Germán Ayala
Osorio
En el contexto de la difusa y maximalista
idea de la Paz Total, el gobierno de Gustavo Petro modificó la estrategia de confrontación
político-militar con la que varias administraciones enfrentaron los desafíos de
los grupos armados ilegales, en particular, la confrontación con las Farc-Ep y
al ELN (Ejército de Liberación Nacional).
Después de la firma del Acuerdo
de Paz de La Habana, aparecieron en escena las disidencias de Iván Mordisco y
la Segunda Marquetalia, estructuras dedicadas básicamente a las economías ilegales,
lo que les implicó el marchitamiento de su proyecto político, ya venido a menos
con la entrega de armas de sus compañeros en el gobierno de Juan Manuel Santos.
Al estar contaminadas por los
lucrativos negocios del narcotráfico y la minería ilegal, el cambio propuesto
por el gobierno de Petro se expresa en la decisión de golpear las finanzas ilegales
de dichas estructuras armadas, con dos propósitos: ahogarlos económicamente y
abandonar la práctica recurrente de anteriores gobiernos de criminalizar y
perseguir al campesinado que se beneficiaba de la siembra de la coca. Se suma a
lo anterior, la narrativa oficial, muy centrada en la voz del presidente de la
República, con la que Petro erosiona el carácter político con el que esas agrupaciones
insisten en auto validarse. En varias ocasiones puso en duda la credibilidad de
los viejos comandantes del ELN y la cohesión interna de esa agrupación armada.
Y recientemente, calificó a alias Iván Mordisco como una “traqueto vestido de
revolucionario”.
Bajo esas dos estrategias y propósitos,
los ceses al fuego pactados entre el Estado y estos grupos ilegales, las
fuerzas militares asumieron la tarea de fortalecer la inteligencia, siempre con
el objetivo de lograr desconectar la operación criminal de esas estructuras bélicas,
con los negocios privados y las conexiones sociales.
Si se hace un balance a pocos
meses de cumplir dos años al frente del Estado, el gobierno de Petro logró golpearlos
financiera y políticamente. Aunque con el levantamiento del cese bilateral al
fuego esas disidencias recibieron golpes contundentes, también es cierto que usaron
el escenario de diálogo para fortalecerse militarmente. Lo cierto es que aún se
está lejos de alcanzar una victoria militar que los doblegue y los obligue a
sentarse a negociar el fin de las hostilidades. El anuncio que hizo Iván
Mordisco del nacimiento de un bloque “revolucionario” es la constatación de que
usó el tiempo de los diálogos y del cese bilateral al fuego, para crecer
militarmente. Esa realidad militar obedece al más grave error político cometido
por el gobierno de Petro de querer negociar con grupos al margen de la ley a los
que jamás les interesó firmar un acuerdo de paz. Quizás pesó más la narrativa
con la que Petro viene deslegitimando su lucha “política y revolucionaria”, que
el entusiasmo por dejar las armas que pudieron mostrar al principio de los diálogos
de paz. Ambas jugaron a hacer la paz, mientras
cada parte hacía lo que creía conveniente: el gobierno, para deslegitimarlos y
golpear sus finanzas; y por el lado de los ilegales, para crecer militarmente.
Por supuesto que la creación de
un nuevo bloque es la clara demostración de que las disidencias de Iván
Mordisco le están apostando a la salida militar, lo que niega de plano la
posibilidad de que se logre la firma de armisticio con el Estado colombiano.
Están muy bien los golpes a las
finanzas de esas disidencias farianas y a las propias del ELN, pero se está
fallando en un factor clave: no se ha logrado romper las cadenas de suministro
de armamento y pertrechos. La pregunta
es: ¿Quiénes, dentro del Estado, hacen ingentes esfuerzos para evitar que se rompa
esa cadena de suministros? Ya se han descubierto a oficiales y suboficiales vendiéndoles
armas a las “guerrillas”, pero ese abastecimiento de balas para los fusiles
debe responder a una estructura superior en la que muy seguramente hay empresarios
nacionales e internacionales. Otra pregunta: ¿La Inteligencia Militar sabe de
la existencia de esos empresarios?
Así las cosas, habrá “conflicto
armado” para rato, lo que claramente beneficia a los Señores de la Guerra y a
quienes convirtieron la paz en un matute en el que se reparten contratos o congresistas
inescrupulosos usan los recursos de donaciones internacionales y los propios,
para pagar favores políticos, es decir, para robárselos.
Imagen tomada de EL TIEMPO.com
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