberán ofrecer como tema de campaña para el 2026.
Esto dijo el Señor Procesado en
su cuenta de X: “Se necesitan más Pegasus, de frente
al 2026. La paz sin seguridad no resulta y fracasan ambas. Hay que
prepararse para que el país tenga seguridad. Lo primero es determinación, lo
segundo el apoyo y el afecto a la Fuerza Pública”.
Lo expresado en el trino nos
regresa de inmediato a los tiempos de la temida y peligrosa Seguridad
Democrática, política estatal responsable en gran medida de la ocurrencia de
los crímenes de Estado mal llamados “falsos positivos” y de las chuzadas del
DAS a los entonces magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Con la directriz lanzada por el
vulgar caballista se confirma que a la derecha no le interesa discutir y mucho
menos preparar al país para afrontar los desafíos del cambio climático, como
tampoco asumir con determinación el cuidado de la biodiversidad; y mucho menos
le interesa proponer soluciones al desempleo estructural y a la histórica
informalidad laboral. No. El único tema de campaña con el cual el uribismo
buscará recuperar para sus huestes la Casa de Nari es la seguridad, la
seguridad y la seguridad, estribillo que también nos recuerda aquel lema de
vida y de campaña del hacendado y sub judice ciudadano: “trabajar, trabajar
y trabajar, porque a Colombia la está matando la pereza y por eso hay que
recortar la jornada de sueño”.
Al decir que se “necesitan más Pegasus”,
el Señor Acusado reconoce que chuzar a detractores políticos y no solo a
agentes ilegales es una acción legítima por cuanto está atada a los máximos
intereses del Estado. Sin duda alguna, se trata de una visión enfermiza del
Estado que termina erosionando principios de la democracia liberal.
Ante el fracaso de la Paz Total de Petro, Uribe Vélez vuelve a hablarle al país de seguridad democrática en función de su visión militarista, la misma que seguirá favoreciendo a los Señores de la Guerra y a los agentes económicos que en el pasado se beneficiaron del desplazamiento forzado de comunidades campesinas. Por eso habla de “paz con seguridad”, dualidad que hábilmente explotó durante su administración con el concurso de las empresas mediáticas que hoy registran y aplauden su directriz electoral. Insiste el expresidiario en que su visión weberiana del Estado es el camino para ganar la esquiva legitimidad de un Estado corporativo que opera de tiempo atrás como un actor sometido a los intereses de agentes privados (clanes políticos y económicos) prestos a naturalizar el carácter rentista que los caracteriza.
Insiste el expresidente
antioqueño en la instrumentalización de las fuerzas armadas, en particular del Ejército,
cuando habla “del afecto a la fuerza pública”. Si algo logró Uribe en sus aciagos
ochos años de mandato fue permear ideológica y políticamente la misión del
Ejército nacional, convirtiéndolo en una fuerza de derecha que supo extender el
principio del enemigo interno a periodistas, docentes, políticos de izquierda,
defensores del ambiente y de los derechos humanos.
A partir de este momento, los
precandidatos presidenciales de la derecha quedan notificados: deben hablar de seguridad,
seguridad y seguridad para ganarse el guiño de este ladino barón electoral
antioqueño. Y eso se traduce en bala, bala y bala. Sin duda alguna, un regreso
al pasado.
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