viernes, 8 de marzo de 2024

DÍA DE LA MUJER EN UN MUNDO MASCULINO Y MASCULINIZANTE

 

Por Germán Ayala Osorio

 

Una conmemoración más del Día Internacional de la Mujer, en un país machista, misógino, clasista y violento como Colombia y en mundo masculino y masculinizante que se resiste a que las lógicas femeninas copen instancias y espacios de poder históricamente manejados por hombres.

Lo primero que como hombres debemos hacer cada 8M es pedir perdón por el discurso y las prácticas machistas que durante décadas y por generaciones nos sirvieron para someterlas, a través de un sistema cultural ancorado exclusivamente en las necesidades del Hombre. Un sistema cultural eficaz, eficiente, pero sobre todo fácil de reproducir porque operó de la mano de las ideas conservadoras (godas), de los miedos a pensar y actuar con libertad que les generó a millones de mujeres y por supuesto, del ejercicio doctrinario de la Iglesia Católica que redujo el rol femenino a garantizar la reproducción humana en los tiempos dispuestos por el hombre y sin darles a las mujeres la oportunidad de decir si estaban o no de acuerdo con ser madres. Y ni para qué hablamos de la posibilidad de abortar o de decir no, cuando el macho quería sexo.

Cuando se habla de procesos de sometimiento de la naturaleza y de las mujeres, hay que reconocer que los dos se dieron al tiempo. No se puede señalar que primero se dio la entrega del conjunto de los ecosistemas naturales-históricos a las lógicas economicistas y luego se dio la claudicación de la Mujer. Justamente, por darse juntos los dos procesos, el desarrollo extractivo y con este la acción de abrir trochas y hacer “mejoras” en ecosistemas selváticos con nulo valor comercial, se aportó a la consolidación de la idea de que el país y el mundo necesitó de la fuerza bruta de los Hombres, el arrojo y la valentía para asegurar el soñado desarrollo económico.

Cambiar ese sistema cultural masculino resulta una tarea titánica, casi una utopía. Proscribirlo es un imposible porque gran parte de todas las formas de violencia (simbólica, cultural y estructural de Galtung) y las guerras están fundadas en las luchas entre Hombres a los que les urge demostrar y confrontar su virilidad para ganarse la admiración de las Mujeres. Asociada a este imaginario, tomó fuerza la idea de que a las “mujeres hay que conquistarlas”, lo que implicó elevar sus cuerpos a la condición de “trofeos”.

Esa frase de cajón le ha servido al comercio, al cine y al sistema cultural para restarle fuerza a los movimientos feministas y por supuesto, al sentido histórico y reivindicativo de la lucha por la igualdad de derechos (salarial, derechos políticos) en aquel 8 de marzo de 1857 en los Estados Unidos. Hoy se entregaron rosas, ositos de peluche, chocolates y se hicieron invitaciones a almorzar, pero poco se habló de las brechas salariales, del acoso sexual y laboral que sufren a diario las mujeres.

Así entonces, de la misma manera como se conquista un territorio, a través de las guerras o de procesos de intervención antropocéntrica asociados al desarrollo económico (extractivo y de transformación de los ecosistemas naturales), se conquista a las Mujeres. Claro, vendrían entonces los matices y el melifluo discurso del “amor y la caballerosidad” para ocultar el carácter violento del sistema cultural creado en función de las necesidades del Hombre.

Quizás la lucha planteada por los movimientos feministas que pretenden la emancipación de las mujeres y el correspondiente rechazo de ese sistema cultural esté olvidando que detrás de la construcción social del género masculino y femenino está la condición aviesa del ser humano.

 

Adenda: la movilización de cientos de mujeres en Bogotá, a propósito de la conmemoración del 8M, terminó con la violenta intervención del ESMAD (compuesto por hombres). El alcalde Galán prometió en su campaña por la Alcaldía brindar seguridad a las mujeres. ¿Quién dio la orden de tirarles el Esmad a las marchantes?


Imagen tomada de IMER.


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