Por Germán Ayala Osorio
En el Día del Periodista bien vale
la pena hacer un ejercicio analítico alrededor de la realidad de un oficio que
siempre fue y será el espejo en el cual el poder político y económico hegemónico
se mira a diario, para saber hasta dónde puede estirar la siempre elástica y
acomodaticia ética periodística.
Si se hace un corte diacrónico en
1998, cuando nacen los canales privados de televisión, entonces podemos decir
que ahí se afianzaron los problemas de credibilidad en los medios tradicionales.
De ahí en adelante, la compra de periódicos como El Tiempo y El Espectador por
parte de conglomerados económicos naturalizó la mercantilización de la
información y la manipulación de los hechos noticiosos, incluida su invisibilización.
Aunque las condiciones en las que
operan hoy esas dos casas periodísticas son distintas, lo cierto es que su condición
de actores políticos la comparten plenamente, aunque siga siendo imperceptible para una
parte importante de la opinión pública.
El Tiempo en manos de Sarmiento
Angulo no es ni la sombra de lo que fue en los años 70 y 80 con su Unidad Investigativa.
A través de sus páginas, hoy se miente, tergiversa y se minimizan hechos
noticiosos. Recuérdese cómo El Tiempo ocultó la responsabilidad de Coviandes en
la caída del puente Chirajara. El titular fue este: Desplome de puente deja
9 muertos en vía al Llano. Lo contrario hizo El Espectador al apelar a este
titular de cita: Coviandes debe responder por caída de puente: Mintransporte.
Las diferencias son tan evidentes que no es necesario decir nada más. Coviandes hace parte del conglomerado económico de Sarmiento Angulo.
En cuanto a los periodistas es
bueno también decir que, si bien el oficio es uno solo, hay muchos tipos de
periodistas. Están los y las vedettes del periodismo nacional, especie de
mercaderes y estafetas del régimen de poder o de manera directa de sus patronos.
Normalmente ocupan cargos de dirección dentro de los medios masivos desde donde
se auto censuran.
Hay quienes conducen programas de
opinión en la radio y televisión que los presentan hábilmente como espacios de
información, pero que realmente operan como trincheras ideológicas y políticas.
La FM, Blu Radio y la W son buenos ejemplos de cuarteles generales desde donde
hoy se promueven procesos de desestabilización del actual gobierno, a través de
la entrega de información sesgada, la consulta de fuentes tendenciosas o simplemente,
evitando reconocerle algo positivo a la actual administración. Muchos de estos colegas
actúan más como activistas políticos y agitadores, que como reporteros
responsables con el mandato constitucional de informar con veracidad y responsabilidad
social con las audiencias.
Están los independientes que
desarrollan una labor titánica en sus medios alternativos. En estos momentos de
crispación ideológica y política son los únicos en los que se puede confiar. Eso
sí, la lista no es muy larga, pero hay que decir que la calidad periodística
los desborda: todos los periodistas de los equipos de Cuestión Pública, Revista
Raya, Vorágine, La Nueva Prensa y Noticias Uno son ejemplo de profesionalismo. Aparecen
también esfuerzos editoriales como El Unicornio y La Oreja Roja que tienen como
objetivo generar estados de opinión divergentes.
Así las cosas, cada 9 de febrero
se conmemora el Día del Periodista, pero poco se advierte sobre las precarias
condiciones laborales, las presiones a las que están sometidos y a la falta de
garantías de seguridad en las que trabajan los periodistas de las “provincias”.
El oficio va perdiendo su belleza cada que un reportero tergiversa los hechos tal cual como sucedieron. Se “afea” el bello oficio cuando los propietarios ordenan a los editores y directores no cubrir un hecho en específico o minimizar su trascendencia. A pesar de todo lo anterior, siempre habrá quienes se destaquen informando con veracidad y buscando la verdad de los hechos. Feliz día para aquellas y aquellos.
Imagen tomada del Concejo de Pereira.
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