Por Germán Ayala
Osorio
Después de años de la hegemonía
ideológica y política de la derecha, la llegada de Gustavo Francisco Petro
Urrego al poder político supuso una ruptura ética y moral con el
ethos mafioso que la derecha y la ultraderecha, en particular en el último
periodo de mando del uribismo (2002-2022), naturalizó de tal manera, que el
proceso de captura mafiosa del Estado se consolidó en esos aciagos 20 años.
El quiebre ético y moral del que
hablo está ancorado a la efectista narrativa ética y a las contundentes acciones
moralizantes emprendidas tanto por el presidente Petro, como por varios medios
de información alternativos que a diario publican en redes sociales hechos delictivos
en los que están comprometidas familias “prestantes” de la política nacional y
regional.
La bandera de la eticidad y las acciones
moralizantes en lugar de facilitar el acuerdo nacional que se requiere para que
el actual gobierno lidere y logre los cambios sociales propuestos durante la
campaña electoral, lo está torpedeando y por esa vía, alejando la posibilidad
de que se dé ese pacto político que en el acuerdo de paz de La Habana quedó
como una tarea pendiente con miras a lograr la reconciliación nacional.
Aunque trascendió que el
presidente de la República sostuvo reuniones con Santodomingo, Ardilla Lulle y
Sarmiento Angulo, el país desconoce detalles y avances de esos primeros
encuentros, tan necesarios para construir ese acuerdo nacional. Mientras tanto,
las evidentes tensiones éticas y morales que generan hechos noticiosos alejan la
posibilidad de ese urgente pacto social y ético-político que necesita el país.
Baste con recordar varios hechos que alimentan dichas tensiones: la presunta conexión mafiosa del clan Char con
el cartel de Sinaloa; los reconocidos
actos de corrupción cometidos por Sarmiento Angulo en los Estados Unidos; los
que rodean la operación de las EPS (el caso de SaludCoop es emblemático) y la ya
sospechosa insistencia de congresistas y gremios asociados de mantener sin control
la ejecución de los billonarios recursos que el Estado les gira; los negocios
entre generales de la República con miembros de las disidencias farianas; y el robo de crudo por parte de empresarios
colombianos y multinacionales, con la anuencia del ELN, convierten el acuerdo nacional
en una necesidad para que la sociedad y sus élites se repiensen en sus prácticas
éticas y morales.
El diario EL ESPECTADOR plantea
el asunto en estos términos: “en medio de esos escenarios de controversia y
reveses, en los que la economía –la inflación y el desempleo se mantienen a la
baja durante su mandato– le dan respiro a su gestión, el propio presidente ha
subido su tono en varios frentes, lo que desató alertas sobre cómo será el 2024
para un mandatario que tiende a atrincherarse en su ideología y se ve poco
dispuesto a tender puentes con quienes se enarbolan como sus contradictores o
no le caminan a sus planteamientos”.
Si bien es inaplazable proscribir
el ethos mafioso, en particular en la función pública y las relaciones entre los
sectores estatal y privado, atrincherarse en la narrativa en pro de proponer un
nuevo ethos y en los señalamientos morales, puede terminar de alejar las diferencias
políticas entre la derecha hegemónica y la naciente izquierda que lidera Gustavo
Petro. Proscribir el ethos mafioso le tomará a la sociedad colombiana por lo
menos 20 años, siempre y cuando quienes en adelante lleguen a la Casa de Nariño,
mantengan izada la bandera de la nueva eticidad y de una moral colectiva
renovada.
Se van a necesitar unos mínimos
éticos si de verdad los llamados “cacaos” y Petro quieren avanzar y lograr lo
más pronto posible el acuerdo nacional que se necesita, en particular, para disminuir
las crecientes incertidumbres sociales que a diario alimentan los medios
masivos que le hacen oposición política al gobierno actual, de la mano de
dirigentes gremiales que, por razones ideológicas, optaron por alejarse del
gobierno. Bruce Mac Master, presidente de la ANDI sostiene que “la economía
pasa por un mal momento”, hecho inocultable que hace aún más urgente que se
avance en el pacto o en el acuerdo nacional. Sus ataques permanentes al
gobierno y al presidente Petro aportan al distanciamiento gremial y corporativo
con el jefe del Estado.
Imagen tomada de Youtube
Se sabía que gobierno de izquierda iba a vivir este camino, pero si no se hace un pacto serio y ético, las cosas para Colombia van a ser muy difíciles y lo social se Impondrá a las malas para la derecha
ResponderEliminar