Por Germán Ayala Osorio
Ante estudiantes de la universidad
de la Sabana de Bogotá, el expresidente Álvaro Uribe Vélez invitó a los comandantes
de las fuerzas armadas a desconocer la autoridad de su comandante en jefe, el
presidente de la República, Gustavo Petro. Se trata de la más clara incitación
a que desde los cuarteles se dé un golpe militar al actual jefe del Estado. El delito que promueve Uribe es el de la sedición. La peligrosa
insinuación del político antioqueño se conecta con el deseo planteado por la
congresista María Fernanda Cabal en febrero de 2023: “No hay que dejar
que Petro se quede 4 años”, señaló la
legisladora en ese momento. Es decir, a dos años de terminar el mandato el
presidente Gustavo Petro, el propietario del Centro Democrático y líder de la
ultraderecha pretende, con el concurso de los militares, impedir que culmine su
mandato y así romper el orden constitucional.
Esto dijo exactamente el exdirector de la Aerocivil y exmandatario antioqueño:
“lo peor de las Fuerzas Armadas es quedarse quietas por la orden de un
gobierno, mientras ese gobierno ha estimulado al ELN a que presionen con armas
una constituyente”.
Claramente, Uribe les está
diciendo a los generales de la República, y en particular a coroneles con mando
de tropa, a que asuman a mutuo propio la tarea de atacar a las disidencias de
las Farc-Ep que de manera coordinada y temeraria ejecutaron actividades
terroristas en los municipios de Jamundí y Dagua en el Valle del Cauca y
Morales, en el Cauca.
Además, de manera temeraria y
calumniosa, el expresidente señala que Petro tendría acuerdos con el ELN para
que este grupo armado ilegal coadyuve a generar las peores condiciones contextuales
para que desde la Casa de Nariño se declare turbado el orden público y en
crisis las instituciones, y por ese camino se convoque a una Asamblea Nacional
Constituyente. De manera hábil, el súb judice ciudadano nacido en Salgar
(Antioquia) conecta el deseo-amenaza que Petro hizo público en Puerto
Resistencia en Cali, ante las trabas de un Congreso que se opone a las reformas
sociales planteadas.
La sinuosa invitación que hace
Uribe a los uniformados se explica porque la derecha uribizada, con el apoyo de
los medios de comunicación tradicionales, vendieron la idea al país de que
Petro “tiene amarrados, debilitados y desmoralizados a los militares”, lo que explica
el envalentonamiento de las disidencias de Iván Mordisco y sus ataques
dinamiteros y terroristas de las últimas 24 horas. Bajo esa premisa, Uribe conmina
e insta a los comandantes militares a avanzar contra las disidencias sin que
así lo haya ordenado Petro porque, en apariencia, el presidente no estaría
interesado en ordenar la contra ofensiva por su interés en convocar, bajo un orden
público turbado, una asamblea nacional constituyente para hacer las reformas
que el Congreso y la bancada uribista en particular, no le quieren
aprobar.
Lo cierto es que ya el presidente
de la República ordenó arreciar militarmente contra las disidencias. El
despliegue de tropas por las zonas rurales de Morales (Cauca) y Jamundí (Valle
del Cauca) ya comenzó. Habrá que esperar los resultados operacionales y muy
seguramente, la cínica petición de volver a pactar un cese al fuego bilateral
de las disidencias.
Lo dicho por el expresidente,
latifundista y expresidiario es supremamente grave por su condición de exjefe
de Estado y porque como comandante supremo de las FFAA logró instaurar en la
doctrina militar el perverso principio de “contar cuerpos” lo que llevó a generales,
coroneles, mayores, suboficiales y soldados, a perpetrar crímenes de Estado que
el país conoció como “falsos positivos”. Lo que el uribismo llama “debilitamiento”
al interior del Ejército, por la salida masiva de oficiales, simplemente es una
purga institucional en la que han salido de la institución altos oficiales por actos
de corrupción y politización del ambiente castrense.
Hay que recordar que Uribe metió
al Ejército en una dinámica de guerra total contra las Farc (pero no contra el
ELN), vendiendo la idea a los colombianos que iba a acabar con esa agrupación
armada ilegal entre 2002 y 2006. Como no pudo alcanzar ese objetivo, se hizo
reelegir de manera fraudulenta por otro periodo presidencial (2006-2010). Al término
de los ochos años tampoco pudo alcanzar el objetivo político-militar y quiso
quedarse otros cuatro años más, pero la Corte Constitucional lo evitó, con
ponencia del entonces magistrado, Humberto Sierra Porto.
Así las cosas, Uribe insiste en continuar
siendo el War Lord que millones de colombianos aún admiran. No sería raro que
detrás de su peligrosa incitación esté su deseo de regresar al poder así sea de
facto y por conducto de un golpe militar.
Imagen tomada de Semana.com
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