Por Germán Ayala Osorio
Si de algo se vienen dando cuenta
las audiencias, en particular quienes consumen redes sociales y se forman en
escuelas de periodismo en donde se hacen análisis críticos del trabajo de la prensa,
es que las empresas mediáticas tienen intereses económicos y políticos, lo que
significa que la información que publican deviene contaminada por los lixiviados
que producen la mezcla de esos dos intereses.
Debido a esos intereses y los compromisos
que de estos se derivan, los periodistas suelen traspasar los límites de la
decencia y el decoro, en ese camino de convertirse en estafetas del régimen de
poder o mandaderos de los editores, quienes cumplen con la tarea de satisfacer a
los propietarios de las empresas mediáticas.
Lo debates televisivos que se
vienen realizando, han servido para evidenciar conductas tendenciosas y
preferencias de los periodistas y de las casas periodísticas para las que trabajan.
Por ejemplo, el director del noticiero Caracol Noticias, dejó ver con claridad
su sesgo político y favoritismo por el candidato a la alcaldía de Medellín, el
uribista, Federico Gutiérrez, alias Fico.
Pues bien, anoche, en el debate
televisado entre los candidatos a la alcaldía de Bogotá, organizado por EL
TIEMPO y City Tv, la periodista D’Arcy Quiin, esposa del empresario Alberto
Ríos Velilla, conocido con el zar de las basuras en Bogotá, hizo la tarea de
incomodar al candidato de la izquierda y del gobierno, Gustavo Bolívar, con el recurrente
tema de los muchachos de la Primera Línea.
A decir verdad, Quiin cumplió con
un principio básico del periodismo: molestar y confrontar, en este caso, al
candidato que le preocupa al sector de clase que representa la periodista y a
los medios EL TIEMPO, SEMANA, EL COLOMBIANO y EL PAÍS de Cali, y, en
particular, a La FM de RCN, programa radial para el que trabaja la reconocida
comunicadora.
La crítica que le cabe a la pregunta
que le lanzó a Bolívar se funda en cuatro aspectos: el primero, por la
recurrencia del interrogante que, cargado de mala leche, busca, de manera
tendenciosa, que sectores de la sociedad bogotana asocien a Bolívar con los
hechos vandálicos ocurridos en ciudades como Cali y Bogotá, y el miedo que se
generó durante los días del estallido social en 2021; el segundo aspecto tiene que ver con la
narrativa que promovió el gobierno del presidente-títere, Iván Duque Márquez, con
la que se calificó a los muchachos de la Primera Línea como terroristas urbanos,
tesis esta que recoge el general de la Policía en uso de buen retiro, Jorge
Luis Vargas, también candidato a la alcaldía de la capital del país; el tercero
aspecto aparece porque queda la sensación, al escuchar la pregunta, que la
Primera Línea, como organización, se mantiene en pie de lucha, lo que significa
que Bolívar sería, de llegar al Palacio Liévano, su representante y amigo; y el
cuarto y no por ello el menos importante, porque a los demás candidatos no se
les incomodó de esa manera. Es decir, Quiin no aplicó el principio de molestar,
a todos los candidatos: fue selectiva y por lo tanto, tendenciosa.
Esta fue la pregunta que le sacó
el bloque al candidato del Pacto Histórico: “Si usted es elegido alcalde
de Bogotá, ¿cuál va a ser la relación de la administración distrital con los
integrantes de la ‘primera línea’, les va a dar subsidios, los va a integrar o
qué va a hacer con ellos?”.
Por supuesto que la reacción de
Bolívar es legítima porque el interrogante viene cargado de mala leche y con el
hedor de los lixiviados que se producen cuando los intereses, políticos y económicos,
se mezclan y aparecen en este tipo de debates.
Esta fue la respuesta del escritor
y candidato, en un tono airado, que terminó por opacar el debate y dejar mal
parada a la periodista en cuestión: “Los medios de comunicación deberían
disimular las encerronas que siempre me hacen con el mismo tema. Siempre me
traen a los debates a preguntarme por la ‘primera línea’ como si yo la hubiera
financiado”.
De contera, Quiin trató de pasar
por chistosa, al llamarle la atención al candidato Jorge Enrique Robledo porque
se estaba durmiendo. La reacción de Robledo no se hizo esperar y exigió respeto
de la conductora del debate. En este caso, Quiin irrespetó al excongresista,
pero también a la audiencia que estaba apreciando el debate. A pesar de las
disculpas presentadas por la periodista, su patanería la dejó ver como una
periodista poco profesional.
Al final, fue una noche para
olvidar para la periodista. Las maneras en el periodismo son importantes. Y en
esta ocasión, Quiin se equivocó de cabo a rabo, pues fue impertinente y grosera
con Robledo y tendenciosa con Bolívar.
Imagen tomada de Pulzo
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