viernes, 17 de mayo de 2024

AL DIRECTOR DE LA MODELO LO DEJÓ SOLO EL ESTADO

 

Por Germán Ayala Osorio

 

El asesinato del coronel (retirado) Elmer Fernández, director de la cárcel La Modelo deja tres hechos claros: el primero, que las autoridades de policía, el mismo INPEC y la UNP le sirvieron a alias Pedro Pluma en bandeja la vida del funcionario para que cumpliera la temeraria amenaza que había lanzado días atrás contra el director. Es decir, el Estado dejó solo a Fernández y por eso, está muerto.

El segundo, que es tal el poder criminal de los bandidos que están presos en cárceles como La Modelo y la Picota, entre otras, que se dan el lujo de amenazar, de activar call center y de mandar a matar a guardianes del INPEC y a directores de prisiones que se atrevan a trasladarlos, a ordenar requisas o afectar las estructuras criminales que operan desde varios centros de reclusión. Y el tercero, que la reacción paquidérmica de la UNP y del INPEC facilitó la ejecución del plan sicarial. La misma Policía Nacional es responsable porque como institución está en la obligación moral de preocuparse más por sus hombres que en uso de buen retiro, cumplen funciones de alto riesgo como dirigir cárceles. No es necesario esperar a que las amenazas lleguen para proteger a los oficiales que le sirvieron a la institución.

El poder económico y criminal de las bandas y de sus líderes que operan desde las cárceles estatales les permite sobornar, atemorizar y mandar a matar a quienes se atrevan a tocar sus intereses. Disímiles gobiernos han probado todo tipo de estrategias fallidas para enfrentar ese poder mafioso: los trasladan de penitenciaría, los aíslan y hasta los vigilan las 24 horas. ¿Cuál es la solución?

La más evidente es endurecer las condiciones en las que estos criminales pagan sus condenas. Deben estar aislados y vigilados, evitando al máximo el contacto con guardianes. Bastaría con la amenaza proferida por alias Pedro Pluma, para que, en juicio sumario, sea condenado por el asesinato de Fernández. Las garantías procesales deben perderse ante la peligrosidad de estos criminales. Las condiciones de reclusión deben ser extremas para que el escarmiento lo sientan también sus compinches. Es claro que el miedo a ir preso se perdió porque al interior de las cárceles encuentran las condiciones propicias para continuar delinquiendo. El porte de los celulares, por ejemplo, debe prohibirse. El aislamiento debe ser total y extendido en el tiempo.

La narrativa de los derechos humanos debe empezar a sopesarse con los crímenes ordenados desde las cárceles y  las incertidumbres, la desazón y la rabia que generan en la sociedad hechos como el asesinato del director de La Picota. Insisto en que hay que someterlos a condiciones extremas de aislamiento, lo que implica cero contacto con el mundo exterior por periodos de seis meses continuos.

Dejar avanzar y crecer el poder criminal de bandas y de sus líderes al interior de las cárceles, permitirá que en el 2026 el discurso de Bukele coja tal fuerza, que el o la candidata presidencial que ofrezca mano dura como la que aplicó en su país el presidente centroamericano, muy seguramente recibirá el respaldo de millones de colombianos víctimas de extorsiones por parte de criminales detenidos y de otros tantos que se “mamaron” de la alcahuetería  de la autoridad penitenciaria frente a personajes como el que habría ordenado el asesinato del director de La Modelo.

El Estado está en mora de construir guarniciones para que en estas vivan los guardianes, directores y subdirectores del INPEC. De esa manera se minimizan los riesgos y se enfrenta el poder criminal de bandas y de bandidos de “renombre” como alias Pedro Pluma. La sempiterna corrupción de los guardianes que han cedido a las presiones de los criminales se acaba ofreciéndoles mejores condiciones de vida y eso incluye el alojamiento. Es una actividad de alto riesgo que debe ser acogida dentro de las condiciones laborales.

Está en mora el gobierno de Petro de endurecer su mano para afrontar el problema carcelario. Ojalá no se queden sus funcionarios lamentando el crimen de Fernández. El coronel Fernández murió abandonado y solo. Ya muerto, irá hasta su última morada acompañado por una enorme caravana de funcionarios que pudieron haber hecho más para proteger su vida. Paz en su tumba a quien alcanzó a molestar a los bandidos y en particular a quien finalmente firmó su sentencia de muerte con una pluma ensangrentada.  

 



Imagen tomada de Youtube.com


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