Por Germán Ayala
Osorio
Francisco Roberto Barbosa Delgado
será recordado por tres hechos públicos: 1. Haberse prestado para que desde la
Fiscalía se solicitara a dos juezas de la República, igual número de
vergonzantes preclusiones del proceso penal del expresidente y expresidiario, Álvaro
Uribe Vélez. Y todo, por cumplirle la tarea que le dejó su amigo, el también
fatuo Iván Duque Márquez, el presidente-títere que lo ternó y que, con la
anuencia de la Corte Suprema de Justicia, lo puso en la Fiscalía para servirle
al uribismo en todas sus manifestaciones. 2. Convertir el búnker en un partido
político y plataforma ideológica para lanzar su precoz candidatura presidencial
del 2026, con el respaldo de Fenalco y otros gremios económicos. Hay que
recordar que Barbosa Delgado de manera temprana usó escenarios académicos y
empresariales para atacar al presidente Petro y dejar sentada su postura de
ultraderecha. 3. Por la instalación de placas con las que pretendió lavar la
mala imagen de su desastrosa administración y dar rienda suelta a su incontrastable
ego.
Dedicaré esta columna a la orden
que dio un juez de la República de retirar por lo menos seis placas que Barbosa
Delgado mandó a hacer y pegar en paredes y baños con las que pretendió “inmortalizarse”,
auto exaltando su labor como fiscal general de la Nación. Fue tan pobre su
gestión al frente del ente acusador, que le tocó a él mismo auto alabarse
porque sabía que nadie más se atrevería a exaltar su paso por la dirección general
del ente acusador, a todas luces infausto y de ingrata recordación. Lo que no queda claro es si la orden del juez de desmontar las placas se pueda extender al desmonte de su ego. Quizás el juez, sin decirlo, lo esté enviando al diván para que un profesional de la psicología le ayude a controlar su egocentrismo.
Este hombrecillo ya había hecho
alarde de su capacidad de auto alabarse cuando en una entrevista con el
director de noticias Caracol y en horario prime time, se calificó como el
hombre de su edad, más preparado del país. Esto dijo en aquel momento: “soy
doctor, tengo dos maestrías, soy historiador, he escrito 10 libros, he sido profesor
en más de 10 universidades en el mundo, columnista y escritor”. No, pues,
tremendos logros para quien estuvo al frente de la Fiscalía sin tener la más
mínima idea del ámbito de lo penal.
Lo cierto es que la megalomanía de este sujeto es inocultable y enfermiza. Vaya uno a saber qué le pasó en su infancia, para haber crecido con esa egolatría que lo lleva a auto concebirse como un ser virtuoso, casi único, cuando, como todos, es un simple mortal. Usted, señor Barbosa, se ha sobredimensionado. Usted decidió ser un peón de un régimen político que convirtió a Colombia en un oscuro platanal, en una "República bananera". Usted no tiene nada de especial.
La orden del operario judicial de
desmontar esas placas que más bien parecen lápidas con burdos epitafios propios
de un ególatra, constituyen un duro golpe al ego de este inefable funcionario
que se opuso a la Paz Total, a la política antidrogas del gobierno; que atacó a
la JEP; y que se convirtió en el más acérrimo enemigo político del presidente
de la República y por ese camino, hizo que el búnker de la Fiscalía fuera la
sede política y electoral de los sectores de la derecha inconformes con la llegada
de Petro al poder.
Además de haber gastado dinero
público en las señaladas placas, se gastó 180 millones de pesos en la
publicación de libros en los que da cuenta de su inflada gestión. Otra prueba
más de que su ego necesita algún tipo de tratamiento por lo costoso que le sale
mantenerlo en lo más alto. Antes de irse del cargo, ya le había dejado claro a
los colombianos que es consciente de su prepotencia y de su ego: “Mucha
gente me ha criticado y me ha dicho: el fiscal general no baja la cabeza, el
fiscal general tiene el ego muy alto, el fiscal general es una persona
prepotente, si ser prepotente o tener ego muy alto es no agacharles la cabeza a
ciertos sectores de este país, seguiré siendo prepotente y seguiré teniendo el
ego muy alto en este país” (Tomado de Infobae).
Claramente, en el 2026 lo veremos
en la arena electoral con todas las ganas de parecerse a su amigo Iván Duque
Márquez, todo un referente y ejemplo a seguir para este servil exfuncionario. Si
siendo Fiscal mandó a hacer placas y publicar 5 libros con un tiraje de 5000
ejemplares, imagino que como presidente de la República fundará un barrio con
su nombre o quizás le pida al Banco de la República que imprima un billete de
50 mil pesos con su rostro y su poderosa alopecia. O quizás, mande a acuñar su
propia moneda. Pobre tipejo.
Imagen tomada de EL TIEMPO.COM
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