viernes, 27 de octubre de 2023

LO QUE FALTABA: DISIDENCIAS DE LAS FARC INSTALANDO MESAS DE VOTACIÓN

Por Germán Ayala Osorio

 

Invitar a las Disidencias de las Farc a instalar mesas de votación en el corregimiento de El Plateado (Argelia, Cauca) constituye un exabrupto político, que bien puede ser leído como una claudicación del Estado y del gobierno, y por supuesto, la legitimación del grupo insurgente. Nuevamente, el alto gobierno o en particular el jefe de la delegación de paz, dándole de qué hablar a los medios de comunicación que están del lado de los sectores de poder económico, social y político que desean que todo lo que haga el presidente Petro, salga mal.

Todo indica que, entre el Gobierno y sus ministros, no hay coordinación alguna con Camilo González Posso, jefe de la delegación de paz que dialoga con el estado mayor central (EMC) de las disidencias farianas. Aunque el impasse ya fue superado y el comando de esa guerrilla se comprometió a retirarse de la zona y dejar que la jornada electoral de este domingo 29 de octubre transcurra con normalidad, hay asuntos que bien vale la pena revisar en la ya enrevesada negociación.

El primero de esos asuntos es la arrogancia de la comandancia de esa guerrilla y su constante demostración de fuerza y de su presencia histórica en el sur del departamento del Cauca, territorio que las fuerzas militares venían recuperando a sangre y fuego, lo que obligó a esa insurgencia a pactar un cese bilateral al fuego, sin que esa decisión les impidiera continuar haciendo actividades de control de la población civil.

El segundo aspecto tiene que ver con la real voluntad de paz, entendida esta como la entrega de armas, desmovilización y reincorporación a la vida social, política y económica del país. El control de la economía ilegal y los réditos sociales, económicos y políticos que generan las ganancias del negocio del narcotráfico hacen ver los proyectos productivos echados a andar después de la firma del acuerdo de paz de La Habana con el grueso de los frentes de las Farc, como migajas de un Estado y de la sociedad colombianas que no están en capacidad e interés de ofrecer más a los desmovilizados.

Mientras exista el negocio del tráfico de droga, de estas disidencias brotarán otras tantas, que irán creciendo de la misma manera que lo hicieron las estructuras que hoy cumplen las órdenes de alias Iván Mordisco: de la mano de narcos, traficantes de armas y la captura de municipios y corregimientos alejados de los centros de poder. Territorios estos en los que brilla la ausencia del Estado.

Un tercer aspecto tiene que ver con las relaciones entre el presidente Petro, en su rol de comandante supremo de las fuerzas armadas, y el Ejército nacional, fuerza sobre la que recae el peso del orden público en el país. Si bien en la práctica parece haber un cambio en la doctrina del “enemigo interno” que obliga a los militares a poner, por encima de resultados operacionales, la vida de los civiles y el bienestar de las comunidades, el Centro Democrático y en general la derecha política asume esa nueva realidad como un debilitamiento de la capacidad y de la fuerza de los militares a la hora de combatir a la insurgencia. Esa lectura maliciosa que hacen políticos uribistas puede calar en oficiales y suboficiales con mando de tropa, cuyas conductas pueden terminar en violaciones a los DDHH o en acciones de sabotaje a los procesos de diálogo que se adelantan con estas disidencias y con el ELN.

Mientras se termina de aclarar lo que pasó, este 29 de octubre será una jornada electoral en la que se define en buena medida la viabilidad y legitimidad del proyecto político que encarna el presidente Petro y el Pacto Histórico.



Imagen tomada de EL TIEMPO


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