miércoles, 9 de octubre de 2024

PETRO Y EL NEFASTO ESTABLECIMIENTO COLOMBIANO

 

Por Germán Ayala Osorio


Dentro del establecimiento colombiano hay sectores de poder que vienen acostumbrados a que los presidentes de la República obedezcan al pie de la letra sus demandas e imposiciones. Con la llegada de Petro a la Casa de Nariño esos agentes de poder encontraron una fuerte resistencia ideológica y de clase en el jefe del Estado, que en buena manera explica la temeraria reacción del Consejo Nacional Electoral (CNE) de investigar al presidente de la República, violando la Constitución.

Es claro que detrás de esa retadora decisión están Germán Vargas Lleras y Álvaro Uribe Vélez, dos alfiles de los sectores más godos y violentos de esa parte del Establecimiento que está acostumbrada a manosear a los presidentes que a pesar de resultar electos por el voto popular, están obligados a priorizar el cumplimiento de los objetivos de los mecenas que patrocinaron sus campañas.

Bajo esas condiciones, el presidente Petro optó por gobernar activando el espejo retrovisor, lo que significó la reaparición del congresista aquel capaz de confrontar, sin miedo alguno, a esos agentes del establecimiento acostumbrados a someter a los presidentes a sus caprichos y formas de asumir la operación del Estado y el funcionamiento de las variables económicas. Más claro: Petro decidió gobernar con el espíritu retador del congresista que develó las relaciones criminales entre los paramilitares y la clase empresarial y política. La política anti narcóticos, por ejemplo, no se ve con buenos ojos dentro de varios de esos agentes de poder por cuanto están sintiendo las afectaciones económicas por las sistemáticas incautaciones de droga.

Esos agentes del establecimiento se sienten en riesgo con Petro por el acceso que tiene el presidente a información privilegiada, pero sobre todo, a hechos y acciones que los pueden encochinar o poner en evidencia.

El caso Pegasus, expuesto por Petro en aquella alocución, lo asumieron dentro del Establecimiento colombiano como una mortal estocada e incluso como una jugada política propia de un “enemigo interno” que desde la Casa de Nariño quiere acabar de develar las relaciones mafiosas y criminales de quienes usaron ese software para espiar a quienes le hicieron oposición a Iván Duque y legitimaron las movilizaciones en el marco del estallido social. Pegasus sería apenas la punta del iceberg de esas correlaciones de fuerza en las que de tiempo atrás prevalece un ethos mafioso que, de la mano de los valores del neoliberalismo, han servido para privatizar la operación del Estado y por esa vía, afectar la soberanía y la autonomía alimentarias, la explotación de los recursos naturales sin consideraciones ética ecológicas y el poco favorecimiento de los sectores comunitarios y populares. Si se revisa con cuidado, el gobierno Petro le está apuntando a revivir al campesinado, a cuidar los ecosistemas naturales en consonancia con las crisis climáticas y a favorecer la economía popular y contratar el mejoramiento de las vías terciarias con las Juntas de Acción Comunal. Todas, acciones inaceptables para quienes hubiesen preferido a un presidente obediente y sometido.

Así las cosas, la decisión del CNE es la respuesta institucional de esos sectores del Establecimiento que odian a Petro por querer gobernar en contra de sus mezquinos intereses, pero, sobre todo, por desconocer la historia de sometimiento de los jefes del Estado, convertidos en el pasado en simples marionetas de esos agentes de poder que no están interesados en llevar al país a un estadio de desarrollo superlativo. Por el contrario, les interesa que siga siendo la finca que les da para mantener sus costosos niveles de vida.




Imagen toma de Semana.com

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