sábado, 25 de noviembre de 2023

POLO POLO Y JP HERNÁNDEZ: DOS HOMÚNCULOS CONGRESISTAS

 

Por Germán Ayala Osorio

El Congreso de la República es quizás la más desprestigiada institución del Estado. Desde tiempos inmemoriales se convirtió en un nido de corruptos y de congresistas-lobistas que, al servicio de grandes empresarios, legislan en contra de las grandes mayorías, y en beneficio de quienes les patrocinan sus campañas electorales.

El legislativo colombiano es el bunker en el que opera una clase política ociosa, mañosa y mafiosa que, con un sentido corporativo de la política, legisla para favorecer a los sectores más privilegiados, alimentando así el clasismo aporofóbico y el “individualismo posesivo”. Al final, el Congreso de Colombia es una entidad generadora de violencia política, por cuanto las leyes que allí se tramitan no tienen como objetivo mejorar las condiciones económicas de las grandes mayorías. Por el contrario, se legisla para consolidar la pobreza estructural, escenario ideal en el que el clientelismo funciona a la perfección, en beneficio de los partidos políticos y de las clientelas de los congresistas.

No se necesita aplicar sondeos o encuestas para confirmar el repudio que sienten los colombianos frente al Congreso. La responsabilidad política de esa mala imagen recae, de manera directa, en los congresistas que, amparados en los avales de sus partidos de origen o de otras empresas electorales, e incluso, de fundaciones que representan los intereses de las minorías étnicas, asisten a las plenarias no a discutir con argumentos, previa lectura de los proyectos de ley, sino a vociferar y a cumplir las órdenes que les dan los mecenas que aportaron cifras millonarias para hacerse con una curul.

Congresistas como Miguel Abraham Polo Polo y Jota P Hernández son dos buenos ejemplos de lo que está mal dentro del Congreso de la República: son poco leídos, vociferantes e ignaros, a los que solo les interesa figurar en los medios a los que salen a decir pendejadas. Sus discursos son básicos, propio de gente que desprecia la lectura y la discusión argumentada. Incluso, dudo que tengan la capacidad de escribir un ensayo académico o político en torno a las grandes problemáticas del país. No creo tampoco que puedan sentarse a escribir una carta de despedida.

Este par de homúnculos no han leído los proyectos de reforma presentados por el gobierno. No les he escuchado un argumento técnico o de otro carácter, que les permita dar un debate con altura. No. Ellos simplemente fungen como fichas del uribismo para decir no, sin importar el sentido de lo que están votando, o sí, para beneficiar a los grupos de poder que los llevaron a ocupar sus ilegítimas curules. La prensa afecta a los intereses del viejo régimen, entrevistan a este par de “Anatolios”, para que de sus fétidas gargantas dejen salir odios, resquemores y cuanta pendejada se les ocurre.

Así, Polo Polo y JP Hernández son dignos representantes de esa casta política ociosa, lumpenizada y parásita a la que solo le interesa disfrutar de los 40 millones de pesos mensuales que de manera injustificada reciben por no hacer absolutamente nada.



Imagen tomada de Infobae

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