Por Germán Ayala Osorio
Si el gobierno de Gustavo
Petro logra concretar los cambios en los sistemas de pensión y salud, la viabilidad
fiscal de ese renovado modelo de aseguramiento para ambos derechos dependerá en
buena parte de la urgente necesidad de “industrializar el país y modernizar el
campo sobre la base de democratizar la propiedad de la tierra”, tal y como lo
viene pregonando Petro desde la campaña electoral.
Lo anterior implica otro reto:
transformar el modelo productivo para que los ajustes a los sistemas de salud y
pensiones se hagan sostenibles financieramente en el tiempo. Y ello implica
apuntarle a generar empleos dignos, brindar verdaderas oportunidades a los
jóvenes, bajar tarifas de energía e impuestos a pequeñas y medianas empresas.
De igual manera, reducir la base gravable de las corporaciones, para que sean
las personas naturales más ricas las que tributen más. Todo lo anterior confluye
en un cambio cultural que toca a cada uno de los colombianos, pero en particular
a la élite económica y política que se asume capitalista, pero que realmente
operan en el mundo económico como rentistas y un inocultable carácter
precapitalista; esas dos características brotan de la captura mafiosa que
lograron del Estado, proceder que terminó llevando a Colombia a ocupar los
primeros lugares en desigualdad, pobreza, miseria e inequidad.
Lejos está Petro de llevar el
país al viejo modelo socialista de la antigua URSS. En ese paradigma se quedaron
los viejitos anacrónicos del ELN y los de las disidencias farianas. Él está pensando
el país en los términos en los que lo pensaron Alfonso López Pumarejo y Jorge
Eliécer Gaitán. Hay, entonces, unas transformaciones económicas urgentes que dependen
de la buena voluntad de las familias más ricas del país, en particular con
aquellas con las que Petro no tiene una buena relación como lo es la de Sarmiento
Angulo. La incontrastable avaricia y el espíritu feudal del banquero son quizás
los dos más grandes obstáculos para modernizar a Colombia, al Estado y a su
sociedad. Los negociazos de las concesiones viales, el cobro de peajes
carísimos que afectan la economía y la importación de gas, cuatro veces más caro que el que puede traer de Venezuela, dejan claro que los
intereses de Sarmiento Angulo no están puestos en modernizar al país. Por el
contrario, sus objetivos están puestos en seguir siendo el rico y reconocido magnate
de un platanal llamado Colombia.
La élite de Colombia exhibe
una azarosa relación con la tierra y los ecosistemas naturales históricos,
asumidos estos últimos como “serios problemas” en la histórica relación de
dominación ecológica y socio ambiental que establecieron los primeros y los actuales
empresarios del campo. Azucareros, cafeteros, ganaderos y palmicultores, entre
otros, han sido los señorones feudales que implementaron en amplias zonas del
territorio nacional el modelo de la gran plantación, paradigma que es urgente
desmontar si de verdad están pensando en dar el salto hacia la industrialización
del campo.
El minifundio y el latifundio
pueden convivir sobre la base de un aprovechamiento racional de los recursos
naturales y las oportunidades que ofrece la tecnología y los mercados para convertir
al país en una despensa agrícola para el mundo.
Lo más probable es que Petro
termine su periodo en el 2026, dejando trazados los caminos hacia esa anhelada
modernización. La derecha uribizada que le viene haciendo oposición a sus
reformas sociales tiene el chance de proponerle al país, en las próximas
elecciones, profundizar las reformas con miras a darle un viraje al país; pero
también podrán optar sus más visibles figuras, por desandar lo caminado, para
continuar siendo el inviable platanal al que se acostumbraron a manejar, hasta
que el progresismo y la izquierda les arrebataron el poder. Entonces, el reto
está en si quieren que Colombia siga siendo un platanal con bandera, o un
Estado y una sociedad modernas, civilizadas, pero, sobre todo, ecológica y socio
ambientalmente sostenibles. ¿Les interesará hacerlo? No lo creo, pero guardo la
esperanza de que logren entender que Petro les está mostrando el camino para
que por fin logren legitimarse y de esa forma dejar de gobernar a las malas, a
las patadas al país, como lo vienen haciendo desde hace más de 50 años.
Imagen tomada de Canal 1.
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